jueves, septiembre 04, 2014

El Aparatito Lumiere LOCKE







**** y 1/2



Vuelve el cine experimental para grandes salas. A la espera de la inminente Boyhood, de la que ya tendremos tiempo de hablar, Locke es el primer filme más o menos revolucionario que nos llega en esta nueva temporada cinematográfica en donde parece ser que veremos bastantes cosas curiosas. Esta insólita producción británica que nos ocupa dirigida por Steven Kinght es un drama con un solo personaje con presencia física, el Locke del título interpretado por Tom Hardy (Origen, El Topo, El caballero oscuro: la Leyenda Renace) y un solo escenario aunque eso si “itinerante”: el interior de un coche. Y la historia, lejos de ser una road movie, es un drama psicológico, y bastante logrado precisamente por lo peculiar de la puesta en escena. Una película de sentimientos personales (los de su protagonista) que van tejiendo una historia “en off” que nosotros vamos oyendo en boca de Ivan Locke y las personas con las que habla por teléfono (manos libres, claro) en un trayecto nocturno de más de dos horas-  levemente resumido en el filme en  hora y media- por una carretera del sur de Inglaterra rumbo a Londres. Un ejercicio arriesgado el de esta película cuyo resultado no solo ha sido convincente sino que ha sido también espectacular. Solo con las imágenes de Tom Hardy en el asiento de su coche el espectador se puede quedar cautivado con el viaje del protagonista, rodeado de luces de coches por la autopista por la noche, visionado desde diferentes planos, mostrando con su voz y con su rostro todo el dramatismo de la complicada situación personal que nos describe la historia…un fenomenal trabajo el de Tom Hardy que consciente de que la película solo puede triunfar en su propósito con su labor interpretativa y ha echado toda la carne en el asador. Magistral
Ivan Locke, un capataz de obra de cuarenta y tantos años ha tomado el coche súbitamente abandonando su puesto trabajo y se dirige a Londres. Comunica por teléfono a su esposa y sus hijos adolescentes que llegará a casa muy tarde y a sus compañeros de trabajo y jefes que no acudirá a la mañana siguiente a un importante compromiso laboral. Después averiguamos que la razón de todo esto está en una llamada que ha recibido antes de empezar la trama y que en pocos segundos ha cambiado su vida totalmente, tanto en el plano familiar, como en el laboral y el personal: ya nada será lo mismo para Locke, su vida amenaza con derrumbarse y el es consciente de ello. Realistas e intensos diálogos entre el protagonista y sus interlocutores (su mujer, sus compañeros de trabajo, sus hijos, amigos, etc) que escenifican literalmente una historia que no estamos viendo pero que percibimos como si se materializase delante de nuestros ojos. El doblaje impide apreciar el punto de la intensidad de las interpretaciones vocales de los actores que interpretan a los interlocutores de Locke, pero hay que decir que el doblaje al castellano está bastante logrado. Al final, al espectador le queda la sensación de haber asistido a un espectáculo cinematográfico y narrativo único tal vez lastrado por una sensación de desubicación temporal (la película parece más larga de lo que en realidad es) fruto posiblemente de el hecho de ver siempre el mismo escenario. Una película imprescindible que nos dice que el cine más arriesgado es artística y comercialmente posible.

lunes, septiembre 01, 2014

El Aparatito Lumiere LUCY






LUCY

****

Sorprende de una manera insólita el nuevo filme del galo Luc Besson (Subway, El Gran Azul, Nikita, El Profesional) un director de vocación internacional del que en los 80 se esperaba mucho pero que año tras año fue defraudando las expectativas con filmes que trataban de parecerse a producciones norteamericanas cultivando de manera irregular y también un tanto caótica en cada película géneros como el cine de acción, la ficción policial, la fantasía o la ciencia-ficción. Pero en esta ocasión, el muchas veces vendedor de humo Besson ha sorprendido y muy gratamente con esta cinta de ficción científica de escasa duración (no llega a 90 minutos) con pretensiones un tanto filosóficas pero comedidas y efectivas y una factura visual soberbia y casi perfecta puesta al servicio de los intríngulis de una historia más compleja de lo que parece y que puede crear división de opiniones: a unos les parecerá un tostón, a otros una tomadura de pelo y a otros les parecerá un soberbio trabajo que trata de aunar el cine de entretenimiento con la elucubración científica con concomitancias intelectuales de alto calado a lo Arthur C. Clarke pero dejando que la imaginación se desborde en todo momento ofreciendo instantes magistrales a los que conviene entregarse para no perder un ápice del sentido de la historia: este que suscribe se encuadra en este último grupo.    

