sábado, febrero 27, 2010

LA CARPETOVETÓNICA CRÓNICA DE LAS MASCOTAS IBÉRICAS DE EVENTOS: UNA HISTORIA DE AMOR Y ODIO




Las mascotas, esas desconocidas


Nadie sabe a ciencia cierta por que, pero es inevitable: cada vez que se elige una mascota para un acontecimiento de proyección internacional a celebrar en España, ocurre siempre lo mismo: una encendida polémica por la estética de la mascota en cuestión, algunas veces acompañada (opcionalmente) por a) problemas con la distribución y/o derechos del merchandising del muñequito en cuestión, o b) contenciosos pintorescos relacionados con su creador o creadores. Es la maldición de las mascotas ibéricas (las de eventos, principalmente), que pese a no ser más que infantiles y pretendidamente entrañables muñecos, son casi siempre blanco de todo tipo de chanzas y bromas, cuando no muchas veces son cruelmente dilapidadas por la opinión pública. Aunque en ocasiones mascotas publicitarias de empresas, productos o compañías son (sutilmente) ridiculizadas, en España parece que la hemos tomado con las mascotas deportivas, especialmente con las de campeonatos y competiciones de diversa índole, y con las de otro tipo de fastos internacionales ajenos al deporte, como pueden ser la Exposiciones Universales o Internacionales, las cuales se han apuntado desde hace escasas décadas la moda de la mascotita de turno, fenómeno este surgido en la segunda mitad del siglo XX con clara vocación de marketing.



Según la RAE mascota, en su primera acepción (la que nos interesa) es una “persona, animal, o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte”. Si nos vamos a la Wikipedia, nos aproximamos más al concepto de la “mascota moderna”: a la definición anterior se añade “algo que representa a un grupo con una común identidad pública, como una escuela, un equipo deportivo profesional, una unidad militar, o una marca”. La Wikipedia muestra el ejemplo de las mascotas comerciales y su función publicitaria, y también menciona a las mascotas de equipos deportivos, tal vez las más primeras mascotas que “cobraron vida” al ser interpretadas por personas disfrazadas en encuentros o acontecimientos. Parece ser que el origen de las mascotas viene de los ejércitos europeos y americanos en el siglo XVIII, los cuales usaban animales (reales, no dibujos, ni muñecos ni gente disfrazada) como talismán o fetiche. Esta costumbre aún continúa en el mundo castrense, sin ir más lejos en la piel de toro tenemos el ejemplo de la legión y su “entrañable” mascota cabrina. A lo largo del siglo XX, toda empresa, club, partido político o asociación que se preciase, se fue agenciando de sus mascotas ficticias; personajes humanos, animales, objetos antropomorfos u otros seres de fantasía que actuaban como símbolo de un colectivo. A finales del siglo XX, las mascotas llegan al mundo de los eventos internacionales con el Mundial de fútbol Inglaterra en 1966 y el león Willy, la primera mascota de un mundial. Estaba claro que el deporte era - junto con la publicidad- en donde más desarrollada se encontraba la cultura mascotil. En 1972, unos JJOO tendrán mascota oficial por primera vez, fue en Munich, y el muñeco era el perro salchicha Waldi.




Mascotas de los mundiales de futbol: ¿cual es la más cutre?


Las mascotas deportivas, las más populares, son para muchos las mascotas genuinas. Las mascotas de equipos y clubes representan al equipo y a sus valores y son un elemento identificativos de los aficionados con el equipo. Cuando las mascotas llegaron a los Juegos Olímpicos y a los campeonatos deportivos mundiales y continentales, su función era principalmente simbólica (a manera de logotipo, aunque estos eventos también cuentas con sus logos oficiales) y de alguna manera eran embajadores del país o ciudad que albergaba el evento, por ello no resultó nada extraño que la mascota de turno fuese pronto comercializada internacionalmente como objeto de merchandising, reproduciéndose su imagen en todo tipo de objetos y formatos: posters, llaveros, banderines, muñecos, pegatinas, juguetes, etc. Es decir, se convirtieron en la imagen mercantil no solo del evento, si no del país que lo albergaba. Los animalitos humanizados de todo tipo o las cosas humanizadas han sido desde siempre las mascotas favoritas, muñecos infantiles que otorgan al colectivo o acontecimiento al que representan ese candor infantil que de por sí no tienen ni de palo. Hasta cosas tan “serias” como las Exposiciones Universales ya tienen su mascota, tal es su poder de atracción.



