martes, agosto 26, 2014

El Aparatito Lumiere GABRIELLE



 
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Pese a no ser nada del otro jueves, llama la atención por su honestidad este pequeño filme quebequés filmado con mimo por Louise Archambault con un material y premisa de partida bastante difícil pero de la que ha sacado enorme provecho. Ciertamente, la temática de las personas con discapacidad intelectual en el cine siempre es algo que debe de ser cogido con alfileres y en ese sentido y siendo el espectro de propósitos y resultados verdaderamente amplio en este campo, la pregunta que cabía hacerse antes de ver esta película es como se podía convencer al espectador con una película en donde gran parte del reparto son personas con discapacidad intelectual reales sin ninguna experiencia interpretativa anterior y en donde el verismo y la credibilidad tratan de imponerse en todo momento.  La respuesta es sencillamente volcando toda la película en su protagonista, la joven de 22 años Gabrielle (Gabrielle Marion-Rivard) y en sus circunstancias vitales en un mundo al que trata de abrirse paso reclamando su autonomía a pesar de estar aquejada del síndrome de Williams, una enfermedad que conlleva un retraso mental leve. Usando como pretexto la habilidad musical como cantantes de Gabrielle y sus compañeros de residencia también deficientes y el hecho de que la coral que forman es la vía de expresión de muchas de sus habilidades, la película trata de hacer un honesto retrato de las ansias de superación social y personal de Gabrielle y de su novio Martin (Alexandre Landry), quienes quieren vivir a toda costa una relación amorosa pese a las cortapisas que pone la madre de Martin y las propias dudas de Gabrielle, tutelada por su hermana mayor de la que toma como referencia a la hora de tratar de vivir como una persona “normal”.
La película no abusa de sensiblería ni de efectismos sentimentales ni tampoco tiene una mirada paternalista ni compasiva sobre sus protagonistas, lo que es un gran cierto.  El hecho de que la protagonista y bastantes actores sean discapacitados intelectuales reales -que actúan estupendamente se supone que prácticamente interpretándose a ellos mismos- es un aliciente que la película utiliza espléndidamente en especial en todo lo concerniente al evento musical en la que el coro de la residencia va a participar al final de al película y en el que pone todo su empeño. Así mismo Gabrielle Marion-Rivard resulta todo un descubrimiento por su realista y conmovedora interpretación (que no será muy alejada de su experiencia real), una chica deficiente con ganas de abrirse al mundo, demostrar su valía y sobre todo poder vivir su amor y sexualidad. Una beuna y diferente película que conviene no perderse.

domingo, agosto 24, 2014

HAL ASHBY, EL GENIO ANACORETA DE HOLLYWOOD (I)





Fue el director Hal Ashby (1929-1988) uno de los mas genuinos exponentes de la época del “Renacimiento de Hollywood”, aquella maravillosa camada de realizadores que desde 1968 hasta 1980 revolucionaron la meca del cine con un planteamiento totalmente autoral y una perspectiva del arte cinematográfico basada en el mejor cine europeo de después de la II Guerra Mundial y en donde dieron sus primeros pasos gente como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola, Michael Cimino, Terrence Malick , Steven Spielberg o George Lucas. Y fue sin duda uno de los directores más brillantes, originales y mejor dotados dicho movimiento -claramente identificado con el espíritu revolucionario y contestatario que se vivió en EEUU desde finales de los 60 y en buena parte de los 70- pero jamás llegó a la altura de Coppola, Spielberg o Scorsese y su carrera tras unos brillantes años 70 se hundió definitivamente en la década siguiente. El director de filmes clásicos de la segunda mitad del siglo XX tan originales en su época y tan estimulantes como Harold y Maude, Shampoo, Bienvenido Mr. Chance o El Regreso - títulos que ejemplifican el espíritu de aquel nuevo Hollywood transgresor y dispuesto a romper barreras de los 70- fue un personaje controvertido: huraño, maniático, adicto al trabajo y mujeriego, de trato bastante difícil con superiores y algunos colegas dentro de la industria del cine, un outsider social de inspiración hippy que además fue un hombre política y socialmente concienciado con un discurso de izquierdas. Pero su principal obstáculo a la  hora de lograr una carrera artística sólida fue su adicción a las drogas desde finales de los 60, algo que precipito su caída artística y le provocó serios problemas de salud que le llevaron a la muerte en 1988 tras haber dirigido trece largometrajes. Gran innovador en el arte del montaje cinematográfico (comenzó en el cine precisamente como editor y de forma casual), función de la que se ocupaba personalmente en sus películas de forma obsesivo-compulsiva y durante largo tiempo, Ashby ha dejado como persona cierta leyenda negra y su figura hoy a día de hoy ha caído injustamente en un cierto olvido y son mas sus problemas personales y de drogas y su errático comportamiento lo que se recuerda de él en la actualidad en los círculos cinéfilos, lo que ha obviado una carrera cinematográfica con títulos esenciales amados por los aficionados al séptimo arte que aún sigue suscitando un enorme interés.  
 
