sábado, marzo 28, 2015

El Aparatito Lumiere NEGOCIADOR




 *** y 1/2




Desde que Borja Cobeaga (Pagafantas, No controles) anunció su intención de dirigir una comedia sobre un tema tan a priori tan poco susceptible de ser tratado bajo el prisma de dicho género como el de la negociación gobierno español-ETA durante el anterior mandato socialista, la curiosidad y las reacciones de todo tipo se sucedieron. Y el éxito son precedentes en el cine español de Ocho apellidos vascos (2013) película de Álvaro Fernández Armero que contaba con guión del cineasta guipuzcoano  (junto con Diego San José) no hizo sino acrecentar las expectativas de una cinta que de nuevo se iba a adentrar en un tema espinoso y complejo como es el “conflicto vasco” y en particular en el mundo de ETA, todo ello efectuado una vez decretado el alto el fuego de la banda terrorista. No resultaba tampoco especialmente comercial ni tampoco con enorme potencial cinematográfico la premisa planteada de hacer una crónica cotidiana (y sin mucho contenido político) de las conversaciones fuera del estado español entre un representante del gobierno (que en la vida real fue el controvertido político vasco del PSE-PSOE Jesús Eguiguren) y  representantes de ETA como fueron Josu Ternera  y “Thierry” y como era de esperar hubo recelos extra artísticos de todo tipo, pero Borja Cobeaga ha superado la complicada prueba con nota y ha sido capaz de ofrecer con un notable esfuerzo creativo y cinematográfico una inteligente e inusual  comedia con tintes de drama trufada de elementos costumbristas que viene a recalcar lo absurdo de la condición humana ante situaciones con una premisa complicada en las que cualquier atisbo de razón y lógica se ha perdido y en las que solo hay espacio para la repetición de clichés, la actuación a la desesperada e inintencionadamente, a veces el ridículo. En ese sentido, sin ser intencionadamente ningún estudio psicológico ni una película intimista, Negociador resulta un estupendo retrato de los avatares de una persona (el negociador del gobierno) dispuesta a llevar a buen puerto una complicada y  trascendente misión a sabiendas de que se va encontrar ante algo (alguien) que no solo se lo va a poner nada fácil sino que su simple presencia ante él le pondrá en una situación humana tan comprometida como incómoda y por que no, apasionante a la hora de demostrar valores, sentimientos o simplemente reglas básicas de comportamiento que nos se sabe muy bien que importancia tienen en un contexto tan extraño como el que le tocará vivir. Y todo ello contado con una estética y una puesta en escena minimalista y con un estupendo guión tanto visual como de diálogos.



Borja Cobeaga optó por no colaborar con Jesús Eguiguren ni con ninguna de las personas presentes en el secreto y extraño proceso de negociación que tuvo lugar a finales de la década de 2000 entre el gobierno español y ETA y, si bien con algunos apuntes periodísticos y crónicas sobre aquellos acontecimientos a los que tuvo acceso, ha construido un guión que en realidad es una fabulación de dicho suceso y en el que ha querido recalcar muchos aspectos kafkianos y absurdos en un proceso de negociación-diálogo que experimentó no pocos altibajos y situaciones -según los que las vivieron- ridículas fruto de la visión radicalmente distinta de una realidad. La película además recurre a personajes trasuntos de los reales: Eguiguren aquí es Manu Aranguren (Ramón Barea) un político maduro y a vuelta de todo, desmañado y despistado que cuenta con la ayuda mínima gubernamental en medio de un mutismo absoluto y que se encuentra en Ginebra en la más absoluta soledad y desconcierto, esto último acrecentado tras los curiosos encuentros con los interlocutores etarras; Josu Ternera es Jokin (Josean Bengoetxea) un etarra de la vieja escuela cuyo desencuentro con Manu se combina con un conato de amistad; y Thierry es Patxi (Carlos Areces) un dirigente de ETA de cambiante carácter pero preso de su retorcida ideología. Entre ellos y un esforzado pero superado mediador internacional (Jons Pappila)  y su diligente intérprete (Melina Mathews) como desconcertados  testigos, se da una rocambolesca dialéctica que toca todos los palos de las relaciones humanas y que  demuestra como al final el ser humano logra a trancas y barrancas imponer su propia condición aunque los resultados no sean siempre los deseados. La maestría de Cobeaga en la dirección de actores es de chapó ayudado por la excelente interpretación de un Ramón Barea que pronto hace que el público empatice con un político voluntarioso y convencido en su noble causa de diálogo pero cómicamente desastrado, y por un Carlos Areces que logra su mejor interpretación hasta el momento en la piel de un terrorista tan jovial como sibilinamente siniestro. Una buena noticia además la de el aumento de registros de Areces ya que este actor parecía encasillarse sin remedio en absurdos papeles de friki. 



Puede que el encorsetamiento espacio-tiempo de este filme lastre el resultado de una película efectiva y diferente. Que nadie se espere un filme político ni una comedia de risotadas tipo Ocho apellidos vascos (aunque hay situaciones verdaderamente hilarantes) y ni tan siquiera que nadie se espere una comedia comercial. Negociador demuestra la madurez ha la que ha llegado un cineasta como Borja Cobeaga destinado a hacer grandes cosas (se espera con ansia su adaptación del cómic Superlópez que dirigirá Javier Ruiz Caldera y cuyo estreno se prevé para 2016) y que de momento nos deja una película de kilates.

jueves, marzo 26, 2015

RAYOSC SE UNE AL DOLOR


POR  LAS VICTIMAS DEL ACCIDENTE AEREO EN LOS ALPES