miércoles, abril 04, 2012

El aparatito Lumiere [REC]3 GENESIS

 
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Jaume Balagueró y Paco Plaza siguen rentabilizando el efecto impacto que en su día produjo entre crítica y público [REC] (2007), tal vez la mejor película de terror del cine español de todos los tiempos y que ha llegado a crear un auténtico culto ente los amantes del fantástico. Tras una segunda parte en 2009 que mantenía con dignidad el alto listón de su predecesora (aunque a la postre resultase algo inferior), la pareja creativa  – que se han consolidado como dos cineastas muy competentes y con vocación internacional- ha querido seguir explotando el filón con dos nuevas entregas, ésta dirigida en solitario por Plaza y una próxima que será realizada por Balagueró. Pero estaba claro que aquel original formato de la falsa cámara subjetiva y el falso documental “perdido y hallado” (algo que cada vez está más de moda en el mundo del cine) ya poco más podía dar de sí con el planteamiento de la película original y por ello, la tripleta Plaza,  Balagueró (productor y guionista en esta entrega) y Luis Berdejo (guionista) rompen con el rollo “alguien-que-filma-cámara-en-mano-lo-que-está-sucediendo-a-tiempo-real” (aunque en el comienzo del filme se sigue dicha premisa) y firman una película en su mayor medida convencional en cuanto a lenguaje narrativo. ¿Claudicación No, simplemente lógica…y síntomas de cansancio. Porque – y no solo por el cambio de estilo- esta [REC] 3 Genesis pese a ser un más que interesante filme terrorífico es la entrega menos brillante de la saga. No es que traicione un ápice el espíritu de la franquicia (es más, lo refuerza), pero después del efecto sorpresa que produjo aquella impactante primera película, en esta ocasión ya no hay ni sorpresa, ni impacto, ni tan siquiera aquel aliento de serie B reinventada y reciclada que transpiraban las dos primeras entregas. [REC] 3 Genesis, de la que no se sabe a ciencia cierta si es una precuela o una secuela situada en un tiempo posterior a [REC] 2 (según sus responsables es precuela, pero la verdad es que no lo parece mucho) resulta al final un filme-homenaje al gore más desatado y al cine de zombies en sus sentido más superlativo y no se anda con remilgos al demostrarlo. Más desagradable, burra y sanguinolenta que sus predecesoras, parece que en esta ocasión Plaza y compañía han aprovechado el cambio de código para darse un festín en donde no hay reglas estéticas, éticas ni de ningún tipo. El tono más o menos irónico y de comedia de este filme – carente en los anteriores escondiendo una basta crítica social- es de lo más curioso y de agradecer de esta película que gustará a los fans de la saga y entusiasmará a los amantes del gore y el slasher más salido de madre. 

Que nadie piense que esta “precuela” cuenta las intrigantes claves aún no explicadas en los otros filmes; todavía seguimos sin saber si ese inquietante y salvaje brote de comportamiento a lo zombie sediento de sangre y carne que se desató en un viejo edificio barcelonés es debido a un extraño virus, a posesiones diabólicas o vete a saber a qué y todavía desconocemos los detalles de la historia de la horripilante “Niña Medeiros”, la criatura que teóricamente desató el “virus” y que en esta película pese a no nombrarse, tiene su terrorífica aparición estelar. La película además puede ser vista como un filme independiente de los otros, como una película gore hispánica que inserta conceptos fantástico-terroríficos en un contexto tan reconocible como las bodas ibéricas, algo en sí que a veces resulta bastante aterrador, la verdad. El marco del filme es la boda en un pueblo de Catalunya de dos jóvenes, Koldo (Diego Martín) y Clara (Leticia Dolera), lo que en un principio debería ser el día más feliz de la pareja y una entrañable fiesta se convierte súbitamente en algo muy, muy, pero que muy diferente: Una salvaje e infernal orgía de sangre, destrucción, mordiscos, amputaciones y el mal absoluto en su estado puro. Un efecto realmente horripilante el que produce la inquietante transformación de seres queridos y amados en criaturas irracionales y destructivas dispuestas  a matar a padres, hijos, familiares, amigos…ese terrorífico efecto es lo más conseguido de toda la película. Efectos especiales realmente conseguidos refuerzan el un tanto desmadrado espectáculo que, ojo, no es un espectáculo gore sin más. Pese a lo turbador que resulta el efecto de confrontar algo como el amor frente a su némesis-reverso tenebroso, la cordura narrativa del guión (más allá de los excesos del género) termina por hacer de esta película algo más que potable y con guiños al espectador inteligente. Es de reseñar la sana burla que se hace de la parafernalia de todo el mundo de las celebraciones de bodorrios y es muy posible que en algún momento alguien haya vivido algo parecido (al principio de la película, claro). Puede que decepcione algo a los seguidores más exigentes de la serie, pero [REC] 3 se afana en seguir la estela narrativo-estética de esta y eso es de agradecer, pese a un resultado no tan brillante como antaño. No recomendable en absoluto para espectadores sensibles o de estómago débil  ni para enemigos del género gore,  [REC] 3 hará las delicias de los forofos de Sam Raimi (el de Posesión Infernal), George A. Romero, El Exorcista o La Matanza de Texas y dejará aún más intrigados a los seguidores de la creación de Paco Plaza y Jaume Balagueró que son bastantes.

