viernes, noviembre 29, 2013

TORO SENTADO (SITTING BULL), GRAN JEFE INDIO





La historia de Estados Unidos, especialmente a ojos de su ciudadanía y gobernantes,  está llena de héroes, figuras míticas y  campeones de libertades y derechos. Pero de entre todos los protagonistas de la historia nortemericana siempre destacan por su especial significación aquellos legendarios nativos del norte de América que en los primeros años de la historia de EEUU, cuando el país empezaba a gestar lentamente su hegemonía mundial lucharon por su pueblo indígena reivindicando su derecho a vivir y disfrutar de las tierras americanas. A finales del siglo XIX, varios caudillos indios llegaron a convertirse en mito en su lucha territorial- casi siempre encarnizada y cruel-  contra el hombre blanco, pero uno de ellos siempre será el más recordado: Sitting Bull (Toro Sentado) (1831?-1890) jefe espiritual tribal perteneciente a la tribu Sioux Lakota que unió a los diferentes pueblos Dakota (Sioux) en una lucha guerrera contra el Gobierno norteamericano y sus políticas desterradoras contra la población indígena americana durante los años 1860-1880 en plena era de la expansión del legendario Far West. Sin duda alguna el indio norteamericano más conocido de la Historia- el Gran Jefe indio por excelencia-  y toda una figura legendaria del Lejano Oeste, Sitting Bull ha sido y sigue siendo todo un ejemplo para la comunidad indígena en EEUU (fue el único caudillo indio que consiguió unir a varias tribus en una lucha común, llegando a ser jefe supremo de la Nación Sioux) y un icono norteamericano. Pese a que su historia y vida han sido revisadas por literatura, cine y televisión infinidad de veces y su figura estudiada por numerosos historiadores en EEUU, Toro Sentado es un personaje del que nunca sobra el ser rememorado como un ejemplo de héroe aferrado primariamente a la tierra y a su gente.


El gran guerrero Lakota


El año probable de nacimiento de Toro Sentado es 1831, y sobre el lugar aún no se sabe a ciencia cierta aunque es seguro que nació en lo que luego se  conoció en los jóvenes Estados Unidos de América (a partir de 1861) como Territorio Dakota, una zona que incluía los actuales estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur y parte de Montana y Wyoming. Era llamado así por asentarse allí la tribu de los Dakota, uno de los nombres por los que fueron conocidos los Sioux, y en 1831 era una zona inhóspita y apenas explorada por el hombre blanco. Toro Sentado nació en realidad con el nombre de Tejón Saltarín en el seno de una subtribu de los Lakota, los Hunkpapa. Los Lakota era una de las siete ramas de los Sioux, concretamente la que habitaba en la zona más occidental del territorio Dakota. Muchos historiadores han establecido que Toro Sentado nació cerca del actual Grand River, en Dakota del Sur, pero entre sus descendientes existe la creencia de que en realidad nació en el actual estado de Montana, concretamente en Miles City. Durante sus primeros años de vida en el seno de los Hunkpapa, el joven Tejón Saltarín demostró ser un tenaz aspirante a guerrero y un valeroso adolescente al lograr cabalgar sobre un búfalo que trataba de embestirle a los doce, algo que le valió el más profundo respeto entre su gente. Pese a su carácter tranquilo e impasible (fue apodado en su tribu El Sosegado) pronto demostró fiereza en la batalla- una virtud muy valorada entre los indios americanos y especialmente entre los sioux-  cuando con su tomahawk hirió a un guerrero de la tribu enemiga crow en un enfrentamiento de  de sioux contra crow. A raíz de este hecho, su padre, Toro Saltarín, le otorgo en la ceremonia de paso a guerrero uno de sus otros nombre, Toro Sentado (Tatanka Lyotanka, en Sioux). Toro Sentado, ya superada la veintena, veía como su prestigio aumentaba entre su gente así como el cariño que se le profesaba. Se cree que hacia 1857 Toro Sentado fue nombrado hechicero o curandero gracias al conocimiento que había adquirido de la espiritualidad Lakota

