martes, noviembre 28, 2017

ASESINATO EN EL ORIENT EXRESS (MURDER ON THE ORIENT EXPRESS)





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Ante la falta de ideas originales en la industria hollywoodiense  y la tendencia a efectuar  tanto remakes de otros filmes como versiones de obras literarias que han sido adaptadas hasta la saciedad, no era de  extrañar que Agatha Christie resurgiese. Una de las escritoras más leídas y con mayor número de adaptaciones televisivas y cinematográficas, la maestra de la literatura detectivesca y criminalística al igual que otros autores inmortales como Dickens o Shakespeare continúa siendo un comodín a la hora de ofrecer al público historias con atractivo y aunque hacía bastante tiempo que la gran pantalla no revisaba sus escritos, el “regreso” de Christie al cine ha pretendido hacerse a lo grande adaptando- por cuarta vez tanto en cine como en televisión- una de sus novelas más recordadas, Murder on the Orient Express (1934), protagonizada por Hercule Poirot (uno de los más célebres detectives de ficción) y cuya mejor adaptación continua siendo la firmada por Sydney Lumet en 1974 con un reparto de estrellas del momento. En esta ocasión el británico Kenneth Branagh ha tomado el mando del proyecto como director y protagonista encarnando a un personaje tan entrañable como goloso para cualquier actor como es el meticuloso y engolado detective belga con un resultado más bien discreto aunque no exento de muy buenos momentos. Y es que esta es una producción de propósito eminentemente comercial que se dedica sencillamente a cumplir el expediente ayudada por uno de los relatos de crimen y detección más apasionantes jamás escritos (Para muchos Orient Express es la obra maestra de Agatha Christe) pero demasiado encorsetado en lo previsible del cine-entretenimiento de hoy y en el lucimiento de su casting poblado de nombres célebres y otros no tanto, siguiendo claro está la estela de la adaptación de Lumet a la que esta versión sencillamente no alcanza. Hubo una vez en la que Kenneth Branagh era un director prometedor que sabía combinar las más que dignas adaptaciones clásicas o teatrales con un cine más autoral, pero desde hace tiempo es un destajista a sueldo de Hollywood capaz de aceptar dirigir los más variopintos filmes de encargo aportando algún toque personal que al final resulta irrelevante. Este Orient Express  pese la audacia en la utilización de travellings y planos desde determinadas perspectivas para trascender el reducido marco espacial de los vagones de un tren, resulta muy poco original en su puesta en escena y en la dirección de actores. Ni el propio Branagh en el papel de Poirot parece encontrarse excesivamente cómodo pese al esfuerzo por erigirse como el pivote central de la historia en todo momento: no está a la altura ni de Albert Finney (el memorable protagonista de la versión de 1974) o de otros grandes Poirots como Peter Ustinov o David Suchet.           



Aunque más o menos fiel a la novela original, la película se toma algunas licencias como cambiar el nombre, la nacionalidad o algunas otras características  de varios personajes, además de insertar algunos leves elementos de cine de acción o situaciones quizás destinadas a mantener el interés del espectador más acostumbrado al cine espectáculo. Con todo, no debe caer en saco roto la cuidada ambientación en el lujoso tren de los años 30 y la muy interesante conjunción del reparto: Willem Dafoe, Michelle Pfeiffer, Penélope Cruz, Derek Kacobi, Josh Gad, Leslie Odom Jr., Daisy Ridley, Tom Bateman, Judy Dench, Olivia Colman o Johnny Depp son algunos de los rostros del filme que hacen un trabajo tan profesional como falto de verdaderas aristas con algún que otro momento sobrante. Como también resulta bastante sinsentido un tontaina prólogo fuera de la historia principal ambientado en localización exótica: efectivamente, al más puro estilo de Indiana Jones o James Bond. Eso si, pese a que la espectacular resolución de la historia y la reflexión ético-filosófica subsiguiente son ya de sobra conocidas y este sea un relato más que estándar, Asesinato en el Orient Express sigue siendo una crónica apasionante y solo por eso merece ser vista tanto por los conocedores de la historia como los neófitos.