viernes, septiembre 22, 2006

LOS FORRENTA AÑOS (1977) DE FORGES: LA PRIMERA CRÓNICA HUMORÍSTICA DEL FRANQUISMO


Era septiembre de 1977. En primavera de aquel año se habían celebrado las primeras elecciones democráticas en España en más de 40 años. Se esta llevando a cabo una transición democrática que quería acabar con cualquier vestigio del régimen franquista, una vez fallecido Franco en noviembre de 1975. Política y socialmente, aún tenían que producirse bastantes cambios para que la sociedad española alcanzase una completa normalización, pero al menos se iba en ese camino.

Antonio Fraguas, "Forges” (Madrid, 1942) era en ese momento uno de los mas conocidos y exitosos humoristas gráficos de España. Aunque en esa época transicional florecieron muchos dibujantes de viñetas de humor en la prensa que gracias a la desaparición de la dictadura y su censura pudieron agudizar su ingenio y cultivar la sátira política y la crítica social (El Perich, Andrés Rábago -conocido alternativamente como OPS y El Roto- Martinmorales, Ramón), Forges, que había comenzado su carrera como dibujante a principios de los 60 en la mítica revista La Codorniz era tal vez el más brillante. Sus dibujos aparecían en revistas señeras de la época como Hermano Lobo, Por Favor, Triunfo y otras publicaciones con una gran acogida pro parte de los lectores, quienes le pusieron en cabeza del humor gráfico en aquella España cambiante. Lo suyo no era el chiste político directo aunque muchas veces hacía punzantes alusiones a la actualidad política del momento; tampoco era un revolucionario renovador del concepto del humor y técnicamente ni siquiera era un gran dibujante de estilo caricaturesco, como otros compañeros de su disciplina.
Forges cultivaba -y los sigue haciendo- un universo humorístico propio en donde primaba la vida y costumbres del español de a pie (representado por señores narigones, con gafas, calvos y con bigote) vista de manera esperpénticamente expresiva, tierna y mordaz. Un humor agresivo y punzante disfrazado de un naif humor blanco en donde los personajes se expresan con un lenguaje imposible entre coloquial y pomposo, acuñando términos y expresiones que ya forman parte del acervo de la cultura popular ibérica: talmente, se los juro, ¡País!, ¡ayvé!, ¡lo hise!, etc. Como dibujante, Forges ya había consolidado y popularizado su estilo de figuras y objetos de trazo muy grueso, personajes con narices prominentes, ausencia de volúmenes y sombras y líneas muy simples. Eran gags de una sola viñeta, generalmente con texto y en boca de sus personajes en forma de bocadillos, lo que emparentaba a Forges con los recursos del cómic, de hecho siempre se ha ejemplarizado su obra como el puente perfecto entre el cómic y el chiste gráfico, mundos ambos donde el dibujante es aceptado como propio y admirado.


En aquella España transicional y recién democrática, a Forges- cuya posición en el mundo editorial y en la prensa era ya relevante- se le ocurrió un ejercicio de exorcismo colectivo para todos aquellos ciudadanos que con esperanza comenzaban a vivir un cambio en su vida cotidiana y que trataban de superar el mal trago del régimen de Franco. Se propuso narrar los años del franquismo, de 1936 a 1975, como recordatorio y como testimonio del pasado reciente, combinando texto periodístico y sus dibujos. Hasta entonces (otoño del 77), existían muy pocas crónicas del Franquismo, algo lógico ya que el régimen había desaparecido hacía relativamente poco tiempo en una España que aún tenía miedo, algunas de ellas serán utilizadas como bibliografía para narrar los hechos lo mas exactamente posible, lo mismo que el autor tirará de hemeroteca de la época para dar con las noticias mas significativas de esos casi 40 años.

Esta crónica humorística del franquismo pretendía ser exhaustiva y concisa, y claro está, resultar polémica y desmitificadora de unos años que fueron considerados por algunos de gloriosos pero para la mayoría de los españoles fueron una de las mayores vergüenzas que jamás nadie había podido vivir. Por primera vez alguien se iba a reír del franquismo, e iba a ser uno de los ejercicios más sanos desde la desaparición del régimen. Forges llamó a su proyecto Los Forrenta años, en relación a los cuarenta años de dictadura que había vivido España.

