viernes, septiembre 26, 2014

El Aparatito Lumiere JERSEY BOYS





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No alcanza la verdad cotas muy grandes el nuevo film de Clint Eastwood,  un cineasta que en su vejez esta viviendo su mejor etapa como director aunque, claro está, de vez en cuando puede tener pasos en falso. Tal es el caso de este biopic sobre el grupo de pop vocal estadounidense The Four Seasons, responsables de éxitos en los 60 como Sherry, Walk Like a Man, Stay, Rag Doll o el multiversionado tema de su líder Frankie Valli en solitario I Can´t Take my Eyes of you, basado en la obra musical Jersey Boys de Marshall Brickman y Rick Elice sobre la biografía del grupo. Un proyecto pués escasamente personal para Estwood en donde a pesar de ser él uno de sus productores cuenta con gran parte del plantel artístico de la producción de Broadway incluidos sus libretistas (aquí adaptadores del guión), todos los intérpretes que encanaban a los Four Seasons en escena y la supervisión de los dos miembros supervivientes y cerebros del grupo, Frankie Valli y Bob Gaudio. No es este un musical en el sentido estricto de la palabra sino más bien un filme con música en donde en bastantes momentos se pueden oír los temas de los Four Seasons recreados por el irregular interpretativamente hablando cuarteto que les da vida en el film, aunque la verdad es que cantan de cine especialmente John Lloyd Young que interpreta y clava a Valli (otra cosa es que a este actor le falte carisma para encarnar al protagonista de un filme) De este modo, el viejo Clint se reencuentra con una película en donde la música cumple un papel fundamental como ya lo hizo hace casi 30 años en Bird (1985) en otro biopic musical esta vez del jazzman Charlie Parker, pero si aquel era una film en donde Eastwood mostraba todo su amor al jazz aquí se le nota poco cómodo y muy forzado con un material escasamente estimulante y que fluctúa malamente ente varios palos.

Ambientada entre comienzos de los 50 y principios de los 70 con un epílogo en 1991, el único mensaje con cierto fuste que transmite Jersey Boys en su propósito de biografíar a los Four Seasons es como un pasado turbulento- incluso habiéndolo superado aparentemente- puede marcar y mucho incluso llegando a ser rico y famoso. Los cuatro miembros del cuarteto de Nueva Jersey - el grupo norteamericano de mayor éxito hasta la irrupción de Beach Boys- chicos italoamericanos vinculados desde su juventud con la mafia de su ciudad representada en la historia por el capo Gyp DeCarlo (un Cristopher Walken que parece cada vez más caricatura de si mismo) encontraron en la música la vía perfecta para salir de un destino abocado a la delincuencia pero en no pacas ocasiones no pudieron olvidarse sus tics barriobajeros y su afán por el lucro llevándoles a no pocos problemas profesionales y personales, algo que aparece bien reflejado en la película pero de manera ensombrecida por situaciones forzadas, trampantojos con el cine de género negro y cierta falta de credibilidad sobre si todo lo que se nos cuenta es cierto. Al final Eastwood ha sucumbido al mal endémico de muchos biopics que es el de acelerar las acciones y situaciones a toda pastilla  produciendo un efecto de despiste para el espectador al no poder apreciar con nitidez varios aspectos. Un mero divertimento para Clint Eastwood que no debe empañar su gran etapa de madurez.

martes, septiembre 23, 2014

TERROR, HUMOR Y EUFORIA: LAS ANDANZAS Y EL LEGADO DEL GRUPO PÁNICO (1960-1973) (I)




A principios de los años 60 en París, no muy antes del mayo del 68, el mundo del teatro y de la cultura en Francia se vieron sacudidos por las ocurrencias de un pequeño colectivo de artistas y escritores que guiado por un ideario peculiar que anticipando la contracultura pretendía poner patas arriba el mundo del arte empezando por las artes escénicas. Era el Grupo o Movimiento Pánico, que partiendo de la herencia del surrealismo y del dadaísmo y con un total rechazo a la cultura y la concepción del mundo burguesa pretendía convertir al teatro en un arte que afectase la percepción del espectador mediante el impacto y la provocación. Durante buena parte de los años 60 del siglo XX fue el gran escándalo del arte europeo además de ser una de las primeras manifestaciones del arte contracultural, creando a su modo el happening, la improvisación escénica y el feísmo estético. Aunque inicialmente circunscrito al mundo del teatro- donde obtuvo el mayor impacto- también se expandió a la ilustración y el cine.      

