sábado, diciembre 22, 2012

SE ARMÓ EL BELEN





Belén o nacimiento, un must popular de la navidad presente en todas partes: hogares, edificios y locales institucionales, centros de trabajo, iglesias, sedes de organizaciones o empresas…en fechas navideñas cualquier lugar que tenga (y no necesariamente) cuatro paredes y un techo. Porque sin la representación plástica tridimensional del nacimiento de Jesucristo, no nos engañemos, la navidad no sería lo que es. Las diversas estatuillas y figuras que conforman ese popular conjunto figurativo (aunque de calidad artística variable) no solo son de sobra conocidas en la cultura cristiana, sino que se puede decir claramente que representan desde el punto de vista estético e iconográfico, la esencia de la navidad. En este artículo nos proponemos hacer un análisis divertido y desenfadado (aunque respetuoso en todo momento) del Belén o Nacimiento desde la perspectiva de la cultura pop, tratando de hacer un pequeño y modesto homenaje a este entrañable elemento que siempre esta presente en nuestra vida durante estas fechas de Navidad, se sea más o menos cristiano practicante o incluso creyente o no. Montemos el Belén.  



Según la RAE, “Nacimiento” en la acepción que tratamos es una “representación con figuras del nacimiento de de Jesucristo en el portal de Belén”. Al nacimiento (término más o menos oficial en castellano de esta representación) también se le conoce como belén -el término más popular en España- pesebre o portal, estas últimas denominaciones mayormente usadas en Hispanoamérica, lo mismo que nacimiento. Básicamente, todo belén que se precie debe tener obligatoriamente las figuras básicas protagonistas principales del nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén según los evangelios: el niño Jesús recién nacido en el pesebre de paja, San José y la Virgen María. Ese sería el conjunto mínimo para cualquier belén (si no, no sería tal cosa) , aunque la mayor parte de los que existen, claro está, tiene más figuras, personajes o accesorios hasta completar auténticos dioramas entre el modelismo y el conjunto escultórico y muchas veces con objetos y elementos complementarios como paisajes (en tres dimensiones o pintados en una lámina a modo de fondo), maquetas de casas o de ciudades palestinas enteras, reproducciones a escala de campos y árboles con hierba o musgo reales en ocasiones o incluso de ríos y pozos con agua real. Además de las tres figuras antes citadas, hay otras que pocas veces faltan en un belén por minimalista que sea, como son los entrañables buey y mula, dos animalillos que siempre se representan flanqueando a la sagrada familia dentro del portal del Belén, generalmente tumbados ya que se supone (erróneamente) que ambos se encontraban en la gruta de Belén donde Jesús nació aunque nada de eso dice en ninguno de los cuatro evangelios aunque si en los apócrifos. No obstante, pese a lo que digan ahora desde las más altas instancias vaticanas sobre la conveniencia de prescindir de ambos personajes para adecuar la tradicional y estandarizada culturalmente representación figurativa del nacimiento de Cristo a la realidad, nada parece que vaya a motivar al pueblo llano a eliminar a ambos cuadrúpedos de las representaciones belenísticas, ya que su casi ancestral presencia en los nacimientos es la típica nota entrañable que ponen los animales en cualquier representación plástica con pretensiones de resultar simpática y atractiva para los más pequeños, es decir, que tiene connotaciones casi Disney. Ya fuera del rango de los personajes o figuras totalmente imprescindibles se encuentran los pastores (en número variable), los tres Reyes Magos, campesinos adoradores o en su tarea, ángeles, etc.  Y como escenario principal (al margen de otros secundarios en belenes más elaborados) el Portal de Belén, aunque no se pueda decir que sea imprescindible debido a lo engorroso que supone muchas veces el guardarlo año tras años sobre todo cuando el belén es básico: las versiones pueden ser infinitas, además de la gruta minimal y rústica existe el cobertizo de posada, el portal (propiamente dicho) de un edificio modesto, la cuadra…en realidad todo lo que la imaginación pida ya que no hay acuerdo entre los evangelistas en cual fue el tipo de lugar exacto en donde nació Jesús. Y es que, el mundo de los belenes no es canónico en cuanto las representaciones incluso en lo tocante a vestimentas, paisajes u objetos existentes, la mayoría de las veces cometiendo incorrecciones históricas fruto de la influencia de la tradición ancestral cristiana en las representaciones iconográficas religiosas que siempre tienden a plasmar a los personajes de la época de Jesucristo con ropajes grecolatinos. A parte de esto, está la costumbre en algunos lugares de añadir deliberadamente en los belenes elementos folklóricos nacionales o regionales, aunque a veces el efecto que produce es más bien ridículo.