Con la actriz Ruth Gordon en el rodaje de Harold y Maude

William Hal Ashby nació el 2 de septiembre de 1929 en Ogden, Utah, en el seno de una familia mormona en el que él era el menor de cuatro hermanos. Su padre, James Thomas, regía una explotación lechera y su madre, Eilleen, trabajaba en casa. Este matrimonio resultó desastroso y la familia Ashby en consecuencia, disfuncional. Los padres de Hal Ashby se divorciaron cuando este tenía 6 años y en 1941 cuando Ashby Contaba con 12 años el padre se suicidó tras perder su negocio. El joven Hal desde el colegio fue un niño rebelde e indisciplinado que dejó los estudios cuando fue expulsado del instituto a principios de los 40. Se casó por primera vez en 1946 a los 17 años divorciándose a los pocos meses y desde que abandonó las aulas ejerció varios oficios hasta 1950, año en que decidió emigrar a California aunque sin perspectiva de ejercer allí ningún trabajo, simplemente para dedicarse al vagabundeo. No obstante, al poco de llegar a California y tras pasar penurias económicas y llegar literalmente a sentir hambre (su madre, con la que se llevaba a matar, le denegó cualquier ayuda), Hal Ashby consiguió encontrar un empleo en la industria cinematográfica. A Ashby desde su infancia le encantaba el cine como espectador pero nunca se había planteado trabajar en el. Vió que la industria de Hollywood, fabrica de sueños con sede en California, podía ser un salida y por ello pidió en la oficina de empleo un trabajo como operador de sala en un estudio, una ocupación que entonces  no requería de grandes conocimientos técnicos ni de formación cinematográfica. Fue entonces cuando a los 21 años Hal Ashby fue contratado como operador en Universal. Tras casarse y volverse a divorciar, Ashby pasó a la pequeña productora Republic en 1951 como aprendiz de montador y dos años después fue contratado por Disney como ayudante de montaje para pasar en 1956 ejerciendo tal función a Metro Goldwyn Mayer donde conoció a un joven botones del estudio con dotes de actor llamado Jack Nicholson con el que pronto trabó una gran amistad. 