lunes, abril 02, 2012

CHARLES HAMILTON, EL HOMBRE QUE MÁS ESCRIBIÓ DE LA TIERRA Y SU “HIJO” BILLY BUNTER, EL GORDITO NACIONAL DE INGLATERRA


El escritor Charles Hamilton (1876-1961) fue un personaje singular al que muy poca gente conoce fuera del Reino Unido. Fue uno de los escritores más leídos en el siglo XX en Gran Bretaña y por extensión en lengua inglesa y además ha sido uno de los escritores más prolíficos de la historia con una obra publicada que abarca desde finales del siglo XIX hasta su muerte en 1961 y que se calcula que consta de 100 millones de palabras. La obra de Hamilton (escrita con varios pseudónimos diferentes) principalmente está circunscrita a los relatos serializados que publicaba en famosas revistas infantiles-juveniles británicas como la legendaria The Magnet y que podemos considerar la primera manifestación de un género de ficción juvenil genuinamente británico: el de los internados escolares. Hamilton es famoso en el Reino Unido por sus series de relatos y libros ambientados en la Greyfriars School -que escribió con el pseudónimo de Frank Richards- un lugar ficticio que es todo un símbolo en Inglaterra. El alumno más famoso (e incorregible) de aquel colegio se convirtió más tarde en protagonista absoluto de gran parte las novelas de Hamilton y en uno de los personajes de ficción más populares y carismáticos del Reino Unido: Billy Bunter (Guillermito)        


El hombre de los 1000 millones de palabras

Si a un inglés (ya de cierta edad) le preguntas por Greyfriars, St. Jim, Tom Merry, Rookwood y sobre todo por Billy Bunter te contestará rápidamente y te dirá que eran libros, series de relatos o personajes que conoció y disfrutó en su infancia y que también hicieron las delicias de sus padres y de sus abuelos. No obstante, más difícil es que se acuerden del creador de esas series literarias juveniles y de esos personajes, un hombre llamado Charles Hamilton, escritor que ocasionalmente utilizó ese nombre para firmar sus obras además de más de una treintena de pseudónimos diferentes, identificados con diferentes personajes o series. Con todo, en la cultura popular inglesa incluso hoy en día, uno de aquellos pseudónimos ha perdurado y se puede decir que es ampliamente reconocido por el increíble éxito que tuvo un personaje creado bajo el nombre de Frank Richards. Como Frank Richards, Hamilton creó en 1908 dentro de las páginas del semanario infantil The Magnet – del que era su principal escritor y animador- las cómicas y entrañables historias del colegio Greyfriars que alumbraron el género literario infantil de los internados (a ser posible británicos) o Public Schools, que aún hoy en día sigue perdurando. Uno de los más carismáticos alumnos de Greyfriars fue el gordito impertinente, egoísta, glotón, orgulloso, tramposo pero encantador Billy Bunter, que se convirtió pronto en la estrella de la serie y que después de la II Guerra Mundial pasó a protagonizar varios libros ya con él de absoluto protagonista, convirtiéndose en un personaje muy popular en el Reino Unido y dando el salto posterior a diversos medios (televisión, teatro, cómics). Pero vayamos por partes.         

