miércoles, febrero 27, 2013

El aparatito Lumiere EL ATLAS DE LAS NUBES (CLOUD ATLAS)



 
****

Cuando los experimentos en el cine -aunque sea sin salirse demasiado de coordenadas comerciales- salen bien, que bien sabe a los cinéfilos/as. La verdad es que era una misión complicada el adaptar a la pantalla una novela tan difícil como Cloud Atlas de David Mitchell y más desde el arriesgado planteamiento técnico y narrativo del triunvirato que ha plasmado en imágenes el libro, conformado por los norteamericanos hermanos Lana (antes Larry) y Andy Wachowsky (saga Matrix) y el alemán Tom Tywker (El Perfume). Seis películas en una, seis historias aparentemente muy diferentes en cuanto a géneros, estética, localizaciones, tono y épocas que al igual que en la novela se encuentran alucinantemente relacionadas al cada una de ellas ser leída, o visionada o recordad por los protagonistas de la siguiente historia cronológicamente hablando. Un viaje temporal que va desde el siglo XIX hasta un futuro postapocalíptico en donde dependiendo de cada historia se cita el drama intimista, la aventura, la comedia costumbrista, la intriga industrial, la acción, la ciencia ficción o la fantasía todo ello tratando de mostrar la teoría del eterno retorno transtemporal y que - como dice una de las protagonistas- nuestras vidas en realidad no nos pertenecen. Una historia de historias hiperbólica y narrativamente fascinante en donde el trío director ha acometido un enorme esfuerzo no ya solo en un guión adaptado espectacular y estructurado mediante un juego de muñecas rusas, sino técnico y conceptual con seis películas cuasi independientes pero en realidad una sola en donde repiten varios actores interpretando diferentes roles en cada una. Tom Hanks, Halle Berry, Jim Broadbent, Ben Wishaw, Doona Bae, Hugo Weaving, Jim Sturgess, Hugh Grant, Keith David, James D´Arcy, David Gyasi, Xun Zhou y Susan Sarandon son los omnipresentes protagonistas principales que en roles protagonistas, secundarios o de figuración aparecen por doquier en casi todos las seis segmentos (en la película “troceados” a lo largo del metraje) en un esfuerzo de primer orden tanto interpretativo como de caracterización, ya que muchas veces los intérpretes se saltan su nicho natural de edad, etnia o género para componer intervenciones memorables.                      
      
Un abogado norteamericano de regreso de un inquietante viaje a una isla del Pacífico en 1849, un joven británico con aspiraciones de convertirse en compositor que viaja a los Países Bajos para emplearse como amanuense de un viejo y enfermo gran compositor en 1936, una periodista de investigación norteamericana dispuesta a sacar a luz la siniestra  verdad sobre una central nuclear en 1973, un veterano editor inglés que vive una cómica aventura al ser engañado por su hermano millonario para ser recluido en una residencia de ancianos en 2012, una joven creada genéticamente como sirvienta-esclava de una casta de seres superiores que se revela de su condición de ser inferior y sin voluntad en la ciudad de Neo Seúl en la Corea del Sur de 2144, y finalmente una sociedad primitiva y atemorizada  en un mundo devastado en 2321: seis historias narradas, noveladas o epistoladas que son vistas por un espectador que disfrutará de la gran versatilidad en canto a géneros y situaciones en una misma película y todo con un look grandioso y efectivo, todo quizás un poco salido de madre pero que en absoluto resulta pretencioso. Conviene entregarse a la película desde el primer momento para poder saborear de sus virtudes en toda su plenitud y aunque seguir el curso de las diferentes historias y los lazos que las conectan sea a veces un poco complicado. Al final, todo encaja como un puzzle dejando una sensación es de enorme satisfacción y ese tipo de cosas las que hacen de una película una excelente obra. Más allá de su un tanto engolado discurso filosófico y de algunos excesos, Cloud Atlas es una película compleja, fascinante y emocionante que encumbra a los últimamente desorientados hermanos Wachowsky (el rollo Matrix no está envejeciendo muy bien y el parón de estos años con el esperpéntico caso protagonizado por Larry/Lana no hacía esperar nada bueno) y consolida al interesante Tom Tywker. Habrá personas a las que no convenza o les parezca una marcianada pero ahora mismo es lo mejor que hay en cartelera.       

