martes, febrero 12, 2008

El aparatito de Lumiere - NO ES PAÍS PARA VIEJOS (NO COUNTRY FOR OLD MEN)


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Los hermanos Joel y Ethan Coen en sus casi 25 años de carrera han relizado algunas de las mejores películas norteamericanas de todo este tiempo. Algunas muestras: Sangre Fácil (1984), Muerte entre las flores (1990), Barton Fink (1991), Fargo (1996), El Gran Lebowsky (1998), El hombre que nunca estuvo allí (2001)… Sin ninguna película mediocre en su extensa filmografía, los Coen, eso sí, alguna vez se han mostrado irregulares y poco sorprendentes (cuando precisamente el factor sorpresa es una de sus mas genuinas habilidades), como en sus dos últimos filmes, los menos brillantes de su carrera, Crueldad Intolerable (2003) y Ladykillers (2004). En esta ocasión, dan por finalizado el díptico de comedia pura y dura que había supuesto ambos filmes y vuelven al thriller-drama repleto de violencia física no exento de ironía que ha caracterizado gran parte de su obra. Aunque en esta ocasión los hermanos cineastas más famosos del mundo parten de nuevo de material ajeno -como ya hicieron por ejemplo con el remake del clásico Ladykillers- en este caso una novela de de Cormac McCarthy, nos encontramos con una historia al mas genuino estilo Coen: ambientación en la América profunda, personajes rurales, McGuffins hitchcocktianos, disparos, violencia, conceptos de Road Movie, diálogos memorables, ironía paródica, humor negro. Pero lo mas meritorio está en que ningún momento se repiten ni ofrecen mas de lo mismo de la temática de sus filmes, ya que, como en toda su obra, este No country for old men tiene total y genuina personalidad por si sola, e incluso conceptualmente avanza unos metros de lo esperable en un filme de los Coen. El resultado ha sido una película que es de lo mejorcito de su filmografía en los últimos años.

No country for old men es un thriller con estructura de western enmarcado en el suroeste americano, concretamente en el árido y semidesértico sur de Texas, en donde asistimos a una historia basada principalmente en una persecución implacable, la que sufre el tranquilo pero anodino ranchero Llewelyn Moss (Josh Brolin) por parte del asesino a sueldo psicópata y despiadado Anton Chigurh (Javier Bardem, en su definitiva consolidación en la industria cinematográfica norteamericana), a causa de un maletín lleno de billetes que Moss encuentran con un grupo de mexicanos asesinados en pleno campo abierto. El sheriff Bell (Tommy Lee Jones), un agente del orden desencantado, lleva la investigación con parsimonia pero será el principal apoyo al que tiene que recurrir Moss en su huida desesperada por el estado de Texas ante la amenaza de Chigurh, un asesino que no se anda con rodeos a la hora de cargarse a gente del modo mas inverosímil. La historia esta muy bien planteada y estructurada, mas centrada en los acontecimientos que en darnos claves inequívocas sobre la historia y el pasado de los personajes y todas las circunstancias que rodean al relato, que el espectador tiene que ir averiguando recogiendo pistas diseminadas por aquí y por allá y colocándolas a al manera de un puzzle. Los excepcionales diálogos, marca de la casa Coen, ayudan a solidificar una historia que atrapa y engancha de manera sublime.

La película toma referencias de Hitchcock, de los spaghetti western de Sergio Leone y de la larga tradición de road movies enmarcadas en oeste norteamericano. Los personajes, a excepción del sheriff Bell, son sujetos movidos por el egoísmo y la codicia a distintos niveles, en ese sentido Llewelyn Moss no es más irracional y codicioso que su enemigo Anton Chigurh. Una crítica despiadada a la hipocresía y a la doble moral es lo que subyace en este filme, en donde el sheriff parece el único puntito de honradez en un entorno salvaje y cruel que llega a anularle.

La caracterización de la triada protagonista es de lo más logrado de la función aunque los personajes son intencionadamente muy monolíticos. Destaca el personaje de Chigurh, un asesino total cuyo único modo de vida que conoce es matar, lo que le causa un comportamiento caricaturesco y asocial. Una buena interpretación de Javier Bardem, dentro de un reparto en líneas generales totalmente eficaz.

No es la mejor película de los Coen (Muerte entre las flores, Barton Fink, Fargo y El hombre que nunca estuvo allí la superan) pero si que supone un buen soplo de aire en un panorama cinematográfico cada vez mas previsible. Con varias nominaciones al oscar, entre ellas el de mejor película y con Bardem como mejor actor secundario, puede tener sus opciones en la gala. Gane o no, no le quita nadie ser una gran película.