Antonio Fraguas desde principios de los 70 había publicado otros libros y recopilaciones de dibujos, como Historiciclos, que gozaron de gran éxito. La desparecida editorial Sedmay, que ya realizó algunas otras publicaciones del dibujante, publicó la obra, en formato de fascículos semanales encuadernables con tapas incluidas en el último fascículo. En total la obra constó de 10 fascículos de 20 páginas lo que hacía que el volumen final constase de 200 páginas. El fascículo nº 1 de Los Forrenta años aparece en septiembre de 1977 y la colección en general adquiere gran éxito por lo novedosos del tema y encumbra a Forges como uno de los principales humoristas españoles de todos los ámbitos y medios. Como era de suponer, los problemas, las presiones y las amenazas de muerte se sucedieron durante aquellas 10 semanas, pero al final la cosa salió adelante.


El resultado final es sin duda una de las mejores obras publicadas por Forges a lo largo de su carrera. Solo los tres tomos de Historia de aquí (1980-81), sobre la historia de España, superan en calidad y ambición a Los Forrenta. El formato consistía en tres viñetas por página, compuestas cada una por un texto de un número variable de 60-120 palabras (a veces con letra tipografía de diferentes tamaños dependiendo de la viñeta y su cantidad de texto), en donde cronológicamente daban cuenta de acontecimientos, noticias o hechos con el fin de narrar históricamente el devenir de la España franquista, con una ilustración- gag debajo del texto interpretando el mismo (o parte de el). En algunas páginas se opta por un dibujo que ocupa toda la página o por dos viñetas una con el dibujo del tamaño doble. La parte del dibujo, de tamaño rectangular al igual que la parte del texto, tiene un idéntico tamaño en las tres viñetas de cada página.


Forges quiso hacer un exhaustivo recuento por la historia del franquismo no exento de crítica a la política, las atrocidades, las prohibiciones y el absurdo de aquella época, y sus ilustraciones humorísticas cumplieron con creces con la misión. El tipo de humor de Forges de culto al nonsense casaba perfectamente con una época surreal en donde se describen algunas situaciones de la vida cotidiana casi imposibles de creer, fruto del nacionalcatolicismo y la censura. Forges se ensaña y se divierte parodiando esos episodios, dando su punto de vista sarcástico tanto en los dibujos como en los textos, que combinan la seriedad periodística y la crónica con la ironía y la chanza en un estilo ameno, jovial y divertido.


Recorriendo un espacio de tiempo tan amplio, el dibujante se esforzó por plasmar los vestuarios, mobiliario y arquitectura de cada década, lo que confiere a las viñetas un cierto valor carícato-sociológico. Posiblemente asistido por ayudantes no acreditados en el libro (de estos si aparecen en otras obras posteriores) Forges dio a sus dibujos una minuciosidad de detalles hasta entonces poco vista en el, que con la ayuda de un vistoso coloreado y un elaborado entintado conferían a sus ilustraciones una buena calidad cercana al cómic francobelga (admirado por el autor, por cierto).


Forges echó mano en algunas viñetas de sus personajes fijos que ya gozaban de cierta popularidad entre los lectores y que aún siguen existiendo en al actualidad, caso de Blasillo y Cosme- que como siempre actúan como voz de la conciencia- o el matrimonio formado por Mariano y Concha. No todo es risa en las viñetas, ya que siempre habrá momentos de emotividad, poesía, o alegoría, típicos en Forges.


La temática de los textos y de las viñetas es en realidad muy variada: la crónica política española, la vida cotidiana y las costumbres de los ciudadanos en los diferentes años, los fenómenos sociales, anécdotas mas o menos curiosas y extravagantes o algún apunte de la política internacional de la época y acontecimientos internacionalmente relevantes. También se lleva a cabo una serie de denuncias sobre la represión, el hambre de al postguerra, las ejecuciones, la intransigencia de algunos políticos, las detenciones, etc., que al parecer le ocasionaron no pocos problemas al creador.

