lunes, enero 28, 2013

El Aparatito Lumiere LINCOLN




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Tras ver Lincoln, último filme de Steven Spielberg y de nuevo gran acierto del veterano realizador, se agradecen varias cosas: primero, que esta no haya sido una biografía al uso del mítico presidente de EEUU Abraham Lincoln describiéndonos su vida y andanzas desde su infancia hasta su muerte; segundo, que se haya apostado por un enfoque concreto en un momento y acontecimiento limitado en el tiempo (1863-1865) como fue el de las vicisitudes para la aprobación de la Decimotercera Enmienda de la constitución USA que puso las bases para la abolición de la esclavitud en los albores de la Guerra Civil americana con las consecuencias dramático-narrativas que eso implica; tercero, que la puesta en escena, con una ambientación, escenarios, atrezzo y vestuario cuidados hasta el más mínimo detalle (y siguiendo sin duda las enseñanzas del maestro Stanley Kubrick para hacer un cine de época creíble como él lo hizo en Barry Lyndon) apueste por la contención dramática y unos diálogos muy estudiados en términos y expresiones (y aquí hay que resaltar el mérito de la traducción española y el excelente doblaje a la lengua castellana) para reforzar el realismo de la historia; y cuarto, el dotar a Lincoln de un tono político y moral (porque se trata de un filme principalmente político) perfectamente asumible y reconocible en los tiempos actuales. Como resultado, en lugar de un tostón de casi tres horas, Spielberg ha logrado una gran película de casi tres horas que se sigue con interés y sin ningún golpe de efecto, ni moralina barata,  ni concesiones al biopic más comercial, algo que muchos temían tratándose de este director. Ni tan siquiera se pueda decir que se un filme demasiado patriótico, como bien se podía temer.       


La película sabe aprovechar al máximo su estilo de “crónica pormenorizada de los hechos”  para ilustrar con todo lujo de detalle la lucha de Abraham Lincoln por conseguir que la abolición de la esclavitud se llevase a cabo en la cámara del congreso norteamericano frente a aquellos que deseaban que la Guerra Civil finalizase antes de la aprobación de la enmienda y frente a las reticencias y reservas de gente de su propio Parido Republicano y de la mayoría de los miembros del Partido Demócrata, por diferentes motivos; y todo ello sin olvidar el retrato humano y psicológico del que dicen que fue uno de los mejores presidentes de Estados Unidos, retratado aquí como un hombre perseverante, tenaz, dialogante y con un enorme aplomo, excelentemente interpretado por un inglés como es Daniel Day Lewis con un trabajo merecedor de Oscar. El largo e interesante reparto también cumple con nota muy alta, destacando la veterana Sally Field como Mary, la esposa emocionalmente inestable del presidente cuya relación con su marido fue enormemente compleja. Puede que esta película no guste mucho a quienes el cine político no convenza demasiado, pero su mensaje de esperanza y de apuesta por la lucha frente a las adversidades es, en estos tiempos que corren, enormemente oportuno.       

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