El mundo del belenismo (el arte de configurar y construir belenes) es la verdad enormemente rico, variado y complejo como para abarcarlo en  unas cuantas líneas. Toda una ciencia para sus cultivadores, que siempre tratan de dar al nacimiento distinción artística, el belenismo nos enseña que los tipos y categorías de belenes son sencillamente infinitos ya que son muchos los ítems que conforman las diferentes clases de belenes: según su calidad artística, según su adscripción o no a temas locales, según su montaje sea  más o menos elaborado, según su perspectiva, etc. Los  materiales de las figuras del belén (que castizamente en la península ibérica se denominan “figuritas”) pueden ser también muy variados: porcelana, yeso, barro, terracota, escayola, plástico, madera, metal…prácticamente cualquier material que pueda ser moldeado o trabajado. Ojo, que las figuras del belén no tiene por que ser artificiales ya que también existe el concepto de “Belén viviente”, entendido como una representación estática de la escena del nacimiento con personas reales haciendo de “figuritas”, una cosa que la mayor parte de las veces queda bastante patética cuando los trajes de los personajes están hechos con cuatro trapos.



Se atribuye a San Francisco de Asís la invención del belén en el siglo XIII, aunque desde los comienzos del cristianismo existieron representaciones pictóricas del nacimiento de Jesucristo con todos los elementos típicos: la sagrada familia, la mula, el buey, la estrella de Belén, los adoradores e incluso los Reyes Magos. La tradición dice que en la nochebuena de 1225 en Greccio (Italia), Francesco de Assisi tuvo la genial idea de conmemorar el nacimiento del Salvador oficiando una misa junto a un pesebre vacío (el lugar donde supuestamente había nacido Jesús) custodiado por un buey y una mula tal y como figuraba en los evangelios apócrifos y en diversos cuadros y representaciones del nacimientos que se venían haciendo desde la edad antigua; en otras palabras, pretendía representar las condiciones del nacimiento de Cristo aunque esto difícilmente pueda ser considerado como un belén, pero lo cierto es que  fueron los franciscanos los encargados a partir del siglo XIV de introducir el belén figurativo (hecho con figuras de madera o barro) en la liturgia de sus órdenes y en extenderlo por todas las iglesias primero de Italia y mas tarde del resto de Europa, siendo al principio una práctica que tan solo se daba en el ámbito eclesiástico que más tarde pasaría a la nobleza, a la aristocracia y finalmente el pueblo llano. Desde el siglo XVIII, época en la cual el belén se popularizó enormemente, el belenismo se instaura en todo el mundo con diferentes variantes y atribuciones pero con su esencia inmutable. España desde el siglo XVIII es uno de los países belenistas por excelencia junto a otros europeos como Italia, Francia, Alemania, Austria, Chequia o Polonia o casi toda Sudamérica.    






No cabe duda que en navidad los belenes son algo tan habitual y tradicional año tras año que se puede decir que forman parte de nuestras existencia, pero pocas veces nos hemos parado a pensar seriamente en todo su significado iconográfico. ¿Los conocemos realmente? ¿Qué es lo que tienen los belenes? ¿Qué es lo que suponen para la gente en general las diferentes figuras? ¿Resulta conveniente llamar Belén a un intento de representación parcial de dicha localidad palestina? (ya que con ese nombre esperaríamos encontrarnos con una maqueta a escala de todo Belén, pese a los intentos de hacer belenes que reproducen casi una aldea entera)  Es lo que trataremos de abordar a continuación repasando sus principales figuras, escenarios y elementos  





San José, la Virgen y el Niño



Como hemos dicho antes,son los elementos indispensables de los belenes y los que le dan razón de ser; de hecho su imagen es la esencia misma de la navidad (la Natividad) El Niño Jesús, siempre en el medio en su cuna-pesebre flanqueado por José y María. El que ambos personajes estén a la izquierda o la derecha del Niño es algo que resulta variable. El Niño puede estar dormido, despierto, acurrucado o incluso bendiciendo con la mano, una modalidad bastante extendida en los belenes españoles cuando se trata especialmente de un Jesús de rubios cabellos que el Niño no parece un recién nacido ni de palo.  




