martes, junio 24, 2008

El aparatito de Lumiere - 12


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Perfectamente logrado remake adaptado libremente de 12 Angry Men (12 hombres sin piedad), uno de los mejores guiones de la historia del cine, obra de Reginald Rose que dio lugar a la obra maestra de Sydney Lumet de 1957. La peculiaridad de esta nueva versión de nacionalidad rusa es que la acción se traslada a la Rusia actual, con el conflicto Rusia-Chechenia como telón de fondo; aunque el McGuffin de la historia se conserva (la deliberación del jurado en el juicio popular a un adolescente acusado de homicidio y que parece clara e irrefutablemente culpable para 11 de los 12 miembros del jurado hasta que el que disidente comienza a hacer ver al resto que el chaval puede que no sea culpable) la película consigue reinventarse en un historia con un tratamiento propio y totalmente original merced a la singularidad de su traslado a otras coordenadas espacio-temporales, como es la dubitativa y empobrecida Rusia actual, cuya situación- mejor dicho, la de sus habitantes- se nos muestra en varios matices y modalidades a través de el variado muestrario humano que constituyen los 12 miembros del jurado (todos hombres, que políticamente incorrecto), y sin salir apenas del espacio donde estos se reúnen a deliberar, el gimnasio de un destartalado colegio, ya que los locales del juzgado están en reforma.

Nikita Mikhalkov, uno de los mejores directores rusos de su generación, es el responsable de esta magistral cinta, en donde consigue imprimir su sello excepcional. Mikhalkov, también un excelente actor, proveniente de una eminente familia de artistas (es hermano del también director Andrei Konchalovsky), fue el director por excelencia del periodo de la Perestroika de la URSS y de su desintegración y paso a la actual Rusia, aunque su carrera como director comenzase a mediados de los 70 y la de actor en su adolescencia, a finales de los 50. Títulos como Pieza incompleta para piano mecánico (1977), le convirtieron en uno de los directores soviéticos con mayor proyección internacional y en carne de premios y festivales, aunque el reconocimiento internacional masivo llegaría bastante después, con films como Ojos Negros (1988), su magistral aventura italiana o Urga, el territorio del amor (1991). En esta ocasión, Mikhalkov vuelve a conseguir una película magistral en al que no deja títere con cabeza en una crítica total a la sociedad rusa actual, sin rumbo, enferma y con bastantes resquemores y rencillas de acontecimientos pasados. El odio de gran aprte del pueblo ruso a los chechenos es en lo que se fija la película, a través de al condición de cabeza de turco del chaval de esta etnia acusado de matar a su padrastro, un oficial del ejercito ruso. Se incluyen antológicos flashbacks bélicos a lo largo de la acción central de la deliberación sobre la culpabilidad del joven, en donde se recrean dolorosos episodios de la infancia del muchacho y del conflicto ruso-chechen, todo crudeza pero también con lirismo. Y es que lo simbólico también impregna la discusión de los 12 miembros del jurado, cada uno portador de diferentes dramas humanos que encarnan diferentes miserias sociales y políticas de la Rusia actual. Sobra decir, que como en el mítico título en el que se basa la peli, el proceso mediante el cual los diferentes hombres van descubriendo las contradicciones y trampas de un caso a priori evidente, es un espectáculo narrativo total, engrandecido esta vez por matices dramáticos de gran emotividad.

El reparto, en cual participa el propio Mikhalkov, esta soberbio, con momentos para cada uno de los actores. El gimnasio donde se desarrolla la práctica totalidad de la trama cumple también su función simbólica y aleccionadora. En definitiva, el filme tiene infinitos matices que se presentan con total sencillez y sin apenas darnos cuenta. Algo más que un remake.

domingo, junio 22, 2008

H.R. GIGER. PESADILLAS BIOMECANOIDES


En lo más recóndito de nuestra mente se esconden los más espantosos temores. Enfrentarnos a ellos es una experiencia tan desagradable como necesaria. Siempre se evita visualizarlos, se huye de ellos, y por eso se ocultan en el inconsciente. Expresarlos, plasmarlos tal y como son, tal y como los sentimos es algo que muy pocas veces se consigue, se necesita ser un genio. Durante mas de 40 años, el suizo Hans Rudi Giger (Chur, Suiza, 1940) ha expresado en pinturas, dibujos, esculturas y objetos decorativos sus pesadillas y las del ser humano en general, en un universo alternativo en donde lo humano y lo creado por la mano del hombre (lo mecánico) viven en una horrenda armonía destinada a producir el espanto, y presidida por el delirio y el terror.


