viernes, septiembre 21, 2012

El aparatito Lumiere EL AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO (SHAN ZHA SHU ZHI LIAN)





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Zhang Yimou parece haber retomado su pasión por el melodrama puro y duro tras varias incursiones en el cine épico de época y de nuevo realiza una película de factura más bien sobria, alejada de la pomposidad visual de Hero (2002) o La Maldición de la Flor Dorada (2004) y de las batallitas y artes marciales al gusto occidental que adornaban algunos de sus últimos trabajos. Inspirada en una novela de Mi Ai ambientada en la China comunista de los años 70, El Amor bajo el Espino Blanco es un melodrama realista que se presenta como un relato de amor puro y duro y que con un estilo narrativo muy austero pero al mismo tiempo expresivo consigue mantener el interés del espectador en una historia de amor imposible extraña e inocente que en lugar de caer en el almíbar (al menos en la mayor parte del metraje) prefiere apostar por la descripción naturalista de la vida cotidiana en una época de la historia de China (la China de Mao) y cierto componente poético conseguido por logrados momentos de viñetas visuales. Un amor muy difícil el de una adolescente, Jing (Zhou Dongyu) y un veinteañero, Sun (Shawn Dou), ella una estudiante de secundara que es enviada a una comunidad rural para “reeducarse” en la actividad campesina, según los usos maoistas, y el un joven hijo de militar con una posición más o menos aventajada dentro del complejo mundo de la República Popular China del siglo XX. El hecho de  que Jing sea hija de simpatizantes capitalistas represaliados y su padre sea preso político  pone a la joven constantemente bajo la espada de Damocles en cuanto que cualquier traspiés puede ocasionarle problemas por su teórica deslealtad al régimen y eso no facilita las cosas en su extraña relación con Sun. Todo el trasfondo de la situación de la China de la época y el peso del pasado en su familia hará que la joven e inocente Jing sea incapaz de amar como es debido a Sun afectando seriamente a la concepción de las relaciones amorosas de la joven y a su visión de su propio lugar en el mundo.

Pese a algún artificioso momento romántico la película logar captar mediante bellas imágenes, símbolos, silencios y alguna omisión narrativa (explicitada o no) la suma crudeza de una historia en donde su protagonista tiene que luchar y sufrir lo indecible para conseguir sus deseos en un entorno frío, preestablecido, artificioso y autoritario y luchar contra sus propias dudas e inmadurez adolescente. La joven actriz Zhou Dongyu, premiada en al Seminci de Valladolid la verdad es que realiza un trabajo de diez a la hora de dar total credibilidad a un personaje más complejo de lo que parece y sin perder en ningún momento un irresistible encanto juvenil (es una pocholada). El final de la película, emotivo y de nudo en la garganta,  puede resultar un tanto pedante, pero seguro que hace derramar alguna lagrimita a los más sensibles. Pero esta no es una película de excesos sensibleros sino una sólida y honesta historia que demuestra como la poesía, el realismo social, la denuncia histórica y el melodrama romántico pueden estar unidos ofreciendo un relato genial y sólido. Un nuevo acierto del mejor cineasta chino vivo.     

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