Realmente resulta difícil resumir la obra de un escritor tan prolífico como Charles Harold St. John Hamilton, un escritor en activo durante más de medio siglo y que se encuentra en la lista de los autores más prolíficos de la historia con una obra que consta de varias novelas, relatos e incluso guiones de televisión y teatro con un total de más de 100 millones de palabras y el equivalente en eso a unas 1200 novelas. Su figura siempre estará unida a Amalgamated Press y a sus revistas infantiles y juveniles, pero escribió novelas de diversos géneros populares (romántico, policiaco) utilizando en cada caso pseudónimos diferentes. Hamilton vino al mundo el 8 de agosto de 1876 en Londres hijo de un periodista y librero. No se sabe mucho sobre su infancia pero parece ser que recibió una esmerada educación académica pese a que su famlia se mudaba continuamente de residencia. A finales de la década de 890, con poco más de 20 años,  envió un relato a la editorial Trapps Holmes y fue inmediatamente publicado comenzando así su carrera como escritor de relatos en folletines sueltos de géneros como el western o historias detectivescas. No ganaba mucho dinero en Trapps Holmes y en 1906 decidió trabajar para Amalgamated Press sin abandonar su primera editorial. Aún no había conseguido ningún éxito editorial y sus relatos no eran todavía muy conocidos. Aunque comenzó escribiendo para la revista Pluck, en 1907 pasó a una nueva publicación periódica de Amalgamated, la revista The Gem, que era un story paper, un formato de publicación muy popular en el Reino Unido dirigido al público infantil y adolescente y consistente básicamente en una serie de relatos (muchos en serie) con ilustraciones. En el nº 3 apareció la primera historia con el personaje del pequeño Tom Merry como protagonista, escrita por Charles Hamilton bajo el nombre de Martin Clifford. Tom Merry era un crío de unos 11 años alumno del Clavering College inquieto, alegre y aventurero (aunque inicialmente, siendo nuevo en el colegio estaba más acoquinado). En el nº 11 de The Gem, Tom Merry cambia de colegio y nace la popular serie St. Jim´s School firmada también por Martin Clifford y que se convertirá en el principal atractivo de la revista hasta el punto de que las historias de Tom Merry y sus amigos los Terrible Three (los tres Terribles) en St. John´s ocuparán casi la totalidad de cada número. El personaje, prototipo del escolar británico travieso e impetuoso pero de buen corazón se hace muy popular entre la chavalería británica y Hamilton es ya el corazón de The Gem, ya prácticamente un vehículo exclusivo para Tom Merry. Nace además el muy british género literario infantil de los “internados de élite” o public schools, un estilo que paradójicamente tuvo mucho éxito a principios del siglo XX entre los niños británicos de clase obrera y media pese a que contasen las aventuras escolares de chavales de clases más bien acomodadas en un tipo de centros educativos en los que los jóvenes lectores no podrían permitirse estudiar allí.     


Chavales de uniforme

En 1908, Amalgamated Press ante el éxito de The Gem y las divertidas historias de Tom Merry, decide crear una segunda publicación story paper infantil, The Magnet semanario que se basaría en una nueva creación de Hamilton al estilo de St. Jim´s. Nace entonces la Greyfriars School una nueva public school dispuesta a hacer las delicias de los pequeños británicos aunque esta vez en un primer momento tratando de ser una historia coral sin un personaje destacado. Poco imaginaba Hamilton que este nuevo colegio de élite de su invención le iba a ocupar prácticamente hasta su muerte y que incluso después de su fallecimiento iba a seguir siendo escenario de nuevas aventuras y desventuras por medio de otros autores. Hamilton firmó todas las aventuras de Greyfriars con su pseudónimo más conocido, Frank Richards, usado también en otras series y personajes. Hamilton publicó en The Magnet las historias de Greyfriars School hasta la desaparición de la revista a comienzos de la II Guerra Mundial, sin abandonar The Gem de la que se despedirá en 1929: por entonces la serie St Jim´s solo tenía residual aportación suya debido a que decidió centrarse en Greyfriars, que había superado con creces en popularidad a  St. Jim´s y Tom Merry. The Gem a partir de la I Guerra Mundial utilizará a otros autores para los relatos de Tom Merry, pero siempre con la firma de Martin Clifford. Así mismo, Hamilton siguió publicando esporádicamente para Trapps Holmes hasta 1915. No obstante hasta los años 20, St. Jim´s School gozó de mayor popularidad que Greyfriars School

