viernes, abril 19, 2013

JAUN ZURIA: UNA LEYENDA VASCA (y II)




 Antonio Trueba (siglo XIX): Lemor MacMorna, príncipe de Erín

En el siglo XIX la leyenda de Jaun Zuria estaba perfectamente impregnada en el imaginario popular vasco bajo las acepciones modeladas en los siglos XVII y XVIII. Ya no era considerada Historia, sino leyenda y fantasía, pero eso aún así en la época de las Guerras Carlistas (1833-1876) aún era para muchos defensores de los Fueros Vascos derogados definitivamente en 1876 un relato lo suficientemente evocador para mitificar románticamente (no olvidemos que estamos en la era del Romanticismo) el origen de las libertades vascas y de la lucha de los vascos por su autonomía e independencia frente a un reino más grande y centralizador, haciendo analogía entre el Reino de León en la leyenda y la España de los Borbones en el XIX. La cultura romántica decimonónica, que además de calar hondo en España inspiro al Carlismo (la defensa del antiguo régimen tradicional español frente al liberalismo del XIX, algo que se apoyó con entusiasmo en las provincias vascas ya que los liberales eran partidarios de abolir cualquier régimen territorial foral en España) y al nacionalismo vasco ya a finales del siglo, se encargo de embellecer el mito  tratándole de darle un empaque definitivo bastante acorde con el ideario vasquista (promulgador de la independencia del País Vasco con respecto a España) establecido por Sabino Arana hacia 1892.

Antonio Trueba
Hay que señalar a principios del XIX  la versión “consensuada” en literatos e historiadores sobre el supuesto nacimiento de Jaun Zuria era la de su nacimiento en Mundaka (o en Altamira de Busturia) de padre marino corsario natural de Bizkaia y madre escocesa “secuestrada”, esto principalmente para dar origen vizcaino al personaje en lugar de extranjero y para evitar el nada creíble origen fantástico que propuso Lope García de Salazar en el siglo XV que emparentaba al primer Señor de Vizcaya con un genio maligno. No obstante, comenzaron a darse por parte de adaptadores literarios de la historia, sugerentes variaciones que devolvían sustrato fabuloso a la historia. Así, la primera crónica literaria de envergadura sobre el asunto de Jaun Zuria nos la encontramos en 1853 como relato dentro de la obra Cuentos Populares del escritor bilbaino Antonio Trueba (1819-1889). Trueba fue un autor romántico tardío y como muchos autores románticos de las letras castellanas, bastante escorado al costumbrismo regional en una época en que el Carlismo exacerbó el sentimiento vasquista que llevaría al nacionalismo vasco, aunque el autor vizcaino estuviese poderosamente influido por el romanticismo medievalista y patriótico territorialista de Sir Walter Scott. Lo cierto es que en el XIX un buen número de autores vascos románticos y tradicionalistas se ocuparon de un mitificado pasado vasco (Navarro Villoslada, Araquistain, Chaho) influyendo en defensores de los Fueros perdidos y en los sabinianos, además de exacerbar la imaginación de bastantes lectores vascos con sus atractivos relatos pseudohistóricos muy influenciados por el propio Scott y las leyendas populares. Antonio Trueba entró dentro de esa corriente en algunas de sus obras, cuentos y escritos, como las diferentes aproximaciones que hizo sobre el  mito de Jaun Zuria.