Con un reparto internacional como en la mayoría de las producciones francesas de Luc Besson, Lucy es una película extraña en el desarrollo y transcurso de su historia que ya desde el primer momento trata de deslumbrar y de sorprender al espectador pero no con efectos especiales vistosos ni con explosiones ni con acción barata, sino con momentos de impacto visual y argumental que establecen las bases de una historia que cada vez se vuelve mas delirante y que va evolucionando hasta convertirse en un display en imágenes del alucinante “viaje” al que su protagonista, la Lucy del título, se somete accidentalmente y que trasciende cualquier límite humano, espacial o material mientras que ella se entrega a una nueva condición que va cambiando a medida que avanza el metraje y de la que hace partícipe al  espectador. Aunque su temática pueda pecar de excesiva y absurdamente ambiciosa -en ese sentido la influencia visual y conceptual del Stanley Kubrick de 2001: Una Odisea Espacial  es clara-  todo esta manejado con inteligencia y sin demasiados adornos. Diálogos justos y mucha insinuación narrativa en una película que además del tandem Kubrick-Clarke bebe del Alejandro Jodorowsky comiquero (notable influencia de El Incal), la ciencia-ficción ciberpunk de William Gibson y  el cine negro francés. Los efectos especiales se llevan la palma, pero ojo, siempre están al servicio del peculiar devenir de la historia.


Scarlett Johansson da vida con pulcritud y credibilidad a la heroína del filme, una joven accidentalmente metida en una trama de narcotráfico en Taiwán a la que implantan la extraña droga con la que un amigo estaba comerciando: una sustancia azul- codiciada por unos mafiosos coreanos-  que pronto le hará utilizar su capacidad cerebral más allá del 10% utilizada habitualmente por los seres humanos. Con poderes que van aumentando por horas conforme su capacidad cerebral va creciendo, Lucy decide visitar a un científico especialista en actividad cerebral (Morgan Freeman) para que le ayude en lo que parece una pérdida de humanidad en toda regla… ¿o es una evolución en algo más? Que nadie espera un filme de acción o una película de superhéroes porque el chasco que se van a llevar es mayúsculo, así mismo, dada su complejidad temática esta película no es apta para niños y puede que deje chafados a muchos adolescentes. El prolífico Luc Besson en esta ocasión ha acertado y con este film los amantes de historias fantásticas diferentes y sesudas pueden estar de enhorabuena.

domingo, agosto 31, 2014

HAL ASHBY, EL GENIO ANACORETA DE HOLLYWOOD (y II)




Tras Shampoo (1975) el prestigio de Hal Ashby aumentó enormemente; la crítica ya le colocaba junto con otros directores del Nuevo Hollywood que habían comenzado a finales de los 60 o principios de los 70 como Martin Scorsese, Terence Malick, Francis Ford Coppola, William Friedkin, Robert Altman o Peter Bogdanovich, realizadores todos ellos que antes de 1976 ya habían dirigido títulos emblemáticos en el cine USA como El Padrino, Malas Calles, French Conection, Malas Tierras, M.A.S.H o Nashville: No obstante el director de Utah aún no había dirigido ningún título que fuese considerado una obra maestra por parte de la crítica. Además, el carácter emocionalmente inestable de Ashby y su cada vez más habitual consumo de cocaína y marihuana hacia que el trato hacia él fuese bastante difícil por parte de productores, colaboradores o actores pero aún así seguía siendo requerido por la industria de Hollywood y su importancia dentro del mundo del celuloide (dentro del llamado “Renacimiento de Hollywood” de los 70) era mayúscula y en alza: se esperaba que de un momento a otro filmase un obra de cinco estrellas.