H.R.Giger es sin duda uno de los artistas plásticos más interesantes, geniales y personales surgidos en la segunda mitad del siglo XX, tal vez de todo el siglo. Adscrito al género artístico del surrealismo en su faceta mas avant-garde, ha trascendido el concepto estricto de dicho estilo para crear un subgénero propio a caballo entre el realismo, el manierismo fantástico, la arquitectura, lo surreal y lo grotesco. Perturbar e inquietar al espectador es lo que siempre consigue su basta y prolífica obra, desarrollada desde principios de los 60, mostrar imágenes que solo pueden existir en las pesadillas y en los más ocultos y recónditos terrores de la mente. Monocromáticamente, con el negro, el gris y el blanco como paleta, la obra de Giger ha estado presidida por ese concepto creado por el, el Biomecanismo, la unión monstruosa entre el ser vivo y la máquina, entre lo mecánico y lo biológico, lo humano y lo artificial. De esta unión nace una naturaleza alucinante con criaturas tan fascinantes como bellas y monstruosas, al mismo tiempo, o con paisajes entre naturales y creados por alguien, salidos directamente de una cadena de montaje, cuando no es ese mecanismo industrial el marco de fondo de la obra en cuestión. Y es que las máquinas, los motores, las cadenas de montaje en el universo Giger son casi siempre el paisaje o el lugar en donde surge, como nacido en él, una forma de vida, que no puede ser otra cosa más que un ser perturbador y horripilante. El sueño de la razón de H.R Giger ha producido monstruos contemporáneos, hechos de metal y carne, edificios orgánicos, construcciones de hormigón y hueso, hijos de las miserias y temores del humano contemporáneo convertidas en terrores nocturnos del inconsciente.

Piasaje Biomecánico

La guerra, el hambre, la miseria, la violencia extrema, el sufrimiento y en definitiva, todo el horror que es capaz de crear el hombre ha sido plasmado en su concepción metafísica por Giger como nadie ha sabido hacerlo. Un impresionante catálogo de pinturas, dibujos, esculturas, diseños de interior e incluso mobiliario y diseños de producción cinematográficos es un legado que no ha pasado inadvertido a la sociedad de hoy: la influencia de H.R Giger en multitud de manifestaciones artísticas y estéticas de los siglos XX y XXI es más que evidente; todo diseño gráfico con pretensiones artístico-terroríficas tiende a recurrir al estilo y obra del creador helvético, el resurgimiento de lo gótico y fantasmal en diversas etapas a partir de los años 80 tiene su línea mas arty y vanguardista, el culto a la plástica de inspiración en el mundo de lo fantástico bajo el prisma intelectual de multitud de dibujantes y artistas bebe frecuentemente del mundo biomecánico gigeriano. El mundo de la ciencia-ficción, el ciberpunk, la Nueva Carne, el nuevo arte del tatuaje (que en bastantes ocasiones echa mano de la obra Giger), no podrían ser lo que muchas veces son hoy día sin la existencia de Hans Rudi Giger. En la cultura popular, las vanguardias artísticas, el mundo del rock, el cine, la decoración, la literatura y la creación de mundos fantásticos los rastros de Giger reencuentran por doquier, prueba irrefutable de que el suizo es algo más que un creador, es un forjador de iconos universales.

Los mitos y lo fantástico, en especial todo lo relacionado con el mal y con el horror son el elemento con el que distorsiona una realidad metafísica que el artista deforma hasta lo espantoso. La maldad, representada por el diablo; el miedo, por los extraterrestres y seres monstruosos (biomecánicos o simplemente orgánicos); y la fascinación por la irrealidad y la extraña belleza de esta, representada principalmente por figuras femeninas a medio camino entre hadas, alienígenas, vampiras o demonesas, nos recuerdan que en no pocas ocasiones no nos encontramos en un mundo real, sino en el universo de lo mítico y lo fantástico, que casi siempre termina convirtiéndose en el mismísimo infierno. Un infierno para el hombre contemporáneo, un infierno industrial y mecánico, creado por él mismo, con sus monstruos producidos de su mano. Las colaboraciones de H.R Giger en el mundo del cine, la más famosa la de Alien, el octavo pasajero (1979), viene a confirmar la genialidad del artista como creador de monstruos y paisajes de pesadilla, encarnación absoluta del mal en su estado más puro y metafísico. Y tampoco debe olvidarse otra gran vertiente temática del artista, como es la sexualidad salvaje con connotaciones sadomasoquistas, la cual también ha tenido su cuota de inspiración en el mundo de la imaginería erótica fetichista occidental a partir de los ochenta.