Jaun Zuria, Príncipe de Erín  es el relato sobre el héroe que hace Trueba en sus Cuentos Populares y en donde se aprecia una clara influencia de la mitología celta (muy admirada por los autores románticos) y en particular del llamado Ciclo Osiánico, un ciclo de poemas épicos sobre leyendas irlandesas recopiladas en 1760 por el escocés James McPherson y cuya influencia no ya solo en el romanticismo sino el la literatura fantástica de los siglo XIX y XX fue inconmensurable. En este relato, Trueba da origen irlandés a Jaun Zuria, nacido en el Erín con el nombre de Lémor MacMorna (nombre tomado de personajes del ciclo osiánico), un príncipe irlandés exiliado a Mundaka tras haber matado por error a su padre el rey Morna en una cacería (elemento este tomado de la leyenda británica de Bruto). Lekobide, el ficticio rey de Vizcaya le dio asilo en la costa vizcaina y mas tarde Lemor se casó con la hija de este. Tras la invasión de Vizcaya por los astures, Lemor comandó las tropas vizcaínas que resultaron vencedoras en Padura, en donde cayó el caudillo astur Ordoño príncipe hermano del rey de León y Asturias (otro personaje ficticio, inspirado en el Moniño de la versión del conde de Barcelos), nombrándole los vizcaínos su señor, tras la muerte de Lekobide con cuya hija se casa. Trueba también trató el tema Zuriano en Leyendas genealógicas de España (1887) aquí ya muy influido por una obra cumbre del romanticismo pseudohístorico vasco como fue la walterscottiana Amaya o los vascos en el siglo VIII (1879) de Francisco Navarro Villoslada, aunque ambas versiones siguen la historia- especialmente la parte de la batalla de Padura- prácticamente como se había establecido en las interpretaciones anteriores. Aquí Trueba casa a Lémor- todo un héroe caballeresco romántico- con Luz, hija del señor de Busturia. En las diferentes versiones truebanas de la historia el autor también acepta la etimología de Arrigorriaga y Sierra Salvada que hemos visto antes y el hecho de que la batalla se establece cerca de Bilbao en el legendario valle de Padura, que no se sabe a ciencia cierta si alguna vez fue llamado así o estuvo en otra parte de Bizkaia cerca de la zona de Busturia-Gernika. También consolida el nombre del no menos mítico Árbol Málato de Luiando que supuestamente separaba Vizcaya con León/ Castilla, aunque lejos de situar el origen de ese nombre por ser un árbol “maldito” que los guerreros vizcainos tenían prohibido rebasar, el autor establece que “málato” proviene de mellado, ya que el tronco de la mítica encina fue agujereado por las espadas clavadas de los vizcainos. Aunque Trueba no introdujo excesivos cambios en la caracterización del personaje de Jaun Zuria, si tuvo un modelo nuevo, por leve que fuese, este fue sin duda el de los héroes del Ciclo Osiánico, reyes, guerreros y bardos célticos perpetradores de increíbles hazañas: así, en ese ciclo hay un Clan Morna y un héroe llamado Conan MacMorna, por lo que el autor habría situado el origen de los Señores de Vizcaya (y de la casa de Haro) en ese clan irlandés mítico. La razón por la que Trueba situó en Irlanda el origen del primer Señor de Vizcaya fue meramente estética y mitómana, propia de un friky irredento de MacPherson y sus leyendas celtas.

Es también evidente la inspiración de Antonio Trueba en leyendas vascas cuando introduce en la historia al rey Lekobide, un legendario patriarca de la mitología vasca casi al mismo nivel que otros personajes similares como Aitor o Tubal, que Trueba convierte en anciano rey de Vizcaya. Por su parte, el príncipe leonés Ordoño fue sin duda inventado por la tradición oral entre los siglos XVI y XVIII a partir del Moniño del conde de Barcelos y de hecho muchos vizcainos creyeron en su existencia como también creyeron en la veracidad de la batalla de Padura. Sin ir mas lejos, existe aún en el pórtico de la iglesia de Santa María Magdalena de Arrigorriaga el falso sepulcro del príncipe Ordoño, que ya desde la época de Trueba se encontraba vacío (fue profanado en la Guerra de la Independencia) y que en realidad correspondía al caballero de la Orden de Santiago Ordoño Aguirre, natural de Arrigorriaga. El propio Trueba parece querer transmitir al lector la veracidad de la historia cuando exhorta a visitar la iglesia de Arrigorriaga y consultar “unos carcomidos y amarillentos pergaminos”  en sus archivos que dicen que allí se unieron “la hija de Lekobide y el hijo de un rey de Erin”   


