sábado, junio 06, 2009

Mitos y Leyendas del Rey Arturo (y IV) - LA BÚSQUEDA DEL GRIAL


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El que actualmente se conoce como leiv motiv de las crónicas del Rey Arturo y los Caballeros de la mesa Redonda ha terminado por trascender el universo arturiano y ha generado una mitología propia, tan sugerente como muchas veces exagerada, de enorme atractivo imaginativo. La consecución del Cáliz de Cristo, la reliquia de las reliquias, fue el fin último de las andanzas de Arturo y sus huestes, aunque esto solo hizo su aparición al final de la construcción del ciclo artúrico. Mitos paganos e influencia de otras leyendas y tradiciones forjaron la leyenda del Santo Grial.



El Mito del Santo Grial, identificado o no con el Rey Arturo, es uno de los más evocadores de la cultura occidental y fuente de numerosas teorías, la mayor parte de ellas fantasiosas, de contenido grandilocuente. El Santo Grial, como es sabido, tuvo su origen en las leyendas del rey Arturo, a las cuales se incorporó de manera bastante tardía ya cuando prácticamente todos los elementos centrales artúricos (La Mesa Redonda, Merlín,el adulterio de Lancelot y Ginebra, la traición de Mordred, las 12 batallas), estaban ya establecidos. Hoy en día por el nombre de Santo Grial conocemos al cáliz que Jesús de Nazareth utilizó en la última el cena y el cual según la leyenda llegó a Inglaterra en el Siglo I de manos de San José de Arimiatea, discípulo no apóstol de Jesús. Muchas copas-reliquia en muchos lugares del mundo se disputan ser el verdadero Santo Grial, en realidad con escaso fundamento histórico. Siendo lo más posible que la copa de la Última Cena no este ya entre nosotros, lo que en realidad importa es su leyenda, conectada con el mundo del Rey Arturo, y que a pesar de que esta conexión haya originado una pomposamitología, cristiana en la mayoría de los casos pero últimamente cargada de imaginería esotérico-mística pagana, el mito del Grial en el ciclo legendario de Arturo ocupa un papel mucho más sencillo y con carácter más épico que metafísico y trascendental, aunque con un indudable toque religioso. Lo más extraordinario, sin embargo, es el hecho es que la historia del Grial en un principio no guardaba relación con ninguna leyenda de la Copa de Cristo y que su fin fue otro que el de añadir un elemento cristianizador en la leyenda de Arturo.


La primera vez que el concepto del Grial aparece en las leyendas arturianas fue en el Conte dul Graal, de Chrétien de Troyes, en el siglo XII, en el cual aparecía por primera vez el personaje de Perceval. Este relato estaba inspirado en la leyenda galesa (posteriormente extendida a toda Gran Bretaña y Francia) de Peredur también del siglo XII, de la cual aparecen casi todos los elementos del relato de Chrétien a excepción del objeto maravilloso que deberá conseguir el héroe, Perceval: el Graal. En el relato de Chrétien de Troyes, el Graal (aún no llamado Santo), aún no tiene carácter de reliquia ni de objeto sagrado. El autor no señala de qué se trata, y tampoco pudo concluir la historia de Perceval en el castillo del Rey Pescador ya que murió repentinamente sin terminar su escrito. El origen del Grial en el ciclo de Arturo tiene pues un origen alejado del cristianismo y de cualquier alusión a la copa de la Última Cena. Ya existía sin embargo en Inglaterra la leyenda de San José de Arimatea y el Cáliz de Cristo, pero como se ve ambas historias no tiene ninguna relación. Su “fusión” tuvo lugar a partir del siglo XIII, incorporándose la búsqueda de la sagrada copa por parte de los caballeros de Arturo a la historia del mítico rey. Hasta entonces, a la copa de José de Arimatea no se le denominaba Grial, aunque a partir de la incorporación de la leyenda arturiana a este mito cristiano, el término “Santo Grial” será por el que se conozca universalmente a la reliquia.