Guerreros Sioux
Durante los años 1840-1860, los Dakota o Sioux eran -desde la llegada de los europeos a sus tierras en el siglo XVIII- un pueblo muy numeroso y el más extendido en USA ocupando territorios en los actuales estados de las dos Dakotas, Montana, Nebraska y Wyoming. Agrupados en el Territorio Dakota tras el tratado de Yankton de 1858 por el cual gran parte del que había sido territorio Sioux (concretamente la mayor porción de Dakota del Sur) pasaba a control del gobierno de EEUU - después, en 1861 se formaría oficialmente el Territorio Dakota- los sioux aún conservaban su cultura guerrera y su orgullo como pueblo, pero desde comienzos de la década de 1850 dependían en gran medida de las ayudas del Gobierno USA ya que la colonización del oeste por parte de los euroamericanos había acarreado la expropiación de muchos medios de substancia naturales de las tribus indígenas. Así, a finales de los 1850, el Gobierno comenzó a retardar y a incumplir varios pagos a los Dakota además de cometer varias infracciones territoriales en sus tierras. Los llamados agentes indios, funcionarios que se encargaban de supervisar y vigilar la situación de los nativos además de abastecerles, eran los culpables principales de esta situación con su inacción y desidia y esto estaba llevando a la mayor parte de los pueblos sioux a la hambruna y la muerte. Los Negociadores profesionales que muchas veces servían de enlace entre los agentes y los indios para negociar y transaccionar con ellos protestaban por la negativa del Gobierno de ser ellos quienes negociasen directamente el abastecimiento de los sioux con los agentes sin tener en cuenta los nativos, lo que agravó aún más la situación. En 1862 los Dakota reclamaron su abastecimiento al agente Thomas J. Galbraith, pero los negociadores se negaron a actuar si los agentes intervenían directamente con los Sioux en este cometido con lo que no se recibió el suministro. En respuesta a esta negativa, los Dakota atacaron varios asentamientos blancos en las zonas de Minnesota y Dakota durante meses con el fin de atemorizar y expulsar a los colonos ocasionando crueles y masivas matanzas que incluían a mujeres y niños y provocando así la Guerra Dakota de 1862, que enfrentó a los colonos del Territorio Dakota y al ejército norteamericano con los sioux y que terminó en con la rendición de la mayor parte de las bandas Dakota  y la ejecución de 38 guerreros de esta tribu el 26 de diciembre de 1862 además de la supresión más tarde de las reservas sioux en Minnesota. Los Hunkpapa de Toro Sentado, que ya tenía cerca de 30 años cuando la guerra estalló, no tomaron parte en la contienda pero sin duda alguna este conflicto influyó poderosamente en el joven guerrero.          


El rebelde de las llanuras de Dakota

A consecuencia de la Guerra Dakota, el ejército norteamericano se la tomó con los Sioux y en el periodo 1863-1864 atacó numeroso asentamientos Dakota al considerar a esta tribu como altamente hostiles.  En 1863 Toro Sentado participó por primera vez en un enfrentamiento contra el ejército y en 1864 un contingente de 2.200 soldados atacó una aldea en cuya defensa participó Toro Sentado y otros notables jefes guerreros sioux. Los Sioux tuvieron que retirarse pero emprendieron hostilidades contra los blancos en represalia durante los meses siguientes: en septiembre de 1864, una expedición de hunkpapas atacó a una comitiva que descansaba durante la reparación de un vagón de tren en Dakota del Norte. En el combate Toro Sentado fue herido sin gravedad en la espalda. Entre 1865 y 1868, los Hunkpapa de Toro Sentado y otros Lakota atacaron al mando del jefe militar (en realidad Toro Sentado no fue Gran Jefe de los Lakota sino más bien un jefe guerrero o líder espiritual) varios fuertes en el Territorio Dakota y a partir de 1866 efectuó hostilidades contra asentamientos coloniales y fuertes en la zona del río Missouri, colaborando así con el Gran Jefe Oglala (otra subtribu Lakota) Nube Roja en la llamada Guerra de Nube Roja (1866-1868) en la cual los Lakota, los Cheyennes y los Arapahoes disputaban con los colonos el control del Condado del Powder River en Wyoming (antiguo Territorio Montana). Tras el fin de la Guerra de Nube Roja en 1868, los indígenas americanos obtuvieron importantes ganancias territoriales refrendadas en el Tratado de Fort Laramie (2 de julio de 1868), en el cual las tres tribus antes mencionadas pasaron a poseer Black Hills (Dakota del Sur)- un lugar sagrado para los Sioux- y a controlar tierras de asentamiento y caza en Dakota del Sur, Wyoming y Montana además de asegurarse la salida del los euroamericanos de Powder River, un territorio que les pertenecía. También se estableció la Gran Reserva Sioux que incluía tierras de las actuales Dakota del Sur y Nebraska para los Lakota, aunque esto sirviese para expulsar de allí a la tribu de los Ponca, los auténticos dueños de una parte de esas tierras. El tratado también incluía la “reeducación” de los Lakota de la Gran Reserva Sioux y la instauración de un proceso de asimilación cultural de los indios hacia los conocimientos y costumbres blancas  gracias al establecimiento en la reserva de un edificio misional y la llegada allí de herreros, maestras, carpinteros, granjeros, ingenieros, molineros y un agente del gobierno que velarían allí por la “civilización” de los indios. Toro Sentado, al contrario que Nube Roja, el jefe Hunkpapa Gall y otros jefes de subtribus Lakota y de otros pueblos Dakota, no estaba de acuerdo con el tratado y siguió considerándose en guerra con el hombre blanco. Así, organizó expediciones punitivas con otros guerreros Hunkpapa en la zona alta del río Missouri hasta principios de la década de 1870. Toro Sentado no quería ser dependiente de las agencias gubernamentales como se habían convertido Nube Roja y otros jefes al aceptar vivir en las reservas ya que aún tenía presente la negativa experiencia que llevó a la Guerra Dakota. Además, el hombre blanco seguía acabando con los medios de subsistencia tradicionales de los nativos como los bisontes y esto no aseguraba que el gobierno pudiese satisfacer las necesidades alimentarias de estos.

