jueves, abril 05, 2018

READY PLAYER ONE




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Un homenaje al cine de evasión-espectáculo, esto es lo que ofrece el último filme de Steven Spielberg al que le toca ahora la racha de películas prácticamente seguidas a la que suele recurrir cada cierto tiempo estrenando Ready Player One sólo unos pocos meses después de Los Papeles del Pentágono y dejando constancia una vez más de su variedad de registros temáticos pues nada tiene que ver un filme con el otro. En esta ocasión, adaptando una novela de ciencia ficción de Ernest Cline de 2011 que ha sido uno de los últimos fenómenos editoriales en el género, el Rey Midas hollywoodiense hace resurgir su vena de narrador de historias épico-fantásticas trufadas de efectos especiales con un relato que en la novela original- y en este filme- es un homenaje a la cultura pop de los años 80 aún estando ambientada en un futuro distópico. Plagada de referencias a películas, canciones, videojuegos, series de TV, juguetes, libros y otros objetos de los 80 (aunque también de los 70 y 90) presentes durante todo el metraje- son tantas que algunas pueden pasar desapercibidas- esta película podría entrar en la últimamente tan abundante categoría de producto nostálgico ochentero  pero consigue sin duda ir mucho más allá y teje una perfecta y esforzada muestra de cine-entretenimiento hecha con cabeza con vistas puestas tanto en la crítica como en el público que no sólo juega como nadie con los múltiples referentes del entretenimiento que presenta sino que también consigue atrapar al espectador en su asiento con dosis de emoción, adrenalina, aventura, tensión y suspense, como el buen cine de evasión de toda la vida. Y todo ello con sentido del humor y tomándose a su misma lo justamente (pero bastante) en serio que puede tomarse un filme de estas características.

En realidad, la historia es más bien simple y con una estructura vista en mil y un  productos de ficción, pero el astuto guión que adapta la novela firmado por el propio Cline y Zak Penn consigue elevarlo todo a la máxima potencia que la premisa lo permite ayudada por una espectacular puesta en escena y efectos especiales digitales en su mayoría de Motion Capture que no resultan en absoluto fatigosos como en otras películas llenas de imagen digital, que en este caso es más de la mitad del filme. Nos encontramos en el año 2045 en un planeta tierra empobrecido y sin esperanza en donde las personas viven hacinadas en mastodónticos conglomerados de viviendas ruinosas; el principal entretenimiento de la población y su única vía de escape de la desasosegante realidad es un alucinante juego de realidad virtual llamado Oasis, que permite vivir en un mundo irreal mediante avatares fantásticos de los jugadores en donde se lucha y compite por los típicos objetivos de los videojuegos solo que esta vez de manera sofisticada y casi realista.  En Columbus, Ohio, el adolescente Wade Watts (Tye Sheridan), cuyo avatar Percival se hecho celebre por sus hazañas, está decidido a  encontrar la llevar a cabo prueba que uno de los creadores del juego, James Halliday (Mark Rylance) ha dejado tras su muerte: encontrar un easter egg en el mundo de Oasis que supondrá la propiedad de la empresa al ganador. Además de Wade/Percival, el resto de infinidad de jugadores entrarán en la competición así como la compañía IOI liderada por su maquiavélico presidente Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn) cuya finalidad con Oasis no parece nada clara. La irrupción en la búsqueda del avatar Art3mis (Olivia Cooke) pronto empieza a clarificar las cosas y la misión se convierte en una peligrosa y emocionante aventura en mundos virtuales.

Como espectáculo visual, Ready Player One es apabullante pero siempre dejando pinceladas de humanidad y romanticismo que pueden resultar en algún momento cargantes (en el más puro estilo Spielberg) pero que en ningún momento descentran el sentido del filme, que se esfuerza por mandar un épico mensaje de rebelión de las clases populares contra los poderosos y las grandes corporaciones. Entre los múltiples homenajes pop que se hacen destacan el de El  Resplandor y las referencias a los primeros videojuegos arcade como el mítico Adventure. Además de una banda sonora con clásicos del pop rock de los 70 y 80, personajes y objetos de mil pelis, cómics, juegos o libros hacen su cameo de rigor de algún modo gracias a la recurrente operación de compra masiva de derechos tal y como se hizo en una película producida por Steven Spielberg, Quien engañó a Roger Rabbitt (de bastantes referencias no se pudieron conseguir los derechos en este caso) aunque si hay un referente claro por las características de la premisa del argumento este es la novela Charlie y la Fábrica de Chocolate de Roald Dahl en donde James Hallyday viene a ser un cibertrasunto del legendario Willy Wonka. Hay que liberarse de prejuicios para ver y disfrutar este filme, toda una oda a la época dorada del entretenimiento popular (si, fueron los 80) y que además  pone de manifiesto que el sentido de la aventura y el espectáculo si son sabiamente manejados siempre traen sublimes momentos al séptimo arte.