jueves, diciembre 30, 2010

El aparatito de Lumiere - BRUC: EL DESAFÍO




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Podía haber dado más de sí esta nueva visión del casi legendario episodio histórico de “el tambor del Bruc” (o Bruch), un hecho que tuvo lugar en la guerra de la independencia de España contra Francia, concretamente en 1808 y en e el cual se cuenta que en la segunda batalla del Bruch, cerca de las montañas de Montserrat, en Catalunya, un pastorcillo repicó su tambor y su sonido se multiplicó por efecto del eco de las montañas, provocando la huida del ejército francés ante la creencia que se encontraban ante un numerosísimo ejército con miles de tambores. No es muy fiable esta leyenda pero fue explotada hasta la saciedad como ejemplo de heroicidad patriótica durante el franquismo, al tiempo que la propia batalla del Bruch acabó con el mito de la imbatibilidad del ejército napoleónico. Sin ser la primera vez que este hecho se lleva al cine, la cosa estaba en ver como se planteaba esta revisión contemporánea del hecho, con una premisa que de primeras suscita curiosidad, como es la de hacer una película de acción con clichés mas propios del siglo XX o XXI y cierto tono más hollywoodiense que español. Pues bien, este experimento llevado a cabo por Daniel Beinmayor (Paintball), no se puede calificar como feliz, sino más bien de un inofensivo estrambote que parece una revisión decimonónica, casi steampunk, de la saga John Rambo a mayor gloria de un actor en pleno crecimiento interpretativo (pero aún muy irregular) como es Juan José Ballesta, y en donde el rigor histórico se pierde en un vestuario poco posible para la época, caracterizaciones propias de cómic de aventuras y varios anacronismos de libro, como el de unas cruces rojas en los uniformes de los médicos de campaña 

En realidad, la película no cuenta el conocido episodio del tambor en Montserrat, sino acontecimientos que vinieron después y que tiene como protagonista al héroe del Bruc, interpretado por Ballesta (se cree que se llamaba en realidad Isidro Llusá, pero este dato aún se desconoce a ciencia cierta). Es la crónica de la persecución implacable a la que   se ve sometido por porte  de un ejército francés que humillado, busca venganza poniendo precio a la cabeza del joven (tradicionalmente, siempre se ha dicho que el tamborilero del Bruc era un niño…). Con momentos que remiten al cine de policial de persecuciones y a la aventura barata, la película no llega a convencer y ni tan siquiera es generosa en su ritmo. Hay algunas escenas muy bien rodadas, como los flashbacks donde aparece al famosa batalla del Bruch con los franceses de retirada, y el bello paisaje escarpado de las montañas de Montserrat esta muy bien captado, pero la película no esfuerza por se algo más que una anécdota y el espectador termina por pensar que le han dado gato por liebre. El reparto internacional, en el cual se encuentra un convincente Vincent Pérez como el pérfido militar francés que lleva a cabo la persecución contra nuestro héroe, se limita a cumplir con personajes que más bien parecen sacados de un tebeo o de una película de acción barata. Puede que resulte original el dar un tono contemporáneo a esta historia- inventada en esta película ya que no se sabe casi nada del personaje del pastor catalán metido a tambor- pero lamentablemente el resultado ha sido deficiente. Vistosa y entretenida a veces, pero totalmente vacía. Eso si, su director esta rodando ahora en EEUU, igual allí se le agradece más un trabajo como director de encargo.       

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