miércoles, mayo 04, 2016

EL LIBRO DE LA SELVA (THE JUNGLE BOOK)



 
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La tendencia desde hace algunos años de Disney de realizar versiones en imagen real de sus clásicos animados- como con 101 Dálmatas o La Bella Durmiente con resultados más bien discutibles- cada vez va apareciendo menos acertada. Los resultados son previsibles, rutinarios y con una más que evidente orientación supercomercial que lastra cualquier intento de hacer filmes familiares de calidad. Curiosamente, en esta ocasión Disney reincide en la jugada ya que en los 90 realizó dos olvidables adaptaciones (en dos partes) de uno de los títulos más recordados de la productora, El Libro de la Selva (1967) un encantador filme animado (el primer largometraje tras la muerte de Walt Disney) que adaptaba dos de los relatos de The Jungle Book (1894) de Rudyard Kipling un clásico de la literatura juvenil de todos los tiempos  que reunía diferentes relatos ambientados en las selvas de la India colonial del siglo XIX repletos de animales salvajes parlantes y enseñanzas morales. Si en aquellas dos ocasiones en 1994 (The Jungle Book) y 1998 (The Jungle Book. Mowgli´s Story) se apartó un tanto del tono festivo e infantil del clásico animado para aproximarse (muy torpemente) al espíritu de los relatos originales de Kipling y se contó con presupuestos medianos y pretensiones modestas, en esta ocasión se va a saco en la adaptación-remake del largometraje animado y con un enorme dispendio de efectos especiales que incluye increíblemente veristas animales recreados digitalmente  y la dirección de un Jon Favreau (saga Iron Man) que se limita a seguir las directrices impuestas por la todopoderosa productora con oficio pero sin pasión, este nuevo Libro de la Selva es sencillamente un producto mercadotécnico, sin originalidad con respecto a todo lo que el público supone erróneamente sobre la historia de Mowgli tal y como Disney la contó en su día (y que solo tiene que ver lo justo con los relatos de Kipling) y muy poco estimulante, aunque el público infantil disfrutará con la consabida mezcla de acción, humor, animales y el sugerente espíritu de una historia que pese a todo se ha sabido mantener. No obstante sería injusto obviar buenos momentos en el filme, principalmente a la hora de mostrar la perfecta interacción-adaptación entre los animales digitales, los paisajes y el personaje de Mowgli (Neel Sheti) prácticamente el único personaje real con peso de la película, así como la fotografía de Bill Pope resulta de recibo.         

Al igual que el largometraje de animación, el guión toma como punto de partida los relatos de la obra de Rudyard Kipling Los hermanos de Mogwli y La caza de Kaa que presentaban la infancia del protagonista, un niño perdido en la selva india y criado por una manada de lobos al que un tigre, Shere Khan, jura venganza por ser un “cachorro” de la raza humana a la que detesta. Si en aquella ocasión la historia se adulteró bastante en esta se siguen más o menos los cambios del filme de los 60 con alguna modificación que trata de dar un tono menos edulcorado y más al gusto del público infantil de hoy (luchas encarnizadas, villanos muy malotes, personajes que hablan como personas del siglo XXI) pero al fin y al cabo alejándose una vez más de la fuente original. Tal vez la supeditación del hecho de que la versión original haya recurrido a estrellas para las voces de los personajes, como Ben Kingsley (Bagheera), Bill Murray (Baloo), Scarlet Johansson (Kaa) o Christopher Walken (el rey Loui) hace que a veces los animales actúen como personajes proclives al encasillamiento. No resulta tampoco buena la idea de resucitar dos de las canciones de la fuente animada disneyana (las dos más conocidas) ya que la sensación que provocan es que sencillamente están de sobra. Por el contrario, algún hallazgo genial como el homenaje cinéfilo que se hace a Apocalipse Now en el encuentro de Mogwli con el Rey Loui resulta sencillamente de chapó, aunque la reinvención del simio como un kingkonesco “gigantopitéco” (sic) sea de juzgado de guardia.  Una película para pasar la tarde con los críos…y poco más.

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