Jaun Zuria de Vicente Arana y otras apologías romántico-patrióticas

Con todo, la gran aportación literaria decimonónica al mito de Jaun Zuria puede ser considerada la novela pseudohistórica Jaun Zuria o el Caudillo Blanco (1887) del bilbaino Vicente Arana (1848-1890) también influida por el Romanticismo historicista, las narraciones mitológicas vascas, la mitología céltica y la literatura inglesa desde el medioevo hasta el siglo XIX con una especial predilección por el ciclo Artúrico. Vicente Arana (primo de Sabino Arana) fuerista tradicionalista y próximo al ideario nacionalista de su primo el fundador del Partido Nacionalista Vasco no ocultó en su poco extensa obra su tendencia nacional vasca en diferentes novelas pretendidamente históricas influidas por el esteticismo de autores anglosajones que él tradujo como Tennyson (otro narrador del tema de Arturo) o el norteamericano Longfellow: su Jaun Zuria es tal vez la revisión del mito que más entusiasmó a los nacionalistas vascos del siglo XX, aunque solo se trate de una novela mediocre. En ese sentido, Arana quiso seguir los pasos de Navarro Villoslada con su Amaya pero se quedó a mitad de camino. Dejando a un lado el pretendido origen irlandés del primer Señor de Vizcaya propuesto por Trueba e introduciendo varios personajes históricos conviviendo imposiblemente con otros legendarios o inventados por el autor, Arana sitúa el clímax de la historia en el 870 establecido por Salazar en donde el Jaun Zuria, Lope Fortún, hijo de Lope Fruiz, señor de Altamira de Mundaca y la princesa escocesa María hija del rey Donald por él raptada, comanda el victorioso ejército vizcaino contra las tropas asturleonesas del rey Alfonso III (monarca leonés de existencia real) que reclamaban a los vizcaínos sus impuestos en especias no pagados. Vicente Arana vuelve a citar al mítico infante Ordoño (hijo del rey en esta versión) y las leyendas etimológicas de la batalla de Arrigorriaga y el árbol Malato. Arana sigue a Salazar cuando desposa a Jaun Zuria con Íñiga (aquí cuñada del rey de Navarra), aunque el hijo de estos fuese asesinado por el malvado Sancho de Zaldube.         

Se puede decir que con Jaun Zuria o el Caudillo Blanco concluye la progresión de la leyenda de Jaun Zuria en cuanto que no habrán prácticamente más aportes sobre el relato aunque si diferentes estudios que tratarán de analizar la leyenda, sus fuentes, su posible origen y los sustratos históricos en las que se pudo basar. El tema de la batalla de Padura fue tocado en el tardorromanticismo por Sabino Arana Goiri (1865-1903) en un artículo de intencionalidad histórica de 1890 recopilado en su obra Cuatro Glorias Patrias. Sabino Arana, que significativamente no cita a Jaun Zuria en su crónica, realiza una exaltación patriótica de la victoria de los vascos contra los leoneses así como del origen de los Fueros vascos tras esta victoria (que el autor data en el 888), prueba de que la mitología surgida alrededor la batalla de Padura o Arrigorriaga se había convertido en un tótem mítico para el incipiente nacionalismo vasco que él ayudó a expandir (muchos consideraron verídica esta batalla, lo mismo que la existencia del príncipe Ordoño), al igual que el personaje de Jaun Zuria, principalmente a través de la obra de Vicente Arana  


Aproximación histórica a Jaun Zuria (I): el vikingo de Busturialdea

Hemos visto a grandes rasgos el origen legendario del mito de Jaun Zuria, pero ¿existe alguna base histórica de la leyenda de Jaun Zuria y/o de la Batalla de Padura? Antes de nada conviene recopilar las certezas de carácter histórico hasta ahora recogidas sobre el mito de Jaun Zuria:
- No hay documentación escrita fidedigna sobre la existencia del supuesto primer Señor de Vizcaya y fundador de la casa de Haro en el siglo IX, ni sobre su nacimiento y muerte ni sobre su descendencia
- No hay constancia de que en Arrigorriaga (Bizkaia) se librase ninguna batalla en 870 o 888 entre vizcaínos y asturleoneses
- Pedro Alfonso, conde de Barcelos ideó en el siglo XIV el personaje de un primer Señor de Vizcaya de origen extranjero, que otros autores de la Edad media o la Edad Moderna han defendido como real pero sin aportar pruebas
- La leyenda de Jaun Zuria, tal y como la relatan Pedro Alfonso (S XIV) y Lope García de Salazar (S XV), tiene un más que posible origen en leyendas populares vascas, más aportaciones hechas por estos autores procedentes de diferentes tradiciones literarias medievales.
- La mayor parte de los personajes citados en las pretendidas aproximaciones históricas al relato (la esposa de Jaun Zuria, Sancho Estéguiz, el príncipe Moniño/Ordoño) son ficticios.