La Gran Guerra Sioux

Desde la firma del tratado de Fort Laramie hasta el estallido de la Gran Guerra Sioux de 1876, Toro Sentado vio aumentado su carisma no solo entre los Lakota sino entre todos los pueblos Sioux por su resistencia a confinarse en la Gran Reserva Sioux y pronto recibirá a guerreros de otras tribus sioux para unirse a su causa. A esto hay que unir sus dotes diplomáticas como pacificador entre tribus enfrentadas (Sioux y mas tarde de cualquier otro pueblo indígena) que de otra manera jamás se hubiesen unido en una causa común. Además de sus acciones en el río Missouri, desde finales de los 1860 se hicieron frecuentes sus acciones hostiles contra asentamientos blancos en el Territorio Dakota, como contra las prospecciones para el Ferrocarril Northern Pacific (aunque estuviesen acompañadas de tropas) en los territorios de los Hunkpapa: en 1873 el ejército norteamericano fue incapaz de diezmar y derrotar a los Lakota y esto obligó a retirar las prospecciones para el ferrocarril, cuya construcción por territorios sioux se canceló tras la grave crisis económica propiciada por el Pánico de 1873. Pero al año siguiente, el hallazgo de oro en Black Hills (territorio adjudicado definitivamente a los Lakota y otras tribus tras el tratado de Laramie) iba a suponer otra incursión de los blancos en suelo indio que Toro Sentado y su gente no estaban dispuestos a permitir. Aquí es donde irrumpe la figura de otra gran leyenda del Far West, el teniente coronel George Armstrong Custer (1839-1876), quien encabezó una expedición a Black Hills para  corroborar la existencia de oro en la zona y para fijar un emplazamiento de un fuerte que protegiese a los mineros y a los colonos de los indios. El estallido de la Fiebre del Oro de las Colinas Negras como era de esperar volvió a enfrentar a indígenas contra euroamericanos ahora que ya se había inaugurado una intensa actividad minera en el área además de haberse instaurado varios asentamientos blancos. El gobierno decretó en 1875 que los nativos que estaban en la zona la abandonasen y se trasladasen a la Gran Reserva Sioux antes del 1 de enero de 1877, contraviniendo el tratado de Fort Laramie. Toro Sentado y sus seguidores seguían oponiéndose - y aunque esto les convirtiese en infractores- y tras varios actos de pillaje Sioux de calado menor instigados por Toro Sentado, en noviembre de 1875 el gobierno ordeno a las partidas y clanes sioux que aún permanecían fuera de la Gran Reserva su inmediato ingreso en ella. Toro Sentado, sus seguidores y los demás indígenas en su situación desobedecieron la orden y el gobierno los declaró hostiles, lo mismo que el ejército. Había empezado la guerra entre Estados Unidos y Toro Sentado, ahora declarado enemigo número uno.


