lunes, abril 22, 2013

El Aparatito Lumiere UN ASUNTO REAL (EN KONGELING AFFAERE)






 *** y 1/2

Un destino injusto el de esta estupenda película danesa nominada al oscar a mejor película extranjera que ha pasado como una exhalación por las salas españolas y ahora solamente puede verse residualmente en algún cine. Una producción histórica elegante, cuidada y magistralmente ambientada y filmada que rememora un decisivo episodio en la historia de Dinamarca a finales del siglo XVIII. Planteada como una mezcla de drama introspectivo, historia de amor imposible y crónica histórico-política, una sabia dirección por parte de Nikolaj Arcel consigue un filme sobrio e imponentemente narrado lejos de los excesos estéticos y manierismos impostados a los que menudo se recurre cuando se firma una película ambientada en el XVIII y sobre todo cuando se retratan preeminentemente ambientes reales y nobiliarios, como es el caso de Un Asunto Real.  La historia nos lleva a finales del siglo XVIII a la corte del rey Christian VII de Dinamarca (Mikkel Folsgaard), donde la joven reina consorte Carolina Matilde (Alicia Vikander) procedente de la Familia Real inglesa y que acaba de desposarse con un monarca irresponsable, inmaduro, déspota, inepto y cruel, ve con horror como su matrimonio y su estancia en la corte danesa tienen todos los visos de convertirse en un auténtico infierno. La llegada a la corte de Johann Freidrich Struesse (Mads Mikkelsen) un médico intelectual partidario de la Ilustración y por ello mal visto en los círculos reales en un país que aún vivía en el más rancio feudalismo supondrá un impacto para la joven reina, con quien vivirá una intensa historia de amor a espaldas de su prepotente esposo, al mismo tiempo que contra todo pronóstico se establece una amistad entre el médico y el monarca que lleva a la adopción de políticas ilustradas que modernizarán el país. Pero pronto la inquina, las intrigas de palacio, la intransigencia, la intolerancia y sobre todo el rencor harán acto de presencia y todo comenzará a tambalearse de una manera brutal. 

Una de las mejores virtudes de este filme es que sabe impregnar muy bien su mensaje político-social, que no es otra cosa que un canto a la tolerancia frente al fanatismo, en medio de un tono muy rico en matices que parece escorarse en algunos momentos al melodrama romántico y otros al drama psicológico y sin que se resienta la coherencia del conjunto. Mads Mikkelsen, uno de los actores europeos de moda (tiene ahora en cartelera La Caza y pronto será el Hannibal Lecter televisivo) realiza una interpretación soberbia dando vida a un hombre dispuesto a cambiar a su país ahora que se le presenta la oportunidad tanto por la convicción en sus ideales como por el amor que siente por una mujer infeliz a la que ve ocasión de redimirla y conseguir su felicidad. Un relato fascinante y más complejo de lo que parece mostrado con una excelente fotografía con connotaciones pictóricas dieciochescas y una soberbia y cuidad ambientación que hacen de la película una pequeña delicatessen casi análoga a una caja de butter cookies danesas. Una pena que de un momento a otro desaparezca ya de la cartelera