miércoles, octubre 26, 2011

El aparatito Lumiere NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS




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Un nuevo e interesante thriller del bilbaino Enrique Urbizu, que se ha convertido en todo un especialista hispano en el género desde que con La caja 507 (2002) lograra sorprender a propios y extraños y consiguiese enderezar una trayectoria que hasta ese momentos se había mostrado errática e irregular pese a unos comienzos prometedores. De nuevo con el versátil José Coronado como actor protagonista, No habrá paz para los malvados es una película muy interesante de seguir y estructurada como un western (hasta el título parece propio del género, en su vertiente spaggetti) en donde las acciones de un solo personaje mueven toda la trama de la película, la cual parece tiene bastantes trasfondos y subtramas pero que al final no resultan ser tan importantes ya que la historia es en realidad un juego de falsas apariencias. Santos Trinidad, un inspector de policía alcohólico, desaliñado, violento, en horas bajas profesionales y personales y con muchos aspectos turbios en su expediente se en envuelto en una oscuro caso que se inicia con un tiroteo en el que mueren varias personas. A partir de allí, una espada de Damocles parece cernirse sobre su cabeza desde el mismo momento en que un una ambiciosa y avispada jueza (Helena Miguel)  y un intachable inspector antiguo compañero de Trinidad (Juanjo Artero) comienzan una investigación en donde se concitan varios turbios asuntos y en donde desfilan todo tipo de personajes (policías, comisarios, soplones, empresarios de la noche, narcotraficantes) cada uno de ellos con extraña ambigüedad moral: hay mucho que ocultar.

El guión escrito por Urbizu y Michel Gaztambide esta genialmente logrado por la razón de que no se nos da apenas información sobre los entresijos de la trama y ni sobre el personaje de Santos Trinidad y pese a ser así desde el principio hasta el final de la película, todo queda explicado por los hechos y por el interesante desenlace del filme. Un personaje realmente bombón el de Trinidad al que José Coronado da vida con convicción y entrega: una de sus mejores interpretaciones hasta la fecha (¿para el Goya, quizás?). No hay excesiva violencia (la justa) y no se abusa de tópicos y recursos fáciles del género policial, resultando por ello bastante creíble. Su mensaje final de “homenaje al antihéroe” tiene su aquel y da que pensar especialmente en lo concerniente al tema de la importancia de los prejuicios. Una muestra de cómo planteando inteligentemente una película el resultado es casi siempre bueno.    

martes, octubre 25, 2011

PEARY Y COOK A LA CONQUISTA DEL ÁRTICO: UNA HISTORIA DE DUDAS Y ENGAÑOS

 


El explorador norteamericano Robert Peary (1856-1920) es el hombre al que se atribuye la hazaña de ser el primer ser humano en pisar el polo norte. De acuerdo con el diario de su expedición, esto fue el 6 de abril de 1909. No obstante, tras regresar a Estados Unidos, Mr.Peary se encontró con que gran parte de la comunidad científica y exploradora no se creía que hubiese llegado al polo norte, ya que los datos que aportaba en su diario estaban llenos de inexactitudes. Para colmo, otro explorador, el médico Frederick A. Cook (1865-1940) (que participó en una expedición de Peary en 1892) a la llegada de Peary afirmó haber arribado un año antes al polo norte (la expedición de  Peary comenzó en julio de 1908). Hoy en día incluso muchos siguen poniendo en duda que Robert Peary llegase aquel día al polo norte, aunque esta comúnmente aceptado que el Dr. Cook jamás llegó al polo. En todo caso, tanto Peary como Cook, genios y figuran tuvieron en común una cosa: fueron dos perfectos mentirosos. Aunque casi seguramente Peary fue el primer hombre en el polo norte, algunas de sus exploraciones anteriores tuvieron algo de fraude, sin restarle ningún merito como gran conquistador del Ártico y enorme innovador de las técnicas de exploraciones en zonas heladas y en general. No se pueden tener tan buenas palabras con su rival Cook, cuyos logros fueron un total camelo premeditado.   