Hal Ashby trabajó como ayudante de montaje para MGM hasta 1965, año en que fue ascendido a montador-editor. Durante esos años, Ashby logró una posición económica más o menos desahogada pero no olvidó sus humildes orígenes ni sus pasadas estrecheces económicas comprendiendo empáticamente a los más desfavorecidos. En aquella época, Hal Ashby comenzó a militar en el movimiento por los derechos civiles y donó dinero para los agricultores en huelga. Apoyó logísticamente a líderes campesinos y participó en multitud de manifestaciones, declarándose contrario a la intervención americana en la Guerra de Vietnam. No obstante, no le hizo ascos a los lujos y ya a principios de los 60 cuando su cuenta corriente comenzó a crecer se hizo con un Cadillac descapotable. Tras trabajar para directores como William Wyler (Horizontes de grandeza, 1958) y George Stevens  (La historia más grande jamás contada, 1965) al haber ejercido de ayudante para su montador Robert Swink, Ashby se estrena como editor en Los seres queridos (1965) dirigida por Tony Richardson. A este filme siguieron El rey del juego (1965), ¡Que vienen los rusos, que vienen los rusos! (1966), En el calor de la noche (1967) y El caso Thomas Crown (1968), todas ellas dirigidas por su principal valedor cinematográfico Norman Jewison. Con estos filmes Ashby comienza a ser considerado el mejor (y mas innovador) montador norteamericano del momento gracias al excelente ritmo narrativo que imprimía a estas películas mediante sus montajes (sin el trabajo de Ashby, estos filmes de Jewison no hubiesen sido lo que son) algo que lograba mediante un trabajo febril y obsesivo en el que invertía largas horas continuas, a veces incluso un día completo. Ashby memorizaba cada toma y sabía en que momento del metraje debía situarse esta para dar al filme el lustre narrativo y visual adecuado. El futuro director nunca descansaba ni dormía ni comía durante sus interminables sesiones de montaje y fumaba y bebía en exceso durante aquellas hasta tener problemas con el alcohol, dejando de beber en 1966. Aún así su salud no era la más óptima y aquel año comienza a consumir marihuana, sustancia que no abandonaría hasta casi 20 años más tarde. Con ¡Que vienen los rusos, que vienen los rusos!  consiguió su primera nominación al oscar al mejor montaje en 1966 y un año después lo consigue con En el calor de la noche.  

Tras el Oscar, en los planes de Hal Ashby se encontraba el convertirse en director y él consideraba que el montaje era uno de los mejores entrenamientos para ello. En mitad de su febril ritmo de trabajo y ya comenzada su adicción a ciertas sustancias, Hal Ashby contagiado por la fiebre hippy de California decide convertirse en “uno de ellos” dejando crecer su cabello y su barba y vistiendo anchas camisas, vaqueros gastados, collares, sandalias y gafas de cristal rosa, además de descuidar su aspecto físico en cuanto a limpieza del pelo y de la dentadura. Tenía cerca de 40 años pero su mentalidad era la de un hippy veinteañero vegetariano, que fumaba maría a mansalva todo el día y le gustaba la música rock especialmente los Rolling Stones. Sus mujeres y amantes en aquel tiempo no le aguantaban y le dejaban enseguida. Ashby, al igual que Mike Nichols, Arthur Penn, Dennis Hopper, Peter Bodganovich o Bob Rafelson,quería convertirse en un director con libertad creativa total, algo que ya estaban consiguiendo los anteriormente citados dentro de una industria cinematográfica norteamericana que estaba cambiando. Como esta nueva generación de directores del nuevo Hollywood de los 70, Ashby no solo quería ser autor, sino la máxima referencia en las películas que el dirigiese, por encima de los intérpretes: en otras palabras, el quería ser la estrella.

La oportunidad de debutar como director llegó para Ashby en 1970 cuando Norman Jewison le propuso dirigir la adaptación de la novela The Lanlord de Kristin Hunter, cuyo guión había comprado pero no encontraba tiempo para dirigirla. Producida por la Mirisch Company con un pequeño presupuesto y sin actores conocidos, The Landlord (El Casero) fue estrenada en mayo de 1970. Protagonizada por Beau Bridges, Lee Grant, Diana Sands y Lou Gosset Jr. esta comedia-drama contaba la historia de un joven blanco de buena familia que compra una manzana de un conflictivo y empobrecido barrio de  Brooklyn con la intención de construirse una residencia de lujo ante la hostilidad de los vecinos de dicho barrio, que llegan a convencerle de lo injusto de su indecisión hasta el punto de ayudarles a mejorar el barrio e involucrarse en su día y día además de empezar relaciones con dos vecinas afroamericanas no sin dificultades. Esta historia con claro mensaje social no obtuvo excesiva repercusión en taquilla pero obtuvo muy buenas críticas en donde se ensalzaba principalmente en saber retratar nuevas situaciones que se estaban viviendo en EEUU recién comenzados los 70 (matrimonios interraciales, luchas por los mas desfavorecidos) Sin embargo Jewison en su rol de productor y Ashby discutieron por el final del filme y dejaron de hablarse. El de Utah comenzaba entonces su carrera como director ya sin el tutelaje de su mentor.     