Tanto las historias de Greyfriars como las de St.Jim´s y otras series de public schools creadas por Charles Hamilton tenían más o menos las mismas características: narraciones muy aptas para el público infantil con un estilo ágil y asequible pero utilizando al mismo tiempo un vocabulario rico que trataba con inteligencia al joven lector. Las series infantiles de Hamilton en general combinaban el humor (británico) con parodias de géneros como la aventura, la novela policiaca y a veces el suspense, y casi siempre con enseñanzas morales aleccionadoras para los pequeños lectores. En el caso concreto del género de los internados escolares el humor y la ironía estaban muy presentes pero también la enseñanza de lo que debía ser y hacer el buen estudiante: obedecer a sus mayores, ser leal a sus amigos, no mentir, hacer deporte y ejercicio físico, ser justo y comportarse con disciplina. Se puede decir que la mayor parte de su obra de public schools tiene un tono entre el realismo cotidiano y el humor que resultó clave para el éxito de sus creaciones, así como la realista y detallada descripción de los ficticios centros escolares marco de sus historias, su extenso alumnado y profesorado (especialmente en Greyfriars) y las múltiples historias y anécdotas que se sucedían: la influencia en autores como Enid Blyton, cultivadores entre otras cosas del género escolar británico fue fundamental, así como también se puede considerar a Hamilton como precursor de la literatura infantil de “grupos de niños” que también llevaron a cabo Blyton y otros, ya que Hamilton incluía en sus series de colegios casi siempre a un grupo de varios alumnos que focalizaban las aventuras: los Terrible Three de St. Jim´s, los Fistical Four de Rockwood o los Famous Five de Greyfriars (un nombre que precisamente coincidirá con otro ultilizado por Enid Blyton) . Por otra parte la obra para jóvenes o adultos de Hamilton que desarrolló principalmente en novelas y pulps después de la II Guerra Mundial (género romántico, western) tenía las mismas características de combinación de lectura asequible y popular con cierto academicismo,       