En 1976 poco después de terminar Shampoo Hal Ashby se puso manos a la obra con Bound for Glory (Esta tierra es mi tierra) biopic del legendario cantante protesta y folkster norteamericano Woody Guthrie (1912-1967), basado muy libremente en el libro autobiográfico del mismo título escrito por el propio cantautor en 1943 y que para la película fue adaptado por Robert Getchell. Pese a ser un proyecto de estudio, una vez más aquel fue un maridaje lógico: Guthrie inspiró el movimiento de folk americano de los 60 encabezado por Bob Dylan; Ashby era un admirador de Dylan, la canción protesta estadounidense de diferentes épocas y de Woody Guthrie; el mítico folkster fue el paradigma del cantante-vagabundo con conciencia social y ansias de libertad (ideario compartido con Ashby) y en definitiva el espíritu rebelde, libertario y contestatario de Woody Guthrie casaba perfectamente con el sustrato ideológico del cine de los “easy riders” de Hollywood, especialmente con el de un personaje como Hal Ashby que aceptó entusiasmado el reto. La pena es que Bound for Glory partía como una visión idealizada y demasiado ficcionalizada de la vida de Guthrie y esto solo puedo dar una película correcta e interesante (además de contar con una brillante factura técnica) pero falta de honestidad.     


David Carradine, famoso en aquellos años por haber protagonizado la serie de TV Kung-Fu interpretó a Woody Guthrie cantando además todas las canciones del autor en el filme. También intervinieron Ronnie Cox, Melinda Dillon y Gail Strickalnd. La película está muy bien ambientada en los años 30 en la época de la Gran Depresión en Oklahoma, concretamente en las temporadas de las tormentas de polvo que asolaron gran parte de la agricultura estadounidense y en donde Guthrie trataba en la película de guiar consolar y guiar espiritualmente con sus canciones a los granjeros de la zona. El filme cuenta además de con una gran banda sonora de canciones - como fácil es suponer- con una estupenda fotografía de Haskell Wexler (ganadora del Oscar), un excepcional diseño de producción y un vestuario muy cuidado que transportan a la foto en sepia de la America de la Gran Depresión. Fue además la primera película en usar la steadicam, empleada en algunos planos. Esta tierra es mi tierra recibió además las nominaciones de mejor vestuario, mejor guión adaptado, y por primera vez en un filme de Ashby, mejor película. La crítica la recibió con alabanzas (especialmente desde el aspecto técnico aportado por la innovadora steadicam) pero aún seguía colocando a Shampoo en la cabeza de la filmografía de Hal Ashby. Un filme muy bien narrado y sugerente pese a ser una más o menos fantaseada biografía, lo cierto es que no llega a los niveles de de The Last Detail ni de Shampoo, pero estaba claro que Ashby estaba madurando como director.

En 1978 llegaría la mejor película (y el mayor éxito comercial) de Hal Ashby, Coming Home (El Regreso). La película, al igual que la anterior, fue producida por United Artists con Jerome Hellman (Cowboy de Medianoche) como productor ejecutivo y un guión del montador Robert C. Jones y Waldo Salt a partir de un argumento que Nancy Dowd había escrito en 1972 a instancias de Jane Fonda, reconocida activista en contra de la intervención norteamericana en Vietnam. La historia tocaba un tema aún peliagudo en la sociedad USA de aquella época como era las consecuencias de la Guerra de Vietnam entre los combatientes norteamericanos en dicha guerra, tanto físicas, como psicológicas, sociales y morales. Considerada ya todo un clásico del cine de los últimos 40 años, El Regreso es una historia de amor dramática entre Sally (Jane Fonda), la esposa de un marine destinado a Vietnam en 1968 (Bruce Dern) y Luke (Jon Voight), un veterano de Vietnam parapléjico internado en un hospital de veteranos donde Sally ha decidido colaborar como voluntaria a la ausencia de su marido. Luke, traumatizado por el suicidio de un amigo también ex soldado (Robert Carradine) por sus problemas psicológicos, se convierte en un activista anti guerra al tiempo que él y Sally tratan de proseguir su relación, descubierta por Bob el marido de Sally cuando este regresa inesperadamente. El tono antibelicista de la película, contrario a un guerra que solo hacía tres años había terminado y que aún había dejado heridas sin cicatrizar en EEUU (la situación de desarraigo a todos los niveles de los veteranos de la película era la misma que muchos ex combatientes en Vietnam reales) era compartido tanto por Ashby como por la estrella femenina del filme, Jane Fonda, quien impulsó la película seis años atrás para su productora recién fundada queriendo hacer un filme sobre la guerra de Vietnam bajo el punto de vista de mujeres voluntarias en una institución de veteranos. El guión final difería significativamente del argumento que Nancy Dowd había escrito, pero fue del gusto tanto de Fonda como de Ashby y del productor Jerome Hellman. Hay que decir que Ashby no fue la primera opción para dirigir el film ya que Hellman se lo ofreció antes a John Schlesinger, el director de Cowboy de Medianoche (1969), quien no compartía la postura antibélica de la mayor parte del elenco técnico y artístico del filme. Precisamente el protagonista de aquel mítico filme de Schlesinger, Jon Voight, amigo de Fonda y también activista anti Vietnam se hizo con el papel de Luke tras haber sido rechazado por Jack Nicholson, Sylvester Stallone y Al Pacino.  