domingo, febrero 24, 2013

SIR WALTER SCOTT: SIETE CLAVES DE UN CRONISTA ROMÁNTICO





Sir Walter Scott (Edimburgo, 1771 - Melrose, 1832), novelista y poeta británico no solo fue una de las figuras claves del movimiento literario del Romanticismo en Europa con obras como Waverley (1814), Tales of My Landlord (Historias de Mi Posadero) (1816-1832), Rob Roy (1817), The Lady of the Lake (La Dama del Lago) (1810), Marmion (1808), Quentin Duward (Quintín Duward) (1823) y sobre todo la célebre Ivanhoe (1819): fue un autor totalmente influyente e innovador en aspectos como la renovación de la concepción popular de la literatura, la creación del género de “novela histórica”, la visión romántica de la historia británica o la reinterpretación política bajo el prisma contemporáneo de ciertos pasajes históricos, pero sobre todo ha perdurado como el artífice de la construcción un tanto idealizada de la historia y concepción política de su propio país, Escocia, trazada desde premisas románticas pero con un amplio conocimiento de la historia de dicho territorio de la Gran Bretaña.



Walter Scott es además uno de los autores más leídos de todos los tiempos, todo un icono de la literatura universal que pese a que conoció el éxito entre los lectores durante su vida y después de su muerte obtuvo durante muchos años el desprecio de la crítica y de la comunidad literaria pese a que el sustrato político-intelectual de su obra (conservador y puritano) fuese respetado y alabado en bastantes sectores. Esto cambió en al segunda del siglo XX cuando Scott fue visto como algo más que un autor de literatura popular, pero lo que ha permanecido inalterable desde el siglo XIX es su legado político de marcado carácter romántico sobre la exaltación patriótica de la esencia escocesa hasta el punto de que hasta hoy en día Walter Scott es considerado un símbolo de Escocia y uno de los padres de la identidad escocesa moderna. En realidad, son muchos los aspectos y claves en los que Sir Walter Scott ha influido en la historia de la literatura y de la cultura británica y mundial y aquí trataremos de resumir los más significativos.      





1: La tradición oral y la historia de Escocia: la reinvención de la cultura escocesa



Walter Scott ambientó gran parte de su obra narrativa en su Escocia natal con historias basadas en varios pasajes de la Historia escocesa, materia de la que se interesó desde su más tierna infancia. Scott, edimburgués de pura cepa, ya en su juventud había recurrido gran parte de Escocia quedándose fascinado de las Highlands y de las áreas rurales del país así como de las costumbres de sus habitantes. Durante su estancia en la Universidad de Edimburgo (1783-1786, Scott ingresó con 12 años)  tomó contacto con los poemas y romances pseudolegendiaros del llamado Ciclo Osiánico publicados en 1760 por el poeta escocés James McPherson en los que se adaptaban a la manera romántica historias de la mitología céltica escocesa, hecho que influirá poderosamente en su pensamiento apologista escocés y en su trayectoria literaria. De hecho, su primera obra fue la recopilación de romances tradicionales angloescoceses de la zona fronteriza (border ballads) The Minstrelsy of the Scottish Border (Poemas de la Frontera Escocesa) (1802-03)




Posteriores poemas épicos de Walter Scott como Marmion (1808) recurrían a pasajes comunes de la historia inglesa y escocesa dejando claro el interés histórico del escritor por su país especialmente en la época medieval, aunque aún sin ninguna intencionalidad política y solo por motivos estéticos propios del movimiento literario romantico, como podían ser las crónicas de caballerías o los relatos de amores trágicos. Cuando Scott decidió convertirse en novelista narrativo tras sus gloriosos como poeta (era ya uno de los más reputados vates del Romanticismo en inglés) intensificó aún más su interés en la crónica histórica escocesa y en los relatos de su tradición oral que el conoció desde su infancia. Así, en 1814 publicó su primera novela Waverly -de manera anónima ya que al ser considerada la narrativa a principios del siglo XIX un género menor su reputación como poeta podía verse cercenada- una de sus obras más celebres en donde se narra las aventuras de un joven inglés que en la época del levantamiento jacobita (1745) se ha unido en Escocia al ejército liberal de la Casa Hannover y que por influencia de las mujeres que se interponen en su camino fluctúa entre la causa jacobita y la “whig”. Waverley está considerada como una de las primeras novelas históricas. Más tarde Scott comenzó a acometer la serie de novelas costumbristas escocesas Historias de mi Posadero (1816-1832), siete novelas de pura narrativa romántica que trataban de describir con cierta fidelidad (y exaltada pasión) la vida y costumbres del pasado escocés (siglos XVII y XVIII) enmarcados en diferentes acontecimientos históricos significativos en la historia del país; The Bride of Lamenoor (1819) (La Novia de Lamernoor),  The Tale of Old Mortality (1816) (Eterna Mortalidad), y The Heart of Milthodian (El Corazón de Milthodian)   (1818) son las novelas más significativas de la serie. Ambientadas en diferentes localizaciones escocesas (las Tierras Altas, la frontera con Inglaterra, Edimburgo), fueron las primeras obras literarias en donde se retrataba con detalle la historia,  la vida y costumbres  en Escocia, recurriendo tanto a la novela histórica, la crónica de aventuras o la crónica amorosa. Tanto las Historias de Mi Posadero como Waverley fueron altamente influyentes a la hora de crear a mediados del siglo XIX en Escocia una identidad nacional escocesa que Scott siempre defendió aunque él, conservador y pragmático, jamás fue partidario de la independencia del país con respecto al Reino Unido. No es exagerado decir que, parte de la obra de Walter Scott influyó decisivamente en el desarrollo del nacionalismo escocés, siempre bajo un prisma romántico, aunque él paradójicamente nunca fuese independentista y ya en vida del escritor las más altas esferas británicas vibrasen con la épica patriótica de las crónicas escocesas de Sir Walter.           