A finales del siglo XIX, los dos extremos de la tierra, el polo norte y el polo sur eran dos tierras totalmente desconocidas para el hombre. Nadie había llegado hasta allí y estaba claro que en los siglos del XV al XIX nadie en su sano juicio se hubiese atrevido a navegar hacia los confines de la tierra,  esos paisajes misterioso y helados en donde cualquier mortal (salvo los aborígenes “salvajes” de los polos, aclimatados, y acostumbrados a vestir ropajes de pieles de semidesconocidos animales de las nieves) perecería de frío. Esto se acabó con la llegada de Peary al polo norte. Pero ¿fue Peary el primer hombre en llegar al polo norte? ¿Mintió? (“¡El polo al fin! El precio de tres siglos, mi sueño y mi ambición durante 23 años. Mío al fin”  escribió Peary en su diario el 7 de abril. ¿Realmente llegó Cook antes? ¿O fue él también un impostor? ¿No llegó ninguno? Aunque en todas las enciclopedias y libros de historia Robert Peary figura como el primer explorador del polo norte, aún muchos historiadores y científicos lo niegan aportando pruebas. No obstante, desde el primer momento la reclamación de Cook fue desechada por expertos y el Congreso de EEUU otorgó a Peary un reconocimiento oficial y en los años siguientes a la hazaña, el explorador fue objeto de numerosos homenajes y premios. Se retiró en 1911, dos años después de la conquista del polo y falleció en 1920.      

Para entender el alcance de la expedición de Robert Peary al polo norte, es necesario detenernos en la biografía del personaje. Peary nació en Cresson, Pennsylvania en 1856. En 1886 comienza a hacer expediciones al ártico, concretamente aquel año exploró Groenlandia en trineo tirado por perros. Entre 1890 y 1891 efectuará varios viajes y expediciones por Groenlandia y se convierte en un gran conocedor geográfico de la isla así como comienza a conocer la cultura de los esquimales y su habilidad para desplazarse recorriendo millas y millas por las gélidas tierras árticas. Peary no tardará en adoptar a los esquimales como sus sherpas del polo norte en expediciones posteriores al tiempo que empieza a fraguar su gran ambición: llegar al polo norte geográfico, un inhóspito desierto de mar helado al norte de Groenlandia a la que aún ningún ser humano había llegado. Peary utilizó también el modo de vida esquimal que había aprendido para sobrevivir en el polo norte (construcción de iglús, utilización de trajes de pieles) y creó un sistema de exploración para el ártico a base de la utilización de varios equipos y de apoyos varios que será utilizado por diferentes exploradores en años siguientes. Entre 1898 y 1902 realizó una serie de nuevas expediciones por Groenlandia por las que consiguió enorme fama. En 1900 descubrió el Cabo Jesup en el norte de Groenlandia (lo más al norte de la tierra que un hombre había llegado jamás) y dos años mas tarde aún llegó mas lejos al llegar a la isla de Ellesmere, al norte de Canadá.

Antes de llevar a cabo la expedición de 1908-1909 en la cual llegó supuestamente al polo norte geográfico, Peary organizó un viaje más allá de la isla de Ellesmere a bordo de un barco (el Roosevelt) que debería de abrirse peso a través del hielo. Fue la expedición de 1905-1906. Tras emplear el Roosevelt, llegó un  momento en que los trineos eran necesarios y entonces Peary y sus hombres atravesaron las aguas heladas del Océano Glacial Ártico desde el norte de Ellesmere. Las inclemencias meteorológicas, el hielo fundiéndose y la poca pericia de los expedicionarios hicieron que en teoría no pudiesen avanzar más allá de los 86º30´ de latitud al norte: el aseguró haber avanzado algo más al día siguiente, pero esto no parece que fue cierto. Peary empezaba a ganarse una fama de “farolero”, exagerado e incluso de embustero entre algunos de sus colegas exploradores y entre geógrafos, pero también es cierto que su habilidad en el cálculo matemático para calcular rumbos, latitudes y coordenadas y su pericia técnica eran sencillamente magistrales e inexistentes en ningún otro explorador, lo que también suscitó enormes admiraciones. En el viaje de vuelta a bordo del Roosevelt, Peary aseguró haber llevado a cabo una serie de exploraciones y descubrimientos geográficos cuanto menos dudosos: la cima del Cabo Colgate (no se tiene certeza si Peary la alcanzó, aunque si que descubrió el cabo) y la llamada  Tierra de Crocker, un paraje que en 1914 se descubrió que no existía. No obstante, la National Geographic Society creyó firmemente en todos los últimos descubrimientos de Peary y por sus méritos acumulados desde finales del siglo XIX (sin contar con esta última  extraña expedición, ya eran dignos de admiración y de una gran importancia geográficamente hablando), le concedió la medalla de oro.  