Falso sepulcro del príncipe Ordoño (Iglesia Sta. María Magdalena, Arrigorriaga)

Aunque desde el S XIX jamás se ha considerado a Jaun Zuria como primer Señor de Vizcaya- fundamentalmente porque su existencia es más que dudosa- como hemos visto nunca han faltado personas que de una manera un tanto romántica y confundiendo sus deseos con la realidad han proclamado a este personaje como histórico, principalmente desde un nacionalismo vasco de corte derechista y tradicionalista. También muchos han creído ver al mítico primer caudillo de Vizcaya en alusiones a oscuros personajes históricos de la baja Edad Media vizcaína o en algunas representaciones artísticas. Un caso bastante notable es el óleo romántico que se encuentra en la Casa de Juntas de Gernika pintado por Anselmo Guinea en 1882 (ver imagen en la primera parte de este post) originalmente titulado Jura de un Señor de Vizcaya, aunque ha terminado por ser conocido en fechas recientes como Jaun Zuria jurando defender la independencia de Bizkaia cuando siempre se ha considerado que el Señor representado era el primer Señor de Vizcaya del que se tiene constancia, Iñigo López. Tal vez sus vestimentas blancas hayan sido la razón por la que se ha creído que se trataba de Jaun Zuria (nada dicen los textos de ropa blanca sino de tez blanca, por cierto) más que por  las vestimentas de los personajes que son mas propias de los siglos XI o XII o por el escaso aspecto céltico o anglosajón del Señor en cuestión. Otra representación pictórica curiosa es la del retrato del siglo XVII que figura también en la Casa de Juntas -aludido también en la primera parte del post-  y que representa a “Lope de Vizcaya” con un curioso e imposible aspecto romano-gótico o de caballero andante: es esta la primera (y prácticamente genuina) representación iconográfica del personaje que ha perdurado (la imagen que encabeza este post, del S XIX, esta basada en ese cuadro)

Con todo, es necesario constatar el hecho de que si bien no se han hallado pruebas fehacientes sobre la veracidad de los mitos de Jaun Zuria, si que existen algunos apuntes históricos que conectarían con la construcción de la leyenda y con una (remotamente) posible existencia de alguna figura real que haya inspirado a la creación de Jaun Zuria, además de eventos que han ayudado a crear le leyenda de la batalla de Padura. En lo que respecta al personaje del bravo noble, si bien entre los siglos XVI y XVIII varios historiadores (Garibay, Iturriza, Ibargüen) pretendieron demostrar la veracidad de la existencia de Jaun Zuria, ninguno aportó ningún dato fundamentado en investigación histórica, ya que entre otras cosas recordemos que el método científico no entraría en pleno desarrollo hasta prácticamente el siglo XVIII habiendo que esperar hasta prácticamente el XX el hallazgo de algunas sugerentes teorías históricas. En ese sentido, un historiador del XVI como fue Juan Iñiguez de Ibargüen estableció la genealogía posterior de Jaun Zuria- basándose en la de Lope García de Salazar- que fue aceptada por los apologistas de la veracidad de la leyenda. Ibargüen fijó la batalla de Arrigorriaga en 888, 18 años más tarde que Salazar, al término de la cual Lope Fortún “llamado por su blancura Jaun Zuria” fue nombrado Señor de Vizcaya. Según Ibargüen Lope Fortún, hijo de una princesa escocesa y un noble de Mundaca, se casó primero con doña Íñiga, hija del duque de Cena y en segundas nupcias con Dalda Estíguiz (Estéguiz), hija de Sancho Estíguiz Ortuñez, Señor de Durango, invirtiendo así el orden de los matrimonios propuestos (inventados) por Salazar. El hijo de Fortún e Íñiga sería el heredero del Señorío, pero Ibargüen no hizo constar su nombre, identificado por autores posteriores (y siguiendo a Salazar) como Munio o Momo, personaje del que no se tiene ninguna constancia histórica como tampoco de las supuestas esposas de Jaun Zuria. Decir que Ibargüen también especuló con la existencia de unos fueros primitivos vascos escritos al parecer en el S VIII pero de los que no hay ninguna constatación: con todo, hubiesen surgido un siglo antes de Jaun Zuria y por lo tanto no pudieron ser creación suya.

