miércoles, febrero 14, 2018

DÉJATE LLEVAR (LASCIATI ANDARE)




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De la comedia italiana, tradicionalmente casi un género en si misma, siempre se espera lo mismo: optimismo, costumbrismo muy bien tratado, cierto histrionismo y algún rasgo típico de la idiosincrasia transalpina: sería muy simplista quedarse sólo en eso, de hecho en los últimos (pongamos treinta) años hemos asistido a un rango temático y estilístico en la comedia italiana que desmonta cualquier prejuicio fácil sobre lo falsamente repetitivo de este estilo en dicho país. No obstante películas como Lasciati andare demuestran que incluso descartando los clichés más manidos de la comedia italiana a lo Comencini o a lo Risi (o incluso a lo Fellini) y abrazando algunos estándares de la comedia norteamericana o incluso europea de otros países es imposible librarse al cien por cien - para bien, claro está- de esos encantadores rasgos que un día pusieron a Italia a la cabeza de la evasión cinematográfica de Europa. Y además, este inteligente aunque bastante irregular filme de Francesco Amato, logra aunque raspandamente su cometido de entretener al público con una historia tal vez no demasiado original pero si bien presentada y con su mensaje de entendimiento intergeneracional y de aceptación de las limitaciones personales bastante sugerente.  

La presencia como protagonista del cada vez más grande Toni Servillo (La Gran Belleza) es sin duda lo que da interés y salto de calidad a un filme que sin él podía haber sido otra cosa, el solito se come la película y hace entrañable el papel de Elia Venezia, un psicoanalista de Roma de cerca de 60 años, judío y cada vez más desencantado de su trabajo y de su vida que encuentra una nueva motivación con su entrenadora personal para mejorar su (descuidada) condición física, la treintañera española Claudia (Verónica Echegui), una mujer impetuosa, vitalista y algo inconsciente que siempre parece esconder algo más. La desastrosa vida personal de Elia, marcada por la convivencia forzosa con su ex mujer, parece ir por otro rumbo pero pronto se dará cuenta que Claudia también tiene un background bastante caótico que termina por afectarle de manera más bien disparatada. Momentos hilarantes y diálogos ingeniosos se suceden en una comedia sin grandes pretensiones y con escasos momentos memorables pero que se deja ver, siempre con cierto engañoso tonillo a lo Woody Allen que el buen hacer interpretativo de Servillo sabe llevar siempre a su terreno no cayendo en el mero pastiche. Verónica Echegui, bastante internacional últimamente, sabe llevar a su terreno su personaje con encanto pero sin grandes alardes. Una lástima que el final del filme, bastante caótico y malamente caricaturesco termina finalmente empañando muchos momentos de humor inteligente a lo largo del extraje. Por lo demás, una película para amantes de la comedia optimista y sobre todo de las genialidades interpretativas de Toni Servillo.