miércoles, enero 27, 2010

THE GREAT VIDEOCLIP LIBRARY (17). VISAGE: FADE TO GRAY (1981). LA LLEGADA DE LOS NEW ROMANTICS

Clave en la popularización del videoclip fue el auge a principios de los 80 de aquella fracción estético-muical de la Nueva Ola llamada los New Romantics, jóvenes empeñados en ataviarse con fantasiosos y estrambóticos modelos en sus salidas nocturnas y en maquillarse (tíos y tías) de manera cuanto menos un tanto llamativa. Un club, el Blitz de Londres fue donde se gestó ese movimiento de muchachos y muchachas con ínfulas artísticas e intelectuales pero también con una total filosofía hedonista que no hacía sino trivializar el componente más cultureta del movimiento, además de tener no demasiado de románticos (al menos como Lord Byron o Walter Scott lo entendían). Musicalmente eran en un principio devotos de David Bowie, del funk, del tecno-pop, del afterpunk, del glam rock, del soul, y de los primeros productos de la Nueva Ola británica; y esto, unido a su estrambótico modo de vida, hizo que su música fuese al comienzo un sugerente y un tanto manierista pop bailable con los elementos antes mencionados. Aunque Spandau Bllet y Duran Duran serán los primeros abanderados musicales de los NA, no hay que obviar una figura clave como es la Stave Strange, el historiado y extravagante animador y relaciones públicas del Blitz, el cual llego a tener su propio grupo, pionero del Pop neorromántico: Visage.

Visage editó en total tres discos, el primero de ellos, epónimo, con su mayor éxito Fade To Gray, al que pertenece este vídeo, y que con el tiempo se ha convertido en un clásico de la música de baile de todos los tiempos. Visage- que duró hasta 1984- era más un proyecto que un grupo establecido, cuyo fin era promocionar a Mr. Strange (llamado en realidad Steve Harrington), el personaje más carismático de la noche londinense, y a su garito. En el primer LP de Visage tomaron parte gente de Ultravox, de la mítica banda gótica-postpunk Magazine, y Midge Ure, ex miembro de Rick Kids y Thin Lizzy que terminará uniéndose a Ultravox. En este concreto tema tomaron parte Ure y el también Ultravox Billie Currie, que además eran autores del tema junto con Cristopher Payne. El resultado fue una revolucionaria pieza de pop bailable que practicamnte creó el concepto del alternative dance al introducir sonidos inquietantes, lentos y ambientales en las pistas de baile. Al final, nº 8 en RU y top 10 en casi toda Europa. El videoclip del tema fue también uno de los más esteticamente innovadores de principios de los 80, con sus fondos oscuros y los continuos primeros planos de Steve Strange luciendo (y ejecutando) todo tipo de aparatosos maquillajes faciales y corporales. Sigue resultando curioso e interesante este vídeo de casi 30 años, en donde también aparecen algunas imágenes rodadas en el Blitz con su bizarra fauna. Una rara joyita arcaica qued ebe ser rescatada en cualquier antología de videos musicales que se precie.

domingo, enero 24, 2010

El aparatito de Lumiere - LA CINTA BLANCA (DAS WEISSE BAND)


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El alemán Michael Haneke (La pianista, Funny Games) sigue demostrando ser un director excepcional, especialmente dotado para narrar historias extrañas y herméticas de inquietante desarrollo. Tras el éxito internacional de su propio remake americano de Funny Games (2007), el cineasta ofrece ahora una desasosegante película (Palma de Oro en Cannes) ambientada en la víspera de la I Guerra Mundial en un pueblecito del norte de Alemania en donde aparentemente todo transcurre plácida y rutinariamente. Filmada en un curiosamente bello balnco y negro, la película esta planteada como una especie de cuento narrado por uno de sus protagonistas años después, aunque también parece una detallada crónica de sucesos acaecidos en un reducido entorno. El caso es que La Cinta Blanca resulta una suerte de mezcla de cuento de hadas perverso, retorcida fábula moral y sobre todo, una crítica al pasado de la historia de Alemania centrada en el aspecto humano y moral de una sociedad que se nos presenta como hipócrita y oscura. En definitiva, la causa, la precuela de una etapa de la historia de Alemania de infausto recuerdo.


La historia, que arranca con el extraño accidente del médico del pueblo (del que nadie se explica su causa), es la crónica coral de una aldea agrícola y de sus habitantes, en donde los campesinos trabajan para un barón y su familia, bajo la vigilancia de un tosco administrador caciquil y con la “custodia espiritual” del reverendo local. Estos tres personajes, con sus familias, constituyen el núcleo de los ricos e “intocables” de la aldea. Solo la intervención de un personaje en mitad de los ricos y de los pobres, el joven maestro, hará ligero amago de tambalear el orden de privilegios morales del pueblo (que también alcanza a gentes de clase más bien media) , un orden sustentado fundamentalmente en la hipocresía y en el cinismo. Los desconcertantes acontecimientos que se sucederán en la localidad, no harán sino hacer salir a la luz todas las múltiples miserias ocultas de sus habitantes más influyentes, pero más allá de todo eso, hay alguien que se está alimentando de toda esa ruina moral y ese mal e, inquietantemente, haciéndose fuerte: los niños.


Efectivamente, la película casi tiene reminiscencias de cine de terror, con un planteamiento que puede recordar a relatos como Otra vuelta de tuerca o The Village of the Damned, ya que aquí el elemento infantil resulta la clave de la atmósfera muchas veces inquietante de esta película. Haneke nos presenta a una infancia educada bajo represivos aspectos morales y bajo el miedo (aquí hay que referirse al personaje del frío y siniestro Pastor), con una inocencia corroída por el odio y la envidia inculcados por sus mayores, pero, también claro está, por los efectos de su nefasta educación. En fin, unos pequeños monstruos que 20 años después sustituirán el humillante distintivo de la cinta blanca con la que sus mayores les tratan de castigar por sus faltas, por otras cintas y emblemas de horrendo recuerdo. La película triunfa en mostrar ese aspecto en toda su crudeza y en ilustrar las consecuencias del mal en un entorno cerrado y aparentemente sin problemas. Unos intérpretes más que competentes dan vida a una magnífica galería de personajes muy bien compartimentada, y una narración ágil y meticulosa pero también oscura y más sugerente que explícita, construyen un filme magistral de casi obligada visión. Todo un peliculón, cine en su estado puro, que recupera por fin el placer de disfrutar con grandes historias en la pantalla