Mención a parte merece la aparición de un gran número de personajes de la vida política y social española e internacional, Franco entre ellos. Hay que recordar que las caricaturas de políticos habían sido permitidas hacía relativamente poco (finales de los 60), y por ello resultaba bastante llamativo en aquel ver las caricaturas del dictador apareciendo tan a menudo, en diferentes estadíos de su vida. Las viñetas en donde interviene Franco, son particularmente divertidas. Otros personajes famosos que hacen su aparición en Los Forrenta son Fraga, El Cordobés, Sanchez-Bella, Cristóbal Martinez-Bordiu, Carmen Polo, Eisenhower, Nixon, Kruschev, Hitler, Eva Perón, Julio Rodríguez, Serrano Suñer, Idi Amín Dadá, Urtain, etc. Bien es sabido que Forges nunca ha sido un gran caricaturista de personas reales, pero en algunas ocasiones sus personajes famosos son identificables, pese a no ser a veces carcaturas en el sentido estricto de la palabra.

En la página 200 de Los Forrenta años, Forges escribe una nota de agradecimiento a los lectores por la acogida de los 10 fascículos en donde finaliza diciendo:
“…y quiero agradecer especialmente a todos los lectores que supieron anteponer su sentido del humor a sus ideas políticas, porque el día que los españoles sepamos ríirnos de nosotros mismos seremos hermanos”


Hoy en día Los Forrenta Años es un monumento al humor y un esclarecedor testimonio de una infausta época, pero sobre todo supuso un cambio cualitativo y una catarsis que anunciaba el nacimiento de una nueva conciencia histórica.

jueves, septiembre 21, 2006

EL APARATITO DE LUMIERE: SALVADOR

SALVADOR

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Seguimos en racha en cuanto a calidad de películas españolas. Si Alatriste ha resultado ser la mejor producción española del año, Salvador, de Manuel Huerga, tampoco se queda a la zaga, aunque no alcance las excelencias formales de la película de Agustín Díaz Yanes. Este excelente filme narra un escalofriante y enormemente cargado de simbolismo capítulo de la historia reciente española con resultados auténticamente deslumbrantes: la detención, prisión y ejecución del joven militante anarquista barcelonés Salvador Puig Antich, que en Marzo de 1974 con solo 21 años fue condenado a muerte en el garrote vil por su militancia y por el asesinato de un policía en defensa propia, en una de las últimas ejecuciones del régimen fascista de Franco. Una historia cargada de emotividad y emoción que comienza con la detención en 1973 de Salvador Puig y que a través de flashbacks hace un recorrido por la trayectoria militante antifranquista del joven catalán desde finales de los 60, para luego volver al momento de la narración en primera persona de su historia (su estancia en la prisión a al espera de juicio militar) y luego sumergirnos en los agónicos últimos meses en su vida, con una sentencia de muerte sobrevolando sobre su cabeza ante el pánico y la desesperación de su familia y sus amigos y camaradas de militancia.

Salvador es una película muy inteligente, humana y dura. Huye de la típica batallita del abuelo a la hora de describir la vida y los vaivenes políticos del tardofranquismo (aunque caiga en algún error que luego comentaremos) y se adentra en los personajes y en sus sentimientos ante los acontecimientos terribles que se van sucediendo hasta que llega el definitivo, la catarsis que hace desmoronarse a todos y que cambia radicalmente el curso y el tono de la narración de la película, en un ejercicio de guión cinematográfico impresionante. El corazón de la película esta en sus personajes, como no podía ser de otra manera al tratarse de una historia real que además ha contado con el visto bueno de la familia de Puig Antich (sus hermanas) y se ha basado en un riguroso ejercicio de documentación para mostrar las cosas tal y como sucedieron. Por que así sucedieron, por increíble que parezca. Ese Salvador Puig, un chaval valiente y carismático dispuesto a sacrificar su cómoda vida familiar para vivir en la clandestinidad en una organización anarquista, el MIL, dedicada a concienciar al trabajador, editar pasquines y atracar bancos para entregar el dinero a los obreros en un ejercicio de combate político contra un régimen sanguinario y fariseo. El actor germano-catalán Daniel Brühl, quien recibiera hace tres años el premio del cine europeo por su interpretación en la comedia alemana Good Bye , Lenin! borda su papel de Salvador Puig, rebelde y tierno, luchador y valiente, viltalista y enormemente entero ante una situación tremendamente agónica. La misma entereza que al parecer tenía el auténtico Salvador ante la lucha desesperada de su abogado, Oriol Arau (interpretado por Tristán Ulloa) por lograr que le quitasen la pena de muerte moviendo cielo y tierra, es la que transmite Daniel Brühl en su interpretación: realmente conmovedora, impresionante. Una genial actuación de un nuevo firme valor de la interpretación europea que brinda bastantes escenas emotivas y simbólicas, como la correspondencia y la relación con su familia, tanto en la cárcel como en la clandestinidad (especialmente con su padre, un ser atemorizado) o con Jesús, el funcionario de prisiones encarnado por Leonardo Sbaraglia, quien se despojará de sus necios prejuicios a través de la relación con el joven preso político.