Al poco tiempo  Ashby, que se había casado con la actriz Joan Marshall, ya tenía otro proyecto entre manos, la comedia negra-romántica Harold y Maude (Harold and Maude, 1971) a partir de un guión escrito por un limpiador de piscinas llamado Colin Higgins a quien The Landlord le había encantado. El filme estrenado en diciembre de 1971 sorprendió a propios y extraños con su insólita premisa: un joven veinteañero obsesionado por la muerte y por quitarse la vida se enamora de una animosa octogenaria con enormes ganas de vivir que le contagia su pasión vital, algo de lo que él carece completamente. El filme, con un tono entre tierno y surrealista y unas interpretaciones de lujo en especial la de la veterana Ruth Gordon en el papel de la anciana Maude sigue sorprendiendo por su atrevida factura como cruce comedia negra-esperpéntica y comedia romántica -son especialmente memorables las ocho secuencias tragicómicas en las que el joven Harold (interpretado por Bud Cort) lleva sus truculentos “suicidios” a los que sobrevive imposiblemente- pero en el momento de su estreno llamó la atención por narrar una increíble historia de amor entre un joven y una viejecita, algo que desconcertó al público y a parte de la crítica. No obstante lo arriesgado del material la productora Paramount Pictures apostó decididamente por una comedia tan original y aceptó algunas decisiones de Ashby en la producción como la de colocar al propio Higgins -que al principio quería dirigir el filme- y a su amigo Charles Mulvehill como productores, pero comercialmente la película fue un fracaso y además obtuvo malas críticas centradas en lo repulsivo que era que un chaval se liara con una vieja; al final el filme solo estuvo en cartelera en EEUU poco más de una semana.  Ashby y Mulvehill, quienes al igual que Paramount tenían grandes esperanzas comerciales en Harold and Maude, terminaron enormemente decepcionados hasta el punto de disolver su recién creada compañía independiente, Dumb Fuck Films. Sin embargo, a partir de mediados de los 70, Harold and Maude experimentó una revalorización por parte de crítica y cinéfilos que la terminaron en convertir en película de culto, estatus que aún conserva en la actualidad. Considerada hoy como una de las mejores comedias de los 70 y como uno de los films más revolucionarios de la segunda mitad del siglo XX, Harold y Maude merece un lugar preeminente en la filmografía del Renacimiento de Hollywood de los 70 en especial todo lo relacionado con la interacción intergeneracional de los puntos de vista de un joven criado en las cuitas y tribulaciones existenciales de los 60 (Guerra del Vietnam, lucha contra la autoridad) y una mujer que vivió dos guerras mundiales. Su memorable banda sonora formada por temas de Cat Stevens ha contribuido decisivamente a la estima actual al filme, en especial los dos que se escribieron exclusivamente para el filme, Don´t Be Shy y sobre todo If You Want to Sing Out, sing Out que suena en momentos clave de la película.