Tres personalidades excéntricas e irrepetibles que por entonces se encontraban dando sus primeros pasos artísticos fueron las madres del invento: el español Fernando Arrabal, el chileno Alejandro Jodorowsky y el francés Roland Topor crearon el Grupo Pánico siguiendo a rajatabla un revolucionario ideario que ellos mismos confeccionaron. Aunque este triunvirato a principios de los 70 ya se había disuelto por proyectos individuales, disensiones y cambios de enfoque ellos mismos trataron de seguir el ideario Pánico durante toda su carrera e incluso hoy en día sus dos supervivientes (Arrabal y Jodorowsky) no dudan en revitalizar el Pánico y su legado en libros, conferencias o ensayos. Inspirador de ciertas formas del teatro alternativo, renovador del surrealismo y precursor del impacto visual en el cine, la fotografía o las artes plásticas, el Movimiento Pánico hoy en día se postula como una tendencia más influyente de lo que a primera vista pudiera parecer.


Alejandro, Fernando y Roland; los días antes del Pánico

Alejandro Jodorowsky
Aunque no fue hasta 1962 cuando el Grupo Pánico nacería oficialmente, años antes ya se dieron sus primeros pasos estéticos e ideológicos. Y no fue en Francia, ni tan siquiera en Europa; fue en el continente americano de la mano de Alejandro Jodorowsky, desde 1958 un chileno residente en México con gran parte de su formación artística anterior forjada en París. Nacido en Iquique (Chile) en 1929 de familia judía de raíces ucranianas, sefardíes, lituanas, alemanas y polacas, el hoy polifacético escritor, artista, escenógrafo, actor, director de cine y de teatro, guionista de cine y cómic y “psicomago”  Alejandro Jodorowsky se inició en su adolescencia en el mundo de la poesía en su Chile natal de la mano de Nicanor Parra y Enrique Lihn y en poco tiempo entró en el mundo del teatro en el campo del mimo. Tras abandonar sus estudios de Filosofía y Psicología en 1948 escribió sus primeras piezas teatrales para marionetas y comienza a cultivar el teatro de la improvisación surrealista, claro precedente del Pánico. En 1953 viaja a París para estudiar pantomima y al año siguiente se enrola en la troupe de Marcel Marceau. Tras cinco años de estancia en Francia, donde flirtea con la filosofía y debuta en el cine con un cortometraje, Jodorowsky viaja a México donde se interesa por la psicoterapia de la mano de Erich Fromm y se consolida como director y autor teatral de vanguardia hasta 1962 dirigiendo el Teatro de Vanguardia en México DF; allí sigue cultivando la improvisación teatral (antecedente del happening) en breves piezas que bautiza como “efímeros” y que se representan solo una vez con guión improvisado a partir de una idea, y pone en práctica el Teatro de la Crueldad de Antonin Artaud (1896-1948) en representaciones donde la obra se confronta al público y se violan los espacios escénicos.  Admirador del surrealismo de los años 20 y 30- que inspira su producción teatral hasta la fecha- Jodorowsky viaja a de nuevo a París en 1960 y conoce a una de sus principales figuras aún viva, André Breton (1896-1966) con el que frecuenta el café La Promenade de Venus. Allí es donde conoce personalmente a Fernando Arrabal- del que ya había dirigido montajes de obras teatrales suyas en México- y a Roland Topor, con quienes comparte su pasión por corrientes artísticas transgresoras de la primera mitad del siglo XX (y que por entonces estaban de capa caída en el mundo intelectual y artístico) como el surrealismo, el dadaísmo o el Teatro de la Crueldad de Artaud además de corrientes filosóficas que en su día resultaron novedosas y/o extravagantes como la patafísica, la Semántica General de Alfred Koszybsk, las teorías matemáticas sobre fractales de Mandlerbrot o las teorías sobre el lenguaje y la verdad de Wittgenstein.              