Aunque la mayor parte de las novelas de Scott ofrecían una descripción un tanto irreal e idealizada del paisaje escocés (sobre todo de la Highlands) y la reinterpretación histórica de muchos acontecimientos puede ser discutible (la batalla de Prestonpans durante el levantamiento jacobita (1745), las luchas religiosas a finales del siglo XVII) además de presentar un tufillo bastante conservador, lo cierto es que popularizó en todo el mundo - debido al éxito mundial de sus obras- a Escocia y sus costumbres y paisaje y sobre todo a la Highlands o Tierras Altas, descritas por Scott con gran belleza y que incluso en el Reino Unido eran escasamente conocidas. Antes de Scott, y sobre todo después de las revueltas jacobitas de 1745 era común en Gran Bretaña concebir a los highlanders de los siglos XVII y XVIII como unos bárbaros primitivos con tendencia al saqueo, el pillaje y la revuelta armada que vivían en una sociedad (la de los clanes) pseudomedieval y que eran unos fanáticos religiosos presbiterianos; todo esto cambió con Walter Scott en la medida que las motivaciones románticas de sus héroes de las Tierras Altas (como en la famosa novela Rob Roy,1817) eran moralmente encomiables y épicamente admirables. En cierto modo, los británicos comenzaron a sentirse más que orgullosos del pasado heroico escocés descrito por Scott (aunque los escoceses se volviesen contra Londres en numerosas ocasiones) e incluso la realeza reivindicaba con fruición su conexión con la mítica Casa Estuardo. El propio Scott mantuvo una relación de cierta amistad con el rey Jorge IV – admirador confeso suyo desde Waverley-  y fue encargado de organizar los fastos de la visita del monarca a Escocia en 1822, en los cuales simbólicamente se trato de escenificar una reconciliación entre Escocia e Inglaterra.      





2: La interpretación política contemporánea del medioevo en la historia británica: Ivanhoe

Una de las innovaciones más importantes que Walter Scott introdujo en la narrativa moderna fue el dotar a la crónica histórica novelada de una segunda interpretación política contemporánea, es decir, de una reinterpretación y sin necesidad de ser infiel a los acontecimientos históricos. Esta tendencia ha sido copiada en multitud de novelas históricas hasta nuestros días. Aunque Walter Scott no fue un autor preeminentemente político, es palpable su inclinación tory en la mayor parte de su obra aunque también es cierto que se muestra liberal en bastantes aspectos. Un claro ejemplo de la reinterpretación política en un contexto temporal diferente se encuentra en su novela más famosa y leída Ivanhoe (1819), ambientada Inglaterra en el siglo XII tras la Tercera Cruzada en el reinado de Ricardo Corazón de León y con el conflicto normando-sajón como telón de fondo.