Tras el fracaso de Harold and Maude y el primer divorcio con su esposa Joan, Hal Ashby, quien nunca firmó un guión ni tuvo intención de hacerlo, fue contactado por Robert Towne - prestigioso revisor de guiones de que había hecho cosas tan oscuras y anónimas como colaborar sin acreditar en el guión de El Padrino (1971) o ejercer de asesor en Bonnie and Clyde (1967) y que terminará convirtiéndose en una figura crucial como guionista en la generación del Nuevo Hollywood- que le pasó un guión a instancias del productor Gerald Ayres adaptación de la novela de Darryl Ponicsan The Last Detail con el fin de que dirigiese su versión cinematográfica. Tras algunas reticencias iniciales- Ashby tenía un proyecto en mente con la MGM-  el director accede a dirigir la película con un pequeño presupuesto (los grandes estudios tampoco querían entregar a una persona tan extraña e inconstante como Ashby una gran producción). El guión de Towne sin embargo inquietaba a Columbia Pictures: se trataba de una historia de rebeldía militar protagonizada por tres marines, dos veteranos que deben escoltar a un tercer jovencísimo marinero a una prisión militar por hurto terminan por cogerle cariño al joven condenado y los tres se lo pasan pipa en el largo viaje hacia la prisión naval de Portsmouth, New Hampshire incluyendo patinaje en el Rockefeller Center en Nueva York y la perdida de virginidad del muchacho en Boston. El guión mostraba dos marines veteranos despreciando a sus superiores y mostrando una actitud bastante amoral que incluía un enorme repertorio de tacos en el guión, algo que en la novela original no aparecía, y bastante sexo, algo que tampoco era habitual en el cine de los grandes estudios hollywoodienses. En ese sentido Towne apenas modificó el guión para desesperación de la productora aunque había cambiado el final de la novela de Ponicsan significativamente: los dos marines veteranos no desertaban y al final entregan al joven marinero Meadows a la autoridad militar para ser condenado.


Para El Último Deber (The Last Detail, 1973) Ashby tuvo que esperar año y medio para iniciar el rodaje ya que su amigo Jack Nicholson que encarnaba al oficial de primera clase Billy “Badass” Buddusky aún no había terminado el rodaje de The King of Marvin Gardens y tuvo que lidiar con la desconfianza de la productora hacia su persona y hacia Robert Towne.  Finalmente, el reparto principal se completó con Otis Young como el marine afroamericano Richard “Mull” Mullhall (inicialmente fue contratado Rupert Crosse, pero a este se le diagnosticó cáncer) y Randy Quaid como el joven marinero Larry Meadows.  El realizador, asqueado con los productores que trataban de imponer su criterio a un aspirante a autor como él, tomo peculiares decisiones en el rodaje como dejar que los actores improvisasen y aportasen continuas ideas en sus papeles dándoles libertad absoluta (modus operandi que se repetirá en otras películas suyas) algo que entusiasmó a todos los intérpretes en especial a Nicholson que siempre admiró a Hal Ashby. Tras un eterno proceso de montaje en el que participó un desquiciado y cada vez más porrero Ashby junto con el montador oficial Robert C. Jones, El Último Deber se estrenó en diciembre de 1973 con meses de retraso debido a disputas para eliminar la palabra “fuck” en unas cuantas escenas, algo que finalmente no se llevó a cabo. Pese que en un principio tuvo una exhibición limitada en EEUU debido a su contenido, el hecho de que fuera presentada en Cannes ganando la Palma de Oro al mejor actor para Jack Nicholson modificó el tratamiento de Columbia con el filme estrenándolo en más salas a partir de la primavera de 1974. Aunque la taquilla fue una vez más decepcionante, las críticas en todo el mundo  fueron excelentes ensalzando el realismo de la comedia-drama, el naturalismo de situaciones y diálogos y la interpretación de un gran y por entonces escasamente conocido Jack Nicholson que enseñó sus credenciales como maravilloso actor. The Last Detail, road movie atípica, sórdida e irónica, mezcla de ternura y provocación, es en su combinación de drama, violencia, comedia, sexo, diálogos ingeniosos y apología de conductas rebeldes un claro antecedente del cine de Quentin Tarantino y una película reivindicable. Obtuvo tres nominaciones al oscar (mejor actor para Nicholson, mejor actor de reparto para Randy Quaid y mejor guión adaptado para Robert Towne) y dos nominaciones para los Globos de Oro. Hal Ashby, pese a lo problemático que resultaba para la industria norteamericana del cine, se estaba estableciendo como un director a tener en cuenta.    