El Regreso fue un éxito de taquilla en 1978 y obtuvo excelentes críticas. A día de hoy, ha perdurado como un claro ejemplo de las nuevas temáticas a las que los directores del Nuevo Hollywood de los 70 se aventuraron y que en otro tiempo hubiesen sido irrealizables por presión de los grandes estudios: en este caso se trataba de las consecuencias de la Guerra de Vietnam en sus ex combatientes, algo que aún a finales de los 70 resultaba muy doloroso a la vez que polémico ya que esto condujo a muchos ciudadanos de EEUU (incluidas como hemos visto a celebridades) a posicionarse contra tal guerra tanto durante su transcurso como en los años inmediatamente posteriores a su finalización. Como muchos críticos e historiadores de cine han señalado, Coming Home es la última película que recoge el espíritu inconformista que inspiró a los (grandes) directores del Renacimiento de Hollywood. Ya en el plano estrictamente cinematográfico, Coming Home es un dramón con multitud de matices y temáticas (historia de amor y celos, denuncia, historia de superación personal) que sigue conmoviendo en su visionado. El trabajo actoral es fabuloso (Hal Ashby se estaba destapando como un gran director de actores) y una vez más el guión es sensacional por no hablar del montaje, en donde Ashby una vez más metió baza sin acreditar. De hecho, una de las escenas más memorables del filme, el discurso del personaje de Voight en un instituto, fue editado meticulosamente por Ashby tras darse cuenta el personal técnico del filme de que el actor- bastante decepcionado con los métodos de Ashby durante el rodaje, algo raro en sus intérpretes-  había improvisado un discurso absurdo y poco coherente. Tras el trabajo de tijeras de Ashby, el rollazo de discurso se convirtió en vibrante y fue de lo más comentado por crítica y público de la actuación de Jon Voight.  El intérprete consiguió el premio al mejor actor en el Festival de Cannes y el Oscar al mejor actor en 1978, uno de los tres Oscars que El Regreso ganó: también Jane Fonda ganó el de mejor actriz y Salt, Jones y Down al de mejor guión original. La película obtuvo otras cinco nominaciones, entre ellas mejor película y por primera (y única) vez mejor director para Hal Ashby, que perdió frente a Michael Cimino por The Deer Hunter (El cazador)  