Fernando Arrabal
Fernando Arrabal (Melilla, 1932) era al igual que Jodorowsky, un extranjero en París, ciudad a la que había fijado como residencia en 1955. El escritor, dramaturgo y cineasta español fue un niño superdotado, hijo de un condenado por republicano en la Guerra Civil española que desapareció en 1942 al huir de prisión en Burgos.  A partir de 1950 con 18 años y mientras trabajaba en la Papelera Española y terminaba el bachillerato en Valencia escribe sus primeras obras teatrales. En 1952 se traslada a Madrid para estudiar Derecho frecuentando el Ateneo. Picnic (1952) y Los hombres del triciclo (1953) son sus primeras obras teatrales estrenadas, en donde se aprecia una notable influencia del dadaísmo y del recién nacido teatro del absurdo, así como una denuncia al belicismo y a la inutilidad de los convencionalismos sociales, elementos que influirán decisivamente en el Movimiento Pánico. Su primer viaje a París fue en 1954 en autostop y un año después regresa para estudiar allí pero cae enfermo de tuberculosis lo que le llevaría a la decisión de establecerse definitivamente en la ciudad luz donde frecuentó los círculos sus admirado Breton y Tristan Tzara convirtiéndose en una figura relevante en el mismo pese a su juventud. Por esos años escribe obras de teatro como Fando y Lis (1955) o Guernica (1959). Roland Topor (París 1938-1997), el más joven de los tres y el único francés de nacimiento no tenía apenas en 1962 con 24 años una trayectoria artística relevante aunque a partir del nacimiento del Pánico lanzaría su carrera como dibujante, pintor, actor, escritor y guionista cinematográfico. De origen judío polaco y tan excéntrico como los otros dos, Topor al igual que Arrabal y Jodorowsky era un profundo admirador del surrealismo en su vertiente pictórica- que estaba ya demostrando con sus alucinantes ilustraciones satíricas en la mítica revista de humor Hara-Kiri - y una conciencia sociopolítica lindante con un izquierdismo ácrata. Jodorowsky y Arrabal, cuya obra previa de cada uno ya conocían mutuamente, eran dos almas gemelas que por fin pudieron encontrarse personalmente poniendo en común sus  idénticas pretensiones para unas nuevas artes escénicas (Jodorowsky, como hemos visto antes, dio a conocer algunas obras de Arrabal en Sudamérica que resultaron enormemente escandalosas) Los tres eran hombres de teatro (inicialmente, Topor menos) hastiados con el teatro tradicional y su uniformidad en cuanto a la relación escenario-público que contemplaban que si bien las premisas del surrealismo y dadaísmo podían ser teóricamente una vía de superación de las restricciones del arte dramático tradicional, el surrealismo en la segunda mitad del siglo XX se había “aburguesado” y no podía cumplir dicha función, por lo que era necesario reinventarlo y superarlo. Pese a que  la  influencia del cine de Luis Buñuel, la fotografía y el cine de Man Ray, la obra polifacética de Marcel Duchamp y el Teatro de la Crueldad de Antonin Artaud –esto último Jodorowsky ya había puesto en práctica en su teatro en México a finales de los 50 y principios de los 60- será enorme, los tres verán la necesidad de superar a dichos maestros aunque sin abandonar sus enseñanzas. El Café de la Paix será el escenario donde tendrán lugar las primeras “reuniones pánicas” que establecerán el ideario del Grupo Pánico.


El ideario Pánico: en busca de una transformación humana

Jodorowsky, O.Olivier, J. Sternberg, Arrabal, Topor, C.Zeimert y M. Parré

Jodorowsky había visto censuradas muchas de las obras por él dirigidas en México en especial sus efímeros, una experiencia con el teatro del absurdo antecedente del Pánico y contemplaba a Francia como un lugar en donde podía gozar de una mayor libertad creativa. Transmitió a Arrabal y Topor la necesidad de que el nuevo tipo de teatro estuviese más basado en el absurdo y la improvisación que en el surrealismo decadente (el viejo Breton le parecía ahora un muermo). El trío tenía sus propias ideas filosóficas ya formadas y esto les lleva a postular conjuntamente una concepción vital contracultural que será la base aplicable a nuevas ideas sobre el teatro. Nace entonces el Movimiento Pánico con un ideario más filosófico que artístico que recoge varias concepciones filosóficas sobre la existencia y la condición humana. Se podría resumir el ideario Pánico de la siguiente manera:
- Existe una confrontación entre la cultura establecida y el nuevo “ataque pánico” para ayudar a despertar a una masa inerte de gente y estos que “tomen parte” en lugar de ser meros espectadores de algo. 
- El teatro por su naturaleza imitativa debe suprimir la pasividad y neutralización del público utilizando la abstracción del arte moderno, consiguiendo así superar la actual condición de espectadores (esto extensible a la condición humana)
- Se postula una locura controlada como supervivencia ante una sociedad con crisis de valores.
- El mundo ha de estar formado por una mezcla de contrarios: amor-odio, tragedia-comedia, mal gusto-refinamiento, sagrado-profano, individual-colectivo.
-  Se da importancia al ritual ceremonial, la visión onírica, cruel y satírica de la vida y la repetición cíclica de las cosas.    
- El Movimiento Pánico produce una actividad esporádica y efímera, sin forma ni permanencia y sin las restricciones de los códigos de conducta y de la racionalidad. La única forma reconocible del Pánico es su anárquico y cambiante modus operandi.
- En definitiva, se busca como fin último trascender la sociedad Aristotélica para llevar a la humanidad hacia una nueva perspectiva.     

