lunes, julio 22, 2013

LOS OLVIDADOS DEL ROCK ESPAÑOL



En un entorno de tanta cortedad de miras como el español ser un buen artista de pop rock no es sinónimo de éxito y ni tan siquiera de reconocimiento por parte de crítica y público. La historia del rock español esta llena de grupos y solistas que pese a su calidad, las buenas críticas, la admiración profesada por una parte del público durante un tiempo e incluso pese al haber obtenido cierto éxito popular en un periodo de tiempo, cayeron en el olvido años después de su desaparición o retirada y hoy muy pocos los recuerdan (y aunque algunos sigan en activo). Aquí presentamos nueve genuinos ejemplos de injustos olvidados de la historia del rock español, artistas muchos que se adelantaron a su tiempo, otros que siempre resultaron pelín heterodoxos y alguno de breve carrera que mereció una mayor atención. Aunque se puede encontrar el nombre de la mayoría de estos grupos y solistas en discos recopilatorios, libros especializados y listas de mejores discos/canciones, su obra resulta desconocida para el gran público. Es hora ya de hacerles justicia.



SMASH, los hombres de las praderas del sur underground


Este grupo sevillano fue el pionero de un género tan significativo en el rock español de los setenta como fue el rock andaluz (Triana, Medina Azahara, Alameda), pero desapareció pronto en un panorama musical hispano aún no adaptado a las propuestas del rock progresivo o psicodélico, que era la premisa desde la que partía esta competente combo. Smash se formó en 1968 bajo los auspicios del inquieto productor andaluz Gonzalo Garcíapelayo y hasta su primer LP publicado en 1970, Glorieta de los Lotos editaron varios singles en los que fusionaban rock, blues y psicodelia con el flamenco. Eran un quinteto liderado desde el principio por su guitarrista y fundador Gaulberto García (1945) y el bajista y vocalista Julio Matito; otros miembros destacados eran el guitarrista danés Hienrik Liebgott y el singular Silvio Fernández, percusionista y futuro artista en solitario. Estos hippies andaluces fueron además uno de los primeros grupos de la incipiente, maldita y perseguida durante el tardofranquismo escena underground española, poblada de jipiosos (muy mal considerados en la península) que renegaban del blando pop español y se entregaban a la causa psicodélica, bluesistica y progresiva anglosajona inspirados por King Crimson, Grateful Dead y los primeros Pink Floyd. Aunque en un primer momento su estética, su música y sus declaraciones tuvieron eco mediático por su originalidad inédita en el tímido panorama pop rock español, su actitud iconoclasta y underground les colgó la etiqueta de grupo culturalmente incómodo. Su “Manifiesto de lo Borde” no tenía desperdicio: “nosotros somos los hombres de las praderas, como Bob Dylan y Jimi Hendrix (…)  y estamos en contra de los hombres de las montañas (los fascistas), que se enrollan por el palo de la violencia y la marcha física, y de los hombres de las cuevas lúgubres (los funcionarios), que se enrollan por el palo del dogma y te suelen dar la vara chunga”  

Smash solo editaron un LP más We Come to Smash this Time (1971) producido por Alain Milhaud (Los Bravos) y que apostaba más claramente por la inclusión del flamenco en el léxico del rock psicodélico. Por entonces tuvo el grupo su mayor éxito en singles El Garrotín e incluía en su formación al cantaor Manuel Molina (futuro Lole y Manuel) pero la mezcla seguía siendo demasiado atrevida para el gran público incluso dentro de Andalucía. Sus problemas internos propiciaron la disolución de la banda en 1973 aunque en años posteriores Gualberto y otros realizaron algunas grabaciones bajo el nombre de Smash que se publicaron dentro del disco colectivo Vanguardia y Pureza del Flamenco (1978). Unos adelantados a su tiempo con su rock aflamencado experimental y caótico, sin duda, que se toparon con la incomprensión del gran público pero que abrieron la vía para el interesante rock andaluz setentero de Triana o Medina Azahara. Incapaces de tener un trato normalizado con los ejecutivos de sus diferentes discográficas, eran unos auténticos corredores de fondo: como ellos decían, sus carnets de identidad eran sus caritas
 