Ashby atravesaba la mejor racha de su carrera, pero no modificó sus hábitos toxicómanos ni sus excentricidades. Su siguiente película Being There (Bienvenido Mr. Chance) (1979) fue su última gran película antes de su bajón profesional y creativo en los 80. La película tal vez sea de las más recordadas de Hal Ashby junto con El Regreso y Shampoo y posiblemente la mejor del director tras la primera citada. Alejándose del drama de sus últimos filmes, Ashby volvió a la comedia esta vez con tintes satíricos y con elementos de melodrama, comedia negra y comedia romántica trufados de cierto halo poético que hace de Being There un filme delicioso y memorable. El veterano Peter Sellers, que a finales de los 70 ya no era la superestrella que fue en los 60 y atravesaba por varios problemas personales, fue el protagonista de la cinta consiguiendo una de las mejores interpretaciones de su larga carrera en lo que fue su penúltimo filme antes de su muerte en julio de 1980. Del propio Sellers fue de quien partió la idea de adaptar la novela Being There de Jerzy Kosinski convenciendo al autor para que adaptase su propio libro y reservándose el papel protagonista de Chance el jardinero, antes de que él y Kosinski propusiesen a Hal Ashby como director del filme. La película, estrenada en diciembre de 1979, es una ácida sátira política y humana sobre un pobre hombre simple y atolondrado que por incompetencia y estupidez de la clase política y de las élites sociales y económicas de Washington DC llega a ser un personaje altamente influyente y toda una referencia política. Peter Sellers divirtió y conmovió con su Chance, un jardinero de mediana edad de Washington, inocente y bobalicón, que nunca había salido de la mansión donde trabajaba hasta la muerte de su anciano propietario y patrón. En el “mundo exterior” Chance verá cambiar su vida sin él pretenderlo cuando se encuentre por casualidad con el magnate Bend Rand (Melvyn Douglas) y su esposa Eve (Shirley MacLaine), quienes lo toman como un rico potentado por sus elegantes vestimentas y confunden sus frases sobre jardinería (su único tema de conversación) en profundas metáforas y reflexiones sobre la vida empresarial y económica.       


El filme recibió el aplauso unánime de la crítica destacando su tono entre jocoso, tierno, satírico y romántico trufado de momentos extraños y surrealistas escenas cómicamente memorables. La interpretación de Sellers, muy aclamada en su momento, desde luego que es de las que no se olvidan y con toda justicia puede decirse que fue la mejor de toda su carrera en un personaje que parecía estar hecho para él. Su química con Shirley MacLaine es total y su trabajo gestual y de voz (curioso el monótono y atolondrado modo de hablar de Chance) encomiable. Pero lo que mas llama la atención de Bienvenido Mr. Chance es ese tono entre esperpéntico y paródico que tiene su momento más significativo en los memorables últimos compases del filme cuando en el funeral de Rand presidido por el presidente de EEUU (Jack Warden), Chance -cuyo nombre ya ha salido entre los asistentes al funeral como un posible candidato a presidente- se aleja de la ceremonia y se dirige hacia un lago que él atraviesa andando por la superficie. Bienvenido Mr. Chance ganó el Globo de Oro al mejor actor de comedia y musical pero no pudo ganar el Oscar al mejor intérprete masculino de 1979. Melvyn Douglas consiguió el Oscar al mejor actor secundario.

Hal Ashby parecía estar llegando al cenit de su carrera, pero a partir de finales de 1979 su comportamiento se hizo más errático y difícil. Recluido en su casa de Malibú, el director se dejaba ver muy poco y se pasaba todo el día fumando cannabis. North Star, la compañía que había creado para producir Being There bajo los auspicios de la productora de aquel film, Lorimar, tuvo que cerrar en 1980 debido a la desocupación y pasotismo de Ashby. Los productores durante un largo periodo apenas podía tener contacto con él y pronto perdieron el interés en ofrecerle guiones, aunque durante algunos años antes de su muerte Hal Ashby, con más de 50 años y cada vez más reclusivo, se las ingenió para seguir rodando films, la mayor parte mediocres y que no recordaban al hábil e inteligente cineasta que fue en los 70. Con Being There terminó pues la época gloriosa y verdaderamente interesante de Hal Ashby, a partir de 1980 director de filmes de medio pelo.