El mundo de Greyfriars School y un jeta llamado Billy Bunter

Las aventuras de Greyfriars School empezaron a superar en éxito a las de St. Jim´s School hacia el final de la I Guerra Mundial. En 1915 Hamilton comenzó a publicar en otra revista de Amalgamated, Boy´s Friend Weekely, una nueva serie de internados, Rookwood School  escrita bajo el nombre de  Owen Conquest y que compitió en éxito hasta los años 30 con los otros dos colegios. Por esos años Hamilton “inauguró nuevos centros” en diversas publicaciones de Amalgamated Press, pero St.Jim´s, Rookwood y sobre todo Greyfriars serán sus prioridades hasta el comienzo de la II Guerra Mundial y de hecho de algunos de ellos escribiría escasos relatos: Cedar Creek School, que apareció en 1917 también en Boy´s Friend Weekely firmado como Martin Clifford, es otra de las series  más notables. Para el caso concreto de Greyfriars, cuentos estrella de la revista The Magnet  (más de la mitad de un número normal era el relato sobre dicho colegio) se constituyó todo un universo propio alrededor del colegio en cuestión con una amplia lista de personajes (claustro, alumnos, personal no docente y otros secundarios). El colegio Greyfriars se encontraba presumiblemente en el condado de Kent cerca de la costa y constaba de siete cursos cada uno con su tutor que impartía la mayor parte de las asignaturas. Hamilton proveyó un detallado plano del colegio en varios números de The Gem y en las historias daba exhaustiva descripción de las dependencias del centro (algo habitual en sus relatos colegiales) con lo cual el lector podía situarse con total exactitud en cada momento en cada lugar descrito. El colegio imponía una severa disciplina propia de los internados británicos de la época  en donde el típico castigo físico del golpe de vara era utilizado con asiduidad. El reverendo doctor Locke era el inflexible pero magnánimo director de Greyfriars encabezando un claustro de profesores y tutores bastante peculiares como el estirado Mr.  Proust, el déspota Mr. Hacker o  el intelectual Mr. Quelch. Entre los alumnos destacaban personajes como Harry Wharton, el líder chulito y arrogante fundador de los Famosos Cinco (Famous Five), el atontado pero atrevido Horace Coker, el figurín y petimetre Cecil Temple, el rebelde Herbert Vernon-Smith o el aristócrata relamido Lord Mauleverer, Mauly. Pero sin duda el estudiante más popular de Greyfrias y que enseguida se hizo con el cariño del lector era el obeso Billy Bunter, alumno de cuarto curso (como la mayoría de los personajes principales de la serie de relatos) y desde el comienzo concebido para ser el elemento más cómico de la serie. Billy Bunter (nombre completo William George Bunter) era un niño extremadamente gordo y glotón, egoísta, egocéntrico y vanidoso, cruel y cobarde y dispuesto a hacer cualquier treta en beneficio propio. Un granuja encantador que representaba todo lo contrario que Hamilton quería inculcar en sus historias infantiles en cuanto a valores y por ello resultaba un todo antihéroe aunque su estupidez (rara vez tenía éxito) y su simpática malicia hacían de el un personaje entrañable. Bunter era además un estudiante desastroso (especialmente en gimnasia debido a su gordura en un colegio donde precisamente los más populares eran los más deportistas) y no destacaba en nada salvo en su habilidad como ventrílocuo y para imitar cualquier voz, que muchas veces utilizaba para fastidiar al personal provocando serias calamidades. Sus máximas obsesiones, zampar y conseguir dinero mediante préstamos fraudulentos, además de esperar un anticipo por correo de su familia que nunca llega.  Debido a que sus tretas casi siempre fracasaban, Bunter terminaba la mayor parte de las historias castigado, generalmente golpeado por la vara del profesor (Mr. Quelch, su sufrido tutor) en sus enormes nalgas.         