PAU RIBA, hippismo multidisciplinar e iconoclasta

Artista maldito, polifacético e inclasificable, Pau Riba (Palma de Mallorca, 1948) fue otro hippy de los 70 al que la industria musical le hizo el vacío.  Este balear, catalán de adopción es considerado hoy en día una figura clave del rock en catalán y de la música en este idioma en general, así como una personaje fundamental en la renovación de la cultura catalana en la transición a la democracia tras el franquismo. Músico, escritor, actor, provocador vocacional, Pau Riba es muy poco conocido fuera de los países catalanes e incluso allí las nuevas generaciones desconocen su figura y su obra, que en los estrictamente musical es breve pero sencillamente genial. Hijo de buena familia y nieto de políticos y escritores catalanistas, Riba se inició en la música dentro del movimiento folk y la cançó catalana en 1967 e intentó  entrar en el círculo de  Els Setze Jutges (Serrat, Llach, Maria del Mar Bonet…) pero su querencia por el folk eléctrico dylaniano no era del gusto de los miembros del colectivo. Bajo una inspiración hippy y con el espíritu de Dylan y The Byrds funda Grup de Folk, agrupación sin formación fija que electrifica el folk mediterráneo. Entre singles y discos colectivos publicó uno bajo su nombre, Noia de Porcelana (1968) que supuso una bofetada a la burguesía catalana (de la que el provenía) más allá de ideologías. Esa temática antisistema y antitodo tenía su primer álbum, el histórico Dioptría editado en dos entregas en 1970 y 1971: canción de autor rockista inspirada en Dylan, Grateful Dead, Neil Young, Leonard Cohen o The Doors que pronto recibió el culto de hippis, luchadores contra el régimen y amantes del rock experimental más allá de la barrera idiomática del catalá en lo que fue la primera obra magna del rock underground español y uno de los mejores discos de la historia del rock ibérico   

Lamentablemente, el miniéxito musical (restringido a un circuito alternativo y hippy, muy mal visto aún en España) no se pudo prolongar en años sucesivos  y aunque en 1971 registrase un álbum tan singular como Jo, la Donya i el Gripau  grabado en su cueva-vivienda de Formentera con un sonido imperfecto y con ruidos ambiéntales. Introductor del happening y la performance en la escena hispana, participante habitual y animador principal del festival Canet rock en los 70, columnista y comentarista en diferentes medios catalanes en los 80, Pau Riba no se resistió- y ni aún se resiste- en abandonar la música, con 10 LPs de estudio publicados desde 1975 y la época gloriosa de Dioptría ya pasada. Actor, escritor, guionista y presentador de televisión, Riba sigue suscitando el respeto en muchos sectores de la cultura catalana, y el fiel a su personaje, sigue con su imagen de enjuto viejo hippy. Sus hijos, Caïm y Pauet formaron en los 2000 el grupo Pastora, con el que este genio incomprendido e infravalorado ha colaborado.     

 
BRAKAMÁN, Bailes de Marte en la Concha


Si, hubo glam rock en España. Y fue un grupo donostiarra que frente a los prejuicios de la época en la España de mediados de los 70 se atrevió con los sonidos inspirados en David Bowie, Roxy Music, Lou Reed o Marc Bolan, por entonces considerados por la “gente decente” como “música de maricas”. Brakamán se forman en la capital guipuzcoana en 1974, dentro de una escena musical vasca escorada a la canción protesta en euskera y el folk y muy poco atenta al rock, por niños bien de Donosti pero con sólida cultura musical y  fans de Lou Reed, la Velvet y Bowie: en Brakamán durante su breve existencia entre 1974 y 1977 coincidieron gente tan valiosa y creativa como el guitarrista y compositor principal Jaime Stinus y el vocalista Borja Zulueta, hermano del cineasta Iván Zulueta, quienes eran los ideólogos estéticos de un grupo en cuyas primeras actuaciones en el pintoresco circuito de las salas de fiesta vascas ofrecían un vistoso espectáculo de luz y sonido con cañones de luz giratorios, nubes de confeti, proyección de diapositivas, efectos de luces postpsicodélicos, chicas en sujetador y los músicos maquillados y vestidos como reinonas Glam. Un espectáculo nunca visto en el rock español, como también lo era su música glam rock cantada en inglés dentro de una escena rockera española que se movía bastante precariamente por la escasa atención que se ofrecía desde los medios después del boom de los 60.  