Naranjito o el ascenso del Mascot Power


En España, lo de las mascotas de eventos siempre ha sido Celtiberia Show a tope. En un país donde el concepto de mascota-fetiche se había circunscrito hasta el último tercio del siglo XX al mundo de las marcas publicitarias (y no con muchos ejemplos) y al del ya mentado mundo militar, el deporte había permanecido ajeno a este fenómeno, pese a que en países como EEUU las mascotas deportivas eran tan tradicionales allí como el pavo de Acción de Gracias. Hubo que esperar a la víspera de la celebración del campeonato mundial de futbol de 1982 en España para que el país de la paella, los toros y el olé tuviese la primera de sus mascotas de repercusión internacional: Naranjito, elegida como fetiche del acontecimiento deportivo en 1979 y rodeada de polémica desde el primer momento.



A finales de los 70, las mascotas de los JJOO y de los mundiales de fútbol se habían convertido en unos muñecos muy populares, conforme pasaba el tiempo. Cuando hicieron su aparición, a finales de los 60 y principios de los 70, cuando el marketing y el merchandising no estaban tan masivamente desarrollados como después lo estarían, estos personajillos pasaban más desapercibidos. En los Juegos de Montreal de 1976, el castor Amik comenzó a tener tanta repercusión mediática como el propio logo de los Juegos, pero la primera mascota de eventos deportivos mundiales que rompió esquemas en cuanto a omnipresencia fue Guachito, el niño gaucho mascota del mundial amañado de Argentina 78, aquel en donde la siniestra junta militar gobernante hizo todo lo posible para que la selección anfitriona ganase el título. Fueron muchos los artículos que se fabricaron y distribuyeron internacionalmente con la imagen del muñeco, desde ropa o material escolar hasta vajilla. Estaba claro que al comité organizador del Mundial de Futbol de España 82, presidido por Raimundo Saporta, se le presentaba un gran reto: debía de promocionar internacionalmente y a gran escala la mascota del mundial ya que el mundo marketing a principios de los 80 estaba evolucionando rapidísimamente; y además la mascota tenía que ser atractiva y comercial. A finales de 1979 la Federación Española de Futbol y el comité organizador del mundial convocan un concurso para elegir a al mascota del acontecimiento. La elegida finalmente es una creación de dos grafistas publicitarios andaluces, José María Martín Pacheco y María Dolores Salto, una naranja humanizada vestida con el uniforme de la selección española de fútbol, balón en mano, y de nombre Naranjito. Tal vez la opinión pública se esperaba un animal o una figura humana (se barruntó anteriormente con la posibilidad de que el popular actor infantil Lolo Martínez fuese la mascota del Mundial) y por ello les pareció enormemente ridículo aquello de la fruta con boca y ojos. Columnistas de diferentes medios clamaron contra el muñeco tildándole de feo, hortera y esperpento. Muchos invocaron el espíritu de los grandes artistas españoles para reclamar una mascota más acorde con la obra de un Goya, un Velázquez, un Picasso o un Dalí. La verdad es que, 30 años después, el personaje sigue pareciendo feo y bizarro a más no poder, según mi modesta opinión. No obstante, que duda cabe que hoy en día Naranjito se ha convertido en un objeto icónico Kirsch y en todo un totem de la cultura pop, con su ibérico encanto vertiente chapuza cutre pero entrañable. Tal vez debido a que fue una de las primeras mascotas de Mundial de futbol de difusión mediática masiva, todos, niños y adultos, terminamos acostumbrándonos a la naranja futbolista de marras y fue señal de distinción en aquel futbolero año de 1982 el tener algo de naranjito: camisetas, muñecos, llaveros, pines, gorros, bolis, cromos. Claro que la posesión de cualquier objeto con la imagen de Naranjito no era algo que fuese precisamente difícil en aquel periodo 1981-82: estaba hasta en la sopa.