Ashby había estado hasta finales de los 70 a la altura de los Scorsese, Bogdanovich, Malick, De Palma, Woody Allen o  de realizadores que explotaron en la segunda mitad de los 70 y que fueron la última promoción del Nuevo Hollywood como Steven Spielberg o George Lucas, pero en la nueva década las cosas empezaron a cambiar para todos. También hay que tener en cuenta que en los 80 aquella libertad creativa de la que gozaron estos directores ya no existía: el afán por lograr éxitos de taquilla hizo muchas veces claudicar el espíritu independiente y transgresor de la generación del Renacimiento de Hollywood al tiempo que algunos como Francis Ford Coppola se veían en serias dificultades económicas y otros como Lucas o Spielberg fueron tornando poco a poco a la comercialidad gracias a los bluckbusters conseguidos con sus films para todos los públicos de finales de los 70. Ya poco quedada del espíritu de los “moteros tranquilos, toros salvajes” (como los bautizó el crítico y escritor Peter Biskind) aunque casi todos los directores de aquella generación aún mantuviesen el mayor control creativo sobre sus películas y en ese sentido Hal Ashby, pese a no ser ni productor ni guionista y de rodar casi todas sus películas por encargo, se vio enormemente perdido ya que no había sitio para un singular director que daba su personal impronta a proyectos ajenos gracias fundamentalmente a su maestría en el montaje y en la peculiar dirección de actores. Fue precisamente su pericia con el montaje- que recordemos enalteció a filmes como El Regreso- la que le llevó a aceptar guiones mediocres como el de sus siguiente películas posteriores a Being There, Second-Hart Hearts y Lookin´to Get Out.  Second-Hart Hearts (1981) fue la penúltima muestra de la confianza que la compañía Lorimar tenía depositada en Ashby y se rodó inmediatamente después a Bienvenido Mr. Chance cuando el director aún estaba “sereno”. Esta comedia romántica-melodrama que cuenta los avatares de un divorciado y una viuda en un viaje para recuperar a los hijos del primero estaba protagonizada por Robert Blake y Barbara Harris y filmada a partir de un guión que George Eastman había escrito para un telefilme de 1968. El rodaje fue muy accidentado debido al cada vez más deteriorado estado mental de Ashby fruto del consumo de drogas y el resultado fue tan desastroso que no se estrenó hasta 1981 distribuido por Paramount  y solo en Los Angeles y Nueva York aunque luego tuviese una distribución en video normalizada. Impropia de un talento como el que Hal Ashby había demostrado no hace mucho antes- su peor película hasta la fecha-, Second-Hart Hearts es casi una película perdida de Ashby y la primera señal de su declive artístico. 

Ashby trató de redimirse en vano con Lookin´to Get Out (1982) otro proyecto de Lorimar con un guión mediocre que al final fue ofrecido a Ashby tal vez con intención de sacarle de su reclusión desde 1980. El realizador parecía animado con su regreso a la dirección y aunque era consciente de lo flojo del libreto estaba convencido que en la sala de montaje podía “arreglarla”. No fue así y Lookin´to Get Out fue otro filme deficiente y un fracaso en taquilla. La cinta, que contaba con la participación (de nuevo) de Jon Voight en el papel protagonista y en el también intervenían Burt Young y Ann-Margret, contaba la historia de un jugador de Nueva York que decide viajar a Las Vegas junto con un amigo también jugador para ganar en los casinos el dinero que debe a sus rivales en una partida de poker. El rodaje, que comenzó a principios de 1981, fue de nuevo turbulento con un Ashby literalmente fuera de sus cabales y con absurdas pretensiones e ideas: quería primeros planos imposibles de juegos de cartas invirtiendo tiempo excesivo para ello y se pasó meses y meses montando varias escenas, en especial una en el que los números de clubs de Las Vegas debían desarrollarse exactamente al ritmo de la canción que debía sonar de fondo en la banda sonora, Message in a Bottle de The Police y que finalmente no se empleó tras seis meses de trabajo. Lorimar consciente de los desvaríos de Ashby, del mal trato que estaba dando al personal técnico de esa película- especialmente a sus montadores, en cuyo equipo incluyó a algunas de sus amantes- y de que el director no terminaba de editar el filme se lo quitó a finales de 1982 (llevaba año y medio de montaje) para estrenarlo comercialmente con un montaje final de Robert C. Jones, colaborador de Ashby, con el visto bueno de Jon Voight y distribuido por Paramount. A la crítica no le convenció y el filme pasó sin pena ni gloria, no estrenándose en muchos países hasta bastantes años después o directamente en vídeo. A mediados de los 80 se descubrió una copia del montaje original de Hal Ashby- que se suponía perdido- que fue exhibida en la Universidad del Sur de California, dicha versión fue mas tarde editada en vídeo. Pese a ser una comedia de enredo sin ningún aliciente, Lookin´to Get Out tras diversas ediciones en vídeo y pases en televisión goza de cierto culto por parte de los admiradores más acérrimos de Hal Ashby. Como dato curioso, en este filme debutó una pequeña Angelina Jolie, hija de Jon Voight.   