Aunque no editaron su único álbum hasta 1977, en el periodo 1974-1976 el cuarteto publica varios singles (Sad Witch fue el primero) que unidos a sus conciertos al principio en Euskadi y luego en el resto de la península les hacen tener una cierta popularidad entre la chavalería glammer y hard rockera admiradora de Bowie, Roxy, Reed, New York Dolls o Iggy Pop, con actuaciones en la tele gracias al ínclito José María Iñigo y participando junto con unos jóvenes Burning en un concurso de nuevos talentos europeo. En 1976 abandonan la disquera Columbia y se pasan a RCA y a cantar en castellano. Al año siguiente editan su único LP, epónimo con diseño de portada de Iván Zulueta y con muy buenas críticas pero escasas ventas en un año en que el rollo Glam había remitido en todo el mundo y por ello el grupo quedó desubicado en su propuesta musical. No obstante, Stinus decidió potenciar la faceta experimental y transgresora de la banda para amoldarla a los cánones los nacientes punk y new wave y llamaron la atención de medios y promotores extranjeros: prueba de ello es su participación como único grupo del estado español en el histórico festival punk de Mont Marsans en Burdeos junto con The Clash, The Jam o The Police. Brakamán, pese a todo se disuelve poco después ante la falta de ventas y bolos. Borja fundará la banda experimental Negativo, uno de los grupos pioneros de la movida musical donostiarra, que puso música a Arrebato -el filme de su hermano Iván- y que terminará pasándose al punk; el bajista Juanma Estala también se hizo punkie con su grupo Asco; y Jaime Stinus conoció a un excéntrico chavalín llamado Javier Gurruchaga con el que formará la Orquesta Mondragón conociendo enorme éxito popular desde fines de los 70. Una pieza codiciada por coleccionistas, el único LP de Brakamán es pese a su irregularidad una pequeña, luminosa y bizarra joya muy bien producida bastante singular para su tiempo y lugar y que no se encuentra justamente valorada.   


DÉCIMA VÍCTIMA, alegría siniestra


Un claro ejemplo de grupo de trayectoria fugaz que por ese motivo ha caído injustamente en el olvido, tal fue el destino de varios grupos de la Movida a principios de los 80, aunque aquí la particularidad reside en que al contrario de bandas históricas fugaces como Parálisis Permanente o Paraíso que en al actualidad gozan de status de grupos de culto, Décima Víctima se encuentran bastante ignorados. Enmarcados dentro del movimiento siniestro hispano inspirado en Joy Division y Siouxie and The Banshees, Décima Víctima existió entre 1981y 1984 y grabó dos LPs más varios singles y EPs. El grupo se formó en Madrid por los hermanos suecos afincados en Madrid Lars y Per Mertanen quienes conocieron a Carlos Entrena, ex miembro de los recién disueltos Ejecutivos Agresivos y decidieron llevar a cabo un proyecto común de grupo de pop rock siniestro con cierto poso intelectual. Entrena- que en Ejecutivos había sido el cantante principal por delante de Jaime Urrutia e Ignacio Gasca Poch, futuros líderes Gabinete Caligari y Derribos Arias respectivamente- asumió el liderazgo musical de la banda y tras un sonido sintético en su primer EP El Vacio el grupo añadió la batería de José Brena en su siguiente y exitoso EP de 1982 Tan Lejos inspirado en los sonidos de The Cure y Joy Division y dulcificado por su querencia a ritmos semibailables, sus guitarras armoniosas y la agradable (pero limitada) voz de Carlos Entrena. Uno de los grupos de moda en Madrid durante 1982 con varios premios radiofónicos, fueron junto a los primeros Gabinete Caligari amos de la incipiente y rudimentaria escena siniestra española gracias a su sonido exuberante que combinaba el tremebundismo siniestrista y el pop más comercial con sugerentes letras.