La siguiente expedición (1908-09) fue la del asalto al polo y Peary partió con 23 hombres a bordo del Roosevelt el 6 de julio de 1908. El 6 de abril de 1909, Peary  y solo cinco de sus 23 hombres (cuatro de ellos esquimales), consiguieron poner fin a la expedición alcanzando el polo norte. ¿Llegó? ¿Llegó Cook antes que él? Lo cierto es que entre los argumentos de los que (aún hoy día) defienden que Peary jamás llegó al polo norte se encuentran estos:  
- Peary omitió en sus diarios de viaje bastante información sobre coordenadas y longitudes y de las que figuran muchas parecen inconsistentes. Ninguno de sus cinco coexpedicionarios en la conquista final del polo norte pudo confirmar la exactitud de estos datos ya que no tenían conocimientos sobre navegación (la mayoría, recordemos, eran nativos del ártico). Además, por razones desconocidas, Peary no redactó nada referente al viaje de vuelta en su diario de bitácora una vez alcanzado el polo.
- Hay datos inconsistentes en cuanto a la velocidad del barco, que en un momento dado (giro hacia el sur desde el llamado en honor al capitán del Roossevelt Campamento Barlett) aumenta considerablemente, algo que contradice el testimonio de Henderson, el segundo de abordo en la expedición, quien aseguraba que ese tramo fue tortuoso y difícil. Un dato significativo es que después de la expedición, Peary y Henderson dejaron de hablarse y rompieron todo contacto sin que nadie supiese la razón.  
- Un argumento altamente defendido por los detractores de Peary tras llevar a cabo su viaje es que dicho viaje fue certificado y validado por la National Geographic Society, patrocinadora de la expedición. La American Goegraphical Society y sociedades escandinavas reconocieron nunca el viaje de Peary. Este rechazo fue más bien debido a disputas internas entre las sociedades que a datos objetivos, no obstante.
- Las fotografías que Peary tomó del polo norte, una vez analizadas en 1989, muestran que el océano que allí aparece se situaría en realidad a 8 km  del polo. No obstante, posteriormente se ha podido comprobar que esta aparente inexactitud es fruto del análisis de una foto antigua tomada con una cámara con lentes rudimentarias que captaban deficientemente las imágenes y las proporciones.  

Algunos análisis posteriores han demostrado con todo que la velocidad de la expedición de Peary posiblemente fuese cierta, especialmente en lo concerniente a sus avances en los tramos que recorrió en trineo de perros, ya que Peary se convirtió en todo un experto en este medio de locomoción bien ayudado por sus “maestros” esquimales. Además, sus diarios de abordo (publicados en 1986) no muestran ninguna tachadura ni sobreescritura que haya podido alterar datos, tal y como los detractores del explorador alegan. De todas formas, el hecho de si Peary llegó o no al polo norte, aún continua en el aire para muchos.


 La expedición contemporánea de Frederick Cook se puede decir a día de hoy que fue claramente fraudulenta en su alegación de haber llegado al polo norte un año antes que la de Peary. Y es que Cook no fue precisamente un hombre de honor que digamos. Su controversia con Peary pronto se tornó en contra de él y el médico y explorador norteamericano pronto cayó en descrédito aunque tuvo sus apoyos iniciales.Nacido en Hortonville, Nueva York en 1865, Frederick Albert Cook fue un médico metido a aventurero y explorador - una de sus primeras expediciones fue precisamente como galeno de la expedición al Ártico  de Peary en 1891-92, que pronto empezó a ser sospechoso de ser un maestro del timo y del engaño. Tras participar en la expedición belga al Antártico (en la que también tomó parte el futuro conquistador de la Antártida, el noruego Roald Amundsen) y explorar la Tierra de Fuego en Argentina, en 1903 organizó una expedición hacia el techo de Norteamerica, el McKinley, en Alaska. No lo ascendió, pero tres años más tarde lidero una nueva expedición con el fin de llegar a su cima, a la que nadie había llegado. En septiembre de 1906 Cook y otro miembro de su expedición indicaron el ascenso y aseguraron después haber hecho cima, con escasa credibilidad por parte del resto del equipo, pero a su regreso a EEUU, la ascensión fue considerada como cierta, ya que el médico y explorador aportó un fotografía de la cima.