La polémica por la elección Naranjito remitió relativamente pronto, aunque siempre siguió teniendo sus detractores. Lo cierto es que en cuanto el muñeco empezó a dar sustanciosos dividendos en concepto de merchandising al comité del Mundial y por ende al Gobierno de la convulsa y panderetera España postfranquista, el antinaranjitismo furibundo casi desapareció y algunos de los más enconados enemigos del personaje pronto callaron la boca. La Federación Española de Futbol vendió los derechos del muñeco por 1.400 millones de las antiguas pesetas y sus creadores se llevaron un millón de pesetas. Aunque resulta fácil saber el porqué se escogió a un naranja como símbolo español (una fruta típicamente ibérica), es más difícil saber que pensaron en otros países al ver la redonda figura de estúpida sonrisa. Otra típica horterada española, posiblemente. Pero esta claro que Naranjito, a parte de conseguir enorme popularidad, actúo como embajador de un país que trataba de deshacerse de su gris imagen pasada, como una repuesta naïf y pop a un antiguo orden de represión, oscuridad y desencanto, algo que el propio mundial de Futbol trataba de disipar al intentar proyectar una nueva imagen del país a la comunidad internacional. El papel de la mascota ene se sentido fue de pura fachada, pero eso si, muy significativo. ¿Simplicidad?, ¿escaso gusto?, por supuesto. Pero la sociedad de consumo comenzaba a pedir eso.



Uno de los momentos culminantes del naranjitismo antes de la culminación del mundial fue la emisión entre 1981 y 1982 de una serie de animación protagonizada por la mascota, Fútbol en acción. Si el osito Misha, la mascota de los JJOO de Moscú 1980 tuvo su serie de dibujos (japonesa), pues Naranjito no iba a ser menos. La serie, de 26 capítulos (como solían ser todas las series de animación de la época) estaba coprodicida por BRB Internacional y TVE. BRB en sus inicios fue empresa de marketing y distribución de series de TV extranjeras que a finales de los 70 pasa a dedicarse a coproducir series de dibujos con otros países aunque realizadas en Japón (Jacky, Banner y Flappy) y ya en 1980 produce ella solita una serie Rui el Pequeño Cid . Fútbol en acción fue pues su segunda producción; en ella de la mano Naranjito se hace un repaso por el nacimiento del fútbol (en el primer episodio), las reglas de este deporte (los cuatro o cinco siguientes) y finalmente por la historia de los mundiales de futbol, en los episodios restantes. La serie combinaba dibujos animados con imágenes reales de los partidos de los mundiales (con narración-resumen de Matías Prats Cañete) y de otros encuentros. A Naranjito le acompañaban sus igualmente odiables amigos, el robot-pantalla de televisión Imarchi, Clementina la idem, y el limón Citronio, todos ellos contra el malvado Zruspa, defensor del juego sucio, y sus esbirros clónicos, los cocos (los malos eran humanos). La serie, cuya animación se produjo en Japón como todas las primeras series de BRB, siendo por tanto un anime, tuvo cierto éxito y popularizó aún más a Naranjito. Por cierto, los nipones se encargaron de mejorar y expresivizar la imagen de Naranjito, consiguiendo cierto resultado. Pese a que es la única serie de BRB Internacional que jamás se ha repuesto, se ha convertido en todo un objeto de culto, algo a que no esa jena la cargante pero siniestramente simpática presencia de Naranjito.


Naranjito flanqueado por Citronio y Clementina. Que pena de exprimidor...