Tras esta película, la carrera artística de Ashby continúa su caída libre. La productora Lorimar, muy resentida con el director, impidió que Ashby dirigiese filmes como Tootsie (1982) – fue despedido poco antes de empezar a rodar- y esto le llevó a un más si cabe acusado declive personal que incluía una delicada situación financiera. El director había acompañado en 1981 tras el rodaje de Lookin´to Get Out a su banda favorita los Rolling Stones en su gira americana con el fin de rodar un film-concierto conviviendo durante varios días con Jagger y compañía y en una noche de alcohol y droga con el grupo se inyectó una sobredosis de heroína desmayándose en el estadio de Phoenix donde estaba filmando una actuación de los Stones. Let´s Spend The Night Together se estrenó en EEUU en 1983 con muy poca distribución. Un correcto filme de conciertos con estilo cinematográfico que tras su edición en vídeo es una pieza bastante estimada por los fans de los Stones. En ese 1983 Ashby, con 54 años, estaba físicamente en las últimas y comenzó tímidamente un proceso de rehabilitación aunque no dejaría las drogas hasta dos años después. Estaba de nuevo con Joan Marshall pero había dejado de hablarse con antiguos amigos suyos como Haskell Wexler, su fiel director de fotografía. En 1984, aún sin rehabilitarse, dirigió otro film de concierto de rock aunque esta vez para el mercado del vídeo doméstico: Solo Trans, actuación de Neil Young en Ohio. Un año después se embarca en The Slugger´s Wife (1985), comedia romántica con guión del prestigioso dramaturgo y guionista Neil Simon (La Extraña Pareja) con el mundo del béisbol como telón de fondo y protagonizada por Michael O´Keefe y Rebecca de Mornay. Ashby comenzó a montar la película casi sin diálogo en la primera media hora y sin nada de lo escrito por Simon y cuando les mostró el avance del trabajo a Simon y los productores estos se horrorizaron provocando el despido del director en la posproducción y montaje del mismo. Absurda e ininteligible, The Slugger´s Wife fue de nuevo un total fracaso artístico y comercial y es la peor película de Hal Ashby aunque el montaje final fuese totalmente ajeno a su criterio.   