Li I (1973)

Desde el punto de vista técnico, en lo que se refiere a su obra pictórica, Giger popularizó a finales de los 60 el uso del aerógrafo en las pinturas, con el fin de ofrecer una plástica industrial, perfeccionista e hiperrealista. En los últimos años ha redescubierto el trabajo con la tinta. Su extensa y casi inabarcable obra, tanto en pintura como en escultura, diseño y decoración ha sido popularizada masivamente a través de postres, serigrafías, libros, postales, camisetas, joyas, distribución por Internet. Es relativamente fácil encontrarse con la reproducción de una obra de Giger en los lugares más insospechados, por no hablar de infinidad de postres y diseños de otros artistas inspirados en su estética grisácea, maquinal, y metálica. El póster, como soporte artístico de primer nivel, ha sido otra de las aportaciones indirectas de H.R. Giger al mundo del arte.

Giger junto a la versión escultórica de Birth Machine

Hans Rudi Giger siempre ha mantenido una actividad febril, ya tanto en su faceta artística como de gurú de toda una generación de amantes del arte e impartidor de conferencias, simposios, actos públicos varios. Su vida no ha sido excesivamente apasionante, pero que duda cabe que ha resultado interesante y modélica desde el punto de vista profesional. Hijo del farmacéutico local de Chur, su ciudad del Cantón suizo de Grisosns, el pequeño HRG pronto se interesó por el dibujo y la pintura mostrando habilidades innatas. La presencia de una calavera humana en su casa, que su padre había recibido como regalo comercial de una firma farmacéutica con la que trabajaba, inició en el una total fascinación por el cuerpo humano y sus formas mas horripilantes, como para él representaba la calavera. Esto le llevó a un interés en lo oscuro, lo inexplicable y lo inquietante, además de ponerle en contacto con la obra de artistas surrealistas que pronto comenzó a admirar y de los que tomó su trasfondo fantástico, onírico y freudiano: Dalí, Jean Cocteau, Ernest Fusch. Tras estudiar Artes y oficios en Chur, en 1957 se traslada a Lausana donde finaliza su educación secundaria, obteniendo en 1959 un certificado primario en pintura. Inseguro de lo que quería hacer con su vida, HRG duda entre la arquitectura o la carrera militar, así que mientras asiste durante tres años (1959-1962) a la academia militar de Winthertur, entra como aprendiz del arquitecto Venantius Maisen en su Chur natal, sin haber cursado estudios superiores en arquitectura. En 1962, a los 22 años, se matricula en la Escuela de Artes Aplicadas de Zurich, para estudiar arquitectura y diseño industrial y de interiores. Termina sus estudios en 1965.


Las primeras obras de HRG datan de 1964, en su época de estudiante; el primer acercamiento al surrealismo horrendo y macabro son su serie de dibujos Atom-Kinder (Niños Atómicos), en donde aparece pro primera vez un motivo recurrente en su obra, el de los bebés inquietantes y monstruosos. Esta serie se publica en la revista escolar de Chur. Trabajos en tinta o poliéster durante su etapa académica aparecen en varias publicaciones artísticas underground germanohablantes, movimiento en el cual el joven Giger se involucra como canal idóneo para expresar su peculiar concepción artística. El psicoanálisis y Sigmund Freud catalizan el interés del joven creador, especialmente en lo concerniente a los fantasmas del subconsciente y al mundo de los sueños.
Unter Der Erde

En 1966, una vez acabados sus estudios, es cuando comienza la obra artística de HRG con todas las de la ley. La experimentación con técnicas de pintura que serán constantes en su obra posterior, como la pintura con cepillo, comienza. Mientras trabaja como diseñador de mobiliario en una importante compañía suiza, produce sus obras inquietantes y fascinantes y realiza su primera exposición en Zurich. Ese año copnoce a al hermosa actriz Li Tobar, con la que terminará casándose. Li se convertirá en una musa fundamental en las primeras etapas de la obra de HRG.