Ivanhoe responde a la fijación de la literatura romántica con la Edad Media, pero también se trata de una novela de acción y aventura que desde el primer momento obtuvo enorme éxito popular. Scott se inspiró en fuentes históricas y en los romances del ciclo de Robin Hood, incluyendo a este personaje en la obra y siendo así uno de los primeros autores modernos en ocuparse del legendario bandido generoso de Sherwood. La intención de la obra era mostrar las injusticias de la realeza y la nobleza Normanda (representadas en la novela por el príncipe Juan Sin Tierra o Sir Brian de Bois-Guilbert) en un tiempo en el que los normandos dominaban la Gran Bretaña desposeyendo a los nobles y notables sajones. Scott traza aquí un posible origen de la Carta Magna de 1215 (redactada originalmente después de los acontecimientos descritos en la novela) en donde se limitaban los poderes de la corona y  se protegían los privilegios de los señores feudales. El tono de la obra en general es favorable a la limitación del poder y alerta sobre los peligros del despotismo y el fanatismo religioso caracterizando al siglo XII en Inglaterra como una época en la que se daban grandes abusos por parte de los poderosos, pero también resulta una suerte de alegato pro anglosajón caracterizando a los “invasores” normandos como villanos al desposeer a los sajones de tierras, bienes y privilegios: en ese sentido, Scott trata de hacer un paralelismo entre las guerras napoleónicas que trataban de introducir las ideas revolucionarias en países como el Reino Unido y la tortuosa relación anglonormanda en el siglo XII, aunque eso sí, dejando claro que se hizo bien en suprimir a principios del XIX ciertas leyes restrictivas en Gran Bretaña que soliviantarían a las masas en el país tras el contacto con las ideas de Libertad-Igualdad-Fraternidad. Este componente político no pasó inadvertido para los lectores británicos de la época que vieron en Ivanhoe un cierto canto a la efectividad de las leyes inglesas establecidas desde la Edad Media siempre y cuando no entrasen en conflicto con las nuevas ideas liberales introducidas a principios del XIX provenientes de Francia.

Paralelamente a todo esto, Ivanhoe fue una novela revolucionaria al introducir personajes judíos sin una caracterización negativa, tales son el prestamista Isaac de York y su hija la curandera Rebeca.  Y, finalmente, hay que constatar la importancia de Ivanhoe como un clásico de la literatura de todos los tiempos que más allá de una novela de aventuras es ya todo un icono de la cultura universal por el novedoso tratamiento tanto dentro del género de aventura como del de novela histórica medieval con héroes inesperados e inusuales- empezando por su protagonista, el idealista caballero sajón Wilfred de Ivanhoe - y una trama compleja más allá de lo folletinesco. A lo largo de tres siglos, sigue siendo una de las novelas más leídas de la historia cautivando a jóvenes lectores de diferentes generaciones.





3: La novela histórica y su legado





¿Fue Walter Scott creador de la novela histórica? Prácticamente se puede decir que sí. El hecho de ambientar sus novelas en trasfondos históricos concretos cuando no tomar directamente momentos de la Historia (del Reino Unido) como base de sus relatos era un hecho novedoso en la literatura narrativa que de alguna manera hizo acrecentar el interés por la Historia en Gran Bretaña y en otros países en donde el autor tuvo éxito en vida. Scott se documentó enormemente tanto en costumbres, escenarios, y vestimentas de las diferentes épocas (Edad Media, S.XVI…) para dotar de cierto rigor histórico a sus obras aunque como todo buen romántico se tomase ciertas licencias y  presentase algunas incorrecciones al tratar de idealizar el pasado (sobre todo en la Edad Media). Es digno de mencionar su estudio y conocimiento de la política y las leyes de cada época en Gran Bretaña, gracias principalmente a su formación como abogado. En ese sentido, Walter Scott otorgó al Romanticismo un carácter de rigor del que carecía, huyendo de las ensoñaciones y de la fantasía de muchos autores del movimiento como Lord Byron o los Shelley.  La influencia de Walter Scott como autor de novelas históricas es palpable en autores como Alejandro Dumas (padre), León Tolsoi, Robert Louis Stevenson, Henryk Sienkiewicz o Boleslaw Prus, que fueron de un modo u otro iniciadores de la novela histórico, un género que aún sigue de moda de la mano de autores como Ken Follet. Ivanhoe además provocó un revival del medievalismo y en el interés por el medioevo que influyó decisivamente en otros autores románticos como Víctor Hugo o Gustavo Adolfo Becquer. 





