viernes, mayo 18, 2012

Mis 50 discos que te cagas (y 50): RADIOHEAD – OK COMPUTER (1997)


 
 
¿El mejor LP de los 90? Posiblemente. ¿Sobrevalorado? Puede que se dijesen muchas tonterías sobre él (el mejor álbum Pop de la historia, la más sonada) pero el tiempo le está haciendo justicia: toda una obra maestra y un álbum de enorme influencia en el devenir del rock en los 2000.  Realmente, el tercer LP de Radiohead era un disco de los que ya no se hacían; musicalmente elaborado, bien estructurado y con ganas de sorprender al oyente en la totalidad de su conjunto, del corte 1 al 12. A su favor, argumentos musicales de primer orden con un pop rock experimental de elaborados desarrollos instrumentales más allá de clichés del rock alternativo de la época y un tono taciturno y melancólico ensayado en su anterior The Bends (1995) y también un oportuno componente crítico y en cierta medida social en sus letras en donde salía a la palestra el aislamiento del individuo en la sociedad de masas, las insuficiencias de la sociedad de la información o la distancia entre el ser humano y la vida política con la llegada de la globalización, todo contado mediante imágenes y parábolas urbanas y expresionistas en donde cabía desde la ciencia ficción hasta la perspectiva de la cultura pop. Puede que no lo pretendiese pero termino siendo una especie de biblia de una generación desencantada en busca de su sitio en una sociedad desestructurada, y en ese sentido OK Computer no solo con sus letras sino con su música impredecible, lánguida, disonante, exuberante y contemporáneamente barroca expresó magistralmente todo un sentir en los últimos compases del siglo XX. Y ya desde el punto de vista artístico, la cosa no pudo ser más espectacular.     

La discográfico Parlophone dio en esta ocasión total libertad al quinteto de Oxford para componer y grabar el nuevo LP en vista del buen resultado de The Bends y Radiohead produjeron ellos mismo el álbum con la ayuda de Nigel Godrich, quien fue responsable de gran parte del enorme sonido de OK Computer. El disco se grabó en parte en la mansión de St. Catherine´s Court en Bath, Somerset consiguiendo curiosos efectos de eco en canciones como Let Down (grabada en la sala de baile) o Exit Music (For a Film) (en las escaleras de la casa) y se utilizaron instrumentos que el grupo antes no había usado como el melotrón o el xilófono, además de emplear rudimentos electrónicos y gastar un montón de horas en llenar todas las pistas grabables con todo tipo de sonidos.  Y así salió toda una obra magna que comienza con la intensa Airbag, una especie de funk con reminiscencias experimentales y electrónicas que juega con cierto tono dance y que prepara el viaje por instantáneas musicales a cada cual más apabullante. Realmente, el elegir como primer single el segundo corte del disco Paranoid Android, fue una decisión sorprendente y arriesgada que se saldó con buen resultado y el gran público pudo degustar una inteligente excentricidad en forma de minisuite alternativa y regusto progresivo que camina entre lo acústico, el desmadre guitarrero y el virtuosismo vocal con los tenebrosos compases finales. Poco que ver con el que se barajó como primer sencillo (y finalmente ni siquiera llegó a editarse en single) Let Down un hermoso e intenso tema con un impresionante muro sonoro apoyando su eficaz tono de medio tiempo melodramático y emotivo. Parecido tono melódico – aún mas reforzado- tiene No Surprises, una oscura pero elegante caricia de pop electroacústico con una estupenda interpetación vocal de Thom Yorke.

