jueves, abril 20, 2017

GHOST IN THE SHELL





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No se puede decir que ha salido mal este intento de hacer una adaptación digna -aunque algo libre- del célebre manga de culto de Masamune Shirow creado en 1989 y del que se han hecho multitud de adaptaciones y secuelas en forma de varios filmes de animación, series de televisión o videojuegos. Todo un tótem para los seguidores de los productos audiovisuales de la cultura japonesa, más de 25 años después de su creación se encuentra con su primera adaptación en imagen real además de ser la primera realizada fuera de Japón. La forma en que se presenta esta aproximación a una historia que ha terminado ya por convertirse en un clásico de la ficción científica de los últimos 30 años -y que bebía de fuentes tan sugerentes y por así decirlo sagradas de la historia del género como la obra de Philip K. Dick, el ciberpunk, Metrópolis de Fritz Lang, las distopías de autores como William Gibson o  Aldous Huxley, y todo el manga futurista con Katsuhiro Otomo como notable referencia- es la de una superproducción hollywoodiense trufada los consabidos de efectos especiales que trata de avanzar unos pasos de lo previsible tratando de homenajear (aunque no siendo muy fiel) a la estética oriental original y vertebrándose en una historia sugerente y envolvente que conserva el sustrato filosófico de el relato original basado en la dualidad del cuerpo y el alma y la capacidad de utilizar esta última para luchar contra el mal. Con una estética visual que además de los consabidos elementos manga (aunque a veces mal casados con un reparto y unos recursos mayormente occidentales) incluye guiños a los cómics de Moebius y no pocas referencias a Blade Runner y unas imágenes más llamativas que cualquier otra superproducción ci-fi de los últimos años, Ghost in the Shell  es un buen trabajo cinematográfico que tal vez peca algo de conformista y de previsible en la resolución de algunos momentos: la urgencia por adaptar la muchas veces intrincada ciencia ficción manga a los estándares comerciales occidentales ha dado como resultado un producto que aunque eficaz en su propósito da la sensación de que podía haber dado más de sí, aunque hubiese sido un filme más minoritario.

Scarlett Johannson, que parece abonada últimamente a curiosas producciones de ciencia ficción, no esta nada mal como una bellísima cyborg recién creada, Mayor Mira Killian con el alma de una joven fallecida en su interior y que debe de hacer frente como arma militar al sórdido mundo del ciberterrorismo en un Japón del futuro dentro de un mundo dominado por las sanguinarias mafias de la cibernética y la electrónica. Más allá de los esperables combates, disparos, explosiones y momentos de thriller la película se recrea en algún momento de diálogo metafísico y es capaz de reflexionar aunque sea al fin y al cabo superficialmente sobre la condición humana y la perdida de la misma a causa de la conversión de humanos en máquinas (literal y metafóricamente) y el fin de los valores intrínsecos del ser humano. En el reparto internacional, en donde hay bastantes intérpretes japoneses aunque los papeles más relevantes sean para actores caucásicos, nos encintramos a Juliette Binoche como la científica creadora de la protagonista o a Takeshi Kitano como Daisuke Aramaki, el director de la Sección 9, un papel que ha rodado en japonés (sus diálogos se mantienen en el idioma nipón subtitulado en todas las versiones del filme) ya que el polifacético cineasta no habla ni papa de inglés. Nada del otro jueves, pero resulta bastante positivo que se hagan películas de ci-fi que consigan salirse, aunque sea un poco, de la tónica habitual      

1 comentario:

  1. Suena muy bien el asunto entonces, es una que quiero ver... Saludos 🙋

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