En 1968 Giger decide dedicarse exclusivamente al arte. Ya por entonces, su insólita obra de fusión orgánica y mecánica comienza a llamar la atención a artistas underground y de vanguardia de varias disciplinas. Es objeto de un primer documental cinematográfico sobre su obra y comienza su obra escultórica. Su habilidad para crear composiciones monstruosas es requerida para la película Swiss Made, en 1969, en donde aporta dos trajes-escultura de extraterrestres, uno de ellos interpretado por un perro. Sus primeras obras comienzan a distribuirse en posters (mercado y arte pop incipiente en aquella época), y su nombre comienza a popularizarse en los círculos artísticos vanguardistas europeos y expone en Austria y Alemania.

LiII (1974), el rostro de Li Tobar en la obra emblemática de HR Giger

En los 70, la obra y la fama de Giger comienzan a adquirir nuevas cotas. Con problemas de terror nocturno, el artista plasma sus pesadillas y obsesiones en sus pinturas, como el mismo dice en una especie de exorcismo. Los temores del ser humano, la sexualidad y el horror producido principalmente por la guerra y la capacidad destructiva del ser humano llevan al concepto desarrollado en esos años de los Lanscapes (Paisajes), en unainquietante mezcal de organismo humano, naturaleza y mecánica. Durante una estancia británica en 1972, se filma un nuevo documental sobre el universo Giger, Passagen. Aunque no era un artista especialmente reconocido por al crítico, por lo desagradable para muchos de su obra, los círculos más modernos y vanguardistas le aclaman, y en ese sentido en el Reino Unido y Alemania comienza a ser un nombre de culto entere jóvenes artistas y creadores transgresores. En 1969 comienza su colaboración con el mundo musical diseñando la portada del disco Walpurgis del grupo suizo de rock progresivo The Shirver. Un año después realiza portadas para los alemanes Celtic Frost y los franceses Magma (Attahk, uno de los mejores trabajos de la enigmática banda de Cristan Vander), y en 1973 da el salto cualitativo en cuanto a popularidad al diseñar la portada (en realidad dos superpuestas) del LP Brain Salad Surgery, de Emerson, Lake and Palmer, uno de los grupos de rock sinfónico punteros del momento. Esta portada esta clasificada hoy día entre las mejores de la historia del rock.

Brain Salad Surgery (1973), doble portada abrible parael albúm de EL&P

A lo largo de los 70, las exposiciones del artista se suceden al tiempo que su prestigio artístico aumenta. Comienza a trabajar en un ambicioso proyecto que aúna arte y libro, como el Necronomicon, un libro de ilustraciones fantástico-terroríficas inspirado en el concepto creado por H.P Lovecraft y que marcará un antes y un después en el impacto popular de al obra de HRG. El proceso de creación de la obra se recoge en el documental Giger´s Necronomicon (1975) que aparece 2 años antes de la publicación del libro. En 1975, su esposa y musa Li Tobar se suicida, dejando al pintor en un estado de depresión durante largo tiempo. HRG se casará otras dos veces.


Portada de Necromicon (1977) , con fragmento de Spell IV

En 1975 HRG recibe su primer gran encargo de trabajo en el mundo del celuloide cuando el polifacético Alejandro Jodorowsky le propone participar en su adaptación de la novela de ciencia ficción Dune, diseñando el mundo de los malvados Harkonnen. (para mas información sobre este tema, ver en este blog Dune de Alejandro Jodorowsky, un film de culto que no existe), aunque el proyecto se cancela poco tiempo después. En 1977, HRG, visita EEUU donde inaugura una exitosa retrospectiva en Nueva York y comprueba que es un nombre de culto entre los amantes de la fantasía y la ciencia ficción. El Necronomicon es publicado con éxito en varios países e idiomas. Algunas de las creaciones que allí aparecen llaman la atención del joven guionista de cine Dan O’ Bannon, involucrado también en el fallido proyecto de Dune de Jodorowsky, quien propone al director Ridley Scott que HRG trabaje en el diseño del monstruo extraterrestre de la película Alien, el octavo pasajero. El artista accede diseñando a un monstruo sin ojos de cabeza fálica, boca vaginal y cuerpo crustacéico muy parecido a una de las creaciones aparecidas en el Necronomicon. Además, HRG diseñará paisajes extraterrestres, huevos alienígenas, aliens embrionarios (los face huggers) y el gigantesco jinete espacial petrificado de la primera parte del filme. El resultado final es un éxito: este clásico de al ciencia ficción no tendría su fascinante aspecto visual por el que hoy es recordado por los amantes del cine sin el trabajo del artista suizo. Hoy en día, Alien sigue siendo la creación más popular de Giger, además de todo un icono de lo fantástico de la Ci-Fi, y del cine. HRG gana el oscar (junto con otros profesionales que trabajaron en el film) a los mejores efectos especiales por Alien.