No se sabe muy bien que es a lo que se quiso referir Chrétien con su Graal ni de donde tomó dicho término. Se dice que puede venir del vocablo latino graaus, que hace referencia a un objeto resplandeciente o de gradalis, palabra también latina que hace referencia a un plato de metal. También se afirma que viene de cratella, cuenco o vasija en latín. Es muy probable, no obstante, que el término venga de una antigua palabra bretona que indica algo agradable de poseer. El hecho de que Graal recordase a las denominaciones latinas de plato, cuenco o utensilios parecidos es lo que sin duda llevó a los continuadores de Chrétien a considerar que el Graal era la copa de San José de Arimatea. Por supuesto, no hay fundamento alguno de teorías etimológicas que consideran el término Santo Grial en su conjunto derivado de formas comunes como sang réal (sangre real). La historia de Peredur, de la que Chrétien tomo su Cuento del Grial, guarda relación con algunas tradiciones orales célticas, tanto galesas como irlandesas, en las que figuran conceptos muy recurridos en la mitología celta como el del Caldero de la Abundancia. Si bien la leyenda de Peredur no hace referencia a ningún caldero ni objeto parecido, si que se cita el tema de la restauración de la vida (que ya aparecía en el Mabinogi galés Bran el Bendecido) y es muy posible que Chrétien y su continuadores diesen por sentado que la historia del joven Peredur o Percival guardase correlación con el hecho bastante común en las leyendas celtas de la existencia de calderos o platos con poderes regenerativos y curativos. Esta claro que los autores artúricos aplicaron atribuciones prodigiosas procedentes de la tradición mágica celta al Graal, que cuando se identificó con el cáliz de Cristo se tornaron en poderes divinos. La leyenda de San José de Arimatea no narra ninguna atribución prodigiosa para la copa de Cristo (se dice también que el santo recogió sangre de jesús crucificado en ella), pero son varios los autores que sostiene que la historia del Grial tal y como la contó Chrétien de Troyes tenía un origen puramente cristiano y no pagano, basado en una supuesta concepción premedieval del cáliz de cristo como un objeto brillante y prodigioso, algo sustentado en pocas pruebas.


El origen pagano del Grial o Graal es pues el más probable, ya que en todas las versiones de la historia el objeto tiene poder talismánico y puede proporcionar la salud y el rejuvenecimiento, algo que ya aparecía en diversos objetos y talismanes de los cuentos célticos. También hay que señalar que no siempre el Graal se identificó como el sagrado cáliz y que esto no ocurrió hasta el siglo XIII; anteriormente los diferentes autores consideraron al objeto como una piedra o una copa ordinaria, aunque prodigiosos, como elcaldero de la abundancia céltico. La historia de Peredur no cita ningún objeto maravilloso, pero autores que desarrollaron esta historia desde Chrétien tuvieron en cuenta el mito del caldero y pronto se convertiría, por asociación de ideas (un recipiente milagroso y preciado) en el cáliz de San José de Arimatea, un objeto más que mágico, divino.


En el Cuento del Graal (finales del siglo XII), Chrétien de Troyes cuenta la historia de Perceval y el Grial desprovista de cualquier significación religiosa: Perceval, recién nombrado caballero, se ausentó de Caerleon en busca de aventuras que demostrasen sus meritos ante su nuevo señor, Arturo, llegando a un fabuloso castillo,el castillo de las Maravillas. El joven guerrero, que se crió rústicamente pese a ser hijo de un rey, fue advertido por Gonemans, su maestro de armas, de que nunca preguntase mucho. Su anfitrión en el castillo es el herido Rey Pescador, quien doliéndose de su males y en medio de un clima de total silencio hace desfilar ante el caballero una serie de objetos durante la cena, entre ellos un indefinido Graal portado por una doncella el cual irradiaba una luz prodigiosa. Perceval no dice nada ante los objetos (un candelabro, una espada la cual se le entrega). A la mañana siguiente y una vez fuera del castillo, Perceval, recriminado por varios misteriosos personajes, se da cuenta que si hubiese preguntado algo sobre al naturaleza de los objetos, el Rey Pescador hubiese sanado y su reino hubiese prosperado. En este relato, no se cuenta el origen ni la naturaleza de los objetos que vio Perceval durante la cena y el Graal no vuelve a aparecer ya más una vez terminada la aventura del castillo.