Durante los años 20 y 30, Hamilton convirtió a Billy Bunter y su potencial comicidad en protagonistas de las historietas de Greyfriars. De hecho, muchas veces Hamilton-Frank Richards “sacó” a Billy Bunter del colegio para situar aventuras suyas en exóticos viajes a la India, China, África, Brasil o los Mares del Sur. En los años 30 Billy Bunter era ya todo un fenómeno social y uno de los personajes de ficción infantiles más conocidos del Reino Unido. Si imagen, gafas redondas, pantalones de cuadros, chaqueta y gorra del colegio y pajarita se fue ido convirtiendo en un icono que aún perdura. A parte de Greyfriars y Billy Bunter (publicadas a parte de en The Magnet en publicaciones como Schholboy´s Own Library), Charles Hamilton continuó hasta 1940 en diversas revistas de Amalgamated Press como los anuarios y números especiales de Greyfriars, School Friend, Modern Boy, Pilot o Ranger. Siguió creando nuevas series: dentro del género de aventuras escolares dio luz a Gimsdale School (como Frank Richards, 1930), Bendover School (Charles Hamilton, 1937) y sobre todo Cliff House School (Hilda Richards, 1919), un colegio de chicas cuyo personaje central era Bessie Bunter, la igualmente obesa e indeseable hermana de Billy Bunter. En otros géneros, Charles Hamilton creó para Amalgamated historias de Herlock Sholmes (Peter Todd, 1915) una parodia de Sherlock Holmes en donde el detective es un as del disfraz- en mayor medida que el personaje original- ayudado por el Dr. Waston; la serie de aventuras Ken King (Charles Hamilton, 1928); el western Rio Kid (Ralph Redway, 1928); o Len Lex, historias de un niño detective (Charles Hamilton, 1937). En definitiva, Charles Hamilton no paraba – y eso que en los años 20 comenzó a sufrir de la vista-  pero nadie sabía ni entre los lectores habituales de los relatos de Amalgamated que tras esas varias firmas se escondía una sola persona, creadora de casi todos los personajes de las revistas de dicha editorial. A pesar de que para algunos personajes, como hemos visto, utilizó su propio nombre nadie conocía a Charles Hamilton ni tan siquiera en fotografía. Hamilton era una especie de anónimo obrero especializado de la pluma, un funcionario literario que cobraba religiosamente su sueldo por palabra escrita y que dada su febril actividad, obtenía sustanciosas ganancias. “Autores” como Martin Clifford y sobre todo Frank Richards eran inmensamente conocidos a menos de nombre, aunque nadie les hubiese visto ni hubiesen concedido entrevista alguna, pero poco se imaginaban sus lectores que eran la misma persona. Dentro de este juego casi de múltiples personalidades e inocente “engaño” al lector, Hamilton escogió como pseudónimo para firmar las aventuras de Bessie Bunter en Cliff House el de Hilda Richards, su único pseudónimo femenino: Hamilton quiso que el “autor” de esas historias dirigidas al público infantil-adolescente femenino fuese también una mujer, y que mejor que la “hermana” del célebre Frank Richards para crear precisamente a la hermana de Billy Bunter. Hamilton, pese a tener un estilo más o menos identificable, trataba de modificarlo dependiendo del pseudónimo-alter ego que estaba utilizando, por lo que se puede decir que sus alias eran prácticamente también personajes (llegó a escribir incluso una falsa autobiografía de Frank Richards). No obstante, hay que constatar que en la época de mayor apogeo de Greyfriars en Amalgamated Press debido al muchas veces enloquecido ritmo de trabajo, Charles Hamilton no pudo cumplir su compromiso semanal con Billy Bunter y compañía y otros autores firmaron sus historias, siempre con la firma de Frank Richards.    


Historias para chicos de después de la guerra

En el periodo 1939-1940 Amalgamated Press entró en crisis: en 1939 desapareció The Gem y un año más tarde, ya en plena guerra, The Magnet se canceló debido principalmente a la escasez de papel en Inglaterra. Terminaba así la era dorada de los story papers. Los años de la II Guerra Mundial, con el autor fuera de Amalgamated, serán de escaso o nulo trabajo para Charles Hamilton, quien aquel año concedió por fin una entrevista, para el diario Evening Standard. En ella, Hamilton reconocía por primera vez ser el autor y creador de la mayor parte de los personajes de Amalgamated Press pese a la utilización de diferentes alias. Por vez primera, el Reino Unido conoció  a aquel hombre maduro, con apenas pelo y apariencia apacible amante del ajedrez, los casinos y del estudio de lenguas clásicas que permaneció soltero hasta su muerte y que era el verdadero Frank Richards además de otras personalidades. Hamilton sin embargo no podía continuar con las historias de Greyfriars (ni de otras series de su creación) ya que Amalgamated Press aún tenía todos los derechos. En 1944, tras un periodo de inactividad, volvió al mundo editorial en la revista Hitchinson´s Pie con una nueva serie de relatos de ambiente escolar firmados como Frank Richards: Carcroft School. Poco después creó nuevos colegios en otras publicaciones o editoriales pero ninguno de esta nueva etapa tuvo tanta longevidad como Carcroft, que duró hasta 1955. En estas series, dependiendo si los protagonistas eran niños o niñas, Hamilton firmó como Frank Richards o Hilda Richards, su alter ego femenino oficial. Así mismo, entre 1945 y 1946 el autor escribió algunas novelas románticas para adultos (literatura rosa, se llamaba entonces) bajo el nombre de Winston Cardew. En 1946 ocurre un suceso clave, Charles Hamilton puede seguir publicando historias de Greyfriars por un acuerdo con Amalgamated Press. El escritor firmó un contrato con el editor Charles Skilton para publicar nuevas aventuras del ya mítico colegio en formato libro con el título genérico de Billy Bunter of Greyfriars School  dejando claro que el entrañable gordinflón era el personaje central y absoluto de la nueva etapa. Hamilton se apuntaba pues al formato de libro de tapa dura ya bastante extendido por esa época en el campo de las series de literatura infantil tipo Just William. En 1947 publicó el primer libro sobre Billy Bunter y continuó publicando sobre el personaje hasta su muerte en 1961 con una nueva editorial, Cassells. Entre las dos editoriales publicaron un total de 38 libros de relatos de Billy Bunter. Por otra parte, Amalgamated Press  en 1940 ya había convertido a Billy Bunter en  personaje de cómic en la revista Knockout de la mano del dibujante C.H Chapman, ilustrador de los últimos relatos de Greyfriars en The Magnet.   