Para finalizar la semblanza de la naranja humana favorita de los 80, citar algunas pintorescas polémicas suscitadas, como el rumor que se extendió al poco tiempo de ser elegida y en donde se decía que en realidad el muñeco había sido concebido inicialmente como mascota de un refresco (jamás se dijo cual), o la demanda que interpuso la periodista Lolo Rico, por entonces en RNE, quien consideraba que el nombre de al mascota era un plagio de un personaje creado por ella para el conocido programa radiofónico infantil Dola, Dola, tira la bola, el cual tenía el mismo nombre. Esta denuncia, al igual que la de Chicho Ibañez Serrador y el dibujante José Luis Moro por sospechoso parecido del personaje con la calabaza Ruperta del Un, Dos, Tres, no llegaron a buen puerto.



Cobi: ya estamos en el 92


En aquellos primeros 80 Naranjito introdujo al mascotamanía en España, en los deportes especialmente. En 1981, la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), no quiso ser menos e inventó a su propia mascota, Andrés el Ciempiés, un artrópodo humanizado de brugueriano diseño que tras hacer aparición en algunos cromos, material escolar y juegos de cartas, pronto pasó a mejor vida (no confundir con el personaje de un libro infantil del mismo nombre). Tras el mundial de 1982 se escoge también una mascota para la selección española de fútbol, el toro Furia, pero no tiene éxito y ni tan siquiera llega a ser participe del éxito de la selección española como subcampeona de la Eurocopa de 1984. Por cierto, resulta prácticamente imposible conseguir en internet alguna imagen de estos dos muñecos, parece que ni tan siquiera la red quiere tener recuerdo alguno de aquellos poco presentables muñecotes. Ya en otro orden de cosas, la segunda mascota hispánica de evento deportivo internacional fue la jirafa Pivot, para el Mundobasket de 1986; la verdad es a mediados de los 80 había tantas y variadas mascotas de diferentes movidas, que preocuparse por lo feo o bonito del muñeco, ya no procedía.


Efectivamente, desde Naranjito muchas son las mascotas, deportivas o no, que se han sucedido el la sociedad española (convenciones, clubs deportivos, campeonatos, acontecimientos varios). Si bien muchas han pasado desapercibidas, otras, por la notoriedad de lo que representaban, han gozado de enorme popularidad. Y a la memoria de todo el mundo que lea este artículo viene el perro Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. Estaba claro que el precedente de Naranjito iba a influir y, efectivamente, la elección de la mascota olímpica española estuvo rodeada de polémica. No importaba que la España de finales de los 80 (fue elegida en 1987) fuese aparentemente menos cazurra que la España de la transición y que la cultura catalana-mediterránea fuese la más madura artística y creativamente de todas las que por entonces existían en la península: “l´Cobi” fue polémico. Diseñado y ejecutado por el prestigioso diseñador y dibujante de cómics Javier Mariscal, uno de los iconos de la creación gráfica vanguardista catalana de los 80, prácticamente al día siguiente de presentarse en sociedad desató ríos de tinta. Se atacó a su diseño simplista y casi de garabato. Lo cierto es que el perro (un Pastor Catalán, se dijo, pero se parece a esta raza de perro lo que una televisión a una longaniza) seguía el característico estilo gráfico minimalista del artista valenciano afincado en Catalunya, y tanto sus admiradores como los forofos del diseño vanguardista, del cómic Línea Clara y de las abstracciones artísticas, salieron a defender a Cobi a capa y espada. Estaba claro: la modernidad se enfrentaba a la tradición disneyana (la inspiradora de la mayor parte de las mascotas de finales del siglo XX) y salió ganado. Se dijo que Cobi era una burda variación de un perro creado por Mariscal años atrás, y muchos de los rivales de Mariscal en aquel concurso denunciaron el supuesto mal gusto del jurado, pero la polémica pronto desapareció. Poco antes de celebrarse los JJOO de Barcelona, incluso la opinión pública cambió de opinión: si a principios de los 80 las encuestas populares mostraban un rechazo a Cobi, en 1991 la aceptación era enorme.