Temas como Exit Music (For a Film) – compuesta para la BSO del filme de Buz Luhrmann Romeo+Juliet- aumentan el tono lúgubre del disco y demuestran lo fácil que era para Radiohead mezclar en una canción la balada acústica y los pasajes experimentales y electrónicos. Karma Police por su parte transita desde la viñeta expresionista electroacústica reforzada por una rítmica imponente (retumbante batería de Phil Selway) hasta un finale sorprendente, bizarro y grandioso  para dar paso después a un inteligente experimento a base de una voz parlante sintetizada y un fondo de samplers varios llamado Fitter Happier. Y bueno, temas como Climbing up the Walls con su aire patibulario y nocturno a base de un auténtico tsunami instrumental y orquestal y el escalofriante falsete de Yorke no hacen más que desear que el disco no se termine. Porque las armas de OK Computer son interminables: el intimismo sobresaturado en forma de relato fantástico de Lucky, el bello timón casi ambiental y relajado que deviene en experimentos electroguitarrísticos de The Tourist , el viaje neo psicodélico de Subterranean Homesick Alien y su historia sobre una poética abducción extraterrestre, y el tempo rápido para un tema excéntrico e imprevisible como  Electioneering completan un álbum bello con tal enormidad de matices musicales que tratar de describirlos lo más detalladamente posible sería un trabajo muy arduo. Thom Yorke demostró ser un extraordinario letrista y un cantante enormemente innovador, Johnny Greenwood un guitarrista revolucionario y fuera de serie, y el resto del grupo unos músicos espectaculares. Como también son espectaculares los logros de Ok Computer: casi cinco millones de copias vendidas en todo el mundo hasta el momento y una casi total unanimidad en al crítica que suele aupar este disco en los primeros puestos de las listas de los mejores álbumes de la historia. Enormemente influyente en bandas de los 2000 como Coldplay, Travis, Muse o Keane y totalmente condicionante del pop rock alternativo y no tan alternativo de esa década, OK Computer posiblemente con el paso del tiempo será un disco aún mas valorado. Radioehad, por su parte, no se durmieron en los laureles y con su siguiente trabajo Kid A (2000) se reconvirtieron ya plenamente en una banda de rock electrónico demostrando que su obra maestra no les había hecho estancarse creativamente sino todo lo contrario, y hasta hoy en día siguen siendo uno de los más grandes grupos del mundo. Pero OK Computer siempre será su obra con mayúsculas.          


FICHA TÉCNICA

Géneros: Pop Rock Alternativo, Rock Experimental, Rock Electrónico
Publicación: mayo 1997
Sello original: Parlophone
Producción: Radiohead y Nigel Godrich
Duración: 43:27
Músicos:
Thom Yorke: voz,  guitarra, piano, programaciones
Johnny Greenwood: guitarra, teclados, piano, órgano, xilófono, arreglos de cuerda
Colin Greenwood: bajo, sintetizador de bajo, percusión
Ed O´Brien: guitarra, efectos electrónicos, percusión, coros
Phil Selway: batería, percusión
Nick Ingman: director de orquesta

Track listing

1- Airbag
2- Paranoid Android
3- Subterranean Homesick Alien
4- Exit Music (For a Film)
5- Let Down
6- Karma Police
7- Fitter Happier
8- Electioneering
9- Climbing Up the Walls
10- No Surprises
11- Lucky
12- The Tourist

miércoles, mayo 16, 2012

El Aparatito Lumiere SOMBRAS TENEBROSAS (DARK SHADOWS)


  
**

A estas alturas, no es nada nuevo que Tim Burton vuelva a defraudar, visto el alarmante descenso en la calidad de los últimos filmes dirigidos por el director californiano (Sweeney Todd (2007) , digna pero aburrida e impersonal y Alicia en el País de las Maravillas (2010), decepcionante pastiche de Lewis Carol en plan aventura palomitera),  pero lo peor de todo es que da la impresión que se está agarrando a clichés comerciales y su sempiterna colaboración con su muso Johnny Depp con el fin de al menos no perder taquilla y dar el pego de que sigue siendo un director friky y visualmente muy característico. Puede que estas dos últimas cosas lo siga siendo pero ya nada es como en los tiempos de Bitelchus, Eduardo Manostijeras, Ed Wood, Mars Attacks o incluso los Batman protagonizados por Michael Keaton. Empeñado en seguir adaptando historias no originales desde hace ya más de diez años, el nuevo filme de Burton, Dark Shadows, no ayudará a recuperar su credibilidad: esta artísticamente esforzada adaptación de una serie de TV de culto en EEUU emitida en formato diario entre 1967 y 1971 peca de irregular y lastrada por un flojo guión que – según parece, al igual que la serie en la que esta basada- transita sin convicción entre el humor negro, lo fantástico en su vertiente gótica, el drama y la aventura. Por si fuera poco, no ayuda mucho un Johnny Depp atado a sus habituales tics interpretativos cuando trata de dar vida a un personaje excéntrico o inquietante. En esta ocasión, Depp encarna a Barnabas Collins, un aristócrata norteamericano de finales del siglo XVIII que regresa desde la tumba en 1972 convertido en un vampiro por el hechizo de una bruja. Con maquillaje y caracterización casi carnavalescos, Depp se  esfuerza por dar credibilidad a un personaje a priori francamente interesante pero que no termina de funcionar en ningún momento y no será por el empeño de Depp, aunque a veces parece tan perdido como su propio personaje, desconcertado por el paso de una época a otra.