Durante los años 40 y 50, los libros de Billy Bunter y el personaje en particular continuaron siendo muy populares atrayendo a nuevas generaciones de lectores, hijos o nietos de los primeros que disfrutaron de las aventuras de Greyfriars. A ello hay que unir el hecho de que los cómics de Billy Bunter (en los que Hamilton no tenía nada que ver) fueron de los más populares y vendidos de Inglaterra: hasta 1958, Frank Minnit, que sustituyó a Chapman, fue guionista y dibujante de los cómics de Billy Bunter aumentando la comicidad del personaje hasta el humor absurdo y el gag hilarante así como caricaturizando al máximo la imagen gráfica del personaje, que en Chapman y otros ilustradores anteriores de la época de AP tenía una apariencia más tendente al realismo. Posteriormente, el gran Reg Parlett tomó las riendas de Bunter como personaje de cómic y se popularizó aún más en dicho medio, traspasando fronteras internacionales, algo que el Billy Bunter literario nunca había conseguido. Y Hamilton, por su parte, además de los libros de Billy Bunter continuó con nuevas historias en libro de tapa dura sobre St. Jim´s, Cliffhouse, Bessie Bunter y Roookwood además de las de nuevos personajes como Jack Free (Frank Richards, 1949). Varias historias antiguas de la época de AP fueron publicadas en libros de recopilaciones durante las décadas de los 50, 60 y 70, ya después de la muerte de Hamilton en 1961. 


Billy Bunter for ever

La popularidad de Billy Bunter era tan enorme que en 1952 la BBC decidió hacer una serie de televisión sobre el personaje, con el propio Charles Hamilton como guionista. Al igual que en los cómics, Billy era el protagonista absoluto y el resto de personajes meros comparsas (desaparecía la mayor parte del popular alumnado de Greyfriars). Se llegaron a hacer siete temporadas entre 1952 y 1961 con el cómico Gerald Campion interpretando a Billy. Los cuarenta episodios que se realizaron se emitían en directo ya que aún no existía la grabación en video y tuvieron gran éxito. Además, Campion, que ya tenía 30 años cuando encarnó por primera vez al preadolescente Bunter, interpretó al personaje en seis espectáculos teatrales navideños entre 1958 y 1963.  Precisamente, fue en fechas navideñas cuando falleció Charles Hamilton, el 24 de diciembre de 1961 en su residencia de Rose Lawn en Kent. Dejaba tras de sí una vastísima obra, incluyendo algunas novelas sobre Billy Bunter que se publicaron póstumamente. Tras su muerte, los libros sobre Billy Bunter, Tom Merry o Rookwood continuaron reimprimiéndose y terminaron por convertirse en clásicos populares infantiles británicos, incluso hasta hoy día y pese a que la popularidad de Billy Bunter y el resto de las creaciones de Hamilton se haya visto menguada con el paso del tiempo. Desde el punto de vista literario, la crítica  hasta la II Guerra Mundial no prestó atención a las obras de Hamilton por ser considerada literatura de popular de consumo y publicarse en un soporte tan barato como las revistas infantiles, pero a partir de los años 50 muchos críticos trataron de valorar la obra de Hamilton como un buen ejemplo de literatura infantil-adolescente popular además de alabar el hecho de que constituyó un acicate para la creación de nuevos lectores dentro del Reino Unido. No obstante, hasta su muerte Hamilton continúo teniendo detractores, algo que el escritor detestaba ya que solía encajar bastante mal las críticas mientras que se mostraba bastante amable con seguidores y admiradores. George Orwell mencionó a Charles Hamilton en un ensayo titulado Boys´ Weeklies  (Semanarios para chicos) en el cual criticaba el estilo encorsetado y formalizado de los escritos de Hamilton que lo hacía según él fácilmente imitable por otros autores que firmaban bajo sus peseudónimos así como tachó a esas historias de snobs, repetitivas, conservadoras y sin ninguna capacidad de evolución desde los años 10 a los años 40. Hamilton – que por primera vez aunque fuese de manera negativa fue reconocido como autor- contestó a Orwell que su obra era simplemente acondicionada a su público.Por otro lado, varios autores y críticos literarios posteriores a la muerte de Charles Hamilton han alabado el hecho de que la obra del autor ayudó decisivamente a renovar la literatura infantil y juvenil en el Reino Unido. Numerosos ítems en la cultura popular británica de los últimos 50 años (reediciones de historias de Billy Bunter, apariciones de personajes en otras obras de otros autores, cómics) corroboran que el legado de Charles Hamilton sigue vivo


