martes, noviembre 08, 2016

DR.STRANGE




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Ya no es suficiente. No basta con espectaculares efectos especiales, guiños más bien forzados a otros géneros más allá del fantástico por aquello de ganar credibilidad o intérpretes reputados a los que en ocasiones se une algún director de prestigio bastante despistado: las adaptaciones al cine de los supehéroes de Marvel Comics siguen siendo más de lo mismo y siguen cayendo la mayor parte de sus películas (salvo honrosas excepciones) en los mismos defectos, léase una supeditación al los efectos y al espectáculo puro y duro, guiones hechos con el piloto automático, un bajón considerable en el nudo de la historia con respecto al planteamiento y cada vez mayor sensación apatía a la hora de plantear las adaptaciones de los célebres cómics, y aunque en cada película se trate de insertar algún concepto nuevo que al principio podía resultar pero ahora ya no. En el caso de este Dr. Strange (conocido por aquí como Dr. Extraño) se ha querido de imbuir el mismo espíritu un tanto alejado de los comics Marvel de la historieta original creada por el gran capo Stan Lee y uno de sus secuaces más brillantes a los pinceles, el no menos grande Steve Ditko: una estética psicodélica (el personaje fue creado en 1963) y onírica con inquietantes escenarios fantásticos y un aire espiritual-místico-oriental mágico con elementos de ocultismo que hizo de Dr. Strange  una curiosa rara avis dentro del mundo de los superhéroes USA y un favorito de muchos de los seguidores del género superheróico aunque el personaje no ha adquirido tanta popularidad como otras creaciones Marvel. Esta esforzada pero rutinaria adaptación que dirige un director efectista pero del montón como es Scott Derrickson (Sinester) puede resultar a ratos entretenida y muy atrayente visualmente gracias a unos efectos digitales de puro lujo y unos escenarios y una estética diferente muy elaborada que captan fenomenalmente todo el universo trascendental y cosmogónico del personaje, pero pese a un inicio prometedor que parece más bien de un drama convencional y un engañoso escoraje hacia caminos temáticos no transitados por Marvel Studios, la película termina cayendo en lo de siempre, leches a mansalva incluidas.

El hecho de reunir en este filme a intérpretes más que eficaces como Benedict Cumberbatch (en la piel de un correcto Dr. Stephen Strange), Tilda Swinton, Chiwetel Ejiofor o Mads Mikkelsen como Kaecilius, el villano de turno, no ha aportado nada al filme salvo tal vez el trabajo del protagonista en un papel que le va estupendamente. Y es que Cumberbatch se esfuerza en aplicar cierta hondura al superhéroe-mago, inicialmente un prestigioso neurocirujano que buscando en Nepal una cura para sus manos dañadas en un accidente da con una extraña sociedad mística que le entrena para convertirse en un viajero interdimensional y con espectaculares poderes psíquicos  que deberá usar junto a sus nuevos camaradas para luchar contra el mal representado por un peligroso ente cósmico que quiere acabar con el universo conocido. Por el contrario la intervención de Tilda Swinton, como el gurú El Anciano (cambiado de sexo y origen étnico en este filme y llamado La Anciana) resulta a veces  cargante. En definitiva, entretenimiento con ciertas ínfulas pero poca chicha que sin embargo parece que será la tónica con la que siga Marvel Studios en su próximos proyectos.  

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