El nombre de Pánico proviene del semidios de la mitología griega Pan, deidad de los rebaños y el pastoreo de apariencia monstruosa (un hombre grueso con patas y cuerpo de cabra y rostro deforme) que además simboliza la fertilidad y la sexualidad masculina mediante un descomunal falo. Pan seducía y violaba a las ninfas y cuando era importunado por alguien su enorme ira y su monstruosa apariencia provocaban un miedo que paralizaba al otro, el pánico La conducta del dios se describe como amoral, hipersexual y salvaje sin control alguno, una mezcla de locura, vitalidad y maldad terrorífica que coincidía con el ideario de del arte de los tres autores. 


La locura de los efímeros: el ataque pánico en el teatro

El recién nacido Grupo Pánico comienza a preparar sus primeras representaciones. El modelo a seguir es el primer teatro de Jodorowsky, los efímeros, rebautizados ahora efímeros pánicos, prácticamente con las mismas características que aquellos: obras sin guión, improvisadas por los actores-directores a partir de una idea y que diesen una total impresión de urgencia: en definitiva, una de las primeras manifestaciones del happening. Lo que debía aparecer en escena debía ser surreal y caótico, impactante, repleto de fuerzas destructivas que según los autores llevasen a la paz y la belleza. El horror, el humor y la simultaneidad debían guiar el teatro pánico, prácticamente la suma de diferentes emociones humanas muchas veces contrapuestas que apabullasen e impresionasen al espectador, aunque de una manera que los autores pretendían que fuese armoniosa. El colorido y el ruido siempre estuvieron presentes en el teatro pánico.

Los efímeros pánicos estuvieron representándose en diversos puntos de París entre 1962 y 1965, preferentemente pequeños teatros, universidades, plazas, cafés y locales improvisados y durante 1964-1965, Jodorowski, que residía a caballo entre Francia y México, los llevó al país azteca donde se dieron las raíces reales del teatro pánico . Los tres fundadores actuaban en los efímeros- a veces los tres juntos, otras veces de manera separada-  junto con otros jóvenes actores y actrices que se unieron al movimiento. Un efímero pánico típico solía comenzar con representaciones de acciones cotidianas como rituales que al poco tiempo iban evolucionando hasta comportamientos violentos, sexuales, provocadores o festivos, exaltados y exagerados. En el escenario abundaban objetos cotidianos (periódicos, botes de pintura, muebles, electrodomésticos) que en realidad escondían una simbología  iconoclasta y desmitificadora de la cultura occidental. Las acciones eran fortuitas, abruptas y las partes habladas eran muchas veces sermones improvisados. Se rompían multitud de objetos e imágenes y había sitio para el desnudo y el contacto sexual. Lo que se veía en el escenario (que no volvía a repetirse en otras representaciones pánicas) era según el grupo Pánico “errores y accidentes irrepetibles” que los actores cometían, acciones propuestas por ellos en ese momento que en “condiciones normales no podrían permitirse” (ni tampoco en el teatro convencional)

Según sus creadores los efímeros pánicos estaban “guiados por reglas tomadas de un estado predeterminado de euforia” o lo que sería lo mismo de “pánico”, entendido esto como una mezcla de sentimientos y sensaciones humanas en su estado más álgido, tanto en los intérpretes como en el público. Este “pánico” y la fuerza destructora que lo produce sería la vía para alcanzar la nueva perspectiva propugnada por el Grupo Pánico, es decir el fin último del Movimiento Pánico. Como Alejandro Jodorowsky aseguraba “El pánico siempre aparece como el anuncio de un nacimiento espiritual”; en otras palabras el pánico era una fuerza liberada y transformadora guiada por los sentimientos de humor, terror y euforia.                  

Nunca se filmó ningún happening pánico y lógicamente tampoco existen guiones de estos, aunque si perviven célebres crónicas en prensa escrita, testimonios de espectadores que presenciaron algunos montajes y varias fotografías tomadas en ellos que muestran todo el carácter delirante del teatro pánico. Varios happenings célebres han perdurado en la memoria colectiva, nos vamos a referir a dos. El llamado “Efímero de San Carlos” se representó en México DF en la Universidad Autónoma de México en abril de 1964; en un escenario hecho de tortillas y pan, un personaje llamado “Monstruo-monstruo”  descuartiza una paloma viva y poco después un grupo de actores irrumpe en escena dando gritos a favor del PRI; mas tarde Jodorowski (actor principal en casi todos los montajes) lee un fragmento de Shakespeare y arroja cómics al público universitario proclamando que esa es la verdadera poesía del siglo XX. El efímero concluía con una joven que era “clavada” en un lienzo blanco para después ser pintada conformando una obra bautizada como “Humanismo”. Con todo, el efímero pánico más famoso es el llamado “Melodrama Sacramental” un happening de cuatro horas (la más larga pieza teatral pánica) que se representó en mayo de 1965 en el Festival de Libertad de Expresión de París. Jodorowsky aparecía en escena vestido de motero de cuero rebanando el cuello a dos ocas mientras dos jóvenes en topless con el cuerpo untado en miel cortaban el traje del intérprete para después pegarle con cintas dos serpientes en el pecho. A lo largo de la representación aparecía una cruz de madera con un pollo crucificado -que servía para simbolizar el pene de un rabino a punto de ser castrado- y una vagina gigante que “daba a luz” tortugas vivas y otros objetos que caían al público para finalmente “alumbrar” al propio Jodorowsky.