La Gran Guerra Sioux y la batalla de Little Bighorn: Custer contra Toro Sentado

Hacia 1875, los diferentes pueblos sioux comenzaron a aliarse con los Cheyenne, una tribu que estaba siendo literalmente masacrada por el ejército en las zonas de Minnesota, Missouri y Dakota del Norte. Toro Sentado se había convertido ahora en el caudillo nativo norteamericano más poderoso no solo de la época sino de todos los tiempos dando origen a lo que muchos historiadores llaman la Gran Nación Sioux, la alianza de los diferentes pueblos Sioux-Dakota (junto con otras tribus). Toro Sentado se había ganado el respeto y la admiración de no solo los Sioux, sino de diferentes tribus (generalmente “machacadas” por los blancos como Cheyennes, Arapahoes, Sans Arc y Brulé) ya que además de los Cheyenne hubo muchos miembros de diferentes pueblos nativos que se unieron al clan de Toro Sentado que vivía libre y errante – y sin contacto ni ayuda de los blancos, como en las reservas- en las llanuras de Dakota estableciendo campamentos nómadas. Toro Sentado además de una especie de Gran Jefe supremo se convirtió en líder espiritual, jefe militar y brujo de la nueva Gran Nación Sioux. Se cuenta que en 1875, cuando los Hunkpapa, los Oglala, los Sans Arc y los Cheyennes de Norte acamparon juntos en Rosebud Creek, Territorio Montana para celebrar la Danza del Sol y sellar su alianza guerrera contra los blancos que trataban de expulsarles de sus territorios, Toro Sentado estuvo ejecutando la Danza del Sol durante un día completo sin comer ni beber y tras recibir varios cortes rituales en su brazo como señal de sacrificio. Una vez terminada la danza, se desplomó de cansancio y más tarde aseguro haber tenido una visión en la que soldados e indígenas caían del cielo. Se dice que dijo “El Gran Espíritu nos ha dado a nuestros enemigos. Hemos de destruirlos. No sabemos quienes son. Puede que sean soldados” 

El ejercito norteamericano, a partir de 1876, comenzó a dar cacería a los indios que vivían fuera de las reservas. Toro Sentado decidió hacerse fuertes en un campamento y mandar expediciones para reclutar a guerreros sioux de las reservas. Así mismo, siguió recibiendo a huidos de las reservas de otras tribus (Cheyennes en su mayoría) que con un base de guerreros Hunkpapa fueron formando el mas basto y poderoso ejército indio de la historia. No solo llegaban guerreros, sino también mujeres, niños, ancianos y adolescentes de diferentes tribus, como los Cheyenne del Norte del jefe  Pierna de Madera, cuya aldea fue diezmada por el ejército USA.  A principios de 1876, Toro Sentado tenía un contingente de más de 10.000 personas. Los guerreros esperaban ansiosamente el día de la batalla que su líder había predecido, aunque este les había indicado que tras el combate no tomasen las armas, los caballos y los restos  de los blancos. 

Custer en la batalla de Little Bighorn

El 25 de junio de 1876 es la fecha de la batalla de Little Bighorn, el mayor enfrentamiento entre euroamericanos y nativos de Norteamérica. Cerca del río Little Bighorn, en Montana, era donde Toro Sentado y su gente habían instalado su enorme campamento tras la batalla de Rosebood, liderada por el Jefe Oglala Caballo Loco y que hizo retroceder al ejército en lo que fue un primer ataque para expulsar a los indios de la zona. La visión de Toro Sentado en Montana fue interpretada por los nativos como una señal de que algo iba a suceder y por lo tanto los guerreros estaban ya preparados para un ataque inminente. Más de 2.000 guerreros de diferentes tribus se habían unido a Toro Sentado en los últimos días y ahora el Jefe tenía un ejército más poderoso que nunca. Tal y como había vaticinado, el hombre blanco no tardó en atacar. El Séptimo de Caballería, al mando del teniente coronel Custer, comenzó a atacar el campamento sin darse cuenta de su extensión real y después de haber diezmado a varios Lakota y Cheyennes, el ejército vio como una descomunal masa de guerreros surgía de todas partes y se abalanzaba contra ellos, lo que obligó a Custer y a sus hombres a retirarse, pero tras haber huido a un valle, los nativos contraatacaron y aniquilaron al ejército incluyendo a Custer. Esta masacre afectó y horrorizó hasta extremos insospechados a la opinión pública norteamericana y obligó a multiplicar el número de efectivos militares que lucharían contra los Sioux y Cheyennes para su derrota definitiva y su confinamiento en las reservas. Hay que decir que Toro Sentado no tomó parte activa en la batalla de Little Bighorn ya que actuó como estratega y líder espiritual, ocupándose durante el combate de las mujeres y niños en el campamento.