Robert de Boron, a principios del XIII, retoma la historia de Perceval y el Graal, y este ya es llamado Santo Graal, y aunque sigue sin indicarse lo que es, se intuye que el susodicho es un recipiente de algo, además de una reliquia santa. No obstante, Boron termina en 1202 su romance en francés sobre José de Arimatea, en donde cuenta la leyenda del discípulo de Cristo que recoge en el cáliz de la Última Cena la sangre de Jesús y peregrina hacia las islas donde esconde el cáliz y funda una dinastía de guardianes de la Copa Sagrada. Gautier, otro de los continuadores franceses de Chrétien de Troyes de finales del XII y principios del XIII, entendió- como posiblemente lo hizo Boron aunque no lo explicitó- que el Graal y el cáliz eran el mismo objeto y entonces el Santo Grial aparece por primera vez como el cáliz de San José de Arimatea, que según la tradición se encontraba escondida en un lugar indeterminado de Glastonbury, donde José fundó un monasterio. También sobre 1200 Wolfran von Eschenbach escribió la primera aproximación arturiana no escrita ni en anglosajón ni en francés de la que se tiene noticia, su Parzival, un compendio libre, en alemán, de los relatos sobre Perceval de Chrétien y Robert, en donde incide en el carácter sagrado del objeto, aquí descrito como una piedra caída del cielo.


En el siglo XIII, el Ciclo de la Vulgata introduce con fuerza el elemento cristiano en al saga artúrica y narra la historia del Holy Grial, el cáliz de Cristo que los caballeros de Rey Arturo deben hallar como prueba definitiva de su valor y nobleza de espíritu, una vez concluido el periodo de guerras en las islas británicas. Aquí el Santo Grial aparece descrito por primera vez como el objeto más maravilloso y prodigioso sobre la tierra, debido a su naturaleza divina, que espera ser conquistado por el alma más pura del universo. Esta cristianización definitiva del universo artúrico es debida a fueron los monjes cistercienses los compiladores de las historias que conformaban el ciclo de la Vulgata escrito en inglés vulgar. A partir de ese momento, el Santo Grial pasa a ocupar un lugar fundamental en la saga artúrica, como el culmen de las aventuras de Arturo y sus caballeros. Las obras Lancelot y la Búsqueda del Santo Grial son en las partes de la Vulgata en las que se narra este asunto. Aquí será Galahad en lugar de Perceval quien conseguirá el Grial, mientras que Lancelot, el a priori mejor caballero de la Mesa Redonda no lo conseguirá debido a su pecado de adulterio con la esposa del rey, Ginebra.


En el siglo XV, Thomas Mallory en la Muerte de Arturo, concibe la búsqueda del Grial como una de las pruebas creadas por Merlín para los caballeros de la Mesa Redonda en el periodo posterior a las 12 batallas, concretamente la última y definitiva. Galahad, Perceval y Bors son los tres caballeros que hallan finalmente el Santo Grial, conquistado por el primero tras el fracaso de Lancelot. La leyenda del Grial, en siglos posteriores seguirá estimulando la imaginación de literatos, vinculado o no con los mitos del rey Arturo. Su existencia real encienda las más intensas pasiones de historiadores, arqueólogos o estudiosos y amantes de lo esotérico, con un enorme muestrario de copas sitas en iglesias, santuarios y monasterios a lo largo y ancho del mundo que se disputan ser el verdadero Cáliz de Cristo, siguiendo más la tradición cristiana de José de Arimatea que al propia crónica artúrica. Novelas, óperas, películas o ensayos han tratado del tema del Grial y casi siempre lo hacen desde una perspectiva altamente mitificadora, considerando al objeto (a veces no considerado el cáliz de la Última Cena) como el más maravilloso y prodigioso de los elementos poseedor de un poder inenarrable. Más allá de estas concepciones, el Grial dentro de los ciclos artúricos simboliza la gloria por el logro del bien, y la pureza del alma de los que consiguen encontrar el recto camino, así como el premio final al doloroso proceso de maduración del hombre. Con un sustrato religioso un tanto impostado, el mito del Grial consiguió dotar a las leyendas del rey Arturo de su elemento más trascendente: la metáfora de la búsqueda última, que no es otra que la búsqueda del sentido de la vida (la gloria, la eternidad, el bien), aquella que el ser humano lleva a cabo para conseguir completar su misión en la vida.

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