El tono de la historia tampoco parce claro: si bien el motor del relato es el encuentro de Collins con sus descendientes -una familia disfuncional y extravagante que habita ahora en la lujosa y tétrica mansión que una vez le perteneció, y los intentos de este por ayudar a reflotar los otrora gloriosos negocios de la familia frente a la eterna rival de los Collins, la inmortal bruja Angelique Bouchard- la paralela historia gótica de Barnabas y  su amor maldito que le convirtió en vampiro se inserta fatal en el desarrollo de la película pese que al comienzo de la misma regale unos momentos bastante logrados, y  además el tono de culebrón familiar (heredado de su fuente televisiva) no aporta prácticamente nada . Ni tan siquiera la expresionista y claramente burtoniana recreación de la imaginería tétrica deciochesca en varios momentos resulta totalmente convincente y si bastante repetitiva con respecto a otras películas del director. El reparto, eso sí, funciona bien aunque varios de los personajes no estén presentados adecuadamente: Michelle Pfeiffer, como la ambiciosa matriarca de los Collins del siglo XX esta irregular, Helena Bonham Carter como la psiquiatra borracha de los Collins esta tan cansina como siempre, y si hay que destacar a alguien esas serían Eva Green como la bella bruja reconvertida a empresaria Angelique y Bella Heathcote como Victoria, la joven nueva institutriz de los Collins, una chica con un inquietante secreto.    

Pese a que hay buenos momentos de cierta épica y diálogos divertidos e ingeniosos cuando la película trata de asentarse tímidamente en la comedia inteligente todo se echa a perder con unos instantes finales en los que el cine espectáculo trata de reivindicarse de la forma más simplona y recurriendo a un excesivo display de efectos especiales. Una pena por que un final más elaborado podía haber dignificado una película que durante buena parte resulta hasta interesante y entretenida. Un error el retratar unos comienzos de los 70 sumamente idealizados, algo que otorga momentos vistos mil veces y poco oportunos (la presencia del cantante Alice Cooper interpretándose a si mismo hace 40 años esta metida con calzador) Tim Burton ya no tiene capacidad de sorprender y esto, tratándose del que no hace mucho tiempo fuese uno de los directores norteamericanos mas originales y creativos, es una mala noticia. 

domingo, mayo 13, 2012

SCOTT WALKER, LA VOZ DE UNA EMINENCIA GRIS



El norteamericano nacionalizado británico Noel Scott Engel (1943), más conocido como Scott Walker, es uno de los músicos y cantantes de carrera más insólita en el mundo del pop rock. Objeto de culto y admirado por multitud de aficionados - entre los que se encuentran grandes artistas y músicos- a lo largo del tiempo, su obra mas admirada es aquella que produjo a finales de los 60 y principios de los 70 y que incluso gozó de cierto éxito comercial, pero el alejamiento posterior del público y la incomprensión de ciertos sectores por su no siempre cómodo cancionero de cantante a la europea (cantó en inglés una parte del a veces polémico repertorio de Jacques Brel) y su actitud de atribulado chansoner, le hicieron renunciar a una carrera artística arriesgada y sublime justo en su mejor momento. Así, el que consiguió enorme fama a finales de los 60 como líder del trio pop Walker Brothers y que protagonizó un increíble cambio de teen idol a cantautor casi maldito, desaprovechó su enorme talento en gran parte de los 70 en busca de la aprobación comercial hasta que a finales de la década comenzó a cultivar la canción casi experimental logrando aumentar la curiosidad de las nuevas generaciones. Pero con una producción muy reducida desde principios de los 80, Scott Walker terminó cayendo en el olvido y el injusto desprecio de la industria musical, aunque hoy sigue siendo venerado como un genio incomprendido y un influyente renovador de la interpretación vocal en el rock. Su estilo canoro (imponente voz de barítono) y su curiosa y singular obra discográfica (especialmente sus cuatro primeros LPs en solitario) han sido admirados y alabados por gente como David Bowie (una influencia decisiva la de scott en Bowie), Julian Cope, Morrissey, Jarvis Crocker, Radiohead, Marc Almond, Sting y otros, Cantautor, crooner, chansioner, cantante country, músico experimental, cantante melódico comercial…muchas facetas, muchas etapas, muchas caretas y mucha inseguridad y errores en una carrera extraña y fluctuante pero que dibuja el retrato de un artista que supo tratar de adelantarse a su tiempo aunque lo pagase con el desprecio y el ninguneo y que dejó álbumes y canciones de enorme valía. Una carrera y su legado correspondiente que repasaremos aquí tratando de hacerle justicia.