El exilio y el espectáculo

En el periodo 1876-1877 el ejército USA atacó y diezmó a los Lakota obligándoles a rendirse, incluyendo crueles masacres y ejecuciones de mujeres y niños. Toro Sentado, pese a las amenazas del ejército con exterminar literalmente a los indios,  se negó a la rendición y con un buen número de seguidores y familiares (se cuenta que cerca de 1.000) huyó de Estados Unidos hacia Canadá en mayo de 1877. Permaneció hasta 1881 en Wood Mountain rechazando la amnistía que le ofrecía el gobierno norteamericano. Durante ese periodo – en el que estuvo en una zona que pertenecía a Gran Bretaña- Toro Sentado entabló una entrañable amistad con el comandante de la Policía Montada del noroeste James Morrow Walsh, convirtiéndose en su principal valedor en suelo canadiense. También allí conoció al también exiliado Gran Jefe de los Pies Negros, Pata de Cuervo, cuyo pueblo había sido ancestral enemigo de los Lakota. Los dos Jefes exiliados olvidaron su enemistad y fumaron juntos la pipa de la paz. Toro Sentado y su gente pese a todo no encontraron en Canadá suficientes medios de subsistencia ya que había muy pocos bisontes en aquel país y esto produjo una hambruna entre los Sioux y Cheyennes  exiliados. Además, la estancia del Jefe Lakota en suelo canadiense produjo varias tensiones entre EEUU y Canadá – aunque Canadá se negó a otorgar una reserva a Toro Sentado y su gente- y el gobierno estadounidense comenzó a presionar a Toro Sentado para que se rindiese y regresase a USA. El 19 de julio de 1881, un melancólico y desesperado Toro Sentado junto con 186 famélicos hombres y mujeres indígenas regresaron a Estados Unidos y un día después se escenificó la rendición oficial en Fort Buford (Dakota del Norte), en la que el hijo de Toro Sentado, Pata de Cuervo (nombrado así en honor al Jefe Pies Negros) entregó su carabina Winchester al comandante Brotherton y el jefe pidió perdón oficial por sus acciones. Toro Sentado esperaba que los miembros de su gente que aún se encontraban en Canadá regresasen también en los días siguientes, pero eso no se produjo. Toro Sentado y sus 186 seguidores regresados del exilio fueron confinados por el gobierno en la base militar de Fort Yates en la reserva de Standing Rock (una subdivisión de la Gran Reserva Sioux para aislar a las diferentes tribus y subtribus Dakota-Sioux) en el límite de los dos  Dakotas. Allí fueron separados del resto de Lakotas por temor a que la influencia de Toro Sentado les soliviantase. A finales de 1881, Toro Sentado y un total de 172 seguidores censados fueron enviados como prisioneros de guerra a Fort Randall (Dakota del Sur) en un barco por el río Misssouri. En Fort Randall Toro Sentado recibió un trato bastante respetuoso por parte de los soldados y recibía las visitas de jefes indios que le pedían consejo, pero en mayo de 1883 él y su comitiva regresaron a Standing Rock donde el Jefe vio pasar los días apenado y con una enorme sensación de derrota pese a reunirse de nuevo con la totalidad de sus seguidores Hunkpapa.