4: El autor de fama mundial





Walter Scott fue uno de los primeros escritores en lengua inglesa que gozó de éxito internacional en vida ya que su obra era traducida inmediatamente a otros idiomas. En el Reino Unido y en Escocia concretamente conoció varios honores y disfrutó de una reputación social relevante. En 1818, tras participar en la recuperación de las famosas Joyas de la Corona llamadas los “Honores de Escocia” robadas por Cromwell, le fue otorgado por el príncipe Jorge el título de baronet. Fue también presidente de la Royal Society de Edimburgo, pero toda esta fama y reconocimientos no impidieron que  en 1826, tras la quiebra del negocio de imprenta que el autor poseía en Edimburgo junto con los hermanos Ballantyne, este comenzase a pasar por estrecheces económicas y varias deudas hasta su muerte en 1832, teniendo que hipotecar su lujosa y célebre  mansión de Abbotsford. Con todo, se puede decir que Sir Walter Scott fue uno de los primeros escritores “celebrities” de la historia  además de ser uno de los escritores mas leídos de todos los tiempos.





5: La maldición de un escritor popular y un innovador de la novela




 A pesar de que Scott gozó de importante éxito en su carrera, tras su muerte y el auge del Realismo literario en la segunda mitad del XIX, la obra de Scott fue despreciada por críticos y literatos tildándola de literatura de evasión y de novela juvenil, tal era el poco aprecio que la cultura realista sentía por el Romanticismo (y aunque Scott nunca fue un autor romántico al uso) A finales del XIX y principios del XX muchos críticos afirmaban que las obras de Scott tenían tramas flojas y personajes simples, aunque conforme avanzaba el siglo XX se alababa cada vez más el hecho de que el escritor ayudase a popularizar y consolidar la novela histórica, y a partir de la segunda mitad de ese siglo comienza un proceso de recuperación de la valoración de su obra poniéndole en el lugar donde se merece. El hecho de que el autor escribiese algunas obras en la  por entonces no muy frecuente primera persona y su estilo narrativo a veces fuese discontinuo y con importantes saltos temporales, fueron unas novedades que hicieron del literato escocés un adelantado a su tiempo y así se empezó a reconocer. Aunque ha seguido teniendo sus detractores, Walter Scott ha sido mucho más que un autor de novelas infantil-juveniles o de aventuras ya que ayudó a renovar la literatura popular incrementando su calidad y la importancia de sus temas (crónica histórica, política, costumbrismo culto…) A parte de los autores citados en puntos anteriores, otros escritores influenciados por Scott han sido Emilio Salgari, Mark Twain, Virginia Woolf, Lawrence Schoonover o Alessandro Manzoni.        



6: Un autor contra las soluciones violentas




Uno de los rasgos temáticos más significativos de la obra de Walter Scott fue el tono antibélico y antiviolento de las mismas; si bien nunca rechazó las “soluciones armadas” para zanjar conflictos territoriales o políticos, siempre consideró a estas acciones como un último recurso y de ese modo los héroes de su novelas son más bien pacíficos y proclives a las soluciones dialogadas aunque el autor no dejará de reflejar el triunfo de las armas sobre la palabra, algo que siempre dejaba víctimas innecesarias.  Scott era especialmente contrario a la violencia política (como muestra en Ivanhoe o Rob Roy) y consideraba a la Revolución Francesa como un paradigma de ello (los ingleses conservadores temían horrores a que algo similar sucediese en el Reino Unido), aunque él mismo estuviese de acuerdo en varios de los postulados revolucionarios concernientes a los derechos humanos.  





7: Siempre presente en la lírica romántica




 Walter Scott fue un gran poeta épico cuya obra lírica siempre se ha visto ensombrecida por el éxito de sus novelas, relatos y en definitiva su producción narrativa. The Lay of the Last Minstrel (1805), Marmion (1808), The Lady of the Lake  (1810) fueron largos poemas épicos escritos durante la juventud del autor que pueden considerarse como genuinas muestras del la poesía romántica narrativa. Estas historias de amores trágicos, crónicas de caballerías y tragedias familiares medievales inspiradas en romances, baladas y relatos orales célticos y escoceses fueron una gran y constante fuente de inspiración para el romanticismo anglosajón y europeo. La Dama del Lago, inspirada en un relato arturiano, gozó de importante éxito y fue convertida en la ópera La Donna del Lago por Giacomo Rossini y Schubert musicó tres de los cantos del poema, uno de ellos adaptado más tarde al célebre Ave Maria. La inspiración de los compositores románticos en la obra de Walter Scott no terminó en la poesía: Gaetano Donizetti se basó en la novela The Bride of Lamernoor para su famosa y aclamada ópera Lucia di Lamernoor (1835) cuya escena con su protagonista loca es un momento culmen dentro del mundo del bel canto y un coralario en la música romántica. La obra poética de Walter Scott continua siendo admirada con el paso del tiempo.