Trabajando en Alien, en 1979.


En los 80, Giger continúa con su actividad pictórica y comienza a trabajar con fruición en el diseño de mobiliario, el cual tendrá las mismas características biomecanoides que su obra pictórica y escultórica. Al mismo tiempo, tras el éxito de Alien, el cine continúa requiriéndole, aunque al mayor parte de sus proyectos se frustran, como es el caso del filme fantástico The Tourist para los que el artista creó en 1981 unos alucinantes diseños de criaturas extraterrestres. El artista no abandonara su inconfundible estilo, aunque cada vez incide más en el tema del horror metafísico por la guerra, inspirado por al amenaza atómica de la guerra fría en aquellos años. Más artista de culto que nunca, Giger es toda una inspiración de las nuevas generaciones de ilustradores, pintores, diseñadores e incluso arquitectos de vanguardia, al tiempo que su obra se populariza en postres, catálogos y serigrafías. En el campo del diseño, Giger realizará trabajo memorables, como la portada del LP Koo Koo de Deborah Harry en 1981, además de carátulas de otros discos. Con esta artista, HRG colabora en el diseño de producción de los videoclips de ese álbum. Los libros sobre la obra del artista se suceden, al tiempo que consigue alguna colaboración para al cine, cuyo resultado final no es de su agrado, caso de algunas criaturas para Potergreist II; por el contrario sus diseños para el resto de la saga Alien no se llevan a cabo y el artista suizo no volverá a trabajar en su criatura cinematográfica por excelencia y su creación mas popular.


En 1985 aparece una nueva edición ampliada de Necronomicon (Necoronomicon 1 and 2). En Japón, a finales de los 80, su figura recibe un culto de divo y colabora en el diseño del monstruo del filme Tokio: The Last Megalopolis, en 1989 y un año antes se inaugura en Tokio el primer bar temático H.R Giger con arquitectura, decoración y mobiliario claramente gigerianos. En los 90, más artista de culto que nunca y considerado todo un clásico, HRG es objeto de infinidad de documentales y programas de televisión sobre su vida y obra. Amantes de lo siniestro, forofos de la fantasía terrorífica, admiradores del surrealismo y fanáticos de la ciencia ficción en todos sus campos reconocen el magisterio estético del artista.

Modelos de sillas, inpiradas en un diseño inicial para el film Dune de Jodorowsky.

Aunque HRG fracasa a principios de los 90 en su proyecto de realización de un filme de ficción propio, The Mistery of San Gottardo (que finalmente aparecerá en formato libro), en 1995 realiza su última gran creación para el cine: la extraterrestre Sil del filme Species, de 1995. Varias de las obras del artista aparecen en 1992 en el video juego gigeriano Dark Seed. Ese mismo año se inaugura en Chur el primer Giger Bar europeo (el de Tokio terminará cerrando). A finales de la década decide la creación de un gran museo monográfico, el Giger Museum, inaugurado en 1998 y cuya sede es el castillo St. Germain, en Gruyeres, el cual cinco años después tiene su propio bar al estilo de los existentes anteriormente sobre el artista. Este museo, a parte de contener gran aprte de la obra de HR Giger, muestra también la colección privada del arista del trabajo de otros creadores.

Interior del Giger Bar del Giger Museum

Es en la década de 2000, con el auge de Internet y de la comunicación global cuando los objetos de merchandising sobre la obra del artista se multiplican: joyería, llaveros, coleccionables, modelos de tatuaje. En 2005, la compañía de guitarras Ibanez lanza la serie de guitarras HR Giger Signature Series, con serigrafías de algunas de sus creaciones.

La obra H.R Giger continúa siendo una fascinante generadora de imágenes icónicas y de inspiración de la modernidad. Más allá de las artes plásticas, H.R Giger ha sabido crear y ofrecer todo un universo propio de pesadilla, horror y belleza. El hombre como creador de aberraciones humano-maquinales, el siguiente estadio evolutivo al que la irracionalidad mecánica y destructiva esta llevando al ser humano, es lo que durante más de 40 años postula su obra. Un creador genial que merece mayor reconocimiento, un hacedor de pesadillas que habitan en todos nosotros. Enfrentarnos a nuestros temores es una experiencia tan desagradable como necesaria, y gracias a H.R Giger hemos tenido la oportunidad de vivirla.