jueves, noviembre 14, 2013

El Aparatito Lumiere PACTO DE SILENCIO (THE COMPANY YOU KEEP)






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Hay poca convicción en este fallido thriller más o menos político dirigido (y protagonizado) por el otras veces mucho más entonado en su faceta de director Robert Redford. El legendario y veterano cineasta norteamericano vuelve a exhibir ideología izquierdista militante para llevar a cabo un inofensivo ajuste de cuentas con la sociedad americana y su memoria histórica basándose en una novela de Neil Gordon en donde el pasado se reencuentra con el presente y no para bien de sus protagonistas, que deberán luchar por su honor y su integridad en el momento actual sin tener por eso que renunciar a sus ideales del pasado. Jim Price (Redford), un setentón abogado viudo y reconocido por su lucha a favor de los derechos civiles se convierte de la noche a la mañana en un fugitivo cuando Ben, un joven y ambicioso periodista (Shia LeBouf) saca a la luz su desconocido pasado como presunto terrorista miembro de una organización radical de los setenta. A partir de aquí se trata de combinar el thriller periodístico con la intriga policial con elementos de melodrama de personajes y todo con un cierto trasfondo de crítica políticosocial enfocada a recordar a la sociedad americana las miserias históricas de su eterno talante conservador y tratando de hacer memoria sobre los activistas políticos más radicales en la convulsa en EEUU década de los 70. Pero todo esto al final no consigue hacer una buena película ya que la vaguedad con la que se presentan todos estos elementos solo lleva a un filme aburrido y sin relieve aunque con algunos buenos momentos aislados.

El excelente reparto de la película, que incluye a Julie Christie, Nick Nolte, Stanley Tucci, Brendan Gleeson, Sam Elliot o a una fugaz Susan Sarandon, no logra levantar una historia en done muchas cosas se quedan sin explicar y otras carecen de total credibilidad. Solo a partir de la segunda mitad del metraje el asunto se pone interesante pero pronto vuelven a aparecer los pufos. Nada puede reprocharse en cambio a una efectiva puesta en escena y al buen hacer de Robert Redford como comunicador cinematográfico, aunque esta vez se haya quedado en un perfil medio-bajo.