¿Vikingos en la costa vizcaina?

La identificación de la supuesta descendencia de Jaun Zuria abrió precisamente en los siglos XIX y XX una línea de investigación sobre el origen de la casa de los primeros Señores de Vizcaya, los Haro, a la que nos referiremos luego. Pero en lo que respecta al origen y a la identidad de Jaun Zuria, han ido surgiendo varias especulaciones ignoradas por los historiadores antiguos. Una de ellas es la que identifica a Jaun Zuria como un noble sajón descendiente de las casas de Wessex y West Anglia, destronadas en el IX, y otra la que le considera un normando o un vikingo, o al menos descendiente de ellos. El relato de la llegada a Mundaka de naves vikingas podría tener una conexión con una hipotética base vikinga que según Jon Bilbao (1982) se hubiese establecido en la ría de Mundaka. Según el autor, que se basó en un estudio de la Universidad de Oxford de 1977 a cargo de Smyth sobre los vikingos en las islas británicas en el S IX, en la segunda mitad del IX pudieron haber llegado a Mundaka dos reyes vikingos de Dublín propensos a los viajes y las expediciones punitivas: los reyes de Dublín hacia 850 Olafr el Blanco  y Ivarr el Culebro, dos apelativos que evocan respectivamente a Jaun Zuria y a su supuesto padre “Culebro” según Salazar ¿Serían estos los extranjeros llegados de las islas según Pedro Alfonso?, ¿la leyenda del Culebro se refiere en realidad al rey Ivarr, que pudo derivar en al imaginación popular en un Culebro o diablo por su nombre? Para empezar, no parece muy pausible ni demostrable (no hay pruebas) la sugerente teoría de una base vikinga en Mundaka (o en Busturia, como también se ha dicho), si bien fueron muy posibles las incursiones normandas en el siglo IX en las costas vizcaínas desde su base de Baiona. No parece sin embargo que fuesen los vikingos colonos irlandeses (fundadores de la ciudad de Dublín) los que supuestamente llegasen a Bizkaia, y en realidad los apodos de ambos reyes no sean más que una mera coincidencia. Antón Erkoreka sostiene la teoría de Jon Bilbao- últimamente con bastante aceptación en la comarca de Busturialdea, donde se originó la leyenda- y además la conecta con Salazar en el sentido de que los vikingos pudieron intervenir en la fundación de la villa de Mundaka que tuvo una de sus primeras reseñas en Salazar. Para Erkoreka, la torre Torrezarreta en el barrio Altamira de Busturia (citada por Salazar) pudo haber sido la residencia del mítico Señor (que se trataría de un vikingo o normando) como también lo pudo ser la torre de Montalbán de Mendata, ambas fortificaciones defensivas en su origen. La teoría de la morada zuriana en Torrezarreta ha sido defendida con más argumentos tradicionalistas que otra cosa por estudiosos de la leyenda de la zona costera de Bizkaia, pero tampoco existe un documento claro que vincule dicha fortificación con el personaje. Con todo, la teoría sobre la posible llegada de un noble normando a Mundaka o Busturia esta cogiendo fuerza en los últimos tiempos ¿pudo ser el personaje que inspiró a Jaun Zuria un normando exiliado? No es descartable la residencia de un joven marino, pirata o guerrero normando en la costa vizcaina en el IX, pero resulta improbable que fuese nombrado señor de Vizcaya o que acaudillase a los vizcainos en alguna guerra o batalla. Este personaje de tez pálida y rubios cabellos  pudo dar origen a la leyenda de un hombre de extraordinarias características físicas que podía haber sido hijo del maligno genio vasco Sugaar, algo que a Salazar le recordaba mucho a la concepción de Merlín por un íncubo en una doncella celta.             