La obra de Charles Hamilton y sus personajes, con todo, son prácticamente desconocidos fuera del Reino Unido. En su día no se tradujeron oficialmente a ningún idioma y tras la muerte de Charles Hamilton tampoco cambió mucho la cosa. No obstante, gracias al cómic, Billy Bunter o su hermana Bessie son conocidos en otros países gracias de la mano de otros autores: en 1955 Billy Bunter por fin atravesó fronteras gracias a las traducciones al holandés de los cómics de Frank Minnit, publicándose como Billy Turf  hasta bastantes años después ya con la firma de Reg Parlett y gozando de gran éxito. El irreverente gordito a partir de los años 60 con Parlett como dibujante y guionista se publicará en países como Francia, Alemania, los países nórdicos o España, así como las historietas de Bessie Bunter. En España aparecía en las publicaciones infantiles de la mítica editorial Bruguera en las décadas 70 y 80 como Guillermito y su voraz apetito junto con otros cómics originales de Reg Parlett, ya que la editorial barcelonesa había firmado un acuerdo con la agencia británica IPC, que en aquel momento distribuía las historietas de Billy Bunter por todo el mundo. El Bully Bunter (Guillermito) que nosotros conocimos estaba ya en su versión más salvajemente humorística y slapstick pero sin perder sus señas de identidad (glotonería, caradura, egoísmo y ganas de conseguir pasta a cualquier precio). Ninguno de los alumnos más característicos de Greyfriars (traducido como La Pajarera) tenía un rol mínimamente importante, salvo el profesor Quelch, al que ya desde la época de Frank Minnit se había caricaturizado en exceso con respecto al carácter original creado por Hamilton. Los cómics de Bessie Bunter aparecieron en España como Fina, el terror del Remanso y no tuvieron tanta popularidad como los de Guillermito, que durante un tiempo fue uno de los cómics extranjeron publicados por Bruguera más populares. Sin embargo, jamás se ha traducido al castellano ninguna historia narrativa de Billy Bunter o de cualquier otra creación de Charles Hamilton. También decir que Herlock Sholmes también tuvo adaptación en cómic y además fue publicada en España también por Bruguera.

Mr. Charles Hamilton, un escritor que vivió para su oficio y que dejó un legado que en el Reino Unido ha resultado de enorme impacto popular. Es incalculable su contribución a al educación sentimental de muchos británicos y su influencia en cierto tipo de literatura infantil del siglo XX es innegable. Como todo escritor prolífico, Charles Hamilton no fue nunca un gran escritor, pero los ingleses e inglesas que leyeron sus relatos y libros y disfrutaron de las desventuras y ocurrencias de Billy Bunter, todo un símbolo británico, le estarán siempre agradecidos. God save Charles Hamilton.