Los miembros de Décima Víctima no vivían de la música y su continuidad como grupo era un imposible debido a las dificultades para grabar y ensayar. Nunca volvieron a repetir el moderado éxito del single Tan Lejos  pese a que durante 1982-83 editasen varios sencillos. Se separaron en 1984 pero su productor Paco Trinidad les convenció para acabar por separado un segundo LP a partir de maquetas grabadas un año antes. Tan Lejos aún resulta un tema sobrecogedor y genial lo mismo que muchos de sus temas. Muy posiblemente el grupo hubiese hecho grandes cosas de continuar más tiempo, pero todos sus miembros fueron abandonando paulatinamente el mundo musical. Cosas de la vida



ESPLENDOR GEOMÉTRICO, necrosis industrial


Un nombre de culto a nivel internacional. Así como suena. Y es que los madrileños Esplendor Geométrico, que aún continúan en activo, han sido y son referentes históricos de la muchas veces inaccesible y siempre ultraminoritaria música industrial aunque en España tras más de treinta años sean a nivel popular unos perfectos desconocidos.  Desde 1980 llevan editando LPs y entusiasmando a sus seguidores a lo ancho y largo de este mundo con sus sonidos repetitivos, minimalistas y turbadores que a principios de los 80 resultaban provocadores y con cierto poso punk y transgresor.


Esplendor Geométrico (EG para muchos) funcionaron durante gran parte de los 80 como un trío formado por los ex Aviador Dro Arturo Lanz, Gabriel Riaza y Juan Carlos Sastre. Su primer single, de 1981 llevaba el provocador título de Necrosis en la Poya (huelga decir que tuvieron muchos problemas con este título incluso dentro de sus entornos familiares) y una desagradable portada con la foto de un bebé con los ojos enfermos. El tema era una cacofonía repetitiva de sonidos que se ajustaba a los cánones de la llamada música electrónica industrial propagada internacionalmente por Cabaret Voltaire, Throbbing Gristle, Cluster o Tuxedo Moon.  Su primer LP El Acero del Partido (1982) iba de ese palo y pronto EG comienza a ser objeto de culto por parte de los admiradores del tecno industrial (cuatro gatos) dentro y fuera de las fronteras españolas. Con todo, es  innegable el mérito de unos inteligentes artesanos de los sonidos y la electrónica capaces de embaucar al oyente por partituras imposibles en un mundo de LPs de turbadoras portadas y selectas actuaciones en directo. Tras su imprescindible álbum Mekano-Turbo (1988) el grupo se abre a influencias étnicas e incluso bailables pero el reconocimiento de crítica y público sigue brillando por su ausencia. Con conciertos en todo el mundo y un buen puñado  de álbumes de estudio y en directo, el grupo sigue a pie de cañón como dúo con Lanz y Saverio Evangelista pero conscientes de su status marginal. Algún día se les reconocerá como es debido   


ESTACIÓN VICTORIA, efímera inocencia


Otro buen grupo de los 80 de existencia breve pero que va ganando con el tiempo reconocimiento pese a que en su día casi pasaron desapercibidos. Fue un trío formado en 1982 por la cantante Casilda Fernández, el guitarrista y bajista Guillermo Pérez De Diego (ambos ex Los Modelos) y el teclista Francis Muñoz. Quisieron cultivar un tecno pop britanista y bailable al estilo de Human League o OMD pero al final la cosa se escoró más al synth pop repleto de cajas de ritmos y programaciones bastante bien ejecutadas y producidas para la época. Esta interesante aunque rudimentaria producción (los teclados y cajas de ritmo no eran de lo último en el mercado para hacer un tecno puntero) unida a unas letras entre cultas, irónicas, ingenuas, historicistas y sugerentes convirtieron a Estación Victoria en un combo atractivo para la crítica aunque ya dejasen de existir en 1984.

Contacto en Saigón y Colonias fueron sus primeros temas publicados en singles y su mezcla de ritmos trepidantes, electrónica y cierta épica de andar por casa fueron degustados por un grupo selecto de incondicionales y no era para menos ya que el grupo ofrecía el synth pop mas original y estimulante de cuantos se hacían en la época. Una especie de Mecano para minorías que encandilaban gracias al buen saber escénico y la potente voz de Casilda. Su primer y único LP de 1984  es una pequeña joya de culto hoy bastante difícil de conseguir pero apreciada por coleccionistas y “historiadores” de la Movida, un buen ejemplo de equilibrio entre calidad y comercialidad dentro del maleable mundo del tecno pop bailable (el grupo incluía violines y otros instrumentos poco habituales en el pop en sus temas) Octubre Rojo  naïf y épica recreación pop de la Revolución Rusa es su tema más recordado, sin recordad excentricidades como Papá te odio (yo no quiero ir a la india). Casilda abandonó el grupo poco después de la publicación del álbum y fue sustituida por Jenny Rodríguez, pero el grupo no tardó en disolverse a finales de 1984, dejando atrás la que puede ser considerada la primera aproximación española al alternative dance. Cien por cien reivindicables. 