Cobi también tuvo su serie de dibujos animados, producida también por BRB, pero con menos éxito que al experiencia con Naranjito, ya que a principios de lo 90 lo de las series de animación ya no era algo tan popular como antaño. La aceptación final de Cobi tal vez demostró el paso a la madurez de la sociedad española, y desde entonces, todo lo relacionado con las mascotas ya no preocupa tanto. La sociedad española en la época de Naranjito era aún infantil y se preocupaba de nimiedades tales como muñecos con “trascendentes” funciones simbólicas. Con todo, la preocupación e importancia por los más insignificantes símbolos siempre ha sido excesiva en el Estado Español y así nos va.



Curro, Fluvi y otras calamidades


Pero Cobi en aquel 1992 no estuvo solo. La Exposición Universal de Sevilla tuvo como “embajador”, al pájaro Curro, creado en 1989. Era una novedad que una exposición Universal tuviese mascota, pero es que el marketing así lo requería, todo sea por al popularización del evento. Todo el mundo estaba al acecho para ver con que nuevo adefesio nos sorprendían esta vez, visto el precedente de Cobi, pero, sinceramente, había que ser un poco rebuscado para buscarle peros a una mascota tan bonita como inofensiva. Su creador fue el artista alemán Heinz Eddelmann, el creador gráfico del mítico filme de los Beatles Yellow Submarine (1968), y quienes se esperaban un trasunto de los Blue Meanies, los Blunkers o Jeremy Hilary Boob, se levaron un chasco, ya que el estilo del dibujante por entonces ya era más tradicional y menos psicodélico que a finales de los 60. Curro compartió con éxito junto con su “cubista” (según palabras de la crítica internacional) primo barcelonés sus funciones de representación y embajada. Lo único resultó risible de aquel idílico reencuentro de la sociedad española con la cultura mascotil fue lo poco creíbles que resultaron las versiones disfraz de estos personajes, en donde sobrevolaba el siniestro fantasma de los personajes de los parques temáticos Disney y su mundo de cabalgatas y saludos con la manita.



Abajo: Giraldilla abertzale en plena actuación

Los años pasaron y ya nadie esperaba que una mascota española protagonizase ningún tipo de polémica. Pero en el Mundial de Atletismo de Sevilla de 1999, la mascota del campeonato, Giraldilla -una versión infantilizada y caricaturesca del Giraldillo de la Giralda hispalense- se vio indirectamente envuelta en un curioso acontecimiento. Fue durante la ceremonia de inauguración del campeonato, en donde tomaron parte las consabidas versiones disfraz del muñeco. Allí se coló, sin nadie percatarse, una versión “pirata” del personaje, una réplica exacta del muñeco oficial con un letrero en su vientre donde se podía leer en euskera “Euskal presoak Euskal Herrira” (presos vascos a Euskal Herria). Obviamente esta réplica había sido introducida en el estadio por activistas radicales vascos afines a ETA y en un primer momento los maestros de ceremonias de la inauguración se percataron de la presencia de la Giraldilla “reivindicativa”. A esto se unió el reparo de pasquines por parte de los mismos radicales, lo cual terminó por convertir a dicha ceremonia en pelín accidentada. Este pintoresco incidente casi llega a poner en cuestión la idoneidad de la figura de las personas disfrazadas de mascota, aunque, por desgracia, dicho elemento aún pervive



El último gran fichaje en el bestiario de mascotas ibéricas fue Fluvi, el muñeco oficial de la Expo Internacional de Zaragoza de 2008. Al estar la Exposición Dedicada dedicada al agua, la mascota es una figura antropomorfa azul de texturas acuáticas, algo así como un genio del agua. Su diseño, que recuerda al de un extraterrestre naïf, es bastante tontaina y blandito, es por ello que Fluvi no se convirtió precisamente en una macota querida o popular. La polémica con esta mascota vino con su nombre, ya que tras organizar un concurso para bautizar al personaje, el comité organizador de la Expo de Zaragoza rechazó el nombre que había salido ganador en una primera fase, Chisla, y al parecer amañó la segunda para que el nombre de Fluvi fuese el ganador. Una campaña de recogida de firmas mediante web declaró su malestar por la impostada decisión, pero no hubo marcha atrás: el muñeco se llamaría Fluvi y no no había más que hablar. Lo de los concursos populares para elegir mascotas o su nombre siempre ha tenido un poso de camelo en España, como aquel concurso organizado por una casa comercial en 1984 para elegir la mascota del equipo olímpico español en los JJOO de Los Angeles (fue finalmente elegido Solete, un muñeco diseñado por un profesional), o la primera elección entre la chavalería de la mascota de los Juegos de Barcelona, en donde salió elegido un dragón que pasó a dormir el sueño de los justos.