El realizador de Utah había tocado fondo personal y profesional. En 1985 ya nada hacía recordar a aquel director talentoso, fresco y con enorme sentido crítico. Ya a finales de aquel año Hal Ashby comienza a asegurar en público y en privado que se está limpiando y se embarca en un nuevo proyecto, esta vez a partir de un guión de Oliver Stone, todavía más conocido como guionista que como director: 8 Million Ways to Die (8 millones de maneras de morir) (1986). Robert Towne, gran amigo de Ashby, retocó el guión de Stone bajo pseudónimo en este thriller fallido y rutinario que con todo es el mejor filme de Ashby en los 80 (lo que no supone gran cosa) y tuvo una distribución internacional normalizada, algo que no ocurría desde Bienvenido Mr. Chance ya que todas sus películas posteriores apenas habían salido de EEUU. Actores del momento como Jeff Bridges, Rosanna Arquette y un Andy García en su primer papel importante intentan dar credibilidad a una historia de crímenes, secuestros, prostitución y drogas ambientado en Los Angeles con demasiado estilo televisivo (a lo Miami Vice). Una vez más, los productores le quitaron la película a Ashby antes de terminar de montarla ante tanto tiempo invertido por el maniático director en esa faceta: era la tercera vez consecutiva que esto le ocurría, lo que le indignó de tal manera que denunció al productor Stephen J. Rock ante el  sindicato de directores, obteniendo una pequeña indemnización. Ashby, pese a todo, terminó por rendirse como director. No podía entender como habiendo sido uno de los mejores montadores cinematográficos le podían quitar las películas para, precisamente, montarlas. También rompió su amistad con Robert Towne por desacuerdos creativos sobre el filme.   
En 1987 pese a las grandes decepciones profesionales Hal Ashby consiguió rehabilitarse de las drogas. Se cortó su larga melena canosa, se arregló la barba y volvió a frecuentar los saraos de Hollywood. Habló a la prensa  de sus ganas de dirigir por fin un filme “de Hal Ashby” y de que había perdido ocho años de su vida. No obstante, a sus 58 años Ashby estaba físicamente muy tocado de su época toxicómana y frecuentemente no se sentía bien. Hasta su muerte solo puedo dirigir el episodio piloto de la comedia televisiva policial Beverley Hills Buntz (1987) y otro oscuro piloto televisivo no emitido y nunca convertido en serie Jake´s Journey (1988), fallido proyecto de comedia fantástica junto con el ex Monty Python Graham Chapman, que fallecería en 1989 y por lo tanto fue también su último trabajo. En 1988 a Ashby se le diagnóstica una flebitis migratoria y poco después un cáncer de páncreas. Le es extirpado parte del hígado y del páncreas y le quedaba ya poco de vida. Enemigo de la medicina tradicional y de los hospitales, se fuga literalmente del hospital de Los Angeles donde se hallaba ingresado y vuelve a su casa donde recibía los cuidados naturalistas de su nueva compañera. Sus amigos de siempre, Warren Beatty, Haskell Wexler, Bob Jones y Jerome Hellman, sabedores de que su fallecimiento es inminente le visitan a menudo aunque él hasta el último momento no admitió su muerte. Hal Ashby murió en su casa de Malibú el 27 de diciembre de 1988 a los 59 años de edad.


Para muchos la muerte de Hal Ashby fue el fin definitivo de la generación del Nuevo Hollywood. Cierto era que desde hacía tiempo aquel espíritu de cine de autor y el ascenso del director como dueño absoluto de su obra que aquellos jóvenes y no tan jóvenes cineastas habían creado a finales de los 60 habían desaparecido y una vez más los grandes estudios dominaban Hollywood. Hal Ashby no tuvo precisamente la culpa de ello, pero su figura es paradigmática y esencial para comprender el alcance cultural y soical de aquella irrepetible camada de Hollywood con Coppola, Cimino, Hopper, Beatty, Spielberg, Scorsese, Altman o los Forman y Polanski americanos) que dio auténticas obras maestras del séptimo arte (Bonnie and Clyde, M.A.S.H, Chinatown, Easy Rider, La Última Película, Malas Tierras, la saga El Padrino, Apocalipse Now, Alicia ya no vive aquí, Taxi Driver, Toro Salvaje, El Exorcista, French Conection, Tiburón, Star Wars, Luna de Papel, La Puerta del Cielo y como no, varias películas de Ashby, entre otras) aunque jamás alcanzase el reconocimiento artístico de varios de sus compañeros de generación. Queda la duda de que hubiese ocurrido si Hal Ashby no hubiese caído en desgracia en los 80 o si no hubiese sido dependiente de las drogas durante toda su vida, llegándose a convertir en un director aún mejor de lo que fue. Pero el legado que ha dejado es tan brillante que cualquier amante del cine puede sentirse satisfecho. Como se dice en Bienvenido Mr. Chance “La vida es un estado mental”.         



FILMOGRAFÍA COMPLETA

The Landlord (El Casero) (1970)
Harold and Maude (Harold y Maude) (1971)
The Last Detail (El Último Deber) (1973)
Shampoo (1975)
Bound for Glory (Esta Tierra Es Mi Tierra) (1976)
Coming Home (El Regreso) (1978)
Being There (Bienvenido, Mr.Chance) (1979)
Second-Hand Hearts (1981)
Lookin´to Get Out (1982)
Let´s Spend the Night Together (1982)
Solo Trans (1982) (vídeo) (1984)
The Slugger´s Wife (1985)
8 Million Ways to Die (8 Millones de Maneras de Morir) (1986)