El Pánico contra todo y otras manifestaciones pánicas en el arte

Ilustración de Topor
Las representaciones del Movimiento Pánico resultaron enormemente polémicas en Francia, pero no tuvieron problemas con la censura. Eso sí, tenían el rechazo de la crítica y de la mayor parte de los seguidores del teatro, tanto del convencional como de otros que hasta hacía poco habían resultado innovadores (e inspiradores del Pánico) como el teatro del absurdo de Samuel Beckett  y Eugene Ionesco así como de la vieja comunidad surrealista. Por el contrario, beatniks, amantes del rock, pre hippys, jóvenes izquierdistas (preferentemente marxistas) y en definitiva el caldo de cultivo del mayo del 68 se quedaron fascinados ante las ocurrencias de Arrabal, Jodorowsky y Topor especialmente a partir del Melodrama Sacramental (una crítica feroz a la religión) aunque ya por entonces el Pánico estaba ya a punto de dejar la actividad teatral. La fama del movimiento recorrió los ambientes pre contraculturales de toda Europa y no tardó en llegar a América, especialmente a América latina donde como hemos visto Jodorowsky introdujo los efímeros pánicos en México, uno de sus países de adopción.  Ya en 1963 los Pánicos trataron de teorizar con su movimiento; Fernando Arrabal, su principal ideólogo intelectual, afirmaba que el Pánico era “una manera de expresión presidida por la confusión, la memoria, la inteligencia, el humor y el terror”. El propio dramaturgo español afirmará años después en su obra Le Panique (1973) que por primera vez incluía el Manifiesto Pánico que «El pánico es la crítica de la razón pura, es la pandilla sin leyes y sin mando, es la explosión de 'pan' (todo), es el respeto irrespetuoso al dios Pan, es el himno al talento loco, es el antimovimiento, es el rechazo a la 'seriedad', es el canto a la falta de ambigüedad... Es el arte de vivir (que tiene en cuenta la confusión y el azar), es el principio de indeterminación con la memoria de por medio... Y todo lo contrario»,
         
Roland Topor
Aunque inicialmente el Grupo Pánico se centró en el teatro, su voluntad era expander el Pánico a otras artes. Así, y aunque hasta 1965 la escena es la actividad prioritaria del colectivo, la influencia del genial artista e ilustrador Roland Topor hará nacer la ilustración pánica mientras que Alejandro Jodorowsky crea la literatura pánica: ambos publican en 1963 Cuentos pánicos en México y en Francia, relatos salvajes y surrealistas escritos con Jodorowsky con ilustraciones de Topor. Este volumen supone la presentación de la obra gráfica y pictórica de Roland Topor, un surrealismo irónico y delirante con un punto de crueldad y feísmo que juega con las formas del cuerpo humano, los trampantojos visuales y la crítica satírica para crear un universo entre lo artísticamente refinado y lo estéticamente desagradable: en definitiva, la esencia del Movimiento Pánico trasladada a arte pictórico. Jodorowsky también publica hasta 1965 colecciones de simulacros de libretos de obras pánicas y relatos breves como Teatro pánico (1963) y Juegos pánicos (1965) que con el tiempo tendrán repercusión en el mundo hippy y underground europeo y latinoamericano. Así mismo en 1965 Jodorwsky se introduce en el mundo del cómic- el campo que mayor fama le ha dado en el siglo XX- con la serie Aníbal 5,  ligeramente alejada del Pánico, junto con el mexicano Manuel Moro en donde se introduce por primera vez en el género de la ciencia ficción. No obstante en 1967 comienza a cultiva el “cómic pánico” con las viñetas lisérgicas ilustradas por el de Fábulas Pánicas que aparecen en el periódico Heraldo de México hasta 1973.


                                                                CONTINUARÁ