sábado, enero 13, 2018

THE DISASTER ARTIST




 **** y 1/2

Cine dentro del cine con un curioso ejercicio de cinefilia desde su vertiente más freak y consumidora de las más llamativas rarezas del séptimo arte. Eso es lo que ofrece esta lograda y honesta película dirigida e interpretada por un pletórico James Franco (últimamente con desagradables asuntos por medio) que homenajea a su modo una película que se ha convertido en todo un filme de culto por su cochambrosa factura: The Room (2003) un largometraje que solo estuvo unos días en cartel en EEUU y que pretendiendo ser un dramón a lo Tennesse Williams en palabras de su director fue recibido casi como una comedia absurda por su nefasta y risible realización, pésimas interpretaciones e incongruente guión convirtiéndose poco después de su estreno gracias al boca a boca en todo un fenómeno de fans cinéfago con sesiones nocturnas que incluso hoy en día siguen manteniéndose llenas de seguidores dispuestos a cachondearse, echarse unas risas, recitar de memoria los diálogos y recrear escenas cual The Rocky Horror Picture Show. Un misterioso y excéntrico personaje melenudo llamado Tommy Wiseau - con fecha y lugar de nacimiento aún desconocidos- fue el director y protagonista de aquel pintoresco desaguisado cuya crónica de preparativos y rodaje nos cuenta James Franco (uno de los muchos fans famosos de The Room) con pasión, honestidad, una respetuosa mala baba (Wiseau y parte del resto de colaboradores en aquella película dieron el visto bueno al proyecto) y sobre todo ganas de contar una historia diferente con personajes insólitos y limitados en diversas facetas pero idealistas y tenaces, con ecos de epopeya contemporánea  y sobre todo estableciendo un curioso y sincero canto a la amistad y la complicidad presentado con la relación entre Tommy y su amigo, colaborador y también actor en The Room Greg Setero, que interpreta Dave Franco, el hermano de James, destapándose como un actor más que interesante: una relación quijotesco-sanchesca entre Tommy y Greg que resulta de lo más estimulante en una película deliciosa, divertida, crítica y a su modo emotiva además, claro está, de cinéfila.

Ambientada a finales de los 90 y principios de los 2000, la película también puede ser vista como la historia de maduración de Greg Sestero, el joven aspirante a actor que se traslada a Los Angeles en busca de una oportunidad que no consigue encontrar y que termina juntándose inopinadamente con Tommy Wiseau, un muchacho que se cree un actor genial y que no es más que un bocachanclas, desaliñado y listillo de saldo que convence a Greg para hacer lo que el cree el proyecto que cambiará sus vidas pero al final es el propio Greg Sestero el que encontrará sentido a todo lo que le rodea dándose cuenta de la errática personalidad de su amigo y de su incapacidad por reconocer su propia mediocridad como cineasta, actor y hombre de negocios. James Franco hace una interpretación sencillamente magistral de un sujeto realmente indescriptible tratando de copiar su curiosa forma de hablar, sus gestos y su irritante comportamiento- el propio Wiseau asesoró a Franco e incluso interviene en un cameo en una escena postcréditos- componiendo un personaje tragicómico y encantador. No obstante, lo realmente meritorio de The Disater Artist es su recreación del calamitoso rodaje (con momentos hilarantes) y sobre todo la fiel reproducción plano por plano de muchas de las escenas del filme- al final de la película se nos ofrece una comparación entre secuencias de The Room y sus “copias” en el filme que nos ocupa- , un ejercicio metacinematográfico realmente agradecido. Varios rostros conocidos del cine y la televisión – también fans de The Room-  realizan cameos y pequeñas intervenciones en esta cinta interpretándose a ellos mismos o encarnando a personajes, entre ellos Kevin Smith, Bryan Cranston, JJ Abrams, Sharon Stone, Zac Efron, Judd Apatow, Christopher Mintz-Plasse o Melanie Griffith. No es una película sobre logros y sueños, más bien un ejemplo de cómo los errores y los fracasos pueden convertirse en algo diferente siempre que se esté dispuesto a ello.

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