Con respecto a José y María, su plasmación suele ser variable: de pie, sentados, arrodillados, en posición orante. El báculo de José es casi consustancial a la figura. Pocas veces veremos a estas dos figuras vestidas a la usanza israelí del siglo I - aunque en los últimos tiempos esto está cambiando- ya que por ejemplo José suele ir con túnicas romanas.  Esta escenografía básica de la natividad (complementada por el Buey y la Mula que comentaremos a continuación) casi siempre va inserta en el Portal de Belén (sea cual sea su versión, como hemos visto antes) el cual en bastantes ocasiones esta coronado por la “Estrella de Belén”, el astro errante que según la tradición guió a los Magos de Oriente hasta Belén deteniéndose justo sobre la gruta (¿era en realidad el cometa Halley?) Hay que decir que la estrella como elemento belenístico hoy en día está un poco demodé   




El Buey y la Mula, especies en peligro de extinción




Se puede prescindir de ellos cuando la representación de la natividad trata de ser minimalista y no pasar absolutamente nada, pero eso ocasionaría el berrinche de los más pequeños.  Efectivamente, la importancia que han adquirido el toro castrado y el híbrido hembra entre caballo y asno (aunque siempre parece más esto último) en la representación belenística y en general en la iconografía navideña es sencillamente monumental. Estos bichos en el Nacimiento tienen su impronta simbólica conectada con la historia de Israel según la Biblia (Profeta Isaías), pero no han faltado quienes lo consideran el símbolo de la pobreza y humildad en el portal de Belén. Sea como fuere, por su carácter entrañable, por lo bien que quedan en el conjunto o simplemente por que nos da la gana, la mula y el buey, que aparecen desde las primeras representaciones pictóricas  paleocristianas de la natividad, no deben ser nunca eliminados del belén pese a las últimas recomendaciones pontificias. ¡Podíamos llegar!  




Los Reyes Magos (y sus camellos y pajes)



Los Magos de Oriente son tal vez las figuras no esenciales más recurridas en el belenismo. Los regaladores de oro, incienso y mirra hicieron su acto de aparición en la iconografía cristiana  desde el crepúsculo de la edad antigua, cuando se les empezó a representar en número de tres y bajo los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque nada se dice ni de su nombre ni de su número en el Evangelio: es más, ni siquiera fueron reyes, se les empezó a considerar así en la edad moderna en concordancia con la riqueza de sus regalos a Jesús, propios de monarcas o nobles. Se sabe también que los Magos no acudieron a Belén inmediatamente  después del nacimiento de Cristo sino después de varios días, pero el concepto tiempo en los belenes sencillamente no existe.     





Existen diferentes formas de representar a los tres Reyes Magos en un belén, la más extendida es a manera ecuestre sobre camellos dirigiéndose al portal situados a unos palmos de este (nótese que aquí aplicamos el concepto escala, lógicamente, cuando en realidad estaríamos hablando de metros o de kilómetros). En esta representación, los Magos muchas veces van acompañados de pajes (inherentes a su naturaleza real) que van andando tirando del camello produciéndose en un entorno tan poco propio para ello como es el navideño y cristiano la desagradable dualidad amo-criado. Otra representación común es los tres Reyes Magos de pie o arrodillados (sin camellos ni nada) adorando al Niño con sus tres regalos en mano. Hay que decir que muchas veces la cabalgadura de estos personajes no es el camélido sino el caballo (aunque en realidad el camello sea más bien un dromedario). Los magos de Oriente, con sus capas, coronas, tocados exóticos y demás aportan glamour al belén y por ello siempre son figuras bastante preciadas y “fan favourites” entre los belenistas     