Con Buffalo Bill
Una insólita carambola del destino permitió a Toro Sentado establecer su leyenda entre los blancos pasando de ser uno de los personajes mas odiados de EEUU ha ser alguien respetado e incluso admirado. Fue en 1885 cuando con aproximadamente 54 años el antiguo militar, cazador, aventurero y empresario de espectáculos William Frederick Cody, más conocido como Buffalo Bill (1846-1917) le ofreció formar parte de la troupe de su espectáculo promocionista (y mitificador) del Salvaje Oeste y sus gentes Buffalo Bill´s Wid West. A Toro Sentado se le permitió salir de la reserva durante cuatro meses para participar en el espectáculo itinerante que estaba de gira por EEUU, Canadá y Europa enseñando las costumbres del oeste y recreando episodios típicos (o históricos) como ataques indios a colonos, cabalgatas, campamentos indios o batallas en las praderas (como la de Little Bighorn) además de la actuación de pistoleros, jinetes o cazadores mostrando sus habilidades. Toro Sentado salía a caballo en un momento dado del espectáculo durante unos minutos provocando el entusiasmo y la admiración del público de todo EEUU, que lo empezó a ver como una figura mítica y como la encarnación más genuina del bravo Gran Jefe indio protector y luchador por su pueblo, difuminándose entonces la concepción que se tenía de él como un salvaje y un asesino aunque al principio muchos espectadores le recriminaban en público el episodio de Little Bighorn. La fotografía autografiada de Toro Sentado comenzó a hacerse muy popular y el público se pegaba por ella. Al líder indígena parece ser que no le gustaba mucho esa exhibición suya en el espectáculo ya que muchos historiadores señalan que, pese a los aplausos  murmurando maldecía al público en su lengua. Sea esto o no cierto, Toro Sentado no hizo malas migas con el carismático Bufalo Bill (le pagaba 50 dólares a la semana) y sobre todo le impresionó y entabló una entrañable otro de los miembros de la compañía, la joven habilísima tiradora de rifle Annie Oakley (1860-1926) quien también acabó por profesar enorme respeto al Gran Jefe. Toro Sentado aseguraba que Oakley tenía poderes sobrehumanos por su habilidad con el rifle y se convirtió en su mentor y consejero además de “adoptarla” como hija rebautizándola “Pequeño Disparo Certero” (Oakley era una mujer de diminuta complexión). Durante su estancia en el Buffalo Bill´s Wild West, Toro Sentado consiguió entrevistarse con el presidente Cleveland y logró hacer una pequeña fortuna que donó a los necesitados, ya que le horrorizó que los blancos tuviesen tanta gente `obre en su “tribu”.      


La muerte de un líder

De nuevo en la reserva de Standing Rock, Toro Sentado vivió como el resto de los Sioux Lakota en un entorno en donde se trataba de que los indios abrazasen la “civilización” y la cultura occidental –él mismo vivió en una cabaña de “hombre blanco” junto con sus dos esposas- mediante el trabajo en granjas, la agricultura y haciendo que sus hijos recibiesen la misma educación que los hombres blancos y se comenzaba a prohibir cualquier expresión de la cultura indígena. Las ayudas gubernamentales a las reservas Lakota disminuyeron al tiempo que la agricultura en los áridos terrenos de Dakota del Sur fracasó y ya no quedaban apenas bisontes, lo cual llevó a los Lakota de nuevo al hambre. Por si fuera poco, el gobierno consiguió disminuir la Reserva Sioux para entregar más tierras a los blancos a muy bajo precio  algo a lo que Toro Sentado se opuso firmemente sin éxito. Hacia 1890 Muchos Lakota, como consuelo a su depauperada situación se unieron al movimiento espiritual-religioso  de la Danza de los Espíritus liderado por Jack Wilson, Wovoka, que fue exageradamente considerado subversivo por el gobierno norteamericano. El agente de Fort Yates James McLaughlin consideraba erróneamente que Toro Sentado era el líder espiritual del movimiento y cuando varios Bailarines de los Espíritus Lakota planearon abandonar Standing Rock, McLaughlin pensó que Toro Sentado estaría entre ellos y ordenó su arresto en diciembre de 1890. El 15 de diciembre, las 5 y media de la mañana, un grupo de 39 policías y 4 voluntarios todos de origen Lakota  al mando del teniente Henry Bullhead se dirigió a casa de Toro Sentado para requerir su presencia  ante el agente de Asuntos Indios, asegurando Bullhead a Toro Sentado que después de entrevistarse con el agente podía regresar a su casa. Varios miembros del campamento se habían levantado y  estaban contemplando la escena; temiendo que ese era un arresto en toda regla se volvieron airadamente contra los que trataban de detener a su jefe y líder originándose un tiroteo en el que en un primer disparo por parte del Lakota Atrapa el Oso Bullhead resultó alcanzado por una bala. Bullhead disparó hiriendo a Toro Sentado en el pecho, al mismo tiempo que otro disparo procedente del oficial indio Hacha Roja le llegó a la cabeza. El Jefe fallecería horas más tarde a consecuencia de las heridas, pero una vez Toro Sentado cayese abatido el tiroteo continuó con el resultado de varios policías y miembros de la reserva muertos, entre ellos Pata de Cuervo, el hijo del Jefe. Toro Sentado fue enterrado en Fort Yates, pero en 1953 sus restos fueron trasladados por sus descendientes a Mobridge, Dakota del Sur, donde hoy descansan junto a un monumento conmemorativo, aunque no se sabe a ciencia cierto si estos restos son auténticos.      