Los comienzos y The Walker Brothers (1958-1968): pop melódico y fans 

 The Walker Brothers, con Scott en el centro
La trayectoria musical de Scott Waker se desarrolló principalmente en el Reino Unido a pesar de su origen norteamericano. Noel Scott Engel nació en 9 de enero de 1943 en Hamilton, Ohio. No se sabe mucho de su infancia y adolescencia. Con 15 años fue descubierto por Eddie Fisher,  megaestrella de la canción ligera americana que le invita a cantar en su show televisivo y sus actuaciones consiguen cierta repercusión ya que el adolescente Scott Engel era un muchacho atractivo y pronto se ganó la admiración de las jovencitas. No obstante, a partir de 1959, Scott, que le encantaba tocar el bajo eléctrico y el rock and roll, decidió convertirse en bajista de sesión y así se ganó la vida durante algunos años. En 1963 se enrrola en el grupo instrumental The Routers y conoce a John Maus, alias John Walker (1943) con el que realiza una gira utilizando el nombre del grupo The Surfaris (y sin que ningún miembro de ese grupo tomase parte en ella) y ya a principios de 1964 John y Scott forman The Walker Brothers junto con el baterista Al Schneider, posteriormente sustituido por Gary Leeds (1942). Tanto Scott como Gary cambiaron de nombre artístico y se pusieron el apellido Walker, para dar la falsa idea de que eran hermanos de John. El primer single del grupo fue Pretty Girls Everywhere una composición de pop melódico de John Maus que tuvo cierta repercusión en el circuito californiano. La joven banda comienza a hacer actuaciones televisivas y la buena pinta de los tres muchachos hace que las quinceañeras se pirren por ellos, en especial por Scott. En aquellos primeros compases vitales del grupo, John Maus-Walker era el cantante principal.  Un segundo single, Love Her, una versión de los Everly Borthers, será el primer tema de los Walker con la voz solista de Scott. Poco después, Gary Leeds, que había estado tocando con el cantante P.J Proby en una gira en Inglaterra animó a sus compañeros a establecerse en Londres en donde, según él, el estilo musical del grupo en aquel entonces- beat pop, rock and roll y R&B- sería mejor acogido que en EEUU. A principios de 1965 The Walker Brothers ya están en Londres y firman un contrato con Philips. Love Her se edita en RU y llega al top 20 y poco después lanzan también en formato sencillo su primer hit, Make it Easy on Yourself, un tema de Burt Bacharach producido por Johnny Franz al estilo Wall of Sound de Phil Spector (y en concreto muy a lo Righteus Brothers) que domina las listas a ambos lados del atlántico llegando al número 1 en el Reino Unido. El grupo estaba encontrando su estilo en el pop melódico, el Blue Eyed Soul y la balada tradicional, algo a lo que se prestaba excepcionalmente la hermosa voz de Scott Walker.  A partir de ese momento los éxitos se suceden: My Ship is Coming in, nº 3 en UK en 1965, y sobre todo The Sun Ain´t Gonna Shine Anymore (1966), un tema originalmente cantado por Frank Valli que da al grupo su segundo número 1 británico.

The Walker Brothers, con más éxito en Gran Bretaña que en su propio país, EEUU, se convierten en uno de los grupos más exitosos en Inglaterra con multitud de fans femeninas enfervorecidas atraídas por aquellos tres guaperas que se habían convertido en todos unos ídolos adolescentes, en especial Scott Engel. Scott pronto comienza a dar señales de hastío a pesar de que el grupo encadenaría algunos éxitos más en el periodo 1966-1967. Estaba harto de que las mocitas le acosases día sí y día también mandándole cartas, esperándole para firmar autógrafos en las puertas de los hoteles y merodeando su domicilio privado. Se puede decir que en aquel periodo, The Walker Brothers era el segundo grupo tras los Beatles con mayor número de fans en el Reino Unido. El grupo además tuvo varios problemas en cuanto a permisos de trabajo y estuvo un periodo inactivo en 1967. Scott cada vez iba asumiendo un papel musical mayor en cuanto a los arreglos, pero las tensiones entre los tres componentes del grupo eran evidentes y para colmo a finales de aquel año su estilo musical comienza a verse anticuado y moñas por el triunfo de la psicodelia. Scott a finales de sufre una depresión (que al parecer le llevó a intentos de suicidio) y decide recluirse durante un tiempo en un monasterio en la isla de Wight, que fue literalmente sitiado por sus fans. Tras unas giras por el RU y Japón, The Walker Brothers se separan definitivamente a principios de 1968. En esta primera etapa de los Walker (mas tarde volverían), se publicaron tres álbumes entre 1965 y 1967, siendo el mejor Images (1967). El trío solía combinar mayoría de versiones y standars con algo de material propio, pero las canciones escritas por Scott aún no estaban pulidas.        
          

