martes, mayo 06, 2014

El Aparatito Lumiere TREN DE NOCHE A LISBOA (NIGHT TRAIN TO LISBON)





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Modesta y esforzada coproducción europea basada en un best seller del suizo Pascal Mercier y dirigida con oficio pero con algo de desgana por Bille August, un director danés en su día interesante (Pelle el Conquistador, Las Mejores Intencionas, Smila: Misterio en la Nieve) pero que ahora solo es un director de encargo más aunque eso si con clase y sapiencia cinematográfica. Este drama histórico que rememora una época infausta en la historia de Portugal como fueron los últimos años de la dictadura de Salazar previos a la Revolución de los Claveles de 1974 mediante la historia de un influyente y olvidado escritor ficticio muerto en su juventud llamado Amadeu (Jack Huston) y las indagaciones que de esta historia hace en el siglo XXI un viejo profesor de instituto suizo (Jeremy Irons) que llega a Portugal buscando a la propietaria de un libro autobiográfico de Amadeu, desaparecida tras intentar llevar a cabo un suicidio evitado por el profesor.  Así, en un intento de combinar las dos historias- la peripecia vital de Amadeu en un Portugal de los 70 en donde la lucha contra el régimen y por la propia supervivencia lo era todo por un lado, y el aparente resurgir vital del profesor Raimund Gregorius gracias al contacto con el legado del escritor y médico muerto en su juventud por otro- la película sabe mantener el interés del espectador con una historia bien contada especialmente en los diversos flashbacks de la historia de Amadeu pero que en cuanto asoma al presente en el forzado y casual proceso de investigación de Raimund, hace aguas por culpa de tópicos, situaciones esperables y un escasamente convincente manejo de la emoción.


Aunque el reparto internacional funciona adecuadamente (intervienen también Charlotte Rampling, Bruno Ganz, August Diehl, Melanie Laurent, Cristopher Lee, Lena Olin pero sobre todo bastantes intérpretes portugueses en papeles secundarios) la puesta en escena se antoja insuficiente e imprecisa en un tono general que trata de funcionar como un reloj pero se ve lastrado por lo poco precisa que es la historia en el momento actual con escenas y giros poco creíbles y una sensación de esbozo permanente. Pese a todo, la película al final termina dejando buen sabor de boca gracias a su voluntariosa factura y su dinamismo a al hora de acometer un fresco histórico sugerente que por desgracia no llega a transmitir el mensaje que debiera.