martes, julio 12, 2016

ESPERANDO AL REY ( A HOLOGRAM FOR THE KING)





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La presencia de Tom Hanks tal vez haga pensar a muchos que estamos ante una ambiciosa producción, pero este drama con trasfondo psicológico es en realidad un filme que inspirado en una novela de éxito (Un holograma para el rey, de Dave Eggers) persigue plasmar con fidelidad una historia que refleja de manera sintetizada y casi simbólica las miserias de la sociedad actual desde el punto de vista social, cultural (en este caso los consabidos contrastes culturales entre el mundo occidental y el mundo árabe)  y especialmente económico, fijándose en este punto en el mundo de las grandes corporaciones. En fin, una cierta crítica al globalismo pero sobre todo a su nefasta influencia en las personas, con un personaje central que vive una profunda crisis personal que de algún modo es un reflejo de la crisis de valores actuales. El alemán Tom Tykwer, un director especializado en adaptaciones de novelas de escasamente fácil adaptación, se esfuerza notablemente en este filme pero no evita una sensación de irregularidad. 

Tom Hanks vuelve a interpretar con su consabida solvencia el papel que todo el mundo espera de él, el de un hombre normal y corriente, en este caso el comercial de una importante compañía informática que  trata de cerrar un muy ambicioso negocio en Arabia Saudí tratando de vender al monarca de dicho país un sistema de comunicación por hologramas. Tras de sí arrastra también un divorcio, una difícil relación con su hija universitaria, problemas de salud, un fracaso en una anterior compañía y en general una sensación de ser un hombre acabado. No parece un desértico país un entorno propicio para enderezar las cosas, al menos a priori. La historia, interesente en su mayor parte tiene demasiados altibajos especialmente a partir de la segunda mitad, cuando un tono romántico mil veces visto empieza a aparecer provocando grietas en unos cimientos cinematográficos que más o menos se habían mostrado sólidos hasta el momento. En efecto, la película logra muy bien esa sensación de forzada interculturalidad abocada en realidad (a tenor de lo que vemos) al desencuentro mediante la presentación de escenarios rebuscados, situaciones al borde del absurdo pero en realidad dramáticas y una creíble proliferación de personajes significativos, ayudado todo por un inteligente recurso al flash back y ciertos elementos propios de narraciones fantásticas en donde los sueños del protagonista se confunden con la realidad. La sombra de Kafka esta presente en esta película (especialmente su cierta similitud en algunos aspectos con El Castillo) pero también es cierto que se ve que Tom Tykwer, un director arriesgado, en esta ocasión peca de conservador y termina aplanando la película hasta caer en lo predecible. Tal vez esta haya sido una ocasión perdida de hacer una gran película, pero tal y como no desmerece nada la pena.