lunes, enero 05, 2009

El aparatito de Lumiere (programa doble - IL DIVO / AUSTRALIA

IL DIVO



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El cine italiano, últimamente con bastantes gemas cinematográficas, vuelve a sorprender con esta estupenda película que se adentra en la historia reciente del país de la bota para criticar abiertamente los desmanes políticos acaecidos allí durante los últimos 20 años. El que fuera primer ministro Giulio Andreotti (1919) es el personaje en que se centra esta película como blanco de las iras del director y guionista Paolo Sorrentino, quien critica despiadadamente la corrupción a la que sometió a Italia este nefasto personaje: contactos y negocios con la Cosa Nostra, chanchullos políticos al más alto nivel, intrigas con el Vaticano, garrafales errores políticos y responsabilidad criminal en varios asuntos por acción u omisión. Pero en lugar de ofrecer una crónica histórica realista o un film político al uso, Sorrentino ha optado por un recurso que resulta cruelmente oportuno, como es el de la sátira y la parodia presentando a un Andreotti caricaturesco, excepcionalmente interpretado por el versátil Toni Servillo (que hace doblete actualmente en las pantallas españolas con Gomorra). Este Andreotti de Il Divo es un ser patético, débil, con sus características físicas (su proverbial chepa, su modo cansino y pausado de hablar) exageradas y rodeado de una cohorte de ministros y colaboradores tratada de manera esperpéntica y paródica. Il Divo es una sátira corrosiva y despiadada, pero no se cae en la burda ridiculización, sino que utiliza el esperpento como el reflejo de una realidad negra que atizó a Italia en la primera mitad de los 90. La risotada, es una risa amarga que se alía con la denuncia.


El ritmo de la película, entre sinuoso y sumamente descriptivo, esta satinado por claros elementos caricaturescos de todo tipo (presentación de Andreotti y sus ministros como los gangsters de Reservoir Dogs, desternillante fiesta de celebración del nuevo gobierno italiano) e irreales (fantasmales apariciones de Aldo Moro al remordido primer ministro) y siempre presidido por la voz en off de su protagonista, quien no deja de darnos su peculiar punto de vista de los nefastos acontecimientos que presenciamos. La composición que Paolo Sorrentino hace de Andreotti es sensacional aunque claro está, que su excepcional trabajo (imitando la voz y comportamiento del mandatario) se pierde en la versión doblada, sin que esto reste mérito alguno al fenomenal y meticuloso trabajo del doblador Juan Perucho (la voz de Peter Grifith de Padre de Familia). Una película sumamente deliciosa, que aunque requiere un mínimo de conocimiento de la historia italiana reciente, resulta un auténtico espectáculo de crítica ácida, mordaz e inteligente como pocas veces se hace en el cine.




AUSTRALIA





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La verdad es que no deba demasiada buena espina la noticia de una superproducción ambientada en la Australia de mediados del siglo XX, protagonizada por la pareja de actores oceánicos más popular del momento (Nicole Kigman y Hugh Jackman) y dirigida por el director de las antípodas de mayor prestigio actual: Baz Luhrmann (Molin Rouge). La peli es, como fácil puede adivinarse, un vehículo de lucimiento de la triada australiana hollywoodiense por excelencia mediante un ampuloso fresco histórico de Australia en donde el paisaje y geografía de la isla aparece en todo su esplendor. Ambientada en la época de la II Guerra Mundial, Australia es un melodrama con todos los ingredientes que han dado mayor gloria cinematográfica del género: romance, historia de superación personal, escenas bélicas, venganza, conflictos familiares, muertes trágicas y presencia de niños. Nicole Kidman, cada vez mas retocada y pedante (últimamente me cae muy mal esta mujer, no se por que) interpreta a Lady Sarah Ashley, una aristócrata inglesa que viaja a Australia a principios de los años 40 para reencontrarse con su marido, un rico terrateniente y ganadero que ha hecho fortuna en el lejano país. Tras el fallecimiento de este, Drover (Hugh Jackman), el fornido y un tanto salvaje capataz de ganado de su marido, será el principal apoyo en la aventura australiana de Sarah, un vez esta decida continuar y potenciar el negocio de su difunto marido. Un niño aborigen, Nullah (Brandon Walters), es el narrador de esta historia aportando, además de su visión infantil, su punto de vista como futuro chamán y hombre mágico indígena; es decir, verborrea esotérico-existencialista con tintes rosa-ñoños verdaderamente prescindible.


Áridos parajes del desierto australiano, muchos canguros, aún más ganado bovino, suntuosa ambientación colonial británica de los 40, espectacular fotografía panorámica y cierto carácter antropológico especialmente en el tratamiento a los aborígenes otorgan a esta película una cierta relevancia, pero con una historia de amor (la que protagonizan Sarah y Drover) muy tópica y un guión en nada sorprendente, todo el gigantismo de esta superproducción histórica (en donde también destacan unas muy conseguidas escenas bélicas de la II Guerra Mundial) apenas logra levantar unos milímetros del suelo de la mediocridad. Luhrman trata de aportar, aunque de manera más comedida, aquella ironía pop que presidía la encantadora excentricidad de Molin Rouge pero el resultado no deja de ser pura autocomplacencia. La inserción en la historia del drama real de los niños aborígenes y mestizos apartados de sus familias por el gobierno y de una denuncia sobre el trato a los aborígenes australianos solo son meras formalidades que poco aportan a la historia. La película, para colmo, se hace excesiva e innecesariamente larga con un guión prolongado y estirado de mala manera. Lo peor de todo es que esta película será un éxito de taquilla.

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