El gran éxito comercial le llegó a Hal Ashby con su siguiente película tras The Last Detail, Shampoo (1975). El filme fue un proyecto gestado a principios de los 70 por una de las figuras más carismáticas e influyentes del Nuevo Hollywood, el actor y productor Warren Beatty que con Bonnie and Clyde (1967) había sentado uno de los pilares de los nuevos cineastas americanos dispuestos a controlar su propia carrera por encima de los estudios y productoras. El avispado Beatty ya tenía el guión de Robert Towne (basado en un argumento del productor) terminado y casi todo el reparto y personal técnico apalabrado cuando contrató a Hal Ashby para dirigir Shampoo y éste, con deseos de dirigir un éxito en taquilla tras sus fracasos en sus dos primeras películas y frustrado por no haber conseguido dirigir Alguien voló sobre el nido del cuco y Hair finalmente filmadas por el checo Milos Forman, aceptó inmediatamente aunque a sabiendas de que Warren Beatty iba a imponer su criterio en todo momento. Shampoo es una comedia irónica de alto contenido sexual para la época con un cierto mensaje moral pese a alabar (aparentemente) las bondades del amor libre y criticar la hipocresía de la burguesía conservadora norteamericana respecto al sexo a finales de los 60. Cuenta una historia situada en el periodo de un día en la víspera de la elección de Richard Nixon como presidente de EEUU, en donde asistimos a las tribulaciones de George Roundy (Warren Beatty) peluquero estrella de un lujoso salón de belleza que se hace pasar por homosexual mientras tiene relaciones sexuales con todo tipo de mujeres y aspira a tener su propio salón. Pasando la noche en un hotel, George se reencuentra con varias de sus amiguitas en una orgía con consecuencias imprevisibles. La película pese a su atrevimiento a mediados de los 70 fue el primer éxito en taquilla de Hal Ashby y contó con el aplauso unánime de la crítica que alabó una película verdaderamente fresca, transgresora y sin prejuicios sublimada con unos diálogos geniales y sorprendentes muchos de ellos de contenido erótico. Julie Christie, Goldie Hawn, Lee Grant, Jack Warden y Tony Bill secundaron con antológicas interpretaciones a Beatty en esta inteligente comedia que si bien no supuso el mejor filme de Hal Ashby hasta el momento- El Último Deber era mejor- si demostró la versatilidad del cineasta para adaptarse a proyectos de mayor presupuesto y de encargo, aunque fuese muy a su pesar.


Shampoo, cuarto filme más taquillero de 1975, consiguió el Oscar a la mejor actriz secundaria para Lee Grant siendo la primera vez que un filme de Hal Ashby gana un Oscar y obtuvo varias nominaciones tanto a los Oscar como a los Globos de Oro. El realizador, que tuvo varios líos de faldas durante el rodaje hasta “arrejuntarse” con la ex de Jack Nicholson Mimi Machu, pese a sentir que Shampoo era más una película de Warren Beatty que suya propia, se veía a él mismo en un buen momento de forma (pese a no cuidar nada su salud con sus toxicomanías) y poco después de terminar el rodaje de dicho filme ya tenía un nuevo proyecto entre manos.      


CONTINUARÁ



FILMOGRAFÍA COMPLETA

The Landlord (El Casero) (1970)
Harold and Maude (Harold y Maude) (1971)
The Last Detail (El Último Deber) (1973)
Shampoo (1975)
Bound for Glory (Esta Tierra Es Mi Tierra) (1976)
Coming Home (El Regreso) (1978)
Being There (Bienvenido, Mr.Chance) (1979)
Second-Hand Hearts (1981)
Lookin´to Get Out (1982)
Let´s Spend the Night Together (1982)
Solo Trans (1982) (vídeo) (1984)
The Slugger´s Wife (1985)
8 Million Ways to Die (8 Millones de Maneras de Morir) (1986)