 Aproximación histórica a Jaun Zuria (II): la conexión con el Reino de Navarra

Sancho I Garcés, ¿consuegro de Jaun Zuria?
Otra teoría histórica conecta a Jaun Zuria con los reyes de Navarra, aunque aquí las dudas son mayores y a pesar de que sea cierto el origen histórico del Señorío de Vizcaya a partir del Reino de Navarra. Ya el propio Salazar estableció que el hipotético hijo de Jaun Zuria, Munio López, supuesto señor de Vizcaya según el autor entre 909 y 920 se casó con Belasquita, la hija del rey de Pamplona Sancho I Garcés. Su sucesor fue Iñigo López Esquira (Ezquerra), quien gobernó en fechas no coincidentes con el auténtico Iñigo López. A este poco claro Iñigo le sucedió según Salazar su hijo Lope Iñiguez, y a este su vástago Sancho López que supuestamente gobernó hasta 1016. No hay constancia de la existencia real de estos Señores pese a que los navarros  Sancho I y su hija Belasquita fuesen personajes históricos reales. No está muy claro si Salazar confunde a los verdaderos Ezquerra y su hijo Lope Iñiguez (que ostentó el señorío entre 1077 y 1093) con los descendientes de Jaun Zuria del siglo X, aunque lo cierto es que en algunas obras históricas el autor establece una cronología mas adecuada a la noticia histórica aunque suponiendo a Ezquerra como el sexto Señor de Vizcaya y hermanastro de su antecesor Sancho López. Según Tomás Urzainqui, que no tiene en cuenta le genealogía de Salazar, la princesa Belasquita es en realidad la base del trasunto de la madre de Jaun Zuria- su nombre Belasquita se confundió con el latín “Bela Scota”, bella escocesa”- que se casó en terceras nupcias con Fortún Galíndez o Galindones, duque de Nájera, que según Urzainqui había podido ser confundido con un príncipe gaélico a causa de su apellido. El autor deja entrever que este noble pudo ser caudillo de los vizcainos en algún momento (¿una batalla?) pero no hay constancia sobre eso como tampoco de la relación de Belasquita con los señores de Vizcaya. No obstante, el primer marido de doña Belasquita fue el oscuro conde de Álava Munio Vela o Momo Velaz, cuyo nombre de pila se correspondería con el del supuesto hijo de Jaun Zuria desposado con la princesa navarra, aunque esto tiene visos de ser una mera casualidad ya que ese nombre (del que derivaría Nuño) era muy común en la península ibérica en la alta Edad Media. Es muy posible que Lope García de Salazar se hiciese un batiburrillo (premeditado) para incluir apócrifamente a los reyes de Navarra en la estirpe de los primeros Señores de Vizcaya.   

Las últimas investigaciones históricas realmente han hecho caer en saco roto la existencia real de Jaun Zuria como primer jefe de la antigua Vizcaya en tanto que es muy posible que en los territorios vascos hubiese habido desde antes de Cristo jefes militares en diversas poblaciones o fortificaciones que tuviesen que combatir contra invasores bárbaros de modo análogo al que lo hizo nuestro personaje. Estos caudillos serían elegidos entre las familias vasconas más poderosas aunque es posible que entre los siglos XVIII y XIX hubiese habido un vacío de poder que inspiró la leyenda de Jaun Zuria, el señor venido del extranjero. Vizcaya se incorporó al Reino de Pamplona (posteriormente de Navarra) posiblemente a comienzos del X en una época en al que no se ha documentado la existencia de ningún Señor de Vizcaya, pero algunos investigadores señalan que en el siglo IX existió un Vizcaya un noble señor al servicio de Pamplona llamado el conde Momo, que algunos identifican con una posible descendencia de Belasquita de Navarra y su primer marido del mismo nombre. El Señorío dejó de pertenecer a Navarra para pasar a Castilla  en 1076, siendo Iñigo López el mandatario.   