Lanzamiento en solitario (1967-1969): la sobra anglosajona de Jacques Brel

En sus últimos meses con los Walker Brothers, Scott comenzó a considerar lanzarse en solitario, una vez el destino del trío estaba sentenciado. A mediados de 1967, aún convaleciente de depresión, una joven con la que estaba saliendo le puso en su apartamento un disco de Jacques Brel (1929-1978), el cantautor belga en lengua francesa que era una celebridad en Europa continental e incluso en EEUU con sus canciones de contenido muchas veces social y existencialista pero siempre dentro de la tradición de la chanson francesa. En el Reino Unido Brel no había terminado de cuajar aún y Scott se quedó maravillado ante esas canciones interpretadas con una fogosa pasión y visceralidad y ante aquellas letras que su novia le traducía. A mediados de 1967, poco después de la publicación de Images de los Walker e intentando reconducir su situación anímica personal, Scott Walker graba su primer disco en solitario, compuesto por doce temas en su mayor parte versiones pero con dos composiciones propias entre los doce temas. El disco se publicó en septiembre de 1967 con el nombre de Scott (1967) (firmado eso sí como Scott Walker, como los tres siguientes) y entre las diez versiones incluía tres temas de Jacques Brel traducidos al inglés por Mort Shurman, el hombre que había aupado a Brel en el mercado norteamericano: Mathilde, My Death y Amsterdam. Además, incluía temas de Tim Hardin o Alfred Newman en un disco cuyo acompañamiento musical era exclusivamente orquestal, al regusto de la canción melódica europea. El tono adulto y afectado de Scott, reforzado por los temas de letras oscuras, naturalistas y amargas de los temas Brel contrastaba con la intrascendencia romántica de la obra de los Walker Brothers en lo que parecía un enorme cambio de registro en las temáticas líricas y en la música de Scott Walker, aunque formalmente el tono orquestal y barroco de aquel antiguo grupo aún prevalecía ya que entre otras cosas el productor seguía siendo Johnny Franz. Pese al cambio de registro, llegó al número 3 en las lisitas británicas de álbumes ya que Scott aún conservaba á sus fans de la época de los Walker. Pese a esa aparente inercia, la crítica y parte del público en general se quedaron maravillados por el álbum -una auténtica joya- que rompía muchos clichés dentro de la música popular anglosajona y que además ayudó a hacer de Jacques Brel un músico aún más conocido dentro del mundo anglohablante: de hecho, mucha gente de habla inglesa llegó a conocer al chansoner belga a través de las estupendas versiones que Scott realizó en este y en álbumes siguientes.   