TRÚPITA, el cantautor synth pop

Resulta sorprendente que un músico que revolucionó esquemas en los 80 (y hoy lo seguiría haciendo) se le preste en la actualidad tan poca atención en recopilaciones, programas, antologías o escritos varios sobre el pop español en dicha década. Francisco López Trúpita (Madrid, 1952) fue un cantautor urbano de los muchos surgidos o consolidados en los 80 (Joaquín Sabina, Javier Ruibal, Alberto Pérez, Javier Bergia) pero en lugar de escorarse hacia el pop rock y los sonidos eléctricos como muchos de estos  (Sabina, sin ir más lejos) o como otros más veteranos (Aute), él decidió convertirse con la ayuda del hábil productor Julián Ruiz en un cantautor con una base musical de synth pop con sintetizadores fairlight, moogs, programaciones y ritmos bailables. Fue con su primer LP Con Acento en la u (1984) y la cosa salió pero que muy bien a nivel artístico y comercial con temas como la pegadiza Esta noche me quiero descolgar que llegó al número 1 de las listas españolas en el verano de aquel año. Este primer álbum es una pequeña maravilla inmerecidamente olvidada que contiene otras joyas como De siete a diez. Crónicas urbanas cotidianas sobre desamores, relaciones imposibles, frustración, desazón ante la sociedad contemporánea, momentos irónicos y con sentido del humor y todo ello con sintetizadores insistentes, guitarras y bajos rítmicos y tratados electrónicamente consiguiendo que muchos de sus temas se escuchasen en pistas de baile.

Para Julián Ruíz, Trúpita fue todo un adelantado en su tiempo, y razón no le falta. En su primer elepé y en el siguiente Nadie es Perfecto (1986) el productor y periodista murciano- el mejor de España en los 80- puso al servicio del cantautor a los músicos habituales de sus producciones incluyendo a los dos miembros de Azul y Negro, dúo estrella del tecno español a principios de los 80, consiguiendo un par de discos estimulantes y de muchos quilates. Nadie es Perfecto contenía estupendas canciones como Insomnio, Triana  o Beso Amargo, que merecerían encontrarse en antologías del rock español. No obstante, aquel segundo álbum fue un rotundo fracaso comercial y Paco Trúpita terminará rompiendo con Julián Ruiz. Aquí termina la carrera musical de este singular visionario que en la actualidad se encuentra en paradero desconocido. Cualquier información será bien recibida. Es extraño lo poco que se habla de él en la actualidad tratándose además de un músico que obtuvo éxito comercial, aunque a decir verdad ni tan siquiera su por entonces megarradiada Esta noche me quiero descolgar ni siquiera se oiga en emisoras especializadas en oldies. Nunca es tarde para reivindicar la figura de Trúpita, un compositor y músico de postín con algunas de las mejores canciones del pop español y creador de un estilo musical, el cantautor synth pop o electrónico en castellano, que desgraciadamente casi no ha tenido continuidad en la escena español.


LOS MESTIZOS, oscenses garajeros


A finales de los 80 y principios de los 90 en España una legión de grupos llegó a grabar y a ser oídos en las emisoras gracias a la enorme proliferación de  discográficas independientes y la apuesta de las multinacionales por todo artista novel que se pusiese a tiro, haciendo firmar a grupos y solistas con bastante inercia. De todos esos grupos surgidos a finales de los 80 muy pocos quedan en el recuerdo ya que bastantes fueron productos sencillamente lamentables, pero también es cierto que surgieron grupos de enorme valía pero mala suerte como Los Mestizos. Este era un exuberante sexteto formado en Huesca en 1984 y que se disolvió en 1992, aunque en 2006 protagonizó un fugaz regreso. Los Mestizos fueron alabados por la crítica y tuvieron cierto status de banda de culto en el periodo 1986-1987 con su rock de garaje de escoraje punk con elementos de músicas panamericanas como el tex mex o el calipso e influencias que iban desde The Clash hasta Peret pasando por Los Coyotes, Ramones, ZZ Top o las Grecas, a quienes versionearon a su manera. Su primer mini LP Por el día y por la noche (1986) fue muy bien tratado por medios como Radio 3 o El País y la jovencísima banda, liderada por Juanjo Javierre,  fue considerada como uno de los grupos españoles con mayor proyección, potencialmente degustables tanto por los mas rockers patillosos y moteros del lugar como por los admiradores del pop rock más comercial e incluso seguidores del rock latino vía Los Coyotes (de hecho, Ramón Godes, de ese grupo, fue su primer productor)