Esta es la crónica de las mascotas ibéricas. Nadie sabe a ciencia cierta porque terminan teniendo tanta importancia ni por qué originan tanta polémica y quebradero de cabeza en España, pero parece que casi siempre el escándalo va con ellas. Bonitas o horrorosas, démosles la importancia que verdaderamente merecen: o sea, prácticamente ninguna. Pero que eso tampoco nos importe, siempre es divertido disfrutar y reírse con lo intrascendente.

viernes, febrero 26, 2010

FIN DE "THE GREAT VIDEOCLIP LIBRARY"


La sección de The Great Videoclip Library, con el vigésimo y último video, llegó a su fin. Muchas gracias a todos los que habeis seguido este serial, continuación de aquel que estuvo en funcionamiento en este mismo blog en 2007-2008, Los Videoclips de Tu Vida. Espero que os haya traido muchos recuerdos y os haya hecho revivir agradables momentos. Espero que dentro de poco, gracias a Youtube inauguremos en rayosc alguna otra nueva sección audiovisual. Tranquilos, ya me estrujare las neuronas a ver que se me ocurre...

Por supuesto, la vida sigue en Rayos c en la oscuridad. Atentos a la pantalla del PC.

jueves, febrero 25, 2010

THE GREAT VIDEOCLIP LIBRARY (y 20). THE CURE: LULLABY (1989). LA PESADILLA GÓTICA

Uno de los vídeos más emblemáticos y famosos de la historia es este que presentamos a continuación, Lullaby, el tema de más éxito de The Cure durante toda su carrera. Ganador de un Brit Award al mejor videoclip en 1990, este trabajo pasa por ser el más visualmente morboso y siniestro de la banda de rock gótico más popular de todos los tiempos, aunque curiosamente en aquella época- la de la publicación de su mejor LP Desintegration (1989)- ya no se podía decir que era un grupo siniestro, precisamente.

Aunque muchos prefieren el crudo regusto gótico y afterpunk de algunos de su primeros videos como A Forrest (1980) o Hanging Gardens (1982), los videoclips de la banda de Rober Smith en la segunda mitad de los 80 y principios de los 90 eran unas auténticas joyas de imaginación visual, en cuyo lugar preferente se encuentra este filme, una estrafalaria e inquietante “historia” ambientada en un lúgubre dormitorio con Mr. Smith cantándose la “nana” a la que hace referencia el título del tema. Vídeo odiado por los aracnofóbicos y amado por góticos, emos, artys y otras criaturas de la noche, este trabajo merece poner el broche de oro a este serial.

