lunes, junio 27, 2011

El aparatito de Lumiere MICMACS




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El francés Jean-Pierre Jeunet, uno de los cineastas europeos más personales de los últimos años con cintas que ya son auténticos clásicos como Delicatessen (1995) La Ciudad de los Niños Perdidos (1993) o Amelie (2001), vuelve por sus fueros tras el pequeño traspiés que supuso Largo domingo de noviazgo (2004) con una comedia excéntrica, surrealista y comiquera cercana al espíritu de Amelie y con un tono bastante, crítico, modaz y corrosivo. De nuevo echando mano de una fotografía en tonos sepia, barroca y “cartoon” (obra del japonés Tetsuo Nagata), de unos personajes y situaciones caricaturizadas al máximo y deudoras del mundo de los dibujos animados y del tebeo, y de un guión sencillamente genial por lo delirante de su planteamiento y  su tono de surrealista crítica socio-política, Jeunet consigue dar forma a un original y esperpéntico filme denuncia disfrazado de comedia granguiñolesca con una sencilla estructura de relato infantil (los héroes de esta película no son más que un grupo de niños grandes) que se disfruta de principio a fin.

La película se centra en la desdicha de un personaje, Bazil (Dany Boon), un ex dependiente de un video club que debido al disparo de una pistola en el cráneo se encuentra con una bala alojada en su cerebro que es imposible extraer sin provocarle la muerte instantánea. Con sus facultades mentales extrañamente alteradas y despedido de su trabajo, Bazil, cuyo padre militar falleció en Marruecos al pisar una mina cuando él era un niño, se encuentra en la indigencia y un buen día en un vertedero de chatarra descubre una pintoresca comunidad de homeless un tanto idos de la olla con los que traba amistad y con los que llevará a cabo uno de sus grandes anhelos: vengarse de las dos compañías de armas que fabricaron respectivamente el armamento que mató a  su padre y el que le arruinó el resto de su vida. A partir de ese momento un sinfín de situaciones delirantes y espectaculares se sucederán con un único fin: plantar frente a la todopoderosa e hipócrita industria armamentística. La lucha entre el entrañable y peripatético colectivo de freaks indigentes y los no menos patéticos par de ejecutivos fabricantes de armas se plantea como una bizarra epopeya de tintes cómicamente épicos repletos de gags propios del cómic (influencia del mundo de Goscinny) o de los dibujos Animados de la warner o Tex Avery. Parodiando géneros como el cine de  acción o de espías, la película triunfa tanto en su intento de entretener al público con un divertimento más que inocente como en el de lanzar un claro mensaje antibelicista y antiarmamentístico. Los sublimes minutos finales son de lo mejorcito de la peli y justifican por si solos el más que interesante carácter de denuncia de la película.

El cuidado diseño de producción de la película y sus imágenes surrealistas y esperpénticas son ya lugares comunes en el cine de Jeunet, esta vez aumentados con el uso de efectivos efectos especiales digitales. Una currada puesta en escena en donde todo esta en su sitio y unas interpretaciones de diez no hacen más que aumentar a máximo las excelencias de este filme. Mención aparte merecen todos y cada uno de los amigos de aventura vengativa del protagonista, una especie de superhéroes frikis cada uno con una cómica supuesta tara reconvertida en efectiva habilidad. Una buena película para amantes del humor inteligente y de la crítica ácida y con fundamento a un mundo que no hay por donde agarrarlo. Resulta extraño que haya tardado 2 años en estrenarse en España, pero el caso es que por fin la tenemos aquí

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