lunes, junio 29, 2015

El Aparatito Lumiere LOS INSÓLITOS PECES GATO





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¿Se puede hacer un filme de una temática tan insólita como la autobiográfica por parte de un director o directora desconocido y ser además una gran película? La respuesta es si y el ejemplo que lo demuestra es esta sorprendente ópera prima de la joven directora mexicana Claudia Sainte-Luce que se ha lanzado a tumba abierta con una cinta que recrea con bastantes pelos y señales un episodio de su vida que le dejó profundamente marcada. Una historia que a priori posee un potencial dramático cuanto menos dudoso por la ausencia de un esquema planteamiento-nudo-desenlace propiamente dicho (el nudo prácticamente no cuenta nada) y por sus peculiares pretensiones intimistas y personales pero que termina postulándose como un más que correcto trabajo cinematográfico forjado a base de emoción, realismo y honestidad y todo siempre desde una factura formal que bebe tanto del cine independiente norteamericano como del cine europeo.

La cinematografía mexicana otrora fue capaz de ofrecer históricos filmes que se cotizan entre lo mejor de la historia del séptimo arte (Buñuel en su etapa mexicana) o que incluso gozaron de éxito internacional en taquilla (Cantinflas) pero hoy  navega en la misma indigencia que otras industrias cinematográficas latinoamericanas. No obstante, el surgimiento en los 90 y 2000 de cineastas de vocación internacional como Alejandro González Iñarritu, Guillermo del Toro o Alfonso Cuarón parece que -aunque tardíamente- ha influido en una nueva generación de jóvenes cineastas aztecas entre los que se encuentra Claudia Sainte-Luce, un nombre a tener en cuenta, que no ocultan su tendencia a una modernidad estilística y temática homologable tanto con las imperfecciones de un cine independiente con escasez de medios como con los intentos de desdibujar cinematográficamente las fronteras entre la ficción y el documental. La película nos muestra unos intensos meses en la vida de Claudia (Ximena Ayala)-el alter ego de la directora- una joven empleada de supermercado de la que poco sabemos y  con una existencia solitaria y anodina que tras un ataque de apendicitis de repente encuentra sentido a su vida tras un encuentro en el hospital con Martha (Lisa Owen) una madre de familia divorciada enferma de SIDA y con cuatro hijos de diferentes padres de edades entre los 11 y 23 años. Desorientada tras ser dada de alta, Claudia accede a la invitación de Martha y los suyos de pasar un día en su casa desarrollándose a partir de ese momento una entrañable amistad entre Claudia, una veinteañera solitaria  y su “nueva familia”, un clan que lleva como puede la enfermedad terminal de la matriarca pero que no pierde en ningún momento el buen humor y las ganas de luchar. Rodada con un tono muy verista y con una total autenticidad  en los diálogos y en los comportamientos de los hijos de Martha, se percibe totalmente que el filme ha cubierto las expectativas de su directora, que era la de mostrar con completo realismo y honestidad un episodio real que le dejó huella. Utilizando elementos tanto dramáticos como de comedia y por supuesto no pocos apuntes costumbristas, la película sabe manejar las emociones de una manera bastante honesta y desarrolla la anécdota de imbuyéndola de valor dramático. Muy bien interpretada- la actriz que interpreta a Wendy, la segunda hija, es la verdadera Wendy Guillén que conoció Claudia Sainte-Luce- destacan sobre todo los enormes trabajos tanto de Ximena Ayala como de Lisa Owen. Una película diferente, que puede resultar un poco extraña pero que cautiva con la emocionalidad naturalista de su propuesta.