martes, febrero 23, 2010

El aparatito de Lumiere - I´M NOT THERE


**** y 1/2


Cuando los experimentos y las propuestas arriesgadas salen bien, el resultado siempre es excelente. Eso se puede ejemplificar con este filme dirigido por Todd Haynes, una inusual “biografía” de uno de los más grandes músicos (y personalidades) del siglo XX, Bob Dylan. Resulta incomprensible que I´m not there llegue a nosotros con un retraso de casi tres años, habiendo además recibido incontables premios y una nominación al oscar para Cate Blanchett en la edición del pasado año, además, claro está, de aclamación por parte de la crítica internacional. Pero el caso es que ya esta aquí esta estupenda película-homenaje (más que un biopic), cuyo fin es mostrar las claves de la vida, obra y pensamiento de Bob Dylan dramatizadamente pero de una manera muy sui generis: Bob Dylan como personaje no aparece ni es mentado en ningún momento, en su lugar, seis alter-egos protagonizan una serie de historias independientes con claras correspondencias con Dylan. Es decir, la figura de Dylan aparece desdobla en seis personajes (ninguno llamado Bob Dylan) que muestran diferentes lados de la personalidad del cantoautor -personaje complejo donde los haya- así como de sus diferentes facetas vitales. Lo más sorprendente es sin duda la variedad de condiciones de esos seis intérpretes: de todas las edades, americanos, ingleses, y hasta una mujer (Blanchett) en rol masculino y un afroamericano que ejerce como tal. Tenemos a Arthur, el Dylan poético (Ben Wishaw, el protagonista de El Perfume), Woody, el Dylan preadolescente, negrito de 12 años aventurero correcaminos y admirador de Woody Guthrie (Marcus Carl Franklin), Jack Rollins, el Dylan ídolo y fenómeno social redimido (Christian Bale), Jude Quinn, el Dylan burlón y en conflicto consigo mismo (Cate Blanchett), Robbie, el Dylan amante y buscador de la felicidad (Heath Ledger en el que fue su penúltimo filme completo), y Billy McCarthy, el Dylan maduro y huraño atrapado en su propio universo y legado (Richard Gere).


Sin seguir una secuenciación entre los diferentes episodios, los cuales aparecen superpuestos, esta biografía que los pedantes llamarían “deconstruida” trata de ofrecer con éxito una visión somera y completa del personaje de manera poética pero realista y cotidiana al mismo tiempo, con un planteamiento artificioso e irreal en donde se roza la caricatura, aunque la cordura se impone en todo momento. El director echa mano de todos los recursos que él cree convenientes para llevar este experimento a buen puerto (falso documental en las secuencias de Jack Rollins, blanco y negro en las de Arthur y Jude, juego de imitación y de personalidades en los personajes de Jack y Robbie, los únicos interconectados) y el resultado es una auténtica delicia. El espectador puede perderse en este pulular de imágenes y situaciones, por lo resulta fundamental entregarse a la película desde el primer momento; solo así se consigue el objetivo fundamental del filme: captar en su plenitud la figura del cantante de Minnesota.


Y la pregunta del millón, ¿es necesario ser fan de Bob Dylan para disfrutar con esta película? La respuesta es no, pero esta claro que los seguidores de Dylan y que además les guste el cine con mayúsculas, se emocionarán con este filme. Se combinan pasajes auténticos de la vida del cantante (por increíbles que algunos parezcan) con invenciones libremente basadas en la vida del personaje, imágenes simbólicas con momentos cotidianos, poesía y prosa, mentira y realidad, personajes reales e inventados. Hasta el director se atreve con otorgar finales alternativos a algún alter ego del músico, basándose en el “What If”. Todos los actores protagonistas están muy, muy bien, en especial Cate Blanchett como un Dylan divo, bufón (humor judío), cargante pero dubitativo e inestable. El chavalín Marcus Carl Franklin resulta un descubrimiento, en el papel del jovencísimo Dylan que (esto es real) falseaba y fantaseaba con su biografía y llego a visitar a su maestro, el legendario cantante protesta Woody Guthrie, en el lecho de muerte. Todas las secuencias son excepcionales- la de Ben Wishaw, que homenajea a Rimbaud, el inspirador poético del cantante, es más bien monólogo- aunque la de Richard Gere, siendo la más poética y pretenciosa de todas, resulte tal vez por ello la más flojita.


Son muchísimos los matices de esta película, tantos que seguramente se escapen a la hora de enumerarlos. Tantos como los de Bob Dylan. Y obviamente, es mencionable la banda sonora, repleta de canciones del maestro, en su voz la mayoría pero también interpretadas por los “otros Dylan” del filme. En fin, una maravilla de película cuyo único pero sería su hermetismo y su en ocasiones poco digerible poesía. Eso sí, la lección magistral de cine es impresionante.