En los años siguientes a su fallecimiento, especialmente a partir de comienzos del siglo XX, el proceso de rehabilitación de la importancia de cultura nativa norteamericana en la Historia de Estados Unidos- cuando la población indígena, cada vez confinada en reservas más pequeñas, se había reducido considerablemente   consiguió revalorizar la figura histórica de Sitting Bull como un gran defensor de los derechos de los pueblos indígenas de Norteamerica. Desde entonces, su leyenda no ha hecho más que engrandecerse gracias al cine, la literatura y la televisión al tiempo que numerosos historiadores en EEUU estudian su siempre controvertida figura de hombre de guerra y líder espiritual que buscó una situación lo más justa posible para los suyos, que estaban viendo como el hombre blanco les iba desposeyendo y diezmando. Toro Sentado, el Gran Jefe Sioux, aún continúa cabalgando majestuoso por las praderas de la Historia.     


lunes, noviembre 25, 2013

El Aparatito Lumiere BLUE JASMINE





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Woody Allen recupera su mejor cine, repleto de muchas de las mejores sensaciones que su extensísima filmografía-especialmente en los últimos años-ha irradiado: guión sólido, interpretaciones magistrales, una estupenda disposición dramática de los personajes y una enorme habilidad para calcar de al realidad complejas y a la vez sencillas situaciones cotidianas sin olvidar el estudio psicológico de los personajes. Tras varios títulos irregulares estos últimos años, el legendario realizador neoyorquino consigue su mejor película en los últimos años esta vez escorándose al drama contando una historia de fracaso, frustración y lucha contra el destino en la persona de Jasmine, una mujer que una vez fue rica y con una vida despreocupada y llena de lujos en Nueva York pero que tras el encarcelamiento de su marido por fraude y corrupción se queda absolutamente sin nada decidiendo rehacer su vida en San Francisco. Cate Blanchet ofrece un total recital interpretativo en el papel de la Jasmine del título (antes llamada Janet) una mujer cuya nueva situación económica, social y emocional - muy diferente a la que vivió en el pasado- termina destruyéndola por la imposibilidad de asumir su nuevo rol en la sociedad y por los resquemores de situaciones, acciones y decisiones pasadas altamente traumáticas para ella.  Psíquicamente inestable, Janet/Jasmine trata a duras penas de encentrar ahora su sitio con la ayuda de su hermana Ginger (Sally Hawkins), una mujer de clase media-baja cuya situación actual es en cierto modo deudora del matrimonio de Jasmine con Hal (Alec Baldwin), un genio de las finanzas con muchas cosas que ocultar.      

Una película a ratos divertida, otras entretenida, pero en la mayor parte de las veces cruda y dramática, Woody Allen en  Blue Jasmine ha sabido apostar por el buen hacer interpretativo de una Cate Blanchet en una de las mejores interpretaciones que se la recuerdan en lo que es una áspera parábola sobre el egoísmo, la cultura del éxito y los afanes arribistas no exenta de crítica social. Resulta espectacular la descripción de la montaña rusa personal de Jasmine en donde los espejismos y los pasos en falso están a la orden del día en un interesante ejercicio narrativo que combina pasado y presente en forma de puzzle mediante flashbacks estratégicamente situados en el guión. La mejor película de Woody Allen en muchos años- aunque no sea una obra maestra- entusiasmará a sus seguidores y a buen seguro resultará deliciosa para cualquier cinéfilo.