martes, marzo 03, 2009

El aparatito de Lumiere - EL LECTOR (THE READER)


Parece que últimamente la mayoría de las películas con pretensiones optan por fórmulas parecidas: dramas de carácter íntimo y supuestamente humanista, abundancia de flashbacks o irregularidades temporales varias, y momentos que tratan de resultar emotivos para el espectador. Esta película, The Reader, dirigida por el británico Stephen Daldry utiliza esas fórmulas sin la necesaria habilidad para ofrecer una gran película y se queda en un producto pasable, interesante pero sin ninguna personalidad. Basada en una novela de Bernhard Schlink, la historia se desarrolla durante más de 30 años en Alemania y cuenta la crónica de una extraña relación entre dos personas con una diferencia de edad de 20 años, ella mayor que el. Lo que comienza a finales de los 50 como una tórrida aventura sexual entre Hanna Scmitz (Kate Winslet), una treintañera soltera, con el adolescente Michael Berg (David kross) y luego devenida en una atracción fraternal por obra y gracia de los libros y lo que cuentan, con el paso del tiempo se va convirtiendo en una historia de redención y de limpieza de conciencia a causa del reencuentro con el pasado de una forma distinta a la que se recordaba, con el sempiterno fantasma del nazismo en la Alemania del siglo XX. Esta premisa mejor contada podía haber sido más estimulante, y aunque no faltan momentos de enorme interés y de emotividad (aderezados por una soberbia fotografía de Roger Deakins y Chris Menges), como drama no llega a alcanzar lo exigible para ser una buena película.

El papel que interpreta Ralph Fiennes como el Michael adulto no parece estar a la altura de las circunstancias ni de la calidad habitual del trabajo de Fiennes, cosa que si consigue el joven David Kross como un confuso y atormentado estudiante de derecho que poco a poco va comprendiendo las consecuencias a todos los niveles del horrible legado que dejó su país en la II Guerra Mundial. Mientras tanto, Kate Winslet hace una buena interpretación transtemporal (termina el filme siendo una anciana) de un personaje complejo y contradictorio (y permanentemente en bolas), aunque su Oscar a mejor actriz resulta excesivo. No obstante, mucho más estimulante que la pareja protagonista resulta la imponente presencia de Bruno Ganz en la piel de un avispado profesor universitario, mentor del protagonista.

La verdad que el enésimo recurso a los horrores del nazismo, el abuso en ocasiones del cine de juicios, y algún momento melodramático sobrante, no hacen mucho favor a una historia que en ocasiones discurre muy bien y se hace apasionante, especialmente en lo cuando nos muestra el poder de la literatura y la fabulación en la conciencia humana, aunque una mala resolución de la peli hace que todo caiga en agua de borrajas. Y por supuesto, ya es la monda que en una película ambientada en Alemania, los textos de los libros aparezcan en inglés.

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