lunes, junio 20, 2016

CAPITÁN KÓBLIC






La sombra del western como género cinematográfico es alargada y ni tan siquiera el paso del tiempo- ya estamos a décadas y décadas de distancia de su época dorada dentro del cine- parece disminuir su influencia y magisterio en el séptimo arte aunque sea traspasando las coordenadas espacio-temporales propias del Far West. En ese sentido, la producción argentino-española Capitán Kóblic ha encontrado en el western su clave estilística para efectuar un filme cuyo principal propósito es el de la denuncia histórica, y una vez más del oscuro pasado de Argentina en la época de la dictadura de la Junta Militar (1976-1983), una terrorífica etapa de la historia del país del cono sur que sigue dando material dramático de primer orden y no es para menos. Sebastián Boreznstein dirige con pulso impecable este drama-western contemporáneo en donde la figura del forastero de desconocido pasado/malhechor redimido que termina convulsionando la vida en su nuevo lugar de residencia es el elemento catalizador en una historia de arrepentimiento, conciencia atormentada, celos, rencillas, amor prohibido, violencia y en definitiva todo el salvajismo, la sinrazón y la barbarie que trajo consigo la dictadura militar en Argentina incluso en la vida cotidiana de las personas, algo que por cierto resuena en los parámetros argumentales y estilísticos del salvaje oeste especialmente en las históricas (re)creaciones europeas del género con Sergio Leone (una influencia fundamental en este filme) a la cabeza.   


Tomás Kóblic (Ricardo Darín, excelente como siempre), un piloto aéreo militar, da parar en una aldea rural con el fin de olvidar su participación como piloto en los “vuelos de la muerte”, unos vuelos en los que el gobierno dictatorial asesinaba a detenidos y presos políticos arrojándoles al océano. Remordido a todas horas por su conciencia, Kóblic esconde su pasado trabajando como piloto de fumigación -aunque sin apenas actividad- con la avioneta de un amigo residente en el lugar que se presta a mantener su secreto y su condición de desertor. No obstante, pronto la situación empezará a complicarse. Con diálogos escuetos pero certeros y una imponente pero inquietante dialéctica entre los diversos personajes en donde Kóblic parece enrarecerlo todo con su forzada presencia, la película apuesta por contener el drama –presentado de una manera simbólica y mas bien centrado en las vivencias interiores de su protagonista-  y focalizar con acierto las relaciones entre los personajes, con Kóblic tratando a toda costa de ocultar su secreto. En ese sentido las interpretaciones son más que de recibo, destacando también a una Inma Cuesta (que aporta la participación española)  que resulta creíble como una despechada mujer argentina de provincias y además con un perfecto acento. Puede que varios momentos del filme resulten forzados así como están de más algunos efectismos especialmente en los últimos compases. Pero esta claro que cualquier crónica de denuncia de la dictadura de la Junta Militar siempre será bien recibida, especialmente cuando se hacen películas tan esforzadas como esta.