Historia, mito y leyenda en la batalla de Padura

La costa de Busturia, origen de la leyenda
En lo que respecta a la batalla de Padura, puede haber una leve base histórica en este acontecimiento que en ningún caso se dio realmente. Es cierto, como señala Mañaricua, que existen registros de expediciones de reyes asturianos en el siglo concretamente del rey Alfonso III (848-910) - que habrían llegado a oídos del conde de Barcelos - pero jamás se ha relatado ninguna batalla o guerra con los vizcainos. A este respecto, hay que referirse a un hecho que narra el historiador vizcaíno del XIX Juan Delmas y que cuenta una batalla en el siglo X entre vizcaínos y francos cerca Gizaburuaga, en la comarca costera vizcaina de Lea Artibai, cercana a la de Busturia. Aunque esta no fue una batalla por la “independencia” del territorio si que fue un combate contra un invasor: es posible que influyese en el desarrollo de una leyenda sobre una batalla de vizcainos contra “extranjeros” que se extendió por la zona costera de Bizkaia. No obstante, la localización de este combate se encuentra relativamente alejada de la zona Mundaka-Busturia, donde posiblemente hubiese habido algún combate o escaramuza contra intrusos bárbaros (¿también vikingos?) o asturleoneses en la época de Alfonso III (hubo torres en la zona, como la mítica Torrezarreta, que cumplieron función defensiva), pero difícilmente una batalla de las proporciones descritas en la leyenda. El mito de Roncesvalles (una vez más vascones contra francos) pudo influir también en una tradición oral de la zona de Busturia a partir del siglo X que hablaba de la gloriosa victoria de los vizcainos frente a los invasores. Con todo, este relato posiblemente surgió y se desarrollo independientemente de la leyenda del noble caballero extranjero de tez blanca y fue Don Pedro Alfonso (o en su defecto alguna otra tradición anterior a él) quien los fusionó, dando así lustre épico al relato y explicando el origen de los fueros vascos tras haber obtenido la autonomía respecto al reino asturleonés.        

Cruz en el lugar del árbol Malato, Luiando
Es evidente también el hecho de que la localidad de Arrigorriaga no tuvo nada que ver en esta fundamentación histórica de la batalla que lleva su nombre (también conocida como Batalla de Padura); de hecho el propio Pedro Alfonso ya mete la pata situando a Arrigorriaga cerca de Busturia (las luchas que habrían dado origen a la leyenda se habrían establecido en la zona costera cercana a Mundaka y Gernika). Salazar trató de corregir el error estableciendo a la localidad cerca de Bilbao (en donde se encuentra realmente) y creando un nombre primitivo de la zona: el valle de Padura. Como ya dijimos antes, el origen del topónimo Arrigorriaga no parece que venga de ninguna batalla, si bien el nombre eusquérico puede significar lugar de piedras rojas, también puede ser lugar de piedras abruptas o peladas. Otro asunto interesante es la existencia real o no del árbol Malato, una encina de Luiando (Álava) que supuestamente marcaba el límite de Vizcaya y prohibía el paso de los soldados vizcaínos para hacer la guerra en otros territorios, aunque según varios autores también es posible que se tratase de un árbol que señalaba la prohibición de paso para leprosos o que se tratase de un árbol viejo y enfermo, ya que “malatus” significa enfermo. El origen del nombre es discutido, así como su existencia en aquel tiempo no muy clara. En el siglo XVIII se replantó una encina en el lugar donde supuestamente se encontraba dicho árbol y tras su muerte se instaló una cruz de piedra en su lugar que aún se conserva en Luiando. La inclusión de este árbol en la leyenda, por parte de Salazar, se debió sin duda a la pretensión de otorgar un epílogo sugerente y épico al relato de la batalla, así como, por que no, para mitificar el concepto de frontera del Señorío con respecto a los territorios vecinos.


