lunes, agosto 29, 2016

REGRESO A CASA (GUI LAI)




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El pasado de un país en la actualidad tan peculiar como es China no es algo que a los propios chinos les sea especialmente cómodo, es por ello que esta nueva cinta de Zhang Yimou solo hurgue de manera un tanto superficial pero clara y evocadora en las miserias del pasado régimen comunista de la Revolución Cultural china, concretamente en sus últimos y tumultuosos años en la década de los 80 del siglo XX. Basada en una novela de Geling Yan, Regreso a Casa habla de forma metafórica de la imposibilidad de afrontar los dolorosos recuerdos de una injusticia, en un país que queriendo alcanzar la libertad individual para sus habitantes y la justicia social llegó al fanatismo y a la opresión cebándose en los disidentes al Partido Comunista, muchos encarcelados en los años 60 y 70. Así, lo que en un principio podría considerarse como un drama familiar es en realidad una historia política con una evidente denuncia a la política represiva en la China maoísta que trajo entre otras muchas consecuencias la indefinición moral de muchos de sus habitantes, el miedo, y la imposibilidad de establecer unas relaciones personales normales incluso en el seno de una familia. Esto es lo que le ocurre a mediados-finales de los 80 a la joven bailarina Dan Dan (Huiwen Zhang) y a su madre la profesora Feng Wanyu (Gong Li) cuando el padre, Lu Yanshi (Chen Daoming), después de huir de la cárcel donde se encontraba por “delito político” y tras un breve encuentro con su familia es detenido es puesto en libertad pocos años después tras el fin del régimen revolucionario y no es reconocido por su esposa, quien padece un extraño tipo de amnesia selectiva. Dan Dan, desconcertada ante el hecho de tener que volver a convivir con un padre ausente que el régimen parecía insistir que olvidase y por lidiar con un madre enferma que también parece rechazarle a ella por motivos que ella no entiende, es el símbolo de la proyección de futuro de un país que trataba de superar una injusticias difícilmente superables y que terminaron lastrando a sus habitantes inevitablemente.

Zhang Yimou se esfuerza esta vez por dar un estilo realista y conciso a una historia ciertamente amarga en el que el espectador parece sufrir con la joven protagonista y con su padre, un hombre empeñado en recuperar a su mujer en una misión que se va antojando desesperadamente imposible. El equilibrio entre la calidez humana y la denuncia política es el pilar en el que se sustenta un filme sobrio pero muy sugerente que no da tregua emocional al espectador. Gong Li está impresionante como una mujer que va deteriorándose física y mentalmente esperando algo que en realidad ya pasó, que no es otra cosa que el regreso de su marido, símbolo del tibio cambio de una situación desesperante. Otro nuevo acierto del mejor director asiático vivo.