Tras la aparentemente exitosa empresa del McKinley, a finales de 1907 Cook decidió llegar al polo norte antes de que Peary, quien también se había ganado fama de contador de hazañas de existencia más que dudosa (en su expedición anterior al Ártico muchos de sus descubrimientos se descubrió finalmente que eran patrañas). Cook aseguró haber llegado al polo norte el 22 de abril de 1908. El viaje de vuelta fue eterno (14 meses), y según Cook, bastante penoso. En su regreso, se encontraron bastantes contradicciones en las descripciones y  testimonios de Cook sobre el viaje y las características del polo y los de algunos de sus compañeros de expedición. El testimonio de Cook fue fundamentalmente post expedición ya que no presentó en su regreso ningún diario ni anotación hacha durante el viaje alegando que había dejado en su base de Annatouk (Groenlandia) las cajas que contenían los diarios de viaje, junto con otras pertenencias al cuidado de un antiguo compañero de expedición de Peary, el aventurero  Harry Whitney. Pese a todo, las cajas nunca se encontraron y jamás se pudo disponer del supuesto diario de Cook. Se daba además la circunstancia de que  Robert Peary, poco después de la llegada de Cook, regresó de su expedición asegurando haber llegado al polo norte durante en viaje de vuelta de Cook, y pese a que el relato de Cook fue inicialmente creído, pronto surgieron las dudas, apoyadas por la falta de testimonio escrito de la expedición y por las contradicciones entre diversos miembros de la misma. Comenzó entonces una polémica entre Cook y Peary sobre quien había llegado al polo norte antes: los partidarios de Peary esgrimieron las alegaciones antes descritas y los de Cook las inconsistencias e inexactitudes sobre el viaje plasmadas en la bitácora de Peary. No obstante, los partidarios de Peary pronto pondrían en evidencia el carácter de farsante del médico cuando trataron de demostrar que no había ascendido el McKinley y que la foto presentada no se correspondería al pico en cuestión sino a otra cima de Alaska: Ed Barrill, el hombre que supuestamente ascendió con Cook confesó que no habían ascendido a la cima del McKinley, aunque sobornado por los partidarios de Peary. Pocos años después y tras exploraciones por al zona y cálculos varios se supo que, efectivamente, Cook jamás había llegado a la cima y que el pico de la foto pertenecía a otra montaña. Sin embargo, la refriega sobre el polo norte continuaba y se organizó una campaña de descrédito contra Peary que fue infructuosa: se reconoció a Peary como el primer conquistador del polo norte gracias a las investigaciones de la National Geographic Society, que echaron por tierra las inconsistencias en la descripción de su viaje y de los datos de navegación allí descritos sin dar demasiadas explicaciones. Por el contrario, las contradicciones en los testimonios de los diferentes acompañantes en la expedición de Cook (especialmente las de los nativos) y el hecho de que no existía ningún documento escrito sobre el viaje, fueron suficientes para determinar que la supuesta conquista de Cook fue fraudulenta

 Se ha llegado a asegurar que la descripción de Cook sobre su ruta (y la de sus acompañantes) se había basado en la de la novela de Julio Verne El inglés en el polo norte, así como que la descripción del polo que ofreció se corresponde la que el escrito francés hizo sobre los polos de frío. Lo cierto es que tras expediciones inmediatamente posteriores, se pudo confirmar que el “polo norte” era ficticio. En definitiva, Cook era lector de Verne y le echó mucha jeta. Además, cuando en 1911 lo quiso arreglar aportando copias de datos del sextante, estos contenían datos imposibles e inexactos.  Cook se ganó entonces fama y reputación de embustero y farsante y aunque en años sucesivos trató de convencer a la comunidad internacional de que había llegado al polo norte, jamás lo consiguió. Dejó la exploración, y en los años 20 dejó se metió en el negocio del petróleo en Texas pero en 1923 fue encarcelado por fraudes varios y se pasó 17 años en la sombra, amnistiado finalmente por Franklin D. Roosevelt, poco después fallecería, en agosto de 1940.  


Dos exploradores controvertidos y bastante tramposos pero con una importante diferencia entre ambos: mientras que Peary fue un gran explorador y muy posiblemente fuese él el primer hombre en llegar al polo norte, Cook no fue más que un aventurero animoso con bastantes ansias de gloria y con muy pocos escrúpulos que no dudaba en presentar pruebas falsas, algo que Peary no hizo.  Muchos autores sostienen que Peary no llegó nunca al polo norte pese a que creía firmemente que lo había hecho, pero es más lícito pensar, por todo lo que se descubrió posteriormente, que  efectivamente, llegó. A principios del siglo XX La conquista del Ártico fue una aventura controvertida y polémica, pero puso de relieve la muchas veces desmedida ambición del ser humano por alcanzar la gloria.