Jacques Brel y Scott Walker; maestro y discípulo

A principios de 1968, ya con los Walker Brothers definitivamente disueltos, Scott comenzó a producir trabajos para otros artistas,  entre ellos su antiguo compañero en el grupo John Maus. Scott se da cuenta del enorme potencial de la canción de autor y de los temas con mensaje (“no creo en las canciones de amor, al menos no en los viejos clichés; quiero hacer canciones sobre temas más importantes”, declararía) y decide explorar la música europea y sus raíces estudiando además música clásica y contemporánea. A principios del 68 regresó al monasterio de Wight donde estudió canto gregoriano. El segundo LP del artista, Scott 2 (1968) marcaría su imagen idiosincrásica a finales de los 60: un trovador atribulado y oscuro con gafas de sol y bufanda negra, pero aún con cierta imagen de sex symbol, interpretando un repertorio de baladas tradicionales (como algunas piezas de Mancini), temas de folk contestaratio (Tim Hardin fue uno de sus artistas más versioneados), composiciones propias de tono oscuro y filosófico influenciadas por la obra de Jacques Brel, y por supuesto, las consabidas versiones del maestro belga. Walker se había fabricado como un crooner atípico y pese a que Scott 2  llegó al número 1 en Gran Bretaña (su único álbum en solitario que llegó a lo más alto), parte del público y la crítica comienzan a dar muestras de incomprensión hacia su propuesta, a veces demasiado extraña para la  mentalidad comercial anglosajona. Tanto las tres versiones escogidas de Brel como los cuatro temas compuestos por el propio Scott Engel hablaban de prostitución, inmoralidad, perversiones sexuales, droga, muerte, decadencia moral y la vida en los barrios bajos, lo que escandalizó a las mentes más puritanas; Jackie, primer single del álbum y versión de Brel, un tema sobre prostitución, droga y pederastia fue prohibido por la BBC comenzando así el estigma de malditismo  que acompañará a Scott Walker durante el resto de su carrera. Si bien Scott aún estaba con este segundo LP en la cresta de la ola, su carácter cada vez más huraño y su tendencia a la depresión le estaban alejando de la cada vez más mastodóntica industria de la música pop y del mainstream mediático, y contratiempos como el de la censura de Jackie no hicieron otra cosa que aislarle aún más de la vida pública y de la promoción de sus discos. Musicalmente, con Scott 2, Walker no aportó excesiva novedad ya que perduraban los pomposos pero efectivos arreglos de Wally Scott y Reg Guest y el tono orquestal y adulto de su anterior disco.


 La repercusión comercial de los discos de Scott empieza a decaer, aunque no su calidad. Scott 3 (1969), disco en su mayor parte conformado por temas originales escritos por Scott Walker, vendió bastante menos que sus antecesores, aunque era un LP de gran calidad. En esta ocasión, aún contando con las orquestaciones de rigor, el tono es más experimental y cercano a los recién nacidos por aquellos años rock progresivo y rock sinfónico. Scott trataba de ser un cantautor diferente a la corriente norteamericana de aquellos años, donde empezaban a triunfar gente como James Taylor o Neil Young o incluso a la británica, ya encabezada por Cat Stevens. Un tono épico y grandilocuente a lo Las Vegas pero con un poso un tanto experimental combinado con momentos acústicos no terminó de convencer al público, que veía a Scott Walker como un obseso de temáticas difusas, oscuras y deprimentes y ya con cada vez menos concesiones comerciales. 30 Century Man, Rosemary o Winter Night  son algunas de las composiciones propias más memorables del disco, que incluía además tres nuevas versiones de Jacques Brel. En aquel 1969, Scott Walker llegó a tener un programa de TV propio en la BBC, Scott, en donde interpretaba versiones de temas clásicos y starndars, además de sus temas propios y versiones de Brel y se llegó a publicar un álbum con los temas interpretados en ese programa, todos ellos versiones de otros artistas inéditas con respecto a otros de sus LPs.  Con su quinto LP Scott 4 (1969) (firmado como Noel Scott Engel) llega el gran batacazo comercial: no llega a entrar en las listas británicas y el álbum es pronto descatalogado. El álbum, que por primera vez estaba compuesto en su totalidad por temas escritos por Scott, volvía a ser no obstante un LP de bandera con temas que se acercaban más a la sensibilidad pop rock desde la óptica de la canción de autor más sesuda -herencia de Brel y de otros discípulos anglosajones del belga como Leonard Cohen, cuya propuesta musical recién inaugurada se asemejaba en algunos aspectos a la de Walker- pero la indiferencia con la que fue acogido por crítica y público hundió definitivamente desde el punto de vista anímico al norteamericano afincado en el Reino Unido. Era cierto que Scott no tenía en cuenta las reacciones y los gustos del público del momento a la hora de escoger versiones y esa autoindulgencia (según confesión propia) terminó apartándole del gran público y del éxito.   