Pastores y sus ovejas, que no falten




Los Pastores con sus pellizas de lana, sus bastones y sus ovejas son también unas figuras bastante habituales en los nacimientos. En los belenes hispánicos muchas veces se parecen por su indumentaria a los pastores de un pueblo de Castilla o Extremadura, pero siguen resultando igual de entrañables. Su número no es fijo en las representaciones belenísticas y muchas veces son el gremio con mayor representación en los belenes-diorama. Pueden aparecer adorando al Niño (la adoración de los pastores), en sus quehaceres pastoriles o reproduciendo en una esquina del nacimiento la aparición del ángel a los pastores, donde se les coloca alrededor de la hoguera adoptando manieristas aspavientos de asombro o terror dignos del peor alumno de la  escuela de arte dramático. Las ovejitas suelen ser figuras a parte, pero muchas veces el pastor o la pastora en cuestión los lleva en sus hombros (con lo fácil que sería llevarlos atados con una cuerda cual canes). También puede aparecer otro tipo de animales como vacas, gallinas, cerdos, asnos, en fin, toda una granja. 




Lavanderas




Seguimos con los oficios del pueblo llano en el Belén del año 0. Es curioso que cuando se trata de representar a personajes femeninos en los belenes, la lavandera sea el más estandarizado, por así decirlo, auque haya también pastoras, hilanderas, etc. La lavandera ha terminado por convertirse en un personaje imprescindible en todo belén que se precie, casi siempre representada arrodillada a la orilla del río ejerciendo así su labor. El personaje en sí ve aumentada su importancia cuando el río es de agua real y la figura se mueve mediante procedimientos mecánicos, convirtiéndose entonces en el centro de atención.   




Carpinteros, herreros y oficios diversos




En los belenes panorámicos podemos encontrar figuras que representan diversas ocupaciones por aquello de reproducir “fielmente” el día a día de Belén en el nacimiento de Cristo. Huelga decir que las estatuillas en cuestión están muy afanadas en sus oficios: el herrero martillando, el carpintero serrando, la campesina cavando, el leñador talando, el alfarero modelando. No suelen ser muy habituales estos personajes ya que son genuinos de los belenes panorámicos, artísticos, en diorama o mecánicos (es decir, los que salen más caros) y su función en los mismos es más o menos el equivalente a los extras de las superproducciones en el cine: hacer bulto y dar espectáculo visual. No nos engañemos, los belenes con movimiento existen principalmente para justificar la inclusión de estas figuras o viceversa, ya que son casi siempre las únicas dotadas de movimiento… aunque a decir verdad con esto consiguen robar protagonismo a la escena de la natividad.  




Soldados romanos y Herodes  (los malos malosos)





En toda representación con sustrato más o menos dramático no podían faltar los villanos. Es cierto que no es muy común en los nacimientos la presencia de los soldados romanos, pero tampoco son escasos los que los incluyen. A decir verdad no pintan nada en los belenes al aparecer casi siempre al margen de todo lo que se representa en ellos incluido el nacimiento, pero su presencia es requerida por la gente mayor por aquello de que da cierto tono peplum (muchos belenes historiados al final terminan siéndolo) que les recuerda a su infancia de matinés cinematográficas con cosas como Ben-Hur o Quo Vadis, donde los romanos eran los feroces enemigos de los cristianos. Lo de la exactitud histórica de las indumentarias de los soldados sería para hablar largo y tendido, pero no lo vamos a hacer. En algunos nacimientos también se llega a incluir la figura del Rey Herodes, el malo oficial de la navidad, en su palacio (ya cuando hablamos de belenes-mamotreto) u ordenando la matanza de los inocentes, que a veces también se escenifica. 




Ángeles




En épocas pasadas era muy común incluir a ángeles en el belén (en la visita a los pastores o coronando el portal de Belén), pero curiosamente esta figura tiende a disminuir en importancia al menos en los belenes españoles. Queda bien cuando la figura es para colocar de pie, pero el efecto super héroe que provoca cuando hay que colocarlo mediante alambres para que parezca que está volando es algo kirsch.   