Símbolos de una leyenda, símbolos de Bizkaia

El escudo de la casa De Haro, el escudo antiguo de Bizkaia y la bandera de la batalla de Padura

Y para concluir, no se puede olvidar el supuesto origen zuriano de un símbolo vizcaíno como es el escudo de Bizkaia. Ya vimos como Salazar creó la leyenda de su concepción en su relato de Jaun Zuria, haciendo al protagonista creador del escudo de armas de la familia Haro y por ende del de Bizkaia (antiguo) y el de muchas localidades del territorio (Bilbao incluida), ya que los dos lobos con corderos en sus fauces aparecen no solo en el viejo escudo de la provincia sino en el de muchos municipios como el actual Bilbao: ese era el emblema de los Haro, incorporado al escudo de su señorío y al de localidades sobre las que mandaron o fundaron. García de Salazar se inventó el avistamiento de Jaun Zuria de dos lobos con corderos y así explico el – en realidad incierto-  origen del escudo de los Haro. Por otra parte, las cruces de San Andrés (aspas) del escudo de los Haro han sido explicadas por el hecho de que la tradición desde aproximadamente el siglo XVII estableció que la batalla de Arrigorriaga tuvo lugar un día de San Andrés, pero esta, obviamente, no parece la explicación mas convincente del origen de este elemento en el blasón nacido probablemente en el S XI y que llevará a la antigüa bandera de Bizkaia (con una cruz de San Andrés roja) y a la ikurriña Otra tradición, del XVIII-XIX, estableció la supuesta bandera de Vizcaya conmemorativa de la victoria en Arrigorriaga: una cruz de San Andrés verde (como el roble de Gernika) sobre fondo blanco (¿haciendo referencia a Jaun Zuria?), esta bandera  de origen zuriano apócrifo inspiraría la ikurriña creada por Luis y Sabino Arana a finales del XIX.    

lunes, abril 15, 2013

El Aparatito Lumiere EL CUARTETO (QUARTET)



 


***

Ha sido verdaderamente curioso y honesto el tardío estreno de una leyenda de la interpretación como Dustin Hoffman en la dirección con una película de nacionalidad británica basada en una pieza de teatro que no resulta precisamente comercial ni del gusto del gran público- algo que siempre se teme cada vez que actores norteamericanos de peso específico se estrenan como directores- y que además parece más adscrita a los cánones del cine británico o incluso de europeo continental. Basada en una obra teatral de Donald Harwood, lo cierto es que Quartet, sin ser una grandísima película es un filme agradable, simpático e inteligente que basándose en un planteamiento melodramático bastante inusual logra con una historia mínima un filme muy magnético. Con un reparto de rostros veteranos en la tercera edad, Quartet es además un homenaje a la “eternidad” de los artistas veteranos con un mensaje: el talento y el buen saber hacer nunca se pierde. Ambientada en una residencia inglesa de cantantes y músicos mayores y con el mundillo de la ópera como hilo conductor, la película rezuma autenticidad, contenida belleza y sobre todo vitalidad, como debe de ser en toda película con mensaje positivo protagonizada mayormente con personas mayores.      

Cuatro veteranos de la escena británica como Maggie Smith, Tom Courtenay, Billy Connolly y Pauline Collins son los cuatro miembros del cuarteto del título, cuatro cantantes de ópera retirados y residentes en el asilo que inesperadamente tienen la oportunidad de reeditar gloriosos tiempos al poder formar un cuarteto para interpretar Rigoletto en la función anual de al residencia ante la llegada de la nueva inquilina, la soprano Jean (Maggie Smith), la exmujer del tenor Reginald (Tom Courtenay) Este violento reencuentro entre los antiguos amantes no será nada fácil y en cierto modo, unido con la excitación de los preparativos de la función por parte de los ancianos artistas, alterará de un modo singular el día a día de la institución. Sentimientos invernales  y dudas existenciales en los últimos compases de la vida parecen aflorar e unas viejas glorias del espectáculo que aún son genio y figura. Entre la comedia y el melodrama la película transcurre plácida y sin grandes momentos de emotividad o tensión, una tensa calma que Hoffman ha sabido captar excepcionalmente, no en vano el también es un artista veterano. El reparto de secundarios, como dato curios, incluye a auténticos antiguos músicos o cantantes británicos además de otros actores de larga trayectoria como Michael Gambon. Excelentes interpretaciones y una cuidada fotografía de interiores en un filme que tal vez este demasiado lastrado por su origen teatral y por eso no guste a los expectores que prefieran mayor ajetreo de espacios y localizaciones en las películas. Es agradable que de vez en cuando haya películas así, modestas pero sugerentes.