Su primer LP La Pócima del Amor (1987) era un estupendo trabajo que fue considerado por la crítica como uno de los mejores discos españoles del año con temas como el que da título al disco o Sentirse Bien. Menos rockero y más pop (latinista y funky), sin embargo el LP fracasó comercialmente. Ya en 1989 el grupo incorpora ritmos programados e inspiración hip hop en algún maxisingle y en 1991 publican su último LP antes de su disolución, de menor calidad que trabajos anteriores y que apenas vendió algo. Tras la desaparición del grupo y varios años de olvido generalizado, a finales de los 90 comienza un revival en Aragón de grupos del llamado “Sonido Huesca” de finales de los 80 (una de las primeras muestras del rock alternativo español) y Los Mestizos vuelven a ser citados como uno de los grupos más emblemáticos de la “línea auténtica” de finales de los 80-principios de los 90. Animados por  el buen número de seguidores póstumos, Los Mestizos se reúnen en 2006 para un par de conciertos y un LP en directo Ya es Hora de Regresar publicado en 2008. Su mejor época ya había pasado, una época en la que merecieron mayor éxito y atención de las emisoras comerciales. Un buen puñado de temas apasionados, viscerales y perfectos que jamás deberían olvidarse paridos por un grupo sin suerte.  


PARADE, mitomanía etérea


Dentro del rock alternativo español de a partir de los 90 hay varios nombres dignos de destacar especialmente por la originalidad de su propuesta, pero a alguno de ellos pocas veces se le hace justicia incluso dentro del propio mundo musical alternativo tal vez por lo inclasificable (pero grande) de su propuesta. Tal es el caso del proyecto Parade, el pseudónimo tras el que se esconde el músico murciano Antonio Galvañ, que desde 1997 lleva grabando y publicando- con repercusión mínima- discos de Parade, muchos geniales, otros más irregulares pero siempre sorprendiendo y no dejando indiferente a nadie con su mezcla de electrónica, Indie pop, música experimental y alguna influencia ecléctica como la balada melódica, el pasodoble, el ambient o el folk. 6 LPs de estudio y un mini LP desde 1998 hasta 2011 es el legado dde este Juan Palomo autodidacta (vocalista, teclista, compositor, productor) que en su vida diaria se gana la vida como profesor de música y que sigue siendo uno de los músicos mas admirados de le escena alternativa española de los últimos años aunque solo sea por parte de la crítica y de su reducido círculo de seguidores.

 

Galvañ en las letras de sus temas con Parade cita cosas tan variadas como la política, el cine, los cómics, la literatura, la vida de cada día y sus propios mitos frikies personales (estéticos, culturales y musicales) y es capaz de remezclar sus propios temas el solito con multitud de samplers de otros artistas. Aunque como otros muchos grupos alternativos españoles de los 2000 sus discos pasan con más pena que gloria, sus actuaciones en directo en salas de pequeño aforo gozan de cierto éxito y su hermoso tema de pop electrónico Metaluna, de su Mini Lp de 1999, es ya un pequeño clásico del rock español que por desgracia no ha hecho aumentar el interés por este artista. Compositor de gran valía, teclista habilísimo y un músico total, Antonio Galvañ-Parade no ha gozado si quiera de la alabanza generalizada de la crítica y muchas veces se ha minusvalorado su pop alternativo experimental riquísimo de matices y casi siempre sorprendente. El tiempo le hará justicia.  

1 comentario:

  1. Hola. Trúpita regenta una tienda de instrumentos musicales en el centro de Madrid. Radical records. Totalmente de acuerdo con tu apreciación, dos joyas descatalogadas sus dos discos. Saludos

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