Chozas y casas: modelismo para el belén




Los belenes más elaborados se suelen prodigar en todo tipo de maquetas: casas, talleres, chozas, castillos (el de Herodes, generalmente) en perspectiva. Aquí entra en juego el modalismo aplicado al belenismo y muchas veces se consiguen auténticas obras de arte. Esto es propio de los belenes de asociaciones, organizaciones, empresas, iglesias  o instituciones públicas; en belenes hogareños es más difícil hacer esto, pero hay quienes invierten horas y horas en esto con inmejorables resultados.




Ríos y pozos, cuando el agua fluye.


Es señal de distinción belenística el incluir agua real (en circuitos cerrados) ya que es un recurso que suele dejar con la boca abierta a la concurrencia cuando esta bien puesto, aunque últimamente esté ya muy visto. Los pozos son ya todo un clásico, si tienen agua dentro, mejor todavía y ya si el cubo sube y baja mecánicamente, ni te cuento. En los ríos otro tanto de obtención de categoría puede darse, si bien resulta más económico el socorrido papel albal (o cualquier material plástico) haciendo las veces de agua.   


lunes, diciembre 17, 2012

El Aparatito Lumiere EL HOBBIT: UN VIAJE INESPERADO ( THE HOBBIT: AN UNEXPECTED JOURNEY)



*** y 1/2

Peter Jackson vuelve con enorme acierto al mundo fantástico y pseudolegendario de JRR Tolkien tras el indudable exito artístico y comercial de su adaptación de la trilogía El Señor de los Anillos (2001-03), un trabajo cinematográfico de primer orden que recuperó el cine de evasión, fantasía y aventura con mayúsculas y cuyas tres entregas son ya todo un clásico. Era solo cuestión de tiempo que el hábil y superdotado realizador neozelandes plasmase en imágenes El Hobbit, la primera obra en donde aparecía el sugerente universo de la Tierra Media, y así ha sido, con la mayor parte del plantel creativo de la trilogia anterior -incluidas las guionistas Fran Walsh y Philippa Boyens, gran parte de su personal técnico y ese genio que es el músico Howard Shore- para ofrecer la espectacular primera entrega de una nueva serie de tres filmes que adaptaran El Hobbit ,una novela de un solo volumen - a diferencia de las adaptaciones anteriores- escrita en los años 30 y de la que los libros de ESDLA son una especie de secuela. Como resultado se puede decir que esta primera An Unespected Journey es un espectacular y brillante filme fantástico de aventuras aunque en un tono menor que ESDLA debido a una fuente literaria original mas simple e infantil que aquella (de hecho The Hobbit siempre ha sido considerado un libro infantil)

Este primer Hobbit cinematografico cuenta con todas las excelencias técnicas de las anteriores adaptaciones de Jackson del universo de Tolkieniano: sensacionales efectos digitales, hermosa fotografía pictórica producida por ordenador, bellos escenarios naturales (una vez mas Nueva Zelanda vuelve a ser la Tierra Media), espectaculares escenas de acción...y todo esto ademas corregido y aumentado gracias a un deslumbrante 3D y al hecho de estar rodada la película a 48 fotogramas por segundo consiguiendo un realismo en movimientos absoluto: toda una experiencia sensorial si se ve en su versión en relieve. Y como no podía ser de otra forma, la fidelidad al mundo y espíritu de Tolkien vuelve a ser absoluta, imbuyendo a está nueva serie además un carácter de precuela con respecto la trilogia anterior, con un tono mas oscuro y menos infantil que el de la fuente original que engarza con el de los otros filmes. Con mas violencia y referencias a personajes y acontecimientos de ESDLA, puede que estos cambios no sean del agrado de los fans de Tolkien mas tiquismiquis.

La historia se centra en el sencillo y epico relato de maduración del joven hobbit Bilbo Bolson (Martin Freeman), reclutado inicialmente contra su voluntad en la expedición de una compañía de trece enanos que desean recuperar la montaña que un día fue su próspero reino, Erebor, con la ayuda del mago Gandalf (Ian McKellen) y arrebatarsela a su nuevo dueño, el dragón Smaug. Una (inconclusa) historia que pese a su sencillez engancha y mantiene en vilo al espectador. Opción navideña muy recomendable, hará las delicias de espectadores exigentes pero que conservan alma de niño