Formalmente, la película es perfecta en cuanto el montaje y el ritmo de la narración. Esta fuera todo cliché del cine político y sobre la transición, optando en su primera parte por una estética de fotografía de colores chillones y de puesta en escena de cómic de aventuras para contarnos una serie de acontecimientos rápidos en el tiempo (narrados como recuerdos del propio Salvador) filmados con un claro tono de western, en donde los militantes del MIL son una especie de honrados forajidos y las fuerzas de seguridad franquistas unos despiadados y crueles sheriffs. Escenas de persecuciones y de atracos a bancos dan fe de la inspiración del mundo del oeste americano, además de mostrarnos con total realismo y escalofriante precisión las escenas de tiros y violencia, en un claro homenaje al gran Sam Peckimpah. Tras la explosión de adrenalina inicial, la segunda parte de la peli se convierte en un drama humano e intimista puro y duro, en donde la emoción e incluso las lágrimas están a flor de piel. Se ha conseguido plasmar toda la angustia de unos momentos terriblemente agónicos en donde una vida estaba en juego en imágenes y momentos de tremendo realismo en donde no faltan los detalles minuciosos, incluidos los propios de la España del esperpento y la chapuza. Las interpretaciones en general son de recibo, a parte de los citados actores merecen especial mención las jóvenes y desconocidas actrices que interpretan a las tres hermanas de Salvador, catalizadoras del sentimiento humano ante la situación de su hermano. Gran parte del diálogo es en catalán (subtitulado), hablado también por actores y actrices no catalanes que intervienen como Leonor Watling, en el papel de al primera novia de Salvador. También merecen especial mención Joaquín Climent y Antonio Dechent como los policías de la brigada político social, unos auténticos hijos de puta.

La ambientación tardofranquista esta muy, muy bien, mucho mejor que en otras producciones ambientadas en la misma época. En la banda sonora se recurre a los consabidos temas de la época (aunque es de agradecer que en lugar de los típicos cantoautores españoles de entonces se utilicen temas en inglés de Leonard Cohen o Jethro Tull) con una muy breve partitura original firmada por Lluis Llach. Los principales fallos son unos títulos de crédito finales muy a lo “cuéntame” con imágenes de acontecimientos significativos posteriores en el tiempo de la película, además de algún detalle autocomplaciente. En definitiva, Salvador, es una película que debe verse ya que es no solo es un recordatorio de una época oscura y no tan lejana si no un canto a la vida y contra la injusticia, hecho de una manera angustiosa pero espectacular.













miércoles, septiembre 20, 2006

GUERRA DE RELIGIONES (LO QUE NOS FALTABA)

Parece que en este nuevo milenio vamos a volver al tiempo de las cruzadas, las guerras santas y, por decirlo en un tono mas chusco, las luchas entre moros y cristianos. Al Papa le ha dado por citar un texto medieval para ilustrar una didactica exposición de los peligros del fanatismo religioso (también podia haber puesto algun ejemplo del cristianismo en la antiguedad) y ese texto, pues básicamnte hablando de infieles y de invasiones árabes, pues tal y como era de suponer, ha cabreado bastante al mundo musulman más radical. Y esque últimamente las cosas estan muy susceptibles en el mundo árabe como para que encima el máximo mandatario del cristianismo escoja un texto precisamnte no muy conciliador y ecuménico. Resultado:Iglesias quemadas, curas muertos. El papa se ha disculpado, pero, ojo, que por ahi dicen que Al Qaida amenaza con atentar en el Vaticano.

En fin, la guerra entre dos grandes religiones monoteistas; ¿la guerra definitiva?. Por cierto, Jesucristo y Mahoma, ¿que dirán de todo esto?.