martes, julio 29, 2014

El Aparatito Lumiere MARSELLA




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Este eficaz melodrama entre intimista y social muestra que el cine español puede jugar interesantes cartas a la hora de ofrecer una buena película sin necesidad ni de grandes alardes técnicos y ni de pretenciosidad impostada, mal endémico de muchas producciones españolas. Y es que el segundo largometraje de la realizadora eminentemente televisiva Belén Macías es un exquisito ejercicio de sobriedad narrativa aupada en una historia muy bien planteada y con altas dosis de emocionalidad muy bien dosificadas. Una historia con personajes principales en una situación límite que buscan un atisbo de esperanza pero en donde el destino parece querer jugarles una mala pasada de una forma absurda e inmerecida. Sara (María León) una joven andaluza afincada en Catalunya de 28 años de extracción humilde y con un pasado turbio ve como su vida pega un vuelco al conseguir que su hija legítima de diez años vuelva con ella tras habérsele sido retirada la custodia cuando esta tenía 4 años. De nuevos juntas, la inmadura y desnortada Sara y la pequeña e inteligente Claire (Noa Fontanals) viajan en coche hasta Marsella para reencontrarse con el olvidado padre francés de la criatura, dándose cuenta Sara que ella no esta hecha para tener una hija, y la niña de que echa en falta a al que considera su verdadera madre, Virginia (Goya Toledo), su madre adoptiva. Para complicarlo todo, Sara debe hacer un pequeño “negocio” secreto por encargo al llegar a Francia y Virginia decide reencontrarse con Claire en mitad del camino.

La película está hecha con sensibilidad y mucho tino a la hora de retratar unas relaciones personales difíciles y forzadas como son las que se establecen entre la despechada Sara y su hija Claire, pero además va más allá y ofrece un matizado melodrama de búsqueda de la felicidad tan real como la vida misma y sin ningún artificio dramático. Su estructura de road movie y la irrupción de personajes con mas peso en la historia que lo que pudiera parecer al principio (los dos camioneros interpretados por Eduard Fernández y Alex Monner) hacen de Marsella una película tan sencilla como exquisita. Y en todo ello tiene mucha culpa unas excelentes interpretaciones en donde estaca la naturalidad y credibilidad de la pequeña Noa Fontanals (y que además canta la canción de los créditos finales, en francés) y el buen hacer de María León, si bien esta chica debería variar alguna vez de registro ya que corre el riesgo de encasillarse en papeles de muchacha de barrio. Para amantes de emociones bien contadas y cine inmediato.   
 

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