lunes, mayo 27, 2013

AGUR,SAN MAMES, AGUR



 


 
Han sido cien años de gloria y felicidad

Han sido cien años de ilusión, muchas alegrías y algunas tristezas

Han sido cien años de goles, paradas, remates, penaltis, esfuerzo, sudores y lágrimas

Han sido cien años de gritos, vello en punta, brazos en alto, bufandas al aire y  emociones a flor de piel.  

Han sido cien años de recuerdos imborrables, gestas heroicas y protagonistas legendarios

Han sido cien años de algo más que fútbol

Han sido los cien años de una vida

 



Todo empezó en 1913 y terminará en 2013. Después de un siglo, San Mames, la casa del Athletic Club, pasará a la inmortalidad. Será solo la mudanza de un club inigualable a un hogar mejor, pero es inevitable no sentir la añoranza de un lugar que para muchos fue más que un campo de fútbol.



El viejo San Mamés fue ante todo la fortaleza y dominio del Athletic, ese club único en el mundo cuya simbiosis con su afición es total. Un templo donde en cada partido se oficiaba un ritual único de amor e identificación por un equipo capaz de mover a todo un pueblo como es el de Bizkaia en pos de un mismo fin e incluso superando fronteras y atrayendo a gentes de cualquier procedencia. Y por ello un lugar sagrado, con nombre de santo. 



El viejo San Mamés fue un estadio cuyo público durante una centuria ha sido todo un ejemplo de entrega, elegancia, educación y deportividad. Un estilo propio que ha terminado por distinguir a su afición como una de las mejores del mundo, siempre dispuesta a dejarse la piel por su equipo e insuflarle hasta la última gota de su aliento

 



El viejo San Mamés fue donde muchos tomaron por primera vez contacto con el fútbol y vieron lo grande y lo miserable que podía ser un deporte que es como una metáfora de la vida. Allí muchos por primera vez sintieron que era eso de animar a unos deportistas para llevarles hacia la victoria y vieron que el esfuerzo y el trabajo en equipo pueden tener muy gratas recompensas



El viejo San Mamés fue txapelas, bufandas, botas, camisetas de algodón, nylon o poliéster. Padres e hijos, familias enteras, cuadrillas de amigos, matrimonios y parejas, niños, jóvenes, adultos y viejos. Todos esperando el día del partido. Fue colas en las taquillas, en las puertas y llenos absolutos. Miles de voces cantando al unísono el himno del Athletic, lanzando irrintzis, animando, gritando, viviendo, sintiendo…   



 Fondo Norte, Fondo Sur, Preferencias Lateral y Este, Tribunas. Misericordia e Ingenieros, edificios de referencia geofísica en los puntos cardinales. El palco con el busto de Pichichi, el hombre que marcó allí el primer gol. Vetustas oficinas del club que una vez estuvieron allí, una tribuna que se bautizó con el nombre de un jugador cuyo traspaso sirvió para costearla, unos marcadores que en su día revolucionaron el fútbol multimedia. Un teatro que vivió innumerables cambios de físico. Pero hace tiempo todo un símbolo lo ha coronado, un arco de hierro, el material vizcaino por excelencia



El césped de San Mamés, esa hierba que ha sido pisada por Pichichi, Belauste, Travieso, Carmelo Goienetxea, Gorostiza, Bata, Iraragorri, Lafuente, Blasco, Mugerza, Zarra, Panizo, Gainza, Iriondo, Venancio, Lezama, Bertol, Mauri, Maguregi, Garay, Arteche, Carmelo Cedrún, Canito, Aguirre, Saez, Iribar, Txetxu Rojo, Uriarte, Carlos, Villar, Dani, Sarabia, Goikoetxea, Zubizarreta, Argote, Urkiaga, Andrinua, Alkorta, Guerrero, Etxebarria, Ziganda, Yeste, Llorente, Iraola, Gurpegi, Muniain y tantos otros que hicieron del viejo estadio su hogar que muchos de diferentes generaciones hemos compartido y hemos sentido nuestro.  


 


Quedarán aquellas épicas eliminatorias de copa previas a los pases a una final, se recordarán inolvidables noches europeas que nos hacían sentir los reyes del mundo, se rememorarán alirones ligueros con el campo invadido. Éxitos de todo tipo y también fracasos y decepciones. Todo nuestro, para bien y para mal. Todos del Athletic, todos en San Mamés.



Han sido cien años de San Mamés. Recuerdos y emoción. Felicidad. Vida. Pero nada es materialmente eterno y ahora llega el momento de la despedida.  Ahora se va y deja paso a un nuevo y moderno escenario que abrumado recogerá su legendario legado. Y lo hará con dignidad porque llevará su inmortal espíritu.
 





Agur, viejo San Mamés. Lo que nos has hecho sentir. Eskerrik asko.  Kaixo, San Mamés Barria, ahora tú serás nuestra casa



Viejo San Mamés, perteneces a la eternidad


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