El crooner venido a menos (1970-1974): los años perdidos

Empieza entonces un periodo de crisis artística para Scott Walker durante el periodo 1970-74, en el cual trató de reconciliarse con el público reconvirtiéndose de mala manera en un crooner al uso con una serie de discos en su mayor parte formados por versiones eclécticas de gente como Paul Anka, Bill Withers, Caetano Veloso, Randy Newman o Jimmy Webb, ya bien en clave Easy Listening o melódica o bien Country con piezas de autores como Billy Joe Shaver. Un crooner más en salas de fiesta y auditorios con solo un disco que contenía temas propios (´Till the Band Comes In, 1970) y una credibilidad cercenada que discos de enfoque totalmente comercial como The Moviegoer (1972) con versiones de canciones de películas, no ayudaban a recuperar. Este periodo “alimenticio” de Scott Walker paradójicamente no fue muy lucrativo y solo sirvió para encasillar al músico y vocalista en el rol de rutinario cantante de adult contemporary  y country pop comercial tras cinco olvidables LPs. Pero, ojo, en esos primeros 70 muchos músicos y artistas comienzan a redescubrir y reivindicar los cuatro primeros trabajos de Scott, así, un David Bowie pre Ziggy Stardust  muestra en alguno de sus primeros LPs como Space Oddity (1969) o Hunky Dory (1971) una tendencia en varios temas a la canción de autor desde un prisma melodramático, poético y afectado que recordaba bastante al Scott Walker de los Scott. Aún sin confesarlo, Bowie, una de las más grandes estrellas musicales británicas de los 70, tenía en Scott Walker una de sus más notables influencias musicales especialmente en sus temas lentos y en ciertos aspectos vocales, además de incluir en su repertorio en directo dos de sus versiones de Jacques Brel: Amsterdam (que grabó como cara b de single) y My Death (que rebautizada como My Death Waits There se incluye en el mítico directo semi pirata Live in Santa Monica 72). Leonard Cohen, también siguiendo la pista de Brel, en ciertos aspectos mostrará en aquellos años influencias de Scott Walker.  En los 70 los primeros discos de Scott eran un objeto de culto para muchos pero ya poco o nada estimulaba el Scott Walker de aquellos años.


El regreso de los Walker Brothers (1975-1978): del infierno al purgatorio

En 1975 a un desesperado Scott Walker se le ocurre la jugada: resucitar a los Walker Brothers y en octubre de aquel año Scott, John Maus y Gary Leeds publican No Regrets un álbum de pop rock adulto y country que obtiene mayor repercusión y mejores críticas que los anteriores LPs de Scott Walker y un single top 10, la canción que da título al LP, una versión de Tom Rush. El álbum era de nuevo una colección de versiones y de temas ajenos en donde Maus y Leeds apenas tienen protagonismo, pero al menos sirvió para adecentar la imagen de Scott. El álbum en si, sin embargo, no vendió mucho ni tampoco el siguiente de la nueva etapa de los Walker, Lines (1976) de similar factura. Pero el tercer y definitivamente último LP del trío Nite Flights (1978) sorprendió especialmente al público más joven (aquel que estaba surgiendo con la New Wave, el Punk y el Tecno) por su atrevimiento vanguardista a años luz de los dos LPs anteriores del grupo. Cada uno de los tres miembros compuso y grabó por separado una serie de canciones; Scott- que no publicaba temas propios desde 1970-  registró cuatro de regusto art rock y experimental sintetizadores incluidos que demostraron que el compositor e intérprete había recuperado inesperadamente aquella capacidad de sorprender que poseía a finales de los 60 y que parecía haber perdido. The Electrician y Nite Flights son los temas más memorables de Scott en este LP, en donde demuestra cierta influencia retroalimentativa de su “discípulo” David Bowie y especialmente de su etapa berlinesa, en la que estaba imbuido aquellos años, además de en los últimos trabajos de gente como Lou Reed o Peter Gabriel La crítica y el público pese a todo no recibieron bien aquel “extraño” LP y Scott vuelve a colgarse la vitola de maldito y, como se verá después, de adelantado a su tiempo. Los Walker Brothers se separan definitivamente a finales de 1978.    


Retirada y regreso (1979- ): El glorioso legado de un maldito

Scott Walker decide retirarse indefinidamente tras la disolución de su grupo y de nuevo autorrecluido y sin dar señales de vida no volverá a publicar- de nuevo en solitario- hasta 1984. Pero en los primeros 80 se produce un fenómeno insólito: Nite Flights produjo un proceso de revalorización de su figura que hará que nuevos y triunfantes artistas como Mac Almond de Soft Cell, Julian Cope de The Teardrop Explodes o Mark Knopfler de Dire Straits se interesen obsesivamente por su obra consiguiendo que el público más inquieto descubra tardíamente sus primeros discos en solitario, al tiempo que el influyente David Bowie pone en manifiesto su devoción a Scott. La generación postpunk, new wave y neo romántica comienza entonces a rendir culto a Scott Walker y se editan una triada de recopilaciones suyas entre 1981 y 1983 apadrinadas por el inquieto Julian Cope. Walker, tras la quiebra de su último sello GTO, no tenía ningún contrato discográfico, pero gracias a la campaña de sus fans consigue firmar en 1983 un contrato con Virgin y  en 1984 publica Climate of Hunter. En dicho LP, en donde Walker compuso todos los temas, colaboran Mark Knopfler, Mark Isham, Billy Ocean o Evan Parker, y es art rock con poso ochentista sin ningún momento memorable y no muy buenas críticas. Scott Walker vuele a dejar a un lado su carrera discográfica a finales de los ochenta y principios de los 90. En ese periodo, su figura es ya de un culto creciente y se le empieza a considerar como un genio incomprendido en la historia del rock. 

Tras colaborar con Goran Bregovic en una canción de la banda sonora del filme Toxic Affair (1993) en 1995 publica un nuevo LP Tilt, un disco experimental, expresionista y también barroco que gusta a la crítica y que pone de manifiesto la genialidad de un músico de más de 50 años que era capaz de hacer música rompedora y plenamente contemporánea. Además, demostró lo que ya se sabía pero algunos se empeñaban en no reconocer: que Scott Walker era un músico de enorme talento pese a que poquísimas veces pudo sacarlo a la luz a lo largo de su (bastante echada a perder) carrera. Un genio despreciado y auto infravalorado que en su madurez mostraba los destellos de su grandeza. Hasta finales de los 90, Scott colaborará en temas de bandas sonoras e incluso compondrá una completa, Pola X (1999). En 2000 compuso dos canciones para Ute Lemper y 2001 produjo el LP de Pulp-admiradores confesos de Walker - We Love Life. Dos años más tarde la revista Q le otorga un premio especial por su contribución a la música. Por entonces, Scott Walker es más que un músico de culto admirado por artistas más jóvenes como los propios Pulp, Damon Albarn, Morrissey, Divine Comedy o Radiohead, que además hablan orgullosos de la influencia del americano-británico en sus músicas: el carácter melodramático, turbio, barroco y clasicista de su obra se puede rastrear en la producción de los grupos antes citados y directa o indirectamente en otros como Coldplay, Pet Shop Boys, Muse o Snow Patrol. Hay que decir que muchas veces ha sido la influencia de David Bowie el nexo de transmisión entre Scott y bastantes grupos de los 80, 90 y 2000. Y en 2006 vuelve a sorprender con otra joya, The Drift , un LP oscuro e inquietante pero hermoso que marca el inicio de una nueva etapa discográfica con el sello independiente 4AD. Ese mismo año se estrena el documental Scott Walker: 30 Century Man  dirigido por Stephen Kijak y producido por David Bowie en el que intervienen a parte de Bowie admiradores como Sting, Gavin Friday o Radiohead.  En los últimos años, Scott Walker ha compuesto música para obras teatrales y alguna pieza instrumental y en 2012-2013 se espera un nuevo álbum. El casi septuagenario genio gris, pese a todo, sigue en activo, vivito y coleando disfrutando de una digna madurez creativa y disfrutando de la reivindicación externa de una pasada juventud artística gloriosa pero menospreciada.   


 Scott Walker es el típico caso de artista subestimado y limitado por la estrechez de miras de la industria del entretenimiento y por sus propias inseguridades y baja autoestima. La leyenda del bello romántico depresivo del pop, del trovador desgarrado que quería convertirse en el Jacques Brel anglosajón y en el cantor de las miserias de la condición humana pero que tuvo que conformarse durante un tiempo con ser un simple baladista a la medida del público y que se redimió explorando nuevas vías musicales es un relato extraño y tortuoso, no se sabe si con un final feliz o no. Una de las voces más imponentes del rock de todos los tiempos,  ya a nadie se le escapa la enorme influencia de Scott Walker en multitud de artistas posteriores y en el proceso de maduración del léxico del rock, en donde temas más bien poco reconfortantes como la desesperación y la muerte empezaron a tener cabida en la música pop. Pocos le conocían- y aún muchos siguen sin conocerle- pero los más entendidos trataron de transmitir su legado de genio oculto al público más amplio. Afortunadamente, ya no se puede decir que Scott Walker se encuentre en el olvido, pero siempre será uno de los artistas más malditos de la historia del rock, una eminencia